Partida Rol por web

Cabalgaste tan rapido que parecias competir con el alba. Tu montura desfallecida te llevo sin protestar ante la puerta del castillo, entendiendo tu premura, mientras el cielo comenzaba a clarear por el horizonte.

Una de las criadas te miro con interes, habia madrugado mucho y parecia adormilada pero tenia mucha ropa que lavar. Portaba una cesta repleta de prendas entre los brazos.- Buenos dias alteza.- dijo con una reverencia a tu paso.

Dejo al caballo en los establos, con una buena provisión de agua y comida, que descansase lo que pudiera ese noble animal, al regreso tendría que volver a hacer camino.

Gurne caminaba con la mirada fija en el frente, ni siquiera había prestado atención a la criada como si tan solo fuese un elemento mas del castillo, como las cortinas o los muebles. Pero cuando le hablo se detuvo, dio media vuelta hasta ella y la observo de arriba a abajo, aun estaba cabreado.

-Voy a revisar unos registros, cuando termine quiero que estén en los establos todas las esclavas y criadas que provengan de la zona del norte.

Como era habitual, no espero respuesta, dio media vuelta y siguió su camino, hasta el registro donde figuraba la cantidad de esclavos que se adquirían y sus nombres.

- Señor, no tenemos norteñas en el castillo.- dijo la muchacha algo sorprendida.- Ese tipo de chicas las compran los nobles para divertimentos pero no sirven para trabajar, soy muy ariscas y dan problemas.

Intento explicarte sin saber de donde iba a sacar chicas del norte....

- Pero... hay un mercader en la ciudad que comercia con ellas. Oi hablar de un tal Gurd o algo asi, es nuevo en la region y a traido muchas desde el frio norte.

Ya había comenzado a caminar cuando volvió a escuchar a la mujer, se detuvo, dio media vuelta y miro directamente a los ojos a la joven.

-No he estado aquí.

Continuo alejándose en dirección contraria, mientras la chica ponía cara de asombro.

-¿Cual es tu nombre? -Pregunto mientras se marchaba.

"Zaya... Señor..."

-Seras debidamente recompensada a mi vuelta.

Volvió a los establos, directamente a por Niebla, le sabia molestar no dejar descansar al animal pero lo necesitaba para moverse rápido, aunque ahora no le haría cabalgar a su máxima velocidad. Se dirigió ha la ciudad, a la zona de mercado.

La mujer asintio, por como te miro sabias que no diria nada, te dedico una reverencia y la viste seguir con su tarea.

Llegas a la ciudad en unas horas, la gente montaba sus puestos y los mercaderes locales te indicaron donde encontrarle. Estaba desde buena mañana en la taberna mas grande y de peor fama.

Su aspecto era inconfundible, tal como te lo habian descrito solo que con un olor mas apestoso de lo que pensabas que un ser humano podia oler.

- Ese hombre es Gorth, el esclavista que trae mujeres norteñas, mi señor.- te dijo el tabernero, desaciendo sus riñones en reverencias.

Gurne miro con desprecio al esclavista, su olor solo lo habia conocido en hombres que ya estaban descomponiéndose. Camino hacia el con paso decidido, sin apartar la mirada.

-Gorth, quiero a la esclava a la que llaman Shura.

Gurne fue claro y directo, no tenia tiempo para andarse con rodeos, sabia que era el hombre que buscaba.

- JAJAJA claro... no me estraña... era la mejor.-dijo levantando la jarra y dando un trago largo. Estaba borracho, posiblemente llevara alli toda la noche y hubiera despertado pidiendo cerveza mala.- Tenia unos melones que... ¡La mejor!.-Exclamo de pronto.- En serio... le debo mucho... a esa.. mujer... MUCHO JAJAJAJAJAA

Gurne olisqueo el aroma apestoso de su aliento impregnado de licor, escucho sus palabras y una sonrisa forzada se dibujo en sus labios.

Un instante volvió a su habitual rostro serio, agarro por la cabeza al esclavista y lo estampo contra la barra, apretando con fuerza la cabeza contra la pringosa madera.

-Gorth, mi buen amigo Gorth -Dijo cargado de rabia- no os podéis ni imaginar las ganas que tengo de moler a palos al primer desgraciado que me lleve la contraria. Debido a vuestro estado supongo que no sabréis ni con quien estáis hablando, ni lo que os he preguntado, pues si no habrías contenido vuestra lengua. Así que mejor volvamos a empezar.

No había dejado de apretar su rostro contra la barra en ningún momento, pero ahora lo aflojo he hizo que se sentara de nuevo en el taburete.

-No quiero que me habléis de sus atributos, quiero que me entreguéis a la tal Shura, ¡Ahora!

El hombre palidecio en un segundo. La borrachera se le corto de golpe y comenzo a pensar con mas claridad.- Se la regale a vuestro hermano, la deje en la posada como el me pidio.- afirmo señalando la posada que se veia al otro lado de la calle, tras el amplio ventanal.- Si la a dejado libre tras aburrirse de ella no lo se, se lo juro. Yo se la regale como presente, ya que es de sobra sabida su aficion a las hembras hermosas... ¿Hice algun mal, mi señor? - pregunto como una rata cobarde.

Los cabos se ataban rápido en su mente ¿su hermano? ¿conocida afición por las damas y la bebida? Solo podía tratarse de Grifith. Con cada nuevo lugar al que tenia que ir sentía como su sangre ardía mas y mas, pero por suerte estaba estrechando el circulo. Aunque no podía perder tiempo casi hubiese agradecido que ese detritus se hubiese negado a hablar, para poder desfogarse un poco, pero claro... No se podía tener todo.

-Lo único que habéis hecho bien es en espabilar tan rápido.

Gurne se levanto, no tenia tiempo para parloteos inútiles, caminaba con zancadas largas y su respiración rebelaba la furia contenida que tendría que explotar tarde o temprano, cruzo hasta la posada de enfrente, si su hermano había estado bebiendo y copulando, no habría madrugado ni por el día del juicio. Se dirigió directamente al posadero, respiro profundamente antes de hablar.

-Decidme buen hombre, ¿cual es la habitación de mi hermano Grifith?