Partida Rol por web

-¿Que me agache? ¿En serio? ¿Tan chica la tienes que quieres que me acerque a rebuscar? -le dijo Hellen al jefe de laboratorio- Vaya mierda de hombre... -añadió intentando desconcentrarle y que saliera un poco de su escondite detrás de los guardias.

Justo cuando el hombre iba a responder, aprovechó para hacer un rápido movimiento y dispararle.

-¡Jajaja! ¿Quién ríe ahora, eh, cerdo? -gritó la mujer entre carcajadas psicóticas.

-¿te crees mu graciosa zor... agh?-

Tu reacción es muy rápida y estas segura de haber acertado a Harrisom, aunque a caido tras los guardias y no puedes saber como de grave es la herida o si sigue vivo. dos guardias se agachan sobre el, supones que atendiendo su herida, otros dos se plantan bloqueandote el paso en caso de que quieras ir a por el, lo que no parece muy probable ya que tres mas saltan a por ti, han encendido las porras eléctricas y no parecen dispuestos a conversar

El resto de guardias parece indeciso por el súbito cambio de situación, tal vez esperaban que te rindieras sin mas

Hellen reía sin parar cuando se dio cuenta de la reacción de los guardias... Sabía que no tenía escapatoria, pero cuantos más guardias le dieran con esas porras, peor.

-¡No tengo nada contra vosotros! -gritó mientras esquivaba a uno de los guardias- ¡Os podía haber disparado también pero os he dejado vivir, os toca devolverme el favor! -añadió justo antes de que uno de los guardias la agarrara.

Las porras eléctricas te golpean, sientes las descargas de electricidad recorriendote y entumeciendo tus movimientos, sin embargo no te resulta demasiado doloroso ni incapacitante.

Los guardias que te acaban de golpear retroceden un par de pasos como esperando que te derrumbes tras la descarga, pero no ves en sus ojos ni una pizca de piedad o duda, mucho menos agradecimiento por no haberles disparado. No te cabe duda, en cuanto se den cuenta de que el ataque no te ha afectado mucho volverán a la carga

Esta gente no va a ceder... ¿A cuántos más tengo que matar? Esto es una locura... pensó Hellen antes de dar el siguiente paso.

Jadeando e interpretando signos de debilidad por las porras, miró a los guardias...

-Vale, vale... -dijo justo antes de apresurarse en entrar de nuevo en la habitación donde estaba su hijo.

Si me quedo en el marco de la puerta solo podrán venir de uno en uno...

-No queréis morir y yo no quiero mataros. Pero es lo que ocurrirá si os quedáis... -les amenazó mientras sacaba la pistola- Marchaos ahora y no pasará nada.

Los guardias te miran con hostilidad pero sin saber bien que hacer. Durante un largo momento parece que estáis empatados, pero de repente.. algo cambia

Una rampa recorre tu pierna que deja de sostenerte y caes de rodilla mirando si alguien te ha golpeado. Pero la rampa es solo el principio. De repente empieza a dolerte todo el cuerpo, tus músculos se sacuden en espasmos incontrolables y al cabo de un rato no puedes ni sostener la pistola. Una intensa agonía recorre todo tu cuerpo

Los guardias que al principio eran precavidos por si volvías a intentar engañarles te miran ahora con franca sorpresa sin saber que pasa. Entonces uno de ellos incorpora a Harrisom al que han hecho un tosco vendaje en una herida justo bajo la clavícula.

-es la Panacea, te dije que estaba a punto de acabar su efecto. Acabad con esa perra- con una mezcla de rabia y dolor da la orden de atacar a los guardias que tras un instante de vacilación se adelantan a obedecer

Los primeros golpes son dolorosos y aunque intentas evitarlos tu cuerpo simplemente no te responde. Al poco tiempo el mundo parece fundirse en oscuridad y dolor

-Empuja, Hellen... Empuja... -la voz sonaba amortiguada. Una mujer gritaba en la negrura- Vamos, que ya casi está...

-¡AAAAAAAHHHH! -y tras un último gemido, y un último empujón, nació su hijo. Hellen lo miró feliz. Era un precioso bebe, sucio y ensangrentado pero el ser más hermoso que jamás había visto. Y ahora tenía trabajo, y dinero, sería un campeón... Sería su campeón...

La mujer sonreía en el suelo, disfrutando de los restos de su pecado... Intentando descansar, con todos sus músculos entumecidos por el dolor e inconsciente mientras las porras seguían atizándola. Pero ella, total y completamente fuera de sí, sonreía. Volvía a recordar ese momento en que abrazaba a su pequeño.

Una lágrima recorrió su rostro. Una lágrima que pasó desapercibida entre los golpes. Pero esa lágrima contenía todo lo que el ser humano podía sentir. Esa lágrima quedaría en la misma sala en la que su crecido hijo descansaba. En la que una madre había hecho lo imposible por cuidar de él. Con la que acababa un ajetreado y extraño camino. Que la hizo abrir los ojos un último instante...

-¿Sa... bes...? -murmuró dolorida y mirando al infinito- He... he...cho... todo lo que... he po...di...do... -continuó cuando un hilillo de sangre aparecía en sus labios- Y... lo vi..vido... no me lo... quita...rá... nadie... -concluyó cerrando los ojos.