Partida Rol por web

Examino con un rápido vistazo a Angor, para ver si está herido. Hecho esto, anuncio a los demás- Puedo hacer una cosa. Puedo invocar un elemental de fuego para que pasase delante nuestro y despejase el camino en caso de que la gelatina no hubiese tenido bastante. Lo malo es que si hago eso, perderemos su ayuda en lo que queda de día, y quizás en otrra situación pueda sernos de más ayuda.  Vostros diréis que os parece...

-Yo creo que deberias guardar a ese aliado para mas tarde. Las gelatinas no destacan por su "valentia". Y el fuego sagrado le hizo realmente daño. ¿Quien será el siguiente valiente que pasará?- Terció con otra sonrisa insufrible.

- Te cedo el sitio, Ithilion. Tal vez tú tengas más suerte en vanguardia.

"Es un bicho contra el que armas de filo son poco efectivas, así que reservo las mías para otras carnes más firmes. ¿No hay hechizos a mano? En el peor de los casos usaré mi frasco de aceite.

 Viend la indecisión y el temor que empezaba  calar en alguno de los presentes, el veterano soldado se pone en vanguardia, predicando con el ejemplo, sin abrir la boca más que para soltar un leve:

 - Seguidme.

-Por fin un poco de decisión en este grupo...-

Los compañeros fueron entrando uno a uno por el tunel del sumidero, hasta allarse en el enrejado por donde habia escapado la criatura legamosa. A sus pies, una rejilla, por donde habia escapado el limo asesino, servía de sumidero para algun tipo de cloaca o pozo negro. Detrás de ellos, por donde habían entrado, estaba la salida de aguas para cuando estuviera demasiado lleno el pozo o en epoca de lluvias. Encima de ellos, suelo de piedra poco labrada y en su centro, una trampilla de madera, por cullos huecos había salido la gelatina.

Estaba todo el lugar lleno de silencio. El mago examinó la portilla al igual que Pietro, el ladron. No parecía haber ningún signo de trampa magica o común.

 El canoso guerrero se cuelga el escudo en la espalda y tantea la trampilla, con suavidad primero, en busca de alguna obstrucción.

Miro la trampilla y al guerrero, y permanezco en silencio. Él sabrá lo que hace. Lo que si que hago es vigilar, por si otra de esas masas viscosas quisiese atarcarnos por la espalda.

Todos contuvieron la respiracion mientras el caballero tanteaba la puerta de madera. No parecía atrancada, lo que era realmente extraño. Esta entrada debía haber estado vigilada en el pasado, era una clara via de acceso para asaltantes y ladrones.

Las visagras de la puerta se habían llenado de una mezcolanza asquerosa y dura de moho, grasa y telaraña. El caballero hizo lo que pudo pero al abrirse la portilla hacia arriba, se cuartearon todos aquellos trozos de legamo en virutas grandes que crugieron y se partieron callendo sobre el enrejado de metal haciendo bastante ruido. Encima de ellos no se vei mas que la mas profunda negrura. Una oscuridad insondable, fria y tetrica invuida del mas peligroso silencio.

 El guerrero se aúpa al exterior del agujero, sacando el escudo nada más poner el pié  en el exterior, oteando en la oscuridad, y sacando su mangual también, listo para lo que pudiera suceder...

El caballero se encontraba en una sala completamente oscura. Era incapaz de ver mas allá de su nariz.

Desde abajo, le llegó la voz del mago. -Esperad caballero. Os daré algo de luz...- Sus palabras magicas se elevaron susurrantes desde el agujero. La espada del caballero se iluminó con una luz blanca y pura. Permitiendole ver en un radio de diez metros. La sala entera quedó iluminada. Parecía una mazmorra de castillo. Probablemente utilizada antaño como una prisión. Habia tres celdas abiertas a cada lado de la estancia, haciendo un total de seis. La luz no se lo permitía, pero parecia haber unos bultos grandes dentro de las celdas. Una mesa estaba en el centro de la estancia, con unas antiguas manchas oscuras. Probablemente, sangre. El polvo estaba por todos sitios, pero el suelo estaba lleno de huellas, algunas incluso recientes. Pies de botas, pies descalzos...

Un portón era la unica salida al exterior.

 Dese arriba llega la voz del caballero.

 - Esperad.

 Jadewo da un paseo por los alrededores, aproximándose a las celdas para que la luz le revelara que eran aquellos cuerpos que allí yacían.

Sigo a los demás.

El caballero se acerco despacio iluminando las zonas oscuras de las celdas. Cada paso era un eco de metal y bota sobre piedra, grava y paja. Al acercar la espada a uno de los cadaveres, pudo ver su carne putrefacta. Debian llevar muertos, algunos dias... Pero el torreón parecía abandonado desde hacia decadas... El cadaver a sus pies tenía un viejo tabardo, con el blason azul que habían visto en el bosque, cuando atacaron los muertos vivientes...

Un crujido de la paja, sonó a pocos pasos de él. En la celda contigua. Al igual que el sonido del hueso arañando y estirando la carne muerta.

Preparo mis armas.