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                                                                       AGAVÉ, EL ÚLTIMO VALLE

Por lo que sabían los últimos hombres, no había otro rincón en la Tierra donde existieran otros seres humanos. Agavé era su último refugio, el último lugar sobre el mundo donde todavía quedaban aquellos que se negaban a sucumbir. Tal vez faltaran tan solo unos pocos cientos de años, o quizá incluso menos antes de que el río Elú fuera devorado por el implacable avance del desierto Gris, al oeste. Sin embargo una serie de pequeñas ciudades y pueblos se alzaban desafiantes ante el avance de las dunas. Algunas estaban gobernadas por reyezuelos, otras por un consejo de ancianos, y otras por el conjunto de todos sus habitantes, que se reunían para sacar entre todos las mejores ideas que tuvieran para salir adelante. 

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                                                                    DATOS SOBRE AGAVÉ

Moneda: no hay una moneda como tal, y el trueque está a la orden del día, pero es muy frecuente que la gente pague con piedras de olivina, una piedra semipreciosa de color verde. Sin embargo los objetos de metal son muchísimo más valiosos. La habilidad comercio será esencial para realizar transacciones comerciales sin que nos timen.
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Metales: son muy raros en Agavé. Algunos piensan que en el pasado fue un material más frecuente, pues de vez en cuando aparece chatarra antigua en el desierto, pero a gran parte de la población le da miedo tocarla o siquiera acercarse a ella. La mayoría de los metales del valle provienen de meteoritos.
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La Luna: por lo que saben los agavíes, siempre ha sido tal y como es ahora: hecha pedazos. Ello provoca que los días en la Tierra sean más largos, de unas 30 horas, pero los agavíes no conocen otra cosa. Para estar tanto tiempo activos las siestas son algo frecuente entre gente de todas las edades. Además de la Luna, los agavíes suelen conocer el nombre de las constelaciones, y las usan para orientarse.
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Fauna: las serpientes venenosas y los escorpiones abundan en el desierto, y junto con los bandidos hacen de los viajes algo temible y preferible evitar si es posible. En cuanto a los animales de carga, el principal es el dromedario, aunque también lo son los burros y llamas. Las cabras y ovejas proporcionan leche y carne, y los gatos evitan que las ratas se coman los productos del granero. Los perros son menos frecuentes. También son muy usadas para cazar conejos aves de cetrería como los halcones o cernícalos.
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Flora: las plantas del valle están adaptadas a la sequía. Abundan las palmeras, los cactus y otras plantas suculentas. Sin embargo los árboles verdaderos han ido desapareciendo con el tiempo sin que nadie sepa el verdadero motivo, y con ellos la madera (que es un producto de lujo) y la mayoría de las frutas. Muchos nacen y mueren en Agavé sin haber visto un solo árbol, y los que han visto uno pueden considerarse afortunados.

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Religión: la mayoría de los agavíes creen en un único dios para todos, del bien, del mal y del destino, pero no rezan conjuntamente en templos ni tienen escrituras sagradas, y las creencias son consideradas algo muy personal. Creen en la reencarnación tras la muerte, pero temen que si la vida acaba en la Tierra no habrá continuidad. El rito funerario concluye con los muertos en lo alto de una torre alejada de las poblaciones y construida en piedra con el fin de atraer a los buitres y quebrantahuesos. De ese modo seguirán formando parte de un ser vivo y continuará el ciclo de la vida.
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Familia: varía un poco según la zona del valle, pero por lo general predomina la monogamia. La poligamia no está prohibida, pero sólo los hombres ricos suelen practicarla. El caso más extremo es el del reí Kerops el Grande, rey de Uru, que cuenta con 5 mujeres. Nadie tiene la presión de tener que casarse, pero si una mujer no logra tener hijos se considera como un hecho trágico. Decidir no tener hijos y usar métodos anticonceptivos está muy mal visto, y hay una gran discriminación hacia quienes lo hacen, pues en la mentalidad agaví hay que  mantener viva a la humanidad. Tener más de 10 hijos por familia es normal (y cuantos más mejor, porque los niños son un bien preciado), aunque la mortalidad infantil es alta por la falta de medicamentos eficaces. 
En la zona de la ciudad de Arna en particular no existen los matrimonios, y las mujeres se acuestan con quienes quieran (sea hombre o mujer) cuando quieran. Crían a sus hijos en muchos casos sin saber quién es el padre. Cuando éstos tienen entre 8 y 10 años, si son varones, sus madres se esmeran en encontrarles a un buen pastor que se ocupe de ellos y se los lleve de la ciudad. 
Aquellos que llegan a la vejez son muy admirados y considerados sabios. Se dedican a contar historias a los niños y otras cosas. Sus descendientes se ocupan de cuidarlos con orgullo cuando ellos no puedan seguir trabajando.
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Educación: no son muchos los que reciben una educación. La clase media y alta suele estar constituida por los maestros artesanos, los profesores, los médicos, los funcionarios y la familia de los gobernantes. Normalmente son los únicos que tienen acceso a la escuela, donde se aprende matemáticas, escritura (en tablillas de barro normalmente, y a veces en papiros), geografía y otras cosas. En los lugares grandes suele haber escuelas más avanzadas para aquellos que se lo puedan permitir si quieren aprender medicina, pero el lugar que goza de mayor prestigio es Aku, la villa colgante, donde la erudita Maba Gathra da clase sobre todo tipo de materias de manera gratuita si uno es capaz de demostrar que tiene la determinación y el interés necesario sobre la naturaleza del mundo. Sin embargo la mayor parte de los niños no tienen esa suerte y comienzan a ayudar en su familia desde edad temprana en sus tareas, ya sea en la agricultura, el pastoreo o la artesanía. 
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Política: cada ciudad tiene la suya propia. Se podría decir que en el valle lo que hay son ciudades-estado que controlan los pueblos a su alrededor. La mayoría están gobernadas por reyezuelos dictadores, pero algunos pueblos tienen una política más parecida a una democracia directa, y otros están gobernados por un consejo de ancianos.
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Historia: nadie sabe exactamente qué ocurrió en el pasado, aunque hay una serie de leyendas que explican cómo llegó la gente al valle, y no son siempre compatibles entre ellas. Sí se sabe que hubo hombres en el pasado que vivían de manera diferente, pero es preferible no hablar de ellos. Muchas de las historias hablan de la idea de que el Dios Dormido se despertó cuando los hombres lo desafiaron, causando desastres entre todos los habitantes de la Tierra. Nadie sabe qué ocurrió en realidad.
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Sociedad: no hay castas propiamente dichas, pero sí estratos sociales dependiendo del poder adquisitivo. Lo que importa aquí es las riquezas que tenga cada uno. Cuanto más se pueda permitir alguien comprar, más alto está en la escala y más tienda a mirar por encima del hombro a los demás, y es aquí donde suelen encontrarse gobernantes, funcionarios, médicos y curanderos de prestigio. En el otro extremo de la balanza están los pobres en barrios marginales, que se ven obligados a vivir de la limosna y del robo. 
En cuanto al hombre y la mujer, la sociedad es bastante igualitaria, aunque hay trabajos que generalmente desempeñan hombres (pastor, minero, constructor...) y trabajos que tradicionalmente desempeñan las mujeres (matrona, prostituta, niñera...). En Arna, sin embargo, la mujer tiene un sentimiento de superioridad muy arraigado que las hace menospreciar a los varones.
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Esperanza de vida: en general, es raro ver a mayores de 70 años, pero todo el mundo conoce a alguno. La mayoría de la gente que muere por causas naturales lo hace después de los 60.

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Las palomas mensajeras: son un servicio de mensajería utilizado en Agavé para enviar mensajes ligeros a largas distancias rápidamente. Existen puestos de palomas mensajeras disponibles para el uso de todos en Uru, Arna y Tao, pero los servicios son algo caros, y nada garantiza que lleguen al destino, pues las aves rapaces atacan con cierta frecuencia. Algunas personas tienen sus propias palomas mensajeras para su uso privado.

CIUDADES Y PUEBLOS CONOCIDOS

    Uru, la ciudad de adobe

  Es probablemente la ciudad más grande del valle. A decir verdad no es la única ciudad construida enteramente en adobe, pero sí la más impresionante y la que acumula mayor riqueza. Gobernada por Kerops el Grande se encuentra en el centro del valle, junto al río Elú, y tanto hombres como mujeres viven entre sus altas murallas de barro. Sus guardias la protegen de los bandidos que merodean por la zona. Los palmerales de la zona proporcionan a la ciudad una buena fuente de alimento, y sus calles están repletas de artesanos que trabajan la tela y el cuero. La mayoría de los pocos herreros que quedan se encuentran allí. Existen también algunos ladronzuelos en sus calles, pero el "ojo por ojo" está a la orden del día, y más de uno vaga ya por las calles sin mano. La gente del valle repite la frase que lleva años atrayendo a mercaderes y comerciantes: "si hay algo que quieras encontrar, no hay otro lugar mejor donde buscar". 

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    Arna, la ciudad de las mujeres

  Junto a un pequeño afluente del río Elú, esta ciudad es bien conocida por una curiosa tradición de la zona que dice que el hombre no debe vivir bajo techo, y cuando dice "hombre" quiere decir varón y no hembra. Sólo los tullidos, los niños y los enfermos tienen permitido pasar largas temporadas allí. Un hombre sano que duerma más de dos noches seguidas en la ciudad ya empieza a considerarse algo vergonzoso. Sus mujeres se mofan de los hombres que en otros lugares de Agavé viven en casas, pues opinan que carecen de virilidad. "Un hombre que vive bajo un techo no es un hombre", suelen decir en Arna. La mayoría de ellos acaban siendo cabreros o mercaderes. La ciudad se encuentra en el sur del Valle, al pie de las montañas, y aunque no muchos hombres duermen en ella, los días de mercado se llena de comerciantes que venden todo tipo de productos. Actualmente la gobierna Zoreiba, de la que cuentan que es una poderosa hechicera que derrocó a la antigua gobernante.
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Yanán, la ciudad de los bandidos

Antaño fue una rica y próspera ciudad en el oeste, pero hoy es sólo ya una sombra de lo que en otros tiempos llegó a ser. En medio de una antigua ruta comercial, se convirtió en blanco de salteadores que robaban y violaban a sus pacíficos habitantes cuando todo comenzó a secarse. La mayoría de ellos huyó, y hoy por hoy es un lugar en ruinas a las puertas del desierto en donde se reúne gente de la peor calaña.
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Tao, el granero de Agavé

Al estar situada en el extremo este y más fértil del valle es ideal para cultivar muchos tipos de cereales y otras plantas. El agua es más abundante allí que en ningún otro lugar conocido, pues es de donde nacen algunos de los afluentes más importantes del río Elú.
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Aku, la villa colgante

A pesar de no ser muy grande, esta villa es famosa en Agavé por ser el lugar donde nace el río Elú, además de ser la residencia de Maba Gathra, quizás la más ilustre de todos los habitantes del valle. Esta erudita admite discípulos a los que enseña sobre todas las ciencias conocidas, como botánica, álgebra, medicina o astronomía. Dicen que hay en Aku uno de los pocos árboles auténticos que quedan sobre la Tierra, además de un pequeño bosque de cinnabari en las cercanías, que aunque no son árboles de verdad se le parecen mucho. 

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Yo viviré en un pueblecito cercano a Aku. Hija de pastores que tiene sueños y aspiraciones, pero que sabe que no puede optar a mucho... le gustaría ser lo suficientemente inteligente para que Maba Gathra la aceptase en su escuela pues su familia no tiene recursos para que ella aprenda cosas.

Muy interesante todo lo que acabas de escribir. En mi caso, me gustaría poder ser de alguna pequeña aldea cercana a la ciudad Tao, el granero de Agavé, con la idea de ser de familia de granjeros o algo parecido. Aún tengo que desarrollar la idea.

Esto podría resultarte de interés o utilidad:

            Maba Gathra era, como todos saben en Agavé, la mayor erudita en temas de medicina y herbología, aunque también en astronomía, álgebra, aritmética, biología, zoología, filosofía, alquimia y en una muy larga lista de saberes. Así pues, cuando alguien en Los Valles de Agavé caía enfermo y no sabía qué debía hacer para sanar, cuando algún jefe de aldea necesitaba algún consejo para gobernar su pueblo, o cuando simplemente alguien tenía curiosidad por saber alguna cosa y no veía otro modo de averiguarla, era frecuente que le enviara a Maba Gathra un mensaje preguntándole por el tema en cuestión, acompañado por algún obsequio del valor que cada cual pudiera permitirse. Pero había preguntas para las que ni siquiera Maba Gathra tenía respuesta: “¿Existen otros pueblos más allá del Valle de Agavé?” “¿Hay algún modo de parar el avance del Desierto Gris?...

En aquel tiempo, Maba Gathra estaba ya a las puertas de la senectud, pero se mantenía fuerte y enérgica, y su mente permanecía tan lúcida como siempre. Residía en una modesta casa-cueva en Aku, la Villa Colgante, en donde también todas las demás son casas-cueva, y en donde los entramados de bambú se aferran a las paredes de roca formando plataformas y puentes que permiten a sus habitantes moverse con soltura por tan escabroso entorno, pues el pueblo está construido sobre una pared vertical de roca de la que brotan numerosos manantiales. De ahí el sobrenombre de tan señalado pueblo: “la Villa Colgante”.

Guay, así me ubico más con el tema ^^

  Maba Gathra era, como todos saben en Agavé, la mayor erudita en temas de medicina y herbología, aunque también en astronomía, álgebra, aritmética, biología, zoología, filosofía, alquimia y en una muy larga lista de saberes. Así pues, cuando alguien en Los Valles de Agavé caía enfermo y no sabía qué debía hacer para sanar, cuando algún jefe de aldea necesitaba algún consejo para gobernar su pueblo, o cuando simplemente alguien tenía curiosidad por saber alguna cosa y no veía otro modo de averiguarla, era frecuente que le enviara a Maba Gathra un mensaje preguntándole por el tema en cuestión, acompañado por algún obsequio del valor que cada cual pudiera permitirse. Pero había preguntas para las que ni siquiera Maba Gathra tenía respuesta: “¿Existen otros pueblos más allá del Valle de Agavé?” “¿Hay algún modo de parar el avance del Desierto Gris?...

En aquel tiempo, Maba Gathra estaba ya a las puertas de la senectud, pero se mantenía fuerte y enérgica, y su mente permanecía tan lúcida como siempre. Residía en una modesta casa-cueva en Aku, la Villa Colgante, en donde también todas las demás son casas-cueva, y en donde los entramados de bambú se aferran a las paredes de roca formando plataformas y puentes que permiten a sus habitantes moverse con soltura por tan escabroso entorno, pues el pueblo está construido sobre una pared vertical de roca de la que brotan numerosos manantiales. De ahí el sobrenombre de tan señalado pueblo: “la Villa Colgante”.

La casa-cueva de Maba Gathra era como todas las demás casas de Aku; es decir, un agujero en la pared de roca al que se accedía desde una plataforma de bambú anclada al risco. Quizás la única diferencia era que se encontraba un poco más alejada de las otras casas, y que, alrededor de ella, crecían cientos de plantas aromáticas y medicinales que utilizaba para sus famosos brebajes. Las paredes estaban cubiertas por frondosas enredaderas, y muy cerca de la entrada crecía un viejo y retorcido sauce plateado, aferrándose al risco. Este sauce era muy apreciado y querido en Agavé. Ya lo sería simplemente por el hecho de ser un árbol, ya que mucha gente en Agavé nace y muere sin haber visto uno solo en toda su vida, y los habitantes de Aku eran muy conscientes del tesoro que albergaban en su pequeña Villa Colgante. Sin embargo, lo que hacía todavía más especial al sauce plateado de Maba Gathra era la gran utilidad que suponía para los habitantes de aquel remoto enclave en los montes Adhún. Además de extraer poderosas sustancias medicinales de él, cada cierto tiempo Maba Gathra podaba algunas de sus ramas, con lo que obtenía algo de su valiosísima madera, madera que los habitantes de Aku podían emplear para fabricar muchas y muy útiles herramientas.

ARMAS

Las armas en Agavé son muy diversas. Cualquiera puede usar cualquier tipo de arma que se le ocurra siempre y cuando los materiales que las componen estén disponibles, no funcionen con electricidad, pólvora o magia, y sean fáciles de fabricar en términos generales (una ballesta sí, pero un rifle no está permitido).

Materiales disponibles y abundantes:

Piedra (obsidiana, sílex y otras)
Vidrio
Bambú
Arcilla
Cuero
Hueso

Materiales de lujo:

Hierro
Madera

Sugerencias de armas:

Arco
Ballesta
Honda
Cerbatana
Boleadoras
Red
Daga/Puñal/Cuchillo
Lanza
Palo

 Maba Gathra era, como todos saben en Agavé, la mayor erudita en temas de medicina y herbología, aunque también en astronomía, álgebra, aritmética, biología, zoología, filosofía, alquimia y en una muy larga lista de saberes. Así pues, cuando alguien en Los Valles de Agavé caía enfermo y no sabía qué debía hacer para sanar, cuando algún jefe de aldea necesitaba algún consejo para gobernar su pueblo, o cuando simplemente alguien tenía curiosidad por saber alguna cosa y no veía otro modo de averiguarla, era frecuente que le enviara a Maba Gathra un mensaje preguntándole por el tema en cuestión, acompañado por algún obsequio del valor que cada cual pudiera permitirse. Pero había preguntas para las que ni siquiera Maba Gathra tenía respuesta: “¿Existen otros pueblos más allá del Valle de Agavé?” “¿Hay algún modo de parar el avance del Desierto Gris?...

En aquel tiempo, Maba Gathra estaba ya a las puertas de la senectud, pero se mantenía fuerte y enérgica, y su mente permanecía tan lúcida como siempre. Residía en una modesta casa-cueva en Aku, la Villa Colgante, en donde también todas las demás son casas-cueva, y en donde los entramados de bambú se aferran a las paredes de roca formando plataformas y puentes que permiten a sus habitantes moverse con soltura por tan escabroso entorno, pues el pueblo está construido sobre una pared vertical de roca de la que brotan numerosos manantiales. De ahí el sobrenombre de tan señalado pueblo: “la Villa Colgante”.

La casa-cueva de Maba Gathra era como todas las demás casas de Aku; es decir, un agujero en la pared de roca al que se accedía desde una plataforma de bambú anclada al risco. Quizás la única diferencia era que se encontraba un poco más alejada de las otras casas, y que, alrededor de ella, crecían cientos de plantas aromáticas y medicinales que utilizaba para sus famosos brebajes. Las paredes estaban cubiertas por frondosas enredaderas, y muy cerca de la entrada crecía un viejo y retorcido sauce plateado, aferrándose al risco. Este sauce era muy apreciado y querido en Agavé. Ya lo sería simplemente por el hecho de ser un árbol, ya que mucha gente en Agavé nace y muere sin haber visto uno solo en toda su vida, y los habitantes de Aku eran muy conscientes del tesoro que albergaban en su pequeña Villa Colgante. Sin embargo, lo que hacía todavía más especial al sauce plateado de Maba Gathra era la gran utilidad que suponía para los habitantes de aquel remoto enclave en los montes Adhún. Además de extraer poderosas sustancias medicinales de él, cada cierto tiempo Maba Gathra podaba algunas de sus ramas, con lo que obtenía algo de su valiosísima madera, madera que los habitantes de Aku podían emplear para fabricar muchas y muy útiles herramientas.

MAPA DE AGAVÉ

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Aquí está el mapa del Valle de Agavé:

En rojo están las principales ciudades o pueblos.
En naranja otros pueblos no tan importantes (y en principio hay más todavía, pero son ya demasiado pequeños para estar en el mapa).
En púrpura las ciudades o pueblos semiabandonados frecuentados por bandidos.

Si me he dejado el pueblo de alguien por poner, que me avise.

Actualización:

Las palomas mensajeras: son un servicio de mensajería utilizado en Agavé para enviar mensajes ligeros a largas distancias rápidamente. Existen puestos de palomas mensajeras disponibles para el uso de todos en Uru, Arna y Tao, pero los servicios son algo caros, y nada garantiza que lleguen al destino, pues las aves rapaces atacan con cierta frecuencia. Algunas personas tienen sus propias palomas mensajeras para su uso privado.