Partida Rol por web

La Edad de los Héroes

CAPÍTULO PRIMERO: LA CAZA DEL ÉQUIDO (Aristocles y Melanctha)

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04/02/2013, 21:09
Maze Master

Notas de juego

Desarrollo:

Melanchta sabe que andas por ahí, y tiene derecho a una tirada de Fortaleza Mística contra tu conjuro. He hecho la tirada oculta, porqUe podría haberse dado la extraña circunstancia que ella no supere la tirada y de repente se encontrase con que te habías "volatilizado" (habría sido curioso).

La tirada era difícil (1d20+5 contra Dificultad 18) pero he tenido folla en la tirada la ha superado, así que ELLA te ve. Considero que los salvajes no tienen derecho a tirar. A menos que pase una circunstancia especial, ELLOS NO TE VEN. Además, no tienen por qué creerla, al fin y al cabo es una extranjera.

Te he quítado ya 3 Puntos de Magia por usar el poder. He creado un nuevo indicador en tu ficha: Poder Actual, diferente del Poder inicial, para que tengas presentes cuantos has gastado respecto a tus máximos.

Y ahora escribo un nuevo post describiendo lo que ocurre.

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04/02/2013, 21:28
Maze Master

Aristocles se encontraba allí, esperando en el mismo lugar en el que Melanchta le había dejado.

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04/02/2013, 21:33
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

Tras decir algo a los salvajes primitivos en su lengua, estos se miran entre sí, y fruncen el ceño estrañado.

El mayor de ellos, enarca las cejas. Primero mira en dirección a Aetos, y luego mira a Melanchta, antes de preguntarle algo a la chica, en su primitiva lengua.

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04/02/2013, 21:33
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

- Ya veo... - Dice, confundido el salvaje. - Tu amigo parece un buen hombre. - Mira hacia el lugar en el que se encuentra Aristocles y dice. - Saludos. -

Repentinamente, el resto de salvajes empieza a reirse al unísono.

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04/02/2013, 21:37
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

El salvaje más mayor parece decir algo a Melanchta. Luego se gira hacia tí, sonríe de forma estúpida, y dice algo mientras te hace un gesto de saludo. Su mirada es dispersa. Es evidente que está fingiendo, y que no te ve.

Repentinamente, el resto de salvajes empieza a reirse al unísono.

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06/02/2013, 01:14
Aristocles

Parece que no hay peligro. Así, me escondo tras la roca en la que estaba, para después disipar mi magia. No sé como se tomarán los salvajes que aparezca un hombre delante suya, así que mejor prevenir que curar.

Tras el paripé, salgo tras la roca, para dirigirme a los salvajes saludándoles con la mano. Dado que no entienden mi idioma, no intento comunicarme con ellos mas que con gestos.

No obstante, sí que puedo comunicarme con la muchacha, así que la pregunto—. ¿Quién es esta gente y qué hace aquí?

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06/02/2013, 10:03
Melanctha

- Creo que viven por la zona, han venido a recoger agua mientras es de día. Saben que de noche sale la bestia, que me han descrito como una especie de caballo negro, con pezuñas y aliento de fuego.- explicó Melanctha a su compañero.

- Le tienen mucho miedo, por lo visto ya ha acabado con varios de su tribu, pero quizá podríamos convencerlos para que nos ayuden, ¿qué opinas?

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07/02/2013, 21:15
Aristocles

No lo sé, si son buenos guerreros, podrán ayudar. Sino, les condenaremos a una muerte horrible —digo a la muchacha. Después añado—. Pero algo me dice que son buenos cazadores. Seguro que entre todos, podríamos preparar una trampa a esa criatura...

Tras mis pensamientos en voz alta, digo como conclusión—. Pregúntales si estarían dispuestos a tender una trampa a esa criatura.

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08/02/2013, 12:13
Melanctha
Sólo para el director

Melanctha se volvió hacia el jefe de los salvajes.

- Mi amigo dice que en la aldea de Kalyssia también han visto a la bestia, y que están preocupados por sus ataques. Amigos, creo que si nos lo proponemos, le podríamos dar caza.- dijo, y dejó flotar la proposición unos segundos en el aire.

- Me consta que en vuestro pueblo hay grandes cazadores, y os puedo asegurar que yo tampoco soy manca. Además, mi amigo es un poderoso hechicero.- decidió añadir finalmente. No había estado segura de que los salvajes se sintieran cómodos con eso, pero era la única manera de convencerlos de que tenían una oportunidad real.- ¿Qué contestáis? ¿No estáis cansados de huir y esconderos?

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14/02/2013, 14:54
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

El gesto de Aristocles ocultándose y volviéndose a mostrar le pareció curioso a Melanchta. Este individuo era un poco raro. Sin más. En el instante de aparecer Aristocles tras las rocas, los salvajes dieron un respingo, sorprendidos.

Sin embargo, el mayor de lo salvajes frunció el ceño, mientras Melanchta y Aristocles debatían entre ellos.

Tras las palabras de Aristocles, Melanchta se gira hacia los salvajes, y empieza a hablar (sobre todo con el mayor de ellos) explicándole algo en esa lengua primitiva. Cuando Melanchta se calla, el salvaje más mayor empezó a espetar a Melanchta algo que Aristocles no entendía. Aunque el salvaje no parcía tener intención de agredirla, sus palabras tenían un tono de claro enfado...

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14/02/2013, 15:00
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

- Es un Hombre de Ciudad. No me fío. Tú pareces buena chica, pero esas gentes de ciudad no respetan nuestras costumbres, y nos cazan como animales. Son ambiciosos, capaces de hacer cualquier cosa por el oro, y mentirosos. ¡Y encima dices que es hechicero! Peor aún. - Se detine un segundo antes de continuar. - No es que no me guste tu idea, pero tendría que llevarte con los Ancianos de la Tribu para consultarlo. Ellos deciden, no yo. Y si te llevo allí... ¿Cómo sé que tu amigo no vendrá mañana con Soldados de Bronce? -

El hombre baja la voz, como si quisiera que Aetos no le escuchara, aunque es absurdo, porque a esa distancia Aristocles os escucha perfectamente, si no fuera porque no entiende la lengua: - Escucha mujer. Esa no es buena amistada para tí. La Gente de Ciudad tiene el corazón podrido. Intentará aprovecharse de tí. Deja que acabemos con la vida de este viejo y ven con nosotros al poblado. Allí estarás a salvo de la bestia, y te daremos alimento sin pedir nada a cambio. .

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14/02/2013, 15:15
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

El hombre más mayor suelta una larga perorata a Melanchta, y después mira a Aristocles con evidente gesto de desagrado. El resto de salvajes no hacen gestos amenazadores, pero su mirada de desconfianza hacia Aristocles es evidente.

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14/02/2013, 16:11
Melanctha

- Muéstrate tranquilo y nada amenazador... No se fían.- le susurró Melanctha a Aristocles, antes de continuar hablando con el líder de los salvajes en su lengua.

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14/02/2013, 16:11
Melanctha
Sólo para el director

Melanctha asintió ante las palabras del salvaje. Por supuesto, entendía sus temores. Los nobles de las Tres Ciudades no tenían reparos en mandar sus legiones a "civilizar" a aquellas gentes por la fuerza.

- No tienes nada que temer. Yo misma no soy amiga de soldados ni nobles de las ciudades. Pero mi amigo es diferente, hace mucho tiempo que lo conozco y te lo puedo asegurar. ¿Cómo puede demostrarte él que es de fiar?- entonces se le ocurrió una cosa.- Bueno, si os quedáis más tranquilos, podemos ir a ver a los Ancianos con los ojos vendados. Así no sabremos el camino a vuestro poblado..- dijo, extendiendo los brazos con las palmas de las manos hacia arriba, gesto universal de confianza.

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14/02/2013, 16:47
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

El salvaje medita unos segundos antes de añadir: - Me parece bien, pero primero debemos recoger agua. Díselo a tu amigo. -

Da una par de órdenes, y parte de sus hombres se dedican acercan a la orilla de la laguna  recoger agua con sus pellejos. Otros tantos quedan observándoos mientras el resto trabaja.

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14/02/2013, 16:51
Melanctha

De nuevo, Melanchta le dice algo a los salvajes.

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14/02/2013, 16:53
Salvajes de la Tribu de la Roca Viva

El salvaje más mayor medita unos segundos antes de decir algo a Melanchtra.

Luego se gira y da una par de órdenes a los salvajes. Parte de los salvajes se acercan a la orilla de la laguna y se dedican a recoger agua con sus pellejos. Otros tantos quedan observándoos mientras el resto trabaja.

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14/02/2013, 17:27
Melanctha

Melanctha asintió y se giró en dirección a Aristocles.

- Bien, en cuanto acaben de recoger agua nos llevarán a su poblado. Allí podremos hablar con los Ancianos de la tribu y pedir su ayuda. Ellos decidirán si nos ayudan a cazar a la bestia.

- Hay un pequeño detalle. No se fían de ti, ya que eres de ciudad, así que les he prometido que les dejaría llevarnos hasta allí con los ojos vendados.- sonrió la cazadora.

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14/02/2013, 22:39
Aristocles

Me encojo de hombros, mientras digo—. Si eso les hace ilusión, no me opondré. Todo sea por dar caza a esa bestia... —termino diciendo.

Hay muchas cosas que no hace falta ver con la vista. Si han de vendarme los ojos, que así sea.

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19/02/2013, 00:10
Maze Master

Los salvajes terminaron de llenar sus odres con las aguas turquesas de la laguna. Ataron los extremos de sus odres con habilidad a unas pértigas que luego portarban a hombros, un hombre a cada extremo.

Después, todos juntos subieron andando por el inclinado camino hasta la parte superior del acantilado. Hacerlo vendados hubiera sido complicado y peligroso.

Una vez allí, con un cuchillo de piedra, el mayor de los salvajes cortó trabajosamente largas tiras de algunas pieles que portaban, asintió hacia la cazadora y el hechicero, y las usó para vendarles, poniendo entre los ojos y las tiras de piel que hacía de venda otras tiras de tela fabricada con basta lana.

Se aseguró con unas señas que Aristocles parecía estar de acuerdo antes de hacerlo.

En ese momento, oyeron que el salvaje realizaba movimientos frente a ellos, quizás para asegurarse que no veían nada. Entonces, les tomaron de las manos, poniéndoselas en el hombro de algún salvaje, de espaldas a ellos, para que les guiara, e iniciaron viaje.

Al principio, el viaje fué sencillo. El suelo estaba ligeramente inclinado, pero parecía más o menos raseado, y rocoso, sin apenas raíces o vegetación. Parecía claro que los nativos les guiaban hacia la entrada de aquél laberinto de desfiladeros rocosos que antes habían visto, en dirección a las montañas. Pronto, notaron que el sol se ocultaba tras algún peñasco, y pareció claro que estaban ascendiendo por el interior del laberinto, aunque no con demasiada inclinación. A veces tropezaban con alguna piedra suelta, pero poco más.  Lo que sin duda estaba claro es que el desfiladero debía ser intrincado y tener varias ramificaciones, pues pronto ni Aristocles ni Melanchta sabían muy bien en qué dirección se dirigían. estaban algo desorientados.

[NOTA: Podéis si lo deseáis realizar tiradas pertinentes con alguna de vuestras habilidades o atributos para intentar averiguar cuál es el camino que estáis recorriendo; usad de bono lo que considerési necesario, siempre que me déis una explicación coherente, realizando una única tirada de 1d20 + (el bono), y siendo la dificultad 20, pues al fin y al cabo estáis vendados).

Notaron en todo momento las frías paredes rocosas del desfiladero, a no demasiada distancia, bajo su sombra y pocas veces notaban los cálidos rayos del sol tocando directamente su piel. Detras del grupo, alguno de lo salvajes debía hacer algo mientras avanzaban, pues oían claramente el sonido de ramas al raspar el suelo.

En algún momento debieron salir de los desfiladeros, pues notaron los cálidos rayos del sol en su piel. Continuaron esta vez por una pendiente rocosa, escarpada e irregular. Tanto que a menudo debían caminar a cuatro patas, ayudándose de manos y pies, casi escalando entre peñascos. La subida fué lenta y dificultosa, a pesar de la constante ayuda de los nativos, y Aristocles tuvo que pararse un par de veces a descansar. Sin duda los nativos no eran nada estúpidos, pues un cuadrúpedo, a menos que fuera una cabra, tendría imposible ascender por aquél escarpado.

Al llegar arriba, siguieron avanzando, esta vez a nivel. A pesar que notaban los rayos del sol, estaba claro que Apolo estaba ya declinando en el cielo. A un lado sentian la pared de roca, y al otro el vacío, y esta vez parecía que avanzaban por un saliente, en la ladera de una montaña.

Por fín, oyeron al lider del grupo dar una orden, y les quitaron los vendajes. Ante ellos tenían un puente colgante, entre las dos bordes de una abismo.

 

 

 

 

 

 

 

La caída era mortal de necesidad, pero el puente parecía bien construido. Era evidente por qué los nativos les habían quitado las vendas en este punto. Un error allí podía ser fatal. Los salvajes, sin embargo, avanzaron por el puente sin miedo, portando las pértigas con los pesados odres al hombros. La madera y las lianas crujían ante su paso, y el puente se mecía bajo su peso de manera preocupante, pero cuatro de ellos llegaron al otro lado sin problemas. El líder invitó entonces a pasar a Melanchta y Aristocles. Aunque duditativos, ambos cruzaron al otro lado sin problemas. El resto del grupo siguió tras ellos.

El resto del camino, al otro lado, seguía siendo un saliente rocoso en la montaña, sin embargo este tramo fué corto, pronto la ladera rocosa se suavizó, dejando paso a una ladera herbosa y arbolada. Tras apenas cinco minutos entre una densa vegetación, vieron la aldea de los salvajes.

No parecía que llevasen demasiado tiempo allí. Auqnue habían despejado una zona, no contaban con chozas, si no con una simple marquesina formada por un techo sostenido por múltiples postes. Así pues, carecían de paredes que les protegieran del frío.

Melanchta y Aristocles supusieron que la vegetación que les rodeaba les protegía algo del viento, pero allí arriba, cuando cayera la noche, la temperatura descendería bastante. es más, ya empezaba a hacer frío. Había algunos fuegos, pero poca comida en ellos. Melanchta y Aristocles se encontraron con más salvajes de lo esperado, sobre cuarenta, aunque gran parte de ellos eran o muy ancianso, o demasiado jóvenes.

Aristocles y Melanchta se miraron. El grupo con el que habían viajado componía a la mayoría de varones del poblado en edad adulta, sin duda.

Una mujer anciana y encorvada, con el rostro pintado de ceniza, se aproximó a ellos, examinándolos de arriba a abajo. Portaba un curioso hueso, de enorme tamaño, a modo de mango, cuyo extremo estaba anudado al cráneo reseco de un carnero, cuernos y todo.