Partida Rol por web

Alzó la mirada con los ojos húmedos por la emoción, pues finalmente su padre confiaba no solo en el para mantener la paz en el reino, si no para mantener en buen cauce a sus hermanos, al menos así lo veía. Momentos antes el pesar lo había embargado, pero una vez mas el rey de Asdrom había demostrado por que siempre había sido tan excelente líder, unas pocas palabras habían servido para que Gurne se llenara de orgullo, el cual acudía a el dándole renovadas fuerzas.

-Sea padre, yo velare por el reino incluso con mas celo aun que como lo llevaba haciendo, para que desde nos veáis podáis estar orgullosos de vuestro legado y de vuestros hijos.

Se levanto, secándose los ojos con la manga, preparándose para salir.

-Gracias por esta audiencia, si me lo permitís me retiro. También tengo temas que tratar con mi propio hijo, Antoniette asegura que ha estado un tanto extraño estos últimos días y... Es algo que me preocupa.

- Ve en paz, hijo.- dijo el rey con la poca voz que le quedaba.

Volviste con tu esposa, la cual seguien enfadada por alguna razon. Viste su gesto severo y endurecido pero ni rastro de tu hijo.

- Se a ido, no a querido decirme a donde... hace lo que le da la gana, igual que su padre.- te espeto sin mas y fingio que estaba ocupada para no tener que hablar mas contigo.

Gurne se marchaba satisfecho tras la charla, su estado de humor había mejorado considerablemente, aunque le apenaba el estado de su padre, sabia que tendría mas audiencias con sus hermanos y cuanto mas cortas fueran mas tiempo tendría para descansar.

Al llegar y ver a su mujer alterada, volvió a su habitual y frío temperamento, como si la realidad le golpease de lleno, últimamente todo el mundo actuaba extraño, Antoniette parecía tener un conflicto interno. Nunca se habían amado realmente pero siempre se habían respetado y tenían confianza como para hablar.

-Antoniette, últimamente se te escapa demasiado el tono. No me gusta ser recibido con esos aires. Voy a buscar a Lucc.

Y cerro la puerta tras de si, internándose por los pasillos en busca de algún criado que lo hubiese visto.

Durante un angustioso rato discurriste por los pasillos sin que ningun criado pudiera darte razon de donde estaba tu hijo

Le buscaste en todos los rincones que le gustaban y le encontraste en la sala de entrenamiento, practicando con una espada de madera pero muy duramente.

Al ver se paro en seco, como si alguien le hubiera dado un bofeton. Se quedo blanco y te miro, era como si pensara que ibas a castigarlo o de pronto, te tuviera miedo.

Gurne lo miro por un instante, sin duda algo raro ocurría. Pero fingió despreocupación, como si lo ignorase comenzó a quitarse parte de sus ropajes hasta quedar tan solo con las prendas mas ligeras que llevaba y también tomo una de las espadas de entrenamiento de madera.

-Entrenar solo no esta mal, para perfeccionarse... Pero el aprendizaje es mucho mas rápido cuando se tiene con quien poner en practica los movimientos.

Se planto frente al pequeño Lucc, estaba convencido de que algún día seria un hombre grande y fuerte como el mismo lo era ahora. Pero de momento Gurne era un gigante para el chico. Se puso en guardia y le hizo un gesto con la cabeza, para que comenzara a atacar.

-¡Vamos! Y cuéntame que has estado haciendo estos días sin tu padre.

El chico susurro.- Nada..-Por toda respuesta. Estaba mas raro que nunca. Solto la espada abriendo la mano, dejandola caer. No tenia ninguna intencion de hablar o entrenar contigo.- Tengo que irme... tengo clases con mi tutor.- dijo encarando la puerta de entrada.-Si no voy madre se enfadara.

Gurne enarco una ceja ante tal reacción, ¿que podía haber ocurrido en estos días para un cambio tan radical en el comportamiento de Lucc? Comenzaba a sospechar que las palabras de ese viejo mago eran ciertas y una sombra maligna se había fijado en su joven vástago.

-¡Lucc! -El tono de voz era suficiente para pararle.- Creo que no te he dado permiso para retirarte.

La última parte la añadió en un tono mas suave, aunque seguía siendo autoritario. Dejo caer la espada también y se coloco frente al muchacho de nuevo, clavo una rodilla en el suelo para ponerse un poco mas a su altura.

-Hijo, tu madre me ha hablado de que estos días, apenas si has comido y que no le diriges la palabra. No te hemos educado para que te comportes de tal manera, soy tu padre y siempre voy a estar para ti. Pero debes contarme que esta ocurriendo. ¿Alguien te ha dicho que desobezcas a tu madre?

El niño apreto los puños, queria hablar, estaba lleno de rabia.

- No soy hijo vuestro... madre os engaño... la oi hablar con otro hombre y decirselo mientras vos no estabais. Ahora ya no teneis motivo para quererme y me da igual.- dijo amargamente, sabias que eso le dolia. Las lagrimas le cayeron a rios por la cara.- pero no le hagais daño a ella...Me dijo... el hombre que es mi padre... que si os lo contaba la matariais y a mi tambien.

Las palabras del pequeño eran unas noticias horribles de ser ciertas, de un tiempo a esta parte las cosas no paraban de complicarse, pero también podían aclarar otras cosas. Pero al príncipe eso ahora no le preocupaba, pues el estado de Lucc era prioritario, abrazo al pequeño dejando que se desahogara con su llanto un poco  y luego lo sujeto por los hombros con firmeza.

-Escúchame bien Lucc, no existe nada en este mundo capaz de hacer que deje de quererte. Eres mi orgullo, eres un niño inteligente, fuerte y destinado a la grandeza. Yo te he querido desde el momento que tu madre te alumbro, te he protegido y te he adiestrado y vive Dios que lo seguiré haciendo.

Seco las lagrimas del muchacho con el dorso de su mano, y después la coloco sobre el pecho de Lucc.

-No te tiene que importar lo que se diga o deje de decir, pues muchos solo hablan para hacer el mal, lo que importa es lo que sienta tu corazón. Y mi corazón dice que eres mi hijo y que siempre lo seras. ¿Y tu corazón, me reconoce como padre?

El crio ya no podia hablar, le temblaban las piernas. Se abrazo a ti con fuerza y lloro desesperadamente, sacando toda la angustia de los dias pasados. Era innegable que el crio te queria con toda el alma.

Se quedo con su hijo, consolándolo y jurándose a si mismo que tendría mas que palabras con quien quiera que fuese el que lo había llevado a tal estado. Le acarició los cabellos y por enésima vez le limpio las lagrimas.

-Se que ahora estas dolido, pero quiero volver a verte como antes, feliz y esforzándote por mejorar. Eres un buen chico, no puedes retirarle la palabra a tu madre, ella también te quiere muchísimo y se preocupa por ti. Y ahora cuéntame ¿Quien era ese hombre que hablaba con tu madre? Quiero aclarar esto cuanto antes.

- Soy yo, Gurnet.- dijo un hombre con pintas de mago, apareciendo de la nada.-Mi nombre es Sarlot, ame a tu esposa antes de que te fuera entregada. Solo te traiciono una vez, cuando estabas en la guerra y ella se sentia mas sola y desgraciada. Tu volviste al poco tiempo, triunfal y yo me marche esperando que sin mi presencia pudiera llegar a amaros. No supe de la existencia de Lucc, hasta hace poco tiempo. No obstante he venido a llegarlo conmigo.- dijo firme pero sereno.

Observo de reojo al extraño, el príncipe aun se encontraba acuclillado pues estaba consolando a su hijo. Se levanto lentamente, dando una palmadita en la espalda del chico.

-Lucc, ves con tu madre y pide perdón por el comportamiento de estos días, este hombre y yo tenemos que hablar.

Espero a que el pequeño se fuera y centró su mirada en ese que se hacia llamar Sarlot, su rostro era inescrutable pero su mirada esta cargada de ira.

-Ya, ya veo que te gusta hacer visitas cuando estoy fuera. Agradezco que hayas tenido la cortesía de dar la cara y ser franco conmigo, y te devolveré el favor de igual manera. No se quien eres, no se que clase de hombre eres, desconozco tus intenciones y Lucc es mi hijo. No, no vas a llevarlo a ninguna parte.

Gurne tampoco alzó en tono en ningún momento, pero su tono indicaba que estaba convencido de sus palabras.

- Entiendo su posicion y su enfado. Tal vez deberiamos debatir este asunto mas calmadamente. Vera. En este momento Lucc se dispone a decirle a su madre que esta conversacion se estar produciendo y ella bajara azorada por las escaleras pensando que uno de los dos decidira acabar con el otro. Sera una situacion muy incomoda para los tres y creame, no es mi deseo causar daño. Cometi un error, me enamore de la mujer equivocada... creo que usted conoce bien esa situacion.

El hombre resoplo.- Soy un brujo señor Gurnet y Lucc a heredado el don. Debe recibir instruccion, por ese motivo queria llevarle conmigo, para enseñarle a controlar ese poder. No por otra razon, se lo aseguro.

Gurne resoplo, últimamente no hacían mas que cruzarse en su camino magos, brujos y rituales. Y no le gusto en absoluto los cauces que tomaba la conversación.

-Cuidad vuestra lengua brujo, no olvidéis con quien estáis hablando. No se que pensáis que sabéis de mi, pero puedo aseguraros que mientras e estado casado no he tomado a ninguna otra mujer.

Aunque de haberse dado el caso con la reina nadie sabe lo que habría llegado a ocurrir, pero lo importante es que no había ocurrido y que el príncipe había limpiado su conciencia para con su padre.

-No hace falta ser adivino para predecir ese comportamiento en Antoniette, aunque ahora ese no es el tema....

El príncipe observo a Sarlot, como si tratase de escrutar su alma a través de los ojos. De pronto su tono se volvió mas casual, mientras dirigía la conversación aparentemente por otro camino.

-¿Sabéis? Yo jamas he creído en magias y supersticiones, pero parece ser que los Dioses se han empeñado en que me encuentre con magos y profecías y ese tipo de cosas... Decidme, ¿conocéis a un tal Maglom?

Es curioso... yo tampoco creo en magia ni adivinos. Pero el poder existe y si no se aprende a controlar puede ser peligroso para el.. y para los que esten con el. Si, el hombre del que hablais fue desterrado hace años y se considera una mancha en su orden, pero nunca he tratado con el.- aseguro y despues se dispulpo.

- No pretendia ofender. Solo queria que comprendierais que es duro amar algo inalcanzable... y no todos tenemos su fortaleza, señor. Solo espero que no castigeis a vuestra esposa por un unico error en años de lealtad. Ahora me ire, ella se acerca. Venir a la posada del camino viejo esta noche y hablaremos cuanto gusteis.- dijo y se desvanecio ante tus ojos igual que un fantasma.

-Suficiente castigo sera para ella saber que me he tenido que enterar por terceros...

Y... Gurne observó con incredulidad como el hombre simplemente dejaba de estar. Una cosa era desconfiar de la magia y otra muy diferente es ver a un hombre desaparecer ante tus propios ojos. Se quedo unos segundos totalmente en blanco mientras su mente trataba de dar una explicación a algo que no la tenia. ¿Podría acaso su hijo realizar también tales proezas?

Pero unos pasos le sacaron de la ensoñación, seguramente los de su esposa. Su mirada firme y severa se dirigió directamente a por donde debía entrar, una mirada que ya decía mas que cualquier frase.

Antoniette llego corriendo y acalorada. Al verte solo, su corazon desbocado no sabia como reaccionar.- Gurne... ¿Estas bien?.- pregunto viendo tu semblante.-Lucc me dijo que... bueno... al menos ahora me habla.- comento tratando de sonreir forzadamente.

La mirada del príncipe no cambió, no podía culpar a su mujer de buscar el amor, hasta el mismo lo había hecho pero si de mentirle.

-Ya... Imagino, el pequeño estaba algo confuso, tan solo necesitaba unas palabras de cariño de su padre. Y ahora decidme... ¿Tenéis algo que contarme? Quizás algo que habéis olvidado comentar durante estos últimos años?

Ella abrio la boca y luego la cerro.- Me parece que ya no puedo decirte nada que no sepas... solo que lo siento. Tuve miedo de que lo repudiaras o lo mataras si descubrias la verdad. Se que no puedes perdonarme por esto y que no vas a creerme pero... estaba empezando a enamorarme de ti.