Partida Rol por web

Vaya, esto es muy... Triste dije al ver la habitación

Todo eran recuerdos de una infancia, seguramente feliz. ¿Cómo habíamos llegado a esto? Era muy deprimente

Rápido, busquemos por aquí a ver qué encontramos

Revisamos la habitación, en la cómoda había un relicario con una fotografía de Liz. Tal vez pertenecía a Bantha. Tomé el relicario.
Luego busque por el resto de la habitación, especialmente en la cuna y detrás del cuadro de liz y bantha.

Se mantuvieron alejadas de ese hueco en la pared. Bantha se acercó al inodoro y levantó la tapa, Elizabeth se quedó a su lado, demasiado atemorizada para hacer algo en particular. Las tijeras elevaron aquello, con cuidado. Dentro se veían otras tantas cucarachas y nada más. El olor seguía siendo repugnante, horrible, espantoso. Sin embargo, allí adentro no había nada más que algunos insectos, que no tenían nada de paranormal pero mucho de repugnante.

Entonces...

Es que sintieron un ruidito proveniendo del agujero, como si algo se estuviera arrastrando por él hacia el baño.

En la cuna encontraron una muñeca de porcelana antigua, que estaba oculta entre las frazadas. Era bonita, pequeña con mejillas sonrosadas y los ojos claros. Tenía un vestidito bordado que decía "Liz". No había signos que indicaran algo sobrenatural en esa muñeca, solamente era un juguete. La dejaron en el sitio en el que estaba y siguieron fijándose en el resto del cuarto.

El cuadro fue movido, tras él había una carta. Estaba pegada en la parte inferior trasera del mismo y no la hubieran visto sino fuese porque revisaron bien toda su superficie.

Decía:

"Querida Nana:

Sé que has intentado muchas veces que evitara tan trágica decisión. Siempre me has dicho que el futuro está lleno de esperanzas, que soy muy joven aún. Pero es que no hay esperanzas: mi único deseo es ser feliz con Jonathan pero él nunca será aceptado en mi familia. Tú sabes como son, conoces los prejuicios de mi madre. Sabes también que el barón no desistirá en sus ansias.

No querida nana, lo he pensando y solo veo sufrimiento en mi futuro. Me despido, nana... te he traído la muñeca con la que jugabas conmigo de pequeña, con la que me hacías sonreír. 

Iré a la capilla en unos momentos, rezaré mi última oración y luego me daré un baño. Quiero ir limpia al paraíso, nana. Sé que Dios perdona a los suicidas, sé que Él es justo y sabe mi dolor.

Necesito descansar en paz.

Tu Liz"

- Así que esta debió de ser la carta de despedida que le dio Liz a Bantha antes de suicidarse. Aquí no parece que haya nada más, así que será mejor que nos reunamos con los otros cuanto antes, debemos salir de esto cuanto y veamos que han averiguado Marta y David. Tomad la carta por si acaso, así se la enseñamos a ellos.

Como por instinto, miré mal a mis dos acompañantes. Pero no era yo, era Jonathan. El lord y Marleen habían hecho que Liz, la dulce Liz de Jonathan, se suicidara por amor

Cerré los ojos y respiré profundamente. No podía dejarme llevar por Jonathan. Él no era yo, aunque quizá lo fuera en una vida pasada

Sí... Vayamos... Necesito recuperar mi cuerpo, este espíritu me está afectando más de lo que esperaba

Escupo sobre las cucarachas con rabia y dejo caer la tapa. Ésto es asqueroso, todo ésto. Voy a acercarme al lavamanos para investigarlo cuando empiezo a escuchar ese sonido justo encima de mi cabeza, me aparto y hago señas a Marta de que se ponga detrás de mí. Desgarro un trozo de mantel y se lo doy a Marta.

-  Pon eso en la cerradura y asegúrate de que esa puerta se quede abierta, no me gustaría quedarme encerrado para esperar a que llega lo que sea que esté viniendo.

En guardia echo un vistazo rápido a la bañera para asegurarme que tampoco hay nada allí esperándonos como en la última que vimos y sigo esperando a que esa cosa llegue, para saber a qué atenerme.

- Quédate en el marco de la puerta y si sale algo peligroso, a mi señal te vas con los demás para advertirles ¿Entendido?

Bantha estaba esperando qué era eso que se arrastraba dentro del agujero de la pared, y Liz se hallaba tras ella. Entonces la puerta se abrió y entraron los otros tres miembros del equipo. Por suerte, o mejor dicho por la viveza de Bantha de haber puesto algo a la puerta ésta no se cerró, y los otros pudieron entrar.

Se encontraron con ese baño espantoso. Un inodoro con cucarachas en su superficie, una tina llena de un líquido parecido al agua, y ese agujero en la pared, en el lugar en donde tendría que haber un espejo, pero ahora solo estaba ese hueco.

Y por él se venía arrastrando algo.

Bantha estaba revisando la tina cuando los otros tres entraron y casi pega un grito pero lo que hizo a todos querer gritar fue la sombra oscura que salió del hueco y entró en Elizabeth.

- Bantha, o David, qué crees que debemos hacer ahora?? La cosa se nos está yendo de las manos, y ahora que esa sombra ha poseído a Elisabeth, qué, ahora qué??? - Lady Marleen comenzaba a estar histérica aquello que había visto le había asustado sobre manera. Una sombra había sido introducida en el cuerpo de Elisabeth, y estaba claro quien o qué era esa sombra. El mismísimo demonio había vuelto a poseer su cuerpo... pero ahora... ahora... ¿ahora qué harían?

- Hija... hija mía... ¿estás bien?

Dejadla que hable. Es el espíritu que la poseyó entonces, y lo ha vuelto a hacer. ¿Qué quieres? grito hacia Liz

Dejadla que hable, sí, pero no os creáis ni una puta palabra de lo que diga. No lo digo, pero lo pienso, prefiero esperar que las primeras palabras las diga ella, él, eso... lo que sea que se le haya metido. Le dejo a Jonathan el mantel sobre el hombro y hago un gesto de hacer nudos imaginarios, pretendo que esté preparado por si no le interesa hablar y tenemos que inmoviliarla.

Liz abre los ojos y mira al resto. Escucha la voz de la dama y a ella presta especial atención.

-¿Madre?

Ve alrededor a todos los allí reunidos, en ese mugriento baño demoníaco.

-Madre... dame paz... dame paz...

Luego la chica parece convulsionar.

Su cuerpo tiene otra convulsión más, una que hace que su columna haga un ruido sordo, como si se quebrara. Sin embargo, pese a eso, la chica parece completa. Entonces su cuerpo comienza a inflingirse heridas, cortes profundos por toda la piel, sin que nadie pueda hacer otra cosa que observar.

-Maldito Jonathan, maldito Lord...

La voz es profunda ahora, es un hombre que habla por la garganta de Liz.

-Bastardos, el amor es una mentira.

Los azulejos desgastados del baño comienzan a romperse. El hueco sobre el lavatorio deja salir una inmensa cantidad de bichos.

-TODOS NOS QUEDAREMOS AQUÍ

Dice "Liz" y se ríe con una risa loca.

-¡¡¡POR SIEMPRE!!!!

- Inmovilizadla y atadla, rápido y pobre del que le haga algún daño. Todos juntos, es increíblemente fuerte. El del mantel, que lo use como mordaza.

Espero a que todos estemos preparados y me lanzo a atrapar uno de sus brazos. Quiero sacarla del baño y alejarla de la horda de bichos, quiero asegurarme que no es un efecto raro de la habitación que pasará en cuanto nos vayamos y, por tanto, otro engaño más.

Ni la dama ni Miguel se asustaron esta vez ante el cuerpo zombificado de Elisabeth, ya no temía a nada en aquella casa así que se lanzó a atrapar el cuerpo de la muchacha con la esperanza de que lograran atraparlo para... ¿para luego qué?

Confío en que todo esto sea una visión más,nada más...

- Hija mía, soy yo, mamá, no nos quieres hacer daño, estamos aquí para ayudarte, de verdad cariño, no te preocupes, no te obligaré a casarte con nadie, ya puedes ser libre, hija mía, mi tesoro, te quiero mi niña... - sabía que aquellas palabras no las había escuchado Elisabeth en mucho tiempo pero quizá el oírlas le hiciera poder comportarse de una manera menos agresiva.

Como sospechaba, ella no es Liz, es el espíritu que la poseyó pensé mientras me abalanzaba a por ella con velocidad.

¡Cuidado con los bichos! ¡Quizá sean una ilusión, pero es posible que puedan hacernos mucho daño!

- Tranquila, pequeña, ya has oído a tu madre. Ésto no tiene por qué acabar así.

La agarro fuertemente del brazo como los policias que me desalojaron de los cajeros cuando vivía en la calle me enseñaron a hacer, no pretendo hacerle daño, pero tengo que asegurarme de que se mueva a donde nosotros queremos. Cuando ya la tenemos más o menos sujeta empiezo a caminar en dirección al pasillo.

- Salgamos de este baño. No sé si ayudará de algo, pero hasta ahora las visiones estaban encerradas en las habitaciones. Como la vez que nos hicimos viejos- me miro los brazos con los que intento sujetar a Marta y mi confianza se tambalea-. Bueno, todas menos la de convertirnos en nuestros antepasados.

Todo había pasado demasiado deprisa, entramos en ese baño que me había hecho quedarme paralizada, como si supiera lo que iba a suceder, un ruido hizo que diera un paso hacia detrás, pero me paré al escuchar la puerta por la que habíamos entrado, eran los demás, menos mal.

De pronto, una sombra salió del agujero de la pared y se introdujo dentro de mí, el cuerpo no me respondia, no podía ni hablar ni moverme, sentia como mi cuerpo se llenaba de cortes, como con el sonido de las vertebras romperse creia que caería al suelo, pero no fue así, seguía en pie, hablando, pero no era yo, era Liz, la malvada Liz.

Estaba amenazandonos, quería que nos quedasemos en la casa para siempre, ¿pero por qué? Quería imponer mi voluntad, pero no servia de nada...

Logran salir los cuatro del baño y vuelven al pasillo. Elizabeth sigue convulsionándose indiferente a las palabras de nadie; sin embargo, Marta, dentro del cuerpo siente la recuperación de la voz. Puede hablar ahora, mas no puede controlar ni sus brazos ni sus piernas. Solamente posee el control de la cabeza y los sentidos de este físico que parece ser dominado por otro, una fuerza espantosa, oscura y llena de rencor.

Han salido de allí... y ahora ¿adónde dirigirse y qué hacer?