Bostezo, parecéis viejas supersticiosas, os creéis todo lo que os cuentan, si hay demonios por aquí, ¿por qué se esconden de nosotros? comienzo a reír sonoramente.
El capitan observó al aventurero vestido de ladron con cierta molestia.
-Rezo porque tengas razón, joven. Y ojala tengamos suerte...
Las gentes del carro anterior al mago, una madre y su hijo de 6 años, escuchaban la conversación asustados. Apretandose fuertemente.
-Dejemos esto... y continuemos hasta el pueblo...-
La lluvia seguía golpeando sin piedad sobre las cinco carretas que formaban la caravana. El camino se tornó peligroso al bordear un acantilado, y por poco no se despeñó una de las carretas. Por fin, tras tres horas de bregar con el barro y los tropiezos de los cansados caballos, la empalizada de Harrot apareció tras la montaña.
Los noche gris no hacian mas que remarcar la sombria faz que tenía la ciudad. Su empalizada era vieja, aunque estaba reforzada, estaba llena de legamo y barro acumulado. El camino principal, era un barrizal que se abria a una acumulación de casas, que facilmente podrían acoger a cuarenta familias.
En una pequeña torre de vigilancia, una sombra humana con un farol dió el alto a la caravana. El capitán avanzó su caballo hasta la entrada chapoteando sus cascos en el barro. Le hizó una seña a Jadewo para que hablase él, pues el capitán ante todo se encargaba de la seguridad.
Un hombre armado en una vieja armadura oxidada, montaba un palafrén que probablemente había visto mejores dias de gloria. Su cabello largo y desgreñado, se le pegaba a la cara y la armadura.
-¡Alto viajeros!. ¿Que os trae a Harrot a la hora de los lobos amparados en la noche?-
Desde las sombras de una casa cercana, con una mirada de ojos blancos. Una aciana del tamaño de un enano, os observaba escrutadora y friamente.
El veterano sacerdote hace avanzar a su pesado corcel de guerra. Alzando la mano derecha, tan solo con el guantelete, en son de paz.
- Buenas ventura habitantes de la aldea de Harrot, somos una pequeña carabana de comerciantes, con algún que otro viajero. Veníamos en esta dirección y esperabamos llegar antes mas la inclemencia de la climatología nos ha relantizado mucho la marcha de las últimas horas. Por eso llegamos a estas horas tardías.- Jadewo habla con tono sereno y pausado, con fuerte voz para hacerse oir por encima de la llevia.- Podemos encontrar refugio en vuestras posadas, buena gente? Traemos con qué compensaros.
Raistlin, sin prestar mucha atención a la conversación, se fijo en la extraña anciana que les miraba por la ventana. Solo era una anciana, pero tenia algo extraño. Raistlin no sabia lo que era, pero esa anciana le causaba escalofríos en la espalda.
Meditó por unos instantes la respuesta...
-Soy Astren, guardian de Harrot. Y antes de entrar mis alguaciles echaran un ojo a esas carretas. En estas montañas hemos de cuidarnos de mas que lobos y osos...-
Los hombres de Astren, con cuidado, fueron observando a los pasajeros en las carretas, y por encima, los bultos y cajas. Mientras tanto, Astren, no le quitaba el ojo de encima a Jadewo y al capitán.
Ante la tensión del hambiente, el sacerdote enfundado en su tabardo. Pregunta al diligente guardián del pueblo.
- Puedo preguntaros que otras cosas han tenido que hacer frente, Astren?.- Hace una leva pausa.- Pues cuando salgamos de la seguridad de vuestra empalizada puede ser que tengamos que plantarles cara.
Astren observa al guerrero.
-Hacemos frente casi diariamente a los rigores de la montaña. Orcos, gnolls y demas bestias salvajes. Mi temor es por aquello que repta, aquello que no frenan las empalizadas... los muertos...-
A Jadewo se le endurecen las facciónes al oir tales noticias.
- Oscuros peligros estos, hace tiempo que teneís problemas con los que regresan muertos, algún necromancer acaso?
Mal asunto eso de los muertos... -digo acercandome a Jadewo y al sherif- Los muertos vivientes, representan más de lo que parece. Un oscuro y ansioso poder se esconde siempre tras ellos. Dígame... ¿Qué ha sucedido últimamente con los muertos vivientes?
Sentado en la carreta y en silencio observo como discurren los acontecimientos, están tomando muchas medidas de seguridad con lo que se puede deducir que tienen problemas continuamente, como acabo de oír, bueno nadie había dicho que sería fácil empezar de nuevo, reacciono cuando oigo algo referido a los muertos, muertos que se levantan, nunca antes me había enfrentado a tales seres y no sabría como reaccionaría, esperaba no tener que comprobarlo, algunos hombres de Astren buscan con insistencia entre las carretas, supongo que no localizarán nada relevante, así que con parsimonia sigo callado y atento a todo lo que me rodea...
Escucho la conversación que se traen los guardias con los que están al mando de la caravana sin mostrar mucha atención, mas bien bostezo repetidas veces, cuando registran las carretas no permito que me registren.
Muertos vivientes, ja ¿y no hay demonios de esos que se habla tanto que hay por esta zona? le pregunto al jefe de los guardias de la poblacion.
El rostro de Astren se ensombrecio, y sopesó por un instante si continuar hablando de esto, con desconocidos...al final, se decidió.
-Viajais por senderos oscuros, y sin duda algo habeis oido de ls historia de este lugar.- Dijo mirando claramente al capitan de la caravana. Este asintió a su vez. Y Astren continuó.
-Pero lo que sin duda no podeis llegar a conocer, son los detalles mas terribles de la gran batalla... asi la llamamos aqui. El nigromante que se alzó contra las gentes de Harrot, antes uno populosa ciudad, era un antiguo habitante de Harrot. Alguien muy querido entre estas gentes, alguien que jamás hubieramos pensado que se volvería al mal...- y clavó sus ojos en Jadewo. -...contra su propia familia...-
Una voz estridente proviniente de la raida y cochambrosa caseta. Era una voz hiriente, aguda, y llena de sarcasmo y sobervia. De aquel que sabe lo que está por venir...
-Jiaajajajajajaaaaa!... ¡Malditos!, siempre lo habeis estado. No busqueis culpables mas que a vosotros mismos. La muerte tiene largos y muchos brazos... tantos como gentes de Harrot... Jiaajajajajajaaaaa!-
Los guardias fueron pasando carreta por carreta, y uno de ellos, se paró delante de Petro. Mirandole de forma suspicaz, le pregunto.
-...¿y que se supone que vendes tu?...-
Jadewo mira con atención y respeto al guardián de la ciudad.
- Yo soy sacerdote, hace tiempo que tengo ciertas visiones, las cuales hicieron que abandonara por un tiempo la compañía de mis hermanos de armas allá en Cormyr. Tal vez no es cosa del azar que mis pasos me guiaran hacia estas tierras. Si el origen de los problemas que azotan estas tierras se encuentra en las manos de un nigromante, no puedo irme sin plantar cara a tal aberración de la vida.- Las palabras del veterano soldado salen con dignidad y serenidad de su ser.