Partida Rol por web

Fenrir, al ver que Aníbal se lanzaba desenfrenado contra los guardias, dio la orden a Karkaroth para que cargara contra el primero que se encontrara en su camino... y allí fue con las fauces sedientas de sangre.

Al mismo tiempo, Fenrir cargó contra el mismo que estaba siendo casi devorado por su huargo...

Dioses... protéjannos...

Los últimos salvajes plantan cara hasta el final, disparando como posesos. Osca y Kordran, ya heridos, caen bajo sus saetas, y Wilford recibe también un dardo bajo la cintura, donde su coraza se une a los pantalones.

Pero rápidamente se venga del daño, junto a Auren, abatiendo a su heridor. Y lo mismo los otros caídos son rápidamente compensados gracias a Bianca y Yosenduff, que desde la terraza alcanzan con sus dardos a los arqueros salvajes, en igualdad de alturas.

Tres bajas y varios heridos, contra más de una veintena de salvajes muertos. Un precio justo, aunque muy alto de todas formas para los escasos hombres de Robledo. Helga se agacha y solloza junto a su compañero herido, en tanto los demás se miran fijamente, alegres por seguir vivos pero también conmovidos.

Dentro del castillo, Shiva alcanza primero al hombre en una de las habitaciones aledañas al patio, un almacén, y acaba con el frente a Tyr, volviéndose luego para regodearse.

-Creo que con esto te llevo la delantera.

Rorgo por su parte, examina la mesa donde comían y bebían los salvajes. Adjuntos hay una carreta con bienes apilados, jarros, comida, armas… parte del botín que no se han llevado. Los salvajes celebraban con los frutos cosechados por los Flechanegra en tiempos mejores. No hay a la vista ninguna llave, pero entre las sobras de la mesa se encuentran tambien algunos pergaminos de piel.

Lo unico malo es que él, como la mayoria de sus compañeros, no sabe leer.

Dánae saca su arco y ataca a uno de los salvajes (3) más alejados que estaba algo despistado. Su fiel mascota se lanzó a por uno algo más arrinconado y alejado, puesto que Aníbal y Fenrir se estaban encargando de los más cercanos.

Agarró los pergaminos escritos y los guardó para cuando la batalla hubiese acabado por completo, que los pudieran examinar con tranquilidad.

Si Sweep siguiera vivo rugiría de ira y haría lo mismo que estaban haciendo ellos, acabar con todos los que habían causado mal a su gente, a su familia.

No parecía haber nadie por allí, y estaba seguro que había más salvajes a los que ajusticiar por lo que siguió investigando la zona, el mayor barullo provenía del techo, sus arqueros se encargarían de ello. Acabó de examinar el ala en que se encontraba y cuando se dio por satisfecho de no encontrar nadie más allí, decidió bajar hacia la entrada secreta, para flanquear a los salvajes que estarían atacando en sigilo Aníbal, Dánae y los demás. Bebió un trago de su cuerno y pensó que en caso que ya hubiesen acabado con todos, bajaría hacia los calabozos para ayudar a rescatar a los pequeños.

Danae busca el ángulo de tiro  y dispara a uno de los más alejados, el que guardaba al parecer un pasillo descendente. Su víctima no tiene ni tiempo de mirar la flecha que acaba con él. La saeta atraviesa las pieles y se hunde junto al corazón, haciéndolo desplomarse pesadamente.

En tanto, el gatosombra avanza rápido dentro de la sala, dejando de lado a los oponentes inmediatos para ir a por presas mas apartadas…

Anibal se adentra en la sala y va contra el primer salvaje que encuentra, cortándolo limpiamente con su antigua espada. Pero los demás oponentes están al otro lado de la mesa...

Fenrir y Karkaroth aparecen por detrás, listos a brindar ayuda, pero esta de momento se limita a emparejar los números del encuentro, ya que su presa ha caído bajo el ataque del líder Flechanegra… Ahora son tres contra tres en torno a la tabla donde se hallan desparramados los restos de una opípara comida, sin duda a costa de las provisiones almacenadas en otro tiempo por los antiguos señores de Robledo.

Aníbal ve a los tres enemigos a la mesa que abren los ojos cuando los salvajes norteños entran, irrumpiendo su pacífico hacer como animales sedientos de sangre, Aníbal va por la pared y la mesa justo cuando uno de ellos se pone en pie y ve como la espada de Aníbal le atraviesa de lado a lado. El segundo debe hacer un gesto para evitar que la punta también le hiera a él. Echándolo a un lado apresta a los dos que quedan - Venga valientes ¡¿Donde están los principitos de Robledo?!

Antes de irte, Alesha se gira hacia ti, mirando la terraza. Los  arqueros que vinieran con ella se apresuran a revisar el carromato, fijándose si hay algo útil. Afuera en el patio los demás soldados están registrando a los salvajes caídos, mientras otros juntan a los fallecidos soldados Flechanegra con cuidado, separándolos.

-¿Ahora qué hacemos? ¿Vamos a asegurar el lugar o tomar lo que podamos e irnos? +cuestiona la brava exploradora. Se cuelga el arco al hombro.+ No he sacado nada claro de lo de afuera. Tampoco sabemos si esto era todo o Azoth volverá con mas fuerzas…

Tyr no puede argumentar nada y tanto el como Shiva regresan rapidamente, en vez de seguir por su cuenta dentro del castillo. Ya en el patio se ponen a ayudar a los demas en la macabra tarea de apilar los muertos y registrarlos...

Dánae se queda en posición defensiva, avanzando un paso (m6), desde ahí tenía vista y podría cubrir retirada en caso de necesitarlo. Con el arco cargado, le ordena a su gatosombra que se avance unos metros (e5) pero que se quede dentro de su rango de visión y se quede atento también. También evitaría que esos tres salvajes intentasen huir. No se veía a nadie más por ahí y los hobretones parecían tener controlados a esos tres. No parecían haber más, pero por si acaso Dánae mantiene su vista atenta a todos los rincones dispuesta a disparar si algo se movía. No quería sorpresas desagradables.

Fenrir le lanzó una orden casi silenciosa a su compañero para que se lanzara al que tenía Aníbal enfrente. No quería correr ningún riesgo para con la seguridad del Flechanegra.

El lobo, dando un salto feroz sobrepasando la mesa, cargó con toda la furia y los dientes y colmillos prestos para hincarse en la carne del salvaje, olfateando el miedo de su presa.

Fenrir, acompañando a Karkaroth, se dirigió hacia el otro salvaje a toda velocidad. Con su hacha lanzó un arco descendente sobre el cuerpo de su víctima...

Rorgo tenía muy claro que aquello no era todo. Que Azoth llevaría a muchos de sus hombres con él para protegerse sus espaldas. Sucia rata cobarde. Pero al igual que Alesha no tenía la seguridad de que fuera así.

Se recostó contra la pared, doblando ligeramente las rodillas para descansar algo de peso sobre la pierna que no tenía herida y mientras se pasaba la mano, manchada de sangre de salvaje, apartando el pelo de la sudada frente le declaró sus intenciones a la muchacha - Creo que deberíamos asegurar el lugar, proteger a los niños y no dejar que ninguno de esos miserables vuelva a entrar a nuestra casa - Agachó la cabeza haciendo una pausa y la alzó de nuevo seguro de sí mismo - Esas son mis intenciones como Flechanegra, nuestro honor esta aquí con nuestras gente y creo que podemos mantenerlo.

Por otra parte - continuó argumentando - creo que deberíamos ser unánimes en la decisión y para ello debemos reunirnos todos y decidir de una vez qué hacer - Confiaba en que sus sobrinos y el resto de sus hombres pensaran lo mismo que él, sería todo más fácil de plantear.

En tanto Danae y el gatosombra aseguran el cuarto, cubriendo ambas entradas, Anibal liquida a uno de los salvajes. Fenrir logra herir a otro, aunque no lo derriba debido a que la armadura le ataja parte del impacto. Karkaroth finalmente ataca al del medio, pero al igual que con el de su maestro, las gruesas pieles protegen al salvaje de los feroces colmillos y garras…

De todas formas, los dos hombres, viéndose drásticamente superados, en vez de contraatacar emprenden la huida hacia la escalera descendente, apresurándose y saltando sobre uno de sus compañeros caídos para bajar.

- ENEMIGOS, ENEMIGOS!! +gritan a todo pulmón, dando la alarma… ¿a quién?...

- No es mi decisión tampoco, así que está bien. Pero una vez no pudimos proteger este lugar…y éramos muchos más. Ahora que somos tan pocos no creo que podamos hacer gran cosa si los…+casi pareciera que fuera a decir salvajes, pero lo cambia+… hombres de Azoth vuelven en manada como antes.

Encoje los hombros con filosofía.

-En todo caso solo te lo preguntaba para saber cómo organizarnos mientras viene Aníbal, o si vamos tras él. Todavía deben quedar más infelices entre estos muros.

Puede que tengas razón, puede que nos superen y nos vuelvan a arrebatar lo que es nuestro otra vez, pero creo que deberíamos intentarlo - dice alzando la cabeza.

Creo que ir hacia los calabozos a buscar a los pequeños puede ser lo más útil que hagamos ahora. Los hombres de Azoth se deben de haber escondido, porque ni se oyen ni se ven por el castillo. Vayamos en dirección de los pequeños registrando cada esquina y acabando con todo aquel que encontremos a nuestro paso o veamos de lejos intentando huir - la piedad que pudiese tener se había esfumado de su ser en estos últimos tiempos.

Asiente con un cabeceo, haciendo crujir sus hombros.

-Adelante pues. Te seguimos. +resopla, para luego hacer una seña al resto de los arqueros que se unan. Los demás están en el patio y la terraza de enfrente, por lo que resulta fácil convocarlos a todos de nuevo en el patio.

Es momento de elecciones. Por un lado pueden rodear y buscar la puerta por donde entró, o debería haber entrado, Aníbal. Seguidamente recorrer un par de pasillos para bajar. La otra opción es irrumpir desde aquí delante. Los calabozos se encuentran en el nivel inferior, y ahí se puede llegar entrando por el salón principal, girando a la derecha y bajando, alternando entre corredores un par de veces. 

El primer camino es más directo y estrecho. El segundo más largo pero amplio. Tú mandas.

¡ Fenrir que no escapen ! ¡Danae ayúdame a buscar las llaves! ¡GINEBRA! ¿¡CORNELIO?!

Aníbal se puso a buscar las llaves mientras llamaba a sus hermanos a la espera de respuesta para saber quien estaba en aquellos calabozos. Los calabozos de Robledo no eran grandes, era una ciudad muy pacífica y rara vez habían altercados que requerían que un preso pasara más de una semana allí.

Dánae ordenó a su gatosombra que se interpusiese en el camino hacia las escaleras. Por eso el animal se había ido moviendo hacia esa situación*. Se mantuvo alerta, aún con el arco cargado, por si el animal resultaba estar en problemas. Pero obedeció a Aníbal y le ayudó a buscar las llaves. Con un ojo puesto en su mascota y el otro puesto en buscar las llaves. No tenían mucho tiempo. Seguramente alguien ya les habría oído.

Fenrir no respondió a la orden de Aníbal con palabras, sino con acciones. Con una simple seña y un silbido característico, ordenó a Karkaroth que se lanzara contra el que se alejaba por la derecha...

El lobo se lanzó con fuerza contra su objetivo, mientras que su amo se lanzaba contra el otro. Con el salto, el lobo estuvo casi encima del salvaje y desgarró con las garras y los dientes.

Por su lado, Fenrir, sin ser un gran combatiente, aprovechó la inercia del movimiento para lanzar un arco descendente sobre el salvaje con su hacha de batalla, que cada vez le parecía más pesada al cambiapieles...

Ya no estoy para estas armas... debo usar más ligeras...

Tras pensarlo unos segundos, Rorgo hizo un gesto con dos dedos de la mano que no sostenía el hacha para indicar el camino que seguirían.

La opción más rápida no siempre era la mejor. Rorgo pensó que era mejor tomar el camino a través del salón principal, que aunque fuera más largo, era más amplio y podrían moverse con más rapidez. Además, si habían ido por un camino diferente al de su sobrino y los nuevos compañeros era para ser ellos la distracción, así que debían mantenerse alejados.

Bajaremos por aquí. No despeguéis la vista de las esquinas y zonas oscuras, puede que aún quede algún esbirro de Azoth andando suelto por aquí.

Fenrir y Karkaroth, flanqueados por el gatosombra de Danae, alcanzan a los fugitivos enseguida. Estos ya se encontraban heridos, por lo que resultan muy fáciles de abatir. Sus cuerpos rebotan contra las piedras, bajando ya sin vida. Pero el impulso del lobo es mucho y se tambalea sobre el hueco, amenazando caer sobre su víctima y seguirla hasta el fondo de la escalera!

En tanto, Anibal y la pelirroja escudriñan la mesa, así como a los caídos cercanos pero no encuentran nada más que comida a medio mascar, bebida y un tosco juego de dados tallados en piedra. La joven nota que estos hombres no van equipados como los salvajes de siempre, sino que tienen escudos y otras armas que sin duda pertenecieron a los Flechanegra. Pero al parecer, no son los carceleros… y ahora ya no se puede preguntarles sobre lo que aguarda más adelante..

-De acuerdo…

El grupo se forma rápidamente. Rorgo y Tyr lo encabezan, pero esta vez pueden ir acompañados de Alesha en la cabeza, en vez de ir en filas. Detrás vienen Shiva y Alford. El resto de los arqueros supervivientes se forma en el centro, en tanto la infantería al mando de Asdar, resguardan la retaguardia…

Los salones principales de Robledo ahora son un basural. Las mesas y bancos que no están rotos se han convertido en camas para los salvajes, y el olor de los rincones es a orines. Los cortinajes y las banderas de los Flechanegra son ahora sucias sabanas. A saber cómo o porque habrán ignorado los cuartos menores, aunque es fácil de predecir. Después de todo, muchos no lograron escapar.

Hay un silencio opresivo en el castillo. Tal como Shiva y Tyr presenciaran recién, este se siente pesado, vacío, muerto. No es un buen augurio, o quizás sí. Una esperanza de reafirmar el reclamo de la casa sobre su viejo hogar.