Partida Rol por web

Tus investigaciones parapsicológicas te han encaminado hasta Michigan, Grand Rapids. Allí, un eminente parapsicólogo llamado Edward Shuben te ha recibido con los brazos abiertos poniendo a tu disposición su excelente biblioteca, y prometiéndote que te haría partícipe de sus investigaciones para que colaborárais juntos.

Tras un par de días de ausencia en los que te ausentaste para consultar unos viejos manuscritos españoles fechados 1790 y redactados originariamente en la Florida, que pertenecen a una colección privada de un anciano de Illinois, retornas cabizbajo al no haber encontrado en ellos la deseada información referente a un tema que obsesionaba enormemente a tu mentor: el rastro de un ejemplar perdido de un árabe loco llamado abdul Al-Ahred llamado Necronomicón y que fue traducido por un monje en Toledo al castellano y traído al Nuevo Mundo en un galeón castellano.

Tus pistas están casi desapareciendo y tu moral está por los suelos al no haber encontrado nada útil en los manuscritos del anciano erudito, que eran la pista mas fiable para localizar referencias de ese maldito ejemplar.

El despacho está perfectamente ordenado, como siempre, y encuentras que Shuben te ha dejado una nota que dice lo siguiente:

Tenemos un nuevo encargo, y esta vez no tendremos que ir demasiado lejos: el Sr. Maurice van Laaden tiene una casa con visos de estar encantada y nos ha encomendado una buena investigación sobre la misma. Espero hacerte llegar un mensaje si encuentro algo de interés para que te reúnas conmigo.

Espero que todo haya ido bien en Illinois.

Edward.

Y al lado una misiva escrita con otra caligrafía y fechada ayer:

Estimado sr. Shuben

Mi nombre es Maurice Van Laaden, y me dirijo a usted con la esperanza de que pueda resolver mi acuciante problema.

Soy el legítimo heredero de una mansión situada 22 Km. al Norte de Grand Rapids. Mi familia habitó esa casa durante generaciones aunque hace ya años que, tras la muerte de mi madre, me mudé al centro quedando la casa vacía.

Tras tres meses intentando vender la vieja mansión, me encuentro con una impropia y sospechosa falta de compradores interesados en la misma. Atribuyo dicha falta de interesados a las habladurías que se dicen sobre la misma, sobre una maldición o encantamiento que pesa sobre ella. Quizás pueda estar usted interesado en la vieja casa y en su supuesta maldición, con lo que le ruego se presente mañana al mediodía en mi domicilio para comentar estos temas personalmente.

Vivo en el apartamento 8 del 332 de Claremont Place, en el centro de Grand Rapids. Sin otro particular y confiando en conocerle mañana personalmente le saluda atentamente

Maurice Van Laaden.

Vaya, un asunto inmobiliario. Nunca me han interesado este tipo de historias de casas encantadas. Suelen tener más de vecinos envidiosos que de realidad. En fin, si Edward se ha interesado en el asunto será porque algo le ha llamado la atención. Confiaré en su criterio. Intento relajarme un rato antes de ir a dormir, pero me siento intranquilo y me cuesta bastante estar parado.
Al día siguiente me levanto bastante cansado, parece que no he conseguido dormir bien. Es extraño, después de dos días fuera y de tanto viaje pense que iba a caer en la cama como una piedra.
Tomo un desayuno ligero y salgo de casa paseando en dirección a casa del señor Van Laaden.

Grand Rapids, Michigan, 14 de Febrero de 1923.
Imagen hospedada en Comunidad Umbría

El pequeño apartamento de Maurice Van Laaden se encuentra bastante céntrico, en la octava planta de un moderno edificio de ladrillo.

El propio Maurice te recibe y una vez te das a conocer, te invita a pasar a su despacho, cuyo papel pintado color crema apenas es visible debido a las estanterías repletas de libros, clásicos de poesía y literatura universal.

Se trata de un hombre algo rechoncho, de unos 30 años, con el cabello algo mas largo de lo que suelen llevar los hombres de su edad bajo una boina que le da un aire bohemio.

Bien, señor Escribano. ¿Qué puedo hacer por usted?

Buenos dias, señor Van Laaden. Me envía mi amigo Edward Shuben, con respecto a unas investigaciones sobre una casa de su propiedad.

¿Ya tienen el informe acaso? ¡Qué rapidez!, ¡apenas han pasado 24 horas desde que me reuní con él! Cuénteme, por favor, ¿La casa está ya exhorcizada?

En absoluto. Soy colaborador del señor Shuben desde hace un tiempo. Desgraciadamente cuando usted habló con él yo me encontraba de viaje. He sabido de su encargo por una nota que me dejó, y antes de reunirme con él he decidido venir a hablar con usted, para conocer detalles sobre el trabajo, y poder recabar información y documentarme acerca de la casa.

Aaaaaah... ya entiendo.

Bien, la casa se encuentra a 22 Km. de Grand Rapìds, cerca de Sparta. Está inhabitada desde hace años, desde que mi madre murió y me mudé a Grand Rapids. Ahora quiero venderla, pero no hay modo.

La casa está demasiado aislada, y no hay otras viviendas en las cercanías, hasta llegar a Sparta, a 4 Km. Además su estilo arquitectónico es algo distinto al de las casas de aquí. La gente del campo lo podría considerar suficiente extraño como para expandir los rumores, unido al hecho de que mi abuela enloqueció en la casa, y mi madre murió joven, con lo que la mentalidad pueblerina de la zona rápidamente se apresta a hablar de maldición. Y sospecho que eso es lo que está alejando a los posibles compradores.

Quiero que me ayuden a exhorcizar la casa. Quiero venderla, y prometí a su compañero el 10% del valor de la venta.

Muy bien. Me ha sido se mucha ayuda. Ahora, si no tiene más información que darme, no querría robarle más tiempo. Muchas gracias por todo. Tendrá noticias mias.

Me despido y salgo en dirección a la hemeroteca. Me gustaría buscar noticias publicadas acerca de la casa.

La sede del Grand Rapids Herald se encuentra en un vetusto edificio de piedra, de un estilo centroeuropeo posiblemente herencia de los primeros pobladores holandeses que tuvieron a bien establecerse a esta orilla del Michigan.

En la recepcion del edificio, tras una pulcra y bien ordenada mesa de roble se encuentra un secretario tecleando con gran habilidad en su maquina de escribir, y apenas levanta la mirada cuando entras.

A su espalda, otras puertas perfectamente enceradas, dejan vera traves de la limpia cristalera la redaccion en plena apoteosis de trabajo, con el ritmico traqueteo de las maquinas de escribir que originan una banda sonora que otorga una atmosfera unica y peculiar a la redaccion.

A la derecha se encuentran unas escaleras que llevan a la sala de revelado de fotografias a algunos despachos y al archivo general. Las escaleras descienden un nivel, hasta la planta baja a pie de calle), y a una nave anexa donde se encuentra la moderna imprenta, de reciente adquisicion y modernizacion como corresponde al diario con mas tirada de Michigan.

En ese momento un hombre de color se encuentra un hombre de color fregando los escalones y ensimismado en sus pensamientos mientras silba un blues plagado de tristeza y melancolia. Tras un par de palabras con el secretario, consigues el acceso hacia el archivo y hemeroteca, situados en el tercer piso.

La hemeroteca es una sala modestamente amueblada donde se encuentran todos los ejemplares del Herald. publicados hasta la fecha. 3 mesas rectangulares de madera chapadas en caoba con 4 cómodas sillas cada una ocupan la parte central de la estancia, mientras todas las paredes contienen los ejemplares del diario desde hace 1 año.

El archivo, con los diarios mas antigüos, que datan desde su fundación en 1873, se encuentran tras una puerta de madera, cerrada con llave, pero con una campanilla de latón colgada de una fina cadena en su parte superior, que sirve para llamar al archivero, quién se encarga de localizar los originales o facsimiles mas antiguos. Puedes escuchar el traqueteo de su máquina de escribir mas allá de la puerta. Un cartel en la entrada del archivo con unas grandes letras negras, incluye las regulaciones de la misma, los horarios (de 08:00 a 15:30 h) así como la lista de precios de las distintas tarifas (de copiado de artículos de ejemplares atrasados a 30 centavos la cuartilla, o incluso venta de ejemplares excedentes siempre que queden en existencias)  

Tira "Buscar Libros" para sumergirte y empaparte en todos los datos.

Entro en la hemeroteca y comienzo a buscar en los periodicos de hace años,  calculando la edad del señor Van Laaden y teniendo en cuenta que su madre murió joven, alredor de hace 30 años.

Tus manos recorren los viejos periódicos con cuidado mientras buscas algún dato interesante. Es tanta la información a filtrar que te cuesta bastante mantener la concentración, y estás incluso a punto de tirar la toalla cuando encuentras un par de artículos que tal vez sean interesantes y que están relacionados no directamente con la casa, sino mas bien con los van Laaden.

Uno de ellos es un natalicio publicado en 1893 en el que se comunica el nacimiento de Maurice van Laaden, hijo de Virginia van Laaden, sin que el nombre del padre venga a ser mencionado.

Y el otro artículo de 1898 te llama mas la atención, y paso a transcribirte su contenido:

Cita:

Una vez leida la informacion me levanto y me dirijo a la estación de tren, con idea de coger un tren para ir a la casa para reunirme con mi amigo Edward.

Encuentras un coche de linea que te lleva hasta la cercana población de Sparta, ubicada a 22 Km al Norte de Grand Rapids en poco mas de una hora.

Sparta se trata de un pequeño pueblo agrícola aunque poco a poco se va abriendo a la gran ciudad mientras va poblándose con numerosos trabajadores de Grand Rapids que ansían una casa mas grande y una vida mas tranquila en el idílico campo. No obstante no todas ls comodidades han llegado hasta esta pequeña población de Michigan, pues solo las 4 calles principales están asfaltadas.

Poca diversión parece haber en este pueblo, y menos en un día como hoy que amenaza lluvia. Un pequeño restaurante - cafetería situado frente a la parada del coche de linea parece ser el único sitio con algo de vida en este pueblo.

Y la casa van Laaden debe estar por aquí cerca. Solo 4 kilómetros. Puede ser un bonito paseo si no comienza a jarrear tal y como hizo en días previos.

Me dirijo a la cefetería. Quiero ver el tipo de gente que vive por esta zona.

Apenas 10 personas se encuentran ahora mismo en el local. Sin duda son campesinos y leñadores a juzgar por las ropas de trabajo que visten. La gente charla amigablemente sobre las inclemencias del tiempo, abonos y sobre la buena esperanza de obtener una buena cosecha gracias a las copiosas lluvias que están afectando a la comarca. Algunos incluso están almorzando algún plato sencillo o bebiendo café.

La decoración es bastante sencilla. Las mesas parecen hechas en la carpintría local, por manos hábiles pero sin ningún refinamiento. Y aún hoy siguen colgando de las paredes algunos carteles de reclutamiento para la Gran Guerra aunqeu hace ya un lustro que terminó.

Me acerco a la barra y pido un café con leche. Hola, buenos días. ¿Me pone un café con leche?

Concedido responde el camarero, un tipo de mediana edad, con una calvicie galopante y espesa barba.

Me dirijo a la casa de los Van Laaden. ¿Sabe como podría llegar?