Partida Rol por web

Nylwa sonreía. Aquello le parecía divertido. La enana jugueteaba con la cobra mientras ellos continuaban su danza en derredor. Pero tras tanto esfuerzo, la muchacha comenzaba a desfallecer...

¡¡Jo!! ¡¡Me canso!!

El resto del grupo pareció enviar un mensaje a modo de gestos a Ravic, como indicándole que se uniese a la estrategia conjunta. El hecho pilló al explorador militar a contrapie, y su gesto para aportar ayuda quedó en una patética maniobra cómica, que hizo las delicias del respetable.

Awib volvió a alzar el martillo justo después de invocar la paciencia del herrero, una virtud simbolizada muchas veces con el padre forjador Torag,y que la joven phamet intentaba emular mediante su código de conducta y virtud.

Fue entonces cuando ocurrió, la enana alzó de nuevo el enorme martillo a dos manos y se detuvo un instante, cerro los ojos, y con un grito de furia guerrera se abalanzó sobre la serpiente como si no hubiera un mañana aprovechando las distracciones que los demás leones de Wati realizaban para distraer al escurridizo enemigo.

El martilló cayó con todo su peso y contundencia sobre la ofídea criatura descargando toda la ira acumulada por la paladin en aquella difícil liza. 

Algún hechizo que impide el buen funcionamiento de la magia

Pensó el charlatán pícaro mirando desangelado la varita que había dejado de agitar tras intentar de nuevo curar a la paladín que parecía haber roto su particular maldición en este combate.

El martillo de Awib golpeó con dureza al serpentino enemigo pero lejos de arredrarse la cobra bufó más y se encaró con bravura, y lanzó una dentellada hacia la cabra que no cejaba de acosarla. El caprido trato de saltar para evitar la mordedura pero no lo hizo a tiempo llevándose una caricia del ofidio metálico.

La serpentina criatura se abalanzó sobre la cabra hincando sus colmillos con rabia, pero Abbas soportó el dolor. Mientras esos sucedía, Nylwa lanzó su cestus con ímpetu hacia adelante para hacer retroceder a tan molesto ofidio...

El grupo continuó con su táctica de molestar y despistar al adversario para que la paladín impartiese santa sepultura al mecánico ofidio.

El enemigo tenía que caer. El esfuerzo titánico que estaban realizando los Leones de Wati tendría que dar sus frutos tarde o temprano.
En un momento dado, la serpiente se revolvió furibunda y clavó sus colmillos en Abbas.
El animal aguantó bien el golpe, pero no resistiría un segundo ataque.

- Es suficiente Abbas, márchate.

El chivo trató en vano de evitar la mordedura de la metálica sierpe. Sintió como los colmillos incidían a través de la espesa capa de pelaje.
Abbas dio un último cabezazo, demostrando que aún podía seguir luchando; mas, siguiendo las directrices del mago, optó por retirase del combate.

Aun a sabiendas que algún tipo de maleficio impedía la buena utilización de la varita o la buena suerte en combate en general, los Leones de Wati no se rendían y seguía acosando a la serpiente... y claro, Alí seguía intentando curar mediante aquella varita a la enana con la misma suerte que estaba teniendo desde que entraran en aquella maldita estancia.

Tras el fructífero y eficaz ataque de martillo de la paladina, los Leones de Wati parecieron recobrar el ánimo en tan singular escaramuza contra aquel guardián constructo. Los ojos de Awib destelleaban una ira sin par, un ardor guerrero interno herencia del valeroso pueblo que moraba bajo los desiertos de Osirion.

Nuevamente alzó su martillo forjado en los yunques del Clan Maestroesfinge y lo descargó contra el ofidio como si el repicar del herrero contra el metal se tratará con el fin de reducir aquella criatura a un amasijo irreconocible. 

Por fin Torag había escuchado las plegarias de la enana y guiaba su brazo para defender a los recién bautizados Leones de Wati.

El martillo sagrado volvió a golpear a la pérfida criatura con tremenda precisión. Al alzarse de nuevo, los Leones de Wati pudieron ver como el ofidio permanecía inmóvil a los pies de la paladín. Por fin habían conseguido vencer a tan formidable enemigo.

Inspeccionaron los cofres, uno contenía una armadura de cuero en perfecto estado, el otro contenía un saco con monedas de oro y un cofre pequeño y bien conservado de maderaoscura. Dentro de la caja había dos frascos de diferentes características, un colgante y varias piedras preciosas.

Cuando Ibrahim se bajó del sarcófago la tapa se deslizó completamente dejando al descubierto el interior del mismo. El cadáver momificado de Akhentepi portaba una máscara funeraria de oro exquisitamente tallada.

La Tumba de Akhentepi podía darse por explorada... Los Leones de Wati habían conseguido su objetivo. Ahora volverían a la ciudad viva de Wati para tratar de sacar partido de lo que habían descubierto, descansar del agotador día que habían vivido y prepararse para el siguiente lugar que les había tocado en suerte... si aún tenían la presencia de ánimo suficiente para continuar con la exploración de la necrópolis de Wati....

Por fin habían acabado con aquel maldito lugar. Ravic tenía ganas de salir de aquella tumba, pero tocaba hacer primero recopilación del tesoro, inventario de lo que habían visto y encontrado, y asegurarse de que no quedaba nada en la tumba, ..., no era plan de dejar algo a los carroñeros con lo que habían sufrido para explorar la tumba.

Ibrahïm soltó el aire que de modo inconsciente había estado reteniendo. Por fin el metálico ofidio había caído.
Al bajar del sarcófago, se acercó a Abbas y le palmeó el lomo con afecto. Pudo comprobar que, pese a estar un poco magullado, se encontraba en buenas condiciones para salir de aquella maldita tumba.
- Bien hecho, Abbas. Menudos cabezazos que le has soltado... - Los dos retozaron un rato en el suelo, celebrando que habían sobrevivido a los horrores que escondía el hipogeo.

Luego, cuando se puso de nuevo en pie, vio que sus compañeros estaban haciendo acopio de todo lo hallado.
El joven mago se acercó, pasando sus manos sobre los relucientes objetos y concentrando sus ya exiguas energías para tratar de captar posibles reminiscencias arcanas.

Nylwa estalló de alegría cuando el martillo de Awib despedazó a aquel artilugio metálico con forma de serpiente. - ¡¡Bien!! ¡¡Bien!! ¡¡Bien!!...- comenzó a dar saltitos nerviosa como si intentara bailar. Estaba realmente radiante y eufórica. Muchas eran las penurias que allí habían soportado, pero por fin, todo había acabado. 

Como si de un gesto instintivo se tratara, la chiquilla se acercó hasta Alí y presa de sus desbordadas emociones del momento, abrazó al mercader por la victoria conseguida, mientras su cuerpo terso y sus sugerentes senos se clavaban en el cuerpo del charlatán ¡¡Lo hemos conseguido Fali!!

Tras reducir a un amasijo deforme aquella cobra que tanta complicación y sufrimiento había causado vencerla en combate, la paladin se arrodilló con una pierna frente a la misma y hundió la cabeza susurrando palabras en lengua enana.

- Khal'oz thenk ilhik balkiu'kar'te shi'tek Torag.... - dijo con tono ceremonioso alzando lo que parecía ser una oración a su dios Torag, el padre forjador, al que sin duda alguna responsabilizada de la fuerza precisa que había guiado su martillo. 

Tras varios minutos de concentración la paladin se alzó lentamente y se dirigió al grupo.

- Leones de Wati.... hoy hemos demostrado tener el temple y la constancia necesaria para descubrir los secretos de un poderoso noble como era Akhentepi sin profanar aquellos que yacen en estas cámaras ni cediendo a desanimo y la desazón... - dijo iniciando un discurso. - veo en vosotros corazones nobles y voluntariosos, veo a perfectos desconocidos que no han dudado en poner en riesgo sus propias vidas para defender a los demás anteponiendolo a los intereses personales.... - asintió cerrando los ojos durante un instante. - sé que otros se habrían dejado llevar por la cobardía o la codicia explorando esta tumba olvidada, pero sin duda no ha sido el caso de este grupo.-

- Mi misión aquí era la de colaborar a preservar los restos humanos enterrados en las tumbas de las expediciones que se iban a llevar a cabo en nombre del Clan Maestroesfinge, amigos y aliados del clero de Pharasma, y os habéis ganado de sobras mi confianza... - dijo esbozando por primera vez algo parecido a una sonrisa.

- Creo que los Leones de Wati estarán preparados para nuevas y emocionantes expediciones en otros lugares olvidados de Osirion. - dijo alzando de forma súbita su gran martillo a dos manos. - ¡Por los Leones de Wati, por Osirion y por Torag! -

Tras la euforia inicial que vino al final del tortuoso combate con el ingenio mecánico Alí no pudo evitar que un ligero brillo de decepción turbase su inmaculada sonrisa... sí, en aquella primera aventura no solo había iniciado el camino que debía recorrer para cumplir con su linaje, también había conocido a aquellos a los que sin duda debía llamar amigos... pero en lo que a su misión respectaba no había sacado nada de nada, el pasado de su familia quedaba oculto en el tiempo y nada había averiguado bueno, seguro que en la próxima tumba algo encuentro, sí, seguro.

Rápido salió el mercader charlatán de su absorto pensamiento cuando Nylwa se le abrazó y apretó su turgente torso al suyo... Su rostro volvió a desprender aquella vivaracha alegría reflejada en aquella deslumbrante y teatralizada sonrisa y tras unos instantes en los que incluso llegó a sonrojarse suspiró limpiando su interior de pesares sin importancia en aquel momento. Y tras escuchar el enardecedor discurso de la enana paladín solo añadió:

Estoy contigo, miró al resto del grupo y añadió estamos juntos