Partida Rol por web

La reacción de aquel chico me pilló totalmente desprevenida.

No sólo fue su exclamación inicial, que hizo que mi pelo se tiñera de un fuerte tono lila, que sacó a relucir mi confusión en aquellos momentos- Eh, yo... ¡Me he...! -comencé a decir. Sin embargo, no llegué a terminar la frase. Antes de que pudiera pedir disculpas de nuevo al chico, éste comenzó a comportarse de una forma extraña y, finalmente, salió corriendo en dirección al baño, por una razón que desconocía por completo.

Miré a mi alrededor, con aquel aire interrogante, buscando la mirada de mi padre. No entendia nada- Papá...¿Qué le pasa a ese niño? Le he pedido perdón... - dije, encogiéndome de hombros, mientras el pelo volvía a cambiarme a un tono más azulado, símbolo de mi desilusión. La actitud de aquel chico me había recordado tanto a la habitual frialdad de mi madre conmigo que no podía evitar sentirme ligeramente mal en aquel momento. Aún así, acabe por agarrar la mano de mi padre, intentando esbozar una sonrisa que pretendía disimular mi malestar y que, por desgracia, no iba a juego con mi pelo.

-Bueno, papi, ¿nos vamos? Estoy deseando ir a por mi varita... ¡Y ya se que animal quiero! ¡Un camaleón! - dije, totalmente convencida, mientras iba recuperando poco a poco mi buen humor, algo que las mechas rosaceas que comenzaron a entremezclarse con aquel azul dejaron claro.

Y así, me dispuse a olvidar aquel horrible incidente con aquel niño. Me moría de ganas por ir a buscar mi varita. Y por ver a Ted...

¿Dónde se habría metido?

La voz de Troy se oyó de nuevo en el reducido espacio y, ante su pregunta, Jarek no pudo por menos que coger aire disimuladamante -Otra apuesta- pensó con recelo. La vez anterior no le había ido mal pero no quería tentar demasiado a la suerte. Por fortuna parecía que la apuesta era sin ninguna consecuencia.

- Ni idea, - contestó con un leve encogimiento de hombros - pero espero que sea rápido. Tenemos muchos sitios que visitar.

Y le lanzó una mirada de soslayo a su madre, esperaba que no se cansase de esperar.

- Ni idea, - contestó con un leve encogimiento de hombros - pero espero que sea rápido. Tenemos muchos sitios que visitar.

Y le lanzó una mirada de soslayo a su madre, esperaba que no se cansase de esperar.

Dio un corto paso hacia adelante, aún sin soltar la mano del adulto junto a ella. Troy parecía amable y facilitaba el conversar con él, lo que la aliviaba bastante, considerando que temía no saber como empezar la conversación con el grupo o si siquiera querrían iniciar una. 

Megan. Me llamo Megan. - respondió con una sonrisa que demostraba lo feliz que estaba de encontrarse con gente amigable - ¿Crees que nos demoremos tantas veces? Quizás...quizás podríamos apostar a quién se demora menos veces. Y el que gane... el que gane puede hacer la pregunta que quiera en el universo cuando se le ocurra. ¡Imagínate guardarla hasta quinto y la información que se podría sacar! 

Por las historias que contaban en su familia, entre más años pasaban, más interesante se ponían las cosas. O bueno, eso hasta que entrabas a trabajar y te olvidabas del mundo. 

Entré en la tienda guardándome la rabia que sentía por dentro porque mi madre me hubiese dejado sola a la primera de cambio con tanta gente. Ni se me había pasado por la cabeza pedirle que entrara, menos cuestionarla o quejarme. Si decía que no iba a entrar, no entraría.

Le di una orden con la mano a Lena para que me siguiera, nuestra pequeña y fea elfa doméstica con los ojos más saltones que había visto en la vida. Era sucia, fea y desagradable, como todos, pero había aprendido a mantener la boca bien cerrada a no ser que se dirigieran a ella y depende quien lo hiciese.

Eché un vistazo alrededor. Estaba llena de gente, por eso mi madre se había quedado fuera. Vi a Jarek entre los clientes. Me acerqué a él. Hola, Jarek. Dije, dedicándole una sonrisa. Qué bien que hayamos coincidido. No pude evitar mirar a la madre del chico, ella si había entrado. No sabía que pensaría Estella de eso.

No pude evitar fijarme en que había dos hijos de muggles. Se les veía a la legua. Y desde luego, nadie tenía la categoría de mi familia. Era un insulto que me hiciesen esperar a la gente de segunda. Seguramente esa sería la razón por la que mi madre había decido no entrar. Tenía que hacer seguido su ejemplo, pero ya era tarde.

La chica por fin dijo su nombre y Jarek volvió a hablarle, su tono era alegre pero serio -¿Qué pasa en este país que todo el mundo hace apuestas?-, además no quería que alguna palabra sonase mal y se notase que era de fuera.

- Encantado Megan, como habrás oído soy Jarek. - y le tendió la mano a modo de confirmación del saludo.

No se pronunció respecto a la apuesta, no creía que a su madre le hiciese gracia que aceptase, y menos delante de tanta gente. Le dirigió una mirada de reojo y al hacerlo pudo ver que la puerta se abría nuevamente -¿Más? Pero si ya no coge ni un Bowtruckle-, al ver quién entraba por la puerta elevó las cejas y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

- Hola Joy, sí. - confirmó sus palabras - Aunque como entre alguien mas vamos a tener que salir por las ventanas. ¿Has venido sola?

Por supuesto que el muchacho había visto a la pequeña elfa doméstica que seguía a la chica, pero un elfo no era 'nadie relevante' para acompañar a un niño, él se refería a algún adulto.

Pues qué soso.

Fue el pensamiento que le vino a la mente desde la respuesta de Jarek, acompañado de un alzamiento de ceja que representaba - bastante mal- lo que Troy opinaba. Por suerte, Megan sí estaba por la labor de apostar y de divertirse en esos momentos. La propuesta que le había hecho provocó una medio sonrisa en el chico.

Sin duda una pregunta respondida con la verdad obligatoriamente en cualquier momento era un premio de lo más valioso. Aunque acababa de conocer a la chica, creyó que sí que podría venirle bien en el futuro. ¡Y además sería divertido! Extendió la mano hacia ella, mirándola aún con aquella medio sonrisa y el pelo rubio despeinado:

- Que sean dos preguntas.- ¡quería ganar! Aquello se había convertido en un juego y con lo competitivo que era, intentaría hacer todo lo posible, aunque no tuviera ni idea de qué hacer para aumentar sus probabilidades de vences, para ganar.- Será divertido.

En ese momento entró otra chica, bastante estirada por lo que parecía, que se dirigió solo y exclusivamente a Jarek.

Pues vale.

- En cuarto - había algo en la sonrisa de Agnes que hacía pensar que se estaba divirtiendo y aunque tenía cierto aire malicioso y provocador el ambiente parecía amistoso -. Desde luego soy lo suficiente lista como para darle conversación a tu hermano. Soy la mejor amiga de Janna - aclaró al fin, como si aquello tuviera que significar algo para Maebh, a quien el nombre no le decía nada. Niall esbozó una sonrisa un tanto seca, como siempre que estaba nervioso por algo. Las cejas de Agnes se alzaron en gesto de genuina sorpresa al observar los rostros de ambos hermanos -. ¿No llegaste a presentarles a Janna? Pero si salisteis durante un año, Connolly.

- Bueno, no fue tan serio - respondió con una evasiva, dirigiendo miradas furtivas a Maebh.

- Ya veo.

- ¿Qué?

- Eso explica muchas cosas.

La chica se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa misteriosa a la que Niall respondió con una mirada interrogativa para la cuál no obtuvo contestación alguna.

Iraida esbozó una mueca lastimera cuando vio como Alexander se marchaba corriendo, viva imagen de la desolación infantil en su rostro bobalicón. Odiaba batallar con su hermano porque siempre tenía argumentos demasiado elaborados con los que su mente, a pesar de buscar las palabras, no podía batallar.

- Perdónale - le pidió a Caliope con expresión azorada -. Es que Alex es un poco especial...no...no quiero decir que no sea listo...o sea...que no llegue...me refiero a... - la niña parecía horrorizada por lo que estaba dando a entender, sin que fuera en absoluto su intención decir aquello -. Es diferente - concluyó con poco convencimiento -. Disculpad.

Acto seguido se giró en la dirección en la que se había marchado su hermano, llegando, tal y como había supuesto, al baño de hombres.

- Alexander sal, por favor, tenemos que hacer las compras ya antes de que Jessica se canse de vigilar a Zora y se vaya - su tono de voz era un dechado de resignación y paciencia infinitas.

Liz se sentía completamente fuera de lugar. Los niños habían empezado a hablar entre ellos y no paraba de entrar en la tienda más gente que se unía. Mientras ella se mantenía en un tercer plano observándolos, sin dejar de rogar a Merlín que Jason respondiera a su pregunta.

La pregunta de la chica que parece conocer al rubio que ahora está a mi lado, pronunciada como un susurro me produce un ligero escalofrío. Como cuando te soplan en el cuello deliberadamente. Me giro un instante para mirarla, pues el tendero todavía no ha respondido a ninguna de mis inquietudes. 

- Yo creo que tiene que llevarlas, ¿no? ¿Puede funcionar así por así?- pregunto, sintiéndome de repente un poco estúpido por mis preguntas. Por mucho que me emocionaba la idea de un mundo mágico, mi mente científica se resistía a creer que hubiese cosas que pudiesen funcionar sin ningún tipo de mecanismo interno. Por eso nunca me había llamado la atención tampoco el Dios al que visitaba todos los domingos la abuela. 

Al volverme para responder la pregunta de la niña, que no parece muy cómoda estando aquí, me doy cuenta de que al menos tres o cuatro niños más se han agolpado junto al mostrador y están haciendo alguna especie de apuesta sobre cuántas veces tardarán. ¿Cuántas veces tardarán de qué? ¿No es inmediato? Sin poder evitarlo, me meto en la conversación. 

- ¿Se puede tardar tanto? ¿No eliges tú la varita?- En ese instante me doy cuenta de que no tengo ni idea de cómo eliges la varita. ¿En qué hay que fijarse? Tomando como punto de referencia los videojuegos, suponía que cuanto más nueva fuera la varita mejor funcionaría. Pero ahí todo parecía tan sumamente viejo y cubierto de polvo. Levanto la vista hacia mi padre, que ha terminado por acercarse al mostrador, seguido de cerca por Erika, interrogante. Quien quiera que le hubiera dado las instrucciones, seguro que le había explicado también cómo elegir la varita.

Se acercó un poco más al grupo de niños, aún negándose a avanzar sola. 

Un gusto, Jarek. - le dio un apretón de mano sonriendo - Él es James. - presentó al hombre al resto de los chicos.

Aunque no parecía que todos se llevaran muy bien, cada uno de ellos estaba tan perdido como ella respecto a que sería de ellos y que les significaría este nuevo comienzo, por lo que encontró cierta comodidad en ese conocimiento, el suficiente para adquirir un poco más de confianza para relacionarse con el resto sin temores o demasiada precaución. De todas maneras, en el peor de los casos, sabía que James la cuidaría.

Dos suena genial. ¡Pero sin arrepentirse luego! - dijo mientras cerraba el trato. 

¿Janna?

Pasé la mirada de Agnes a mi hermano varias veces. No tenía ni idea de quién hablaba y, por lo que dijo la chica, se me debía estar notando en la cara. Se me escapó una sonrisa maliciosa pero, viendo la expresión de Niall, prefería no seguir con el tema, por lo menos delante de Agnes. Yo no era como Darren, todo el día haciendo bromas hasta que alguno acababa enfadándose con él, yo sabía cuando tenía que parar, sobre todo cuando se trataba de Niall. A pesar de que me sentía un poco molesta porque no me hubiera comentado algo sobre Janna, preferí esperar a preguntarle cuando estuviéramos solos. Del resto de conversación no entendí nada, así que esperé pacientemente a que terminaran de hablar en clave.

-¿Tú tambien estás en Ravenclaw como Niall? -Sabía que Agnes estaba en Slytherin, pero preferí hacerme la tonta-. A ver en qué casa entro... Tener mi varita, mirar los libros y saber en qué casa me va a tocar son las cosas que más me preocupan ahora mismo.

Miré en dirección a mi abuelo para saber si le faltaba mucho. Al nombrar la varita me acordé que era lo que primero quería haber hecho... Sólo esperaba que no hubiera tanta gente como antes.

Jules había estado observando la interacción de su hija con interés y aunque la reacción del otro niño no había sido la que hubiera deseado para Caliope no parecía molesto.

- No te preocupes, puede que necesite encontrarse antes a sí mismo para tratar adecuadamente a los demás. ¿Vamos? - había dejado caer aquel comentario con una sonrisa serena en los labios, contemplando el punto por el que Alexander se había marchado -. ¿Así que un camaleón? ¿está contemplado en la carta? - preguntó con acierto su padre, mirándola de reojo mientras la guiaba por la transitada calle, esquivando a los compradores como quien está acostumbrado a hacerlo de diario y saludando ocasionalmente a alguno de los vendedores.

No tardaron en hallarse ante la tienda de varitas junto, a la cual entraron sin demora.

El viejo vendedor de varitas se encontró pronto con su tienda abarrotada de ruidosos niños que parloteaban sin cesar, aunque no pareció importarle, sonrió con benevolencia poco después de entregarle la caja al tal Jason, mirando por encima del mostrador a los niños que se habían acercado a preguntar. Justo en el momento en que el hombre iniciaba su respuesta entró Caliope con su padre.

- Por supuesto que existen los dragones, animales nobles y poderosos, por eso se hacen varitas de su esencia, para mantener algo del magnífico carácter de esos animales. No se preocupe señora - se apresuró a decir con las manos alzadas pidiendo calma al ver como la abuela de Erik se acercaba a él con ademán de refrenar a su nieto -. La curiosidad es natural y nosotros debemos alentarla cuando son tan jóvenes. La ciencia muggle no puede explicar la magia, ni tampoco el funcionamiento de las varitas, ¿señor...? - dejó las palabras en el aire esperando a que Erik respondiera presentándose, aunque antes de que el niño contestara dirigió su mirada a Troy y a Violet -. No seáis tímidos, acercaros.

Jason seguía sosteniendo su varita con veneración, algo que era ridículo cuando a simple vista parecía un simple palo de madera. En aquel instante sus padres habían visto a los de Lizbeth y se saludaban con claro alivio en la voz.

- ¿Has visto, Lizbeth? ¡He hecho magia! - parecía sumamente emocionado mientras le mostraba la varita a su amiga, pero era incapaz de dejarla quieta, cambiándola de ángulo para apreciarla en todo su esplendor -. Antes he ido a comprar calderos y me han llamado muggle - soltó una risa divertida, como si aquello fuera magnífico -. Creo que es la primera vez que estoy deseando que empiece el curso.

Troy asintió ante la aclaración de Megan. Estaba dispuesto a ganar a cualquier cosa y si era en una apuesta tan interesante, con más razón. Tras estrechar la mano de la chica, escuchó la voz del vendedor de varitas.

Le miró y la sonrisa se le borró de la cara. Había llegado el momento. Inspiró lentamente y soltó el aire por la boca con fuerza, como preparándose para empezar a correr en un partido de fútbol o quidditch. Echó una rápida mirada a Violet y se acercó hasta el mostrador. Había llegado el momento.

No sabía qué hacer, ni qué decir, por lo que se quedó allí plantado, mirando al azul eléctrico de los ojos de Ollivander, esperando instrucciones de algún tipo. Era el momento esperado.

¡Espero que sea una buena varita!

- ¿En...enserio? - Lizbeth no podía dejar de mirar ese palo de madera sujeto por Jason. Tenía los ojos abiertos como platos, los brazos tensos como la varita que en esos momentos captaban toda su atención. - ¿¿Cre....crees que yo también podré hacerla?? 

Miró a sus padres con cierto miedo, apretando con algo más de fuerza la mano de Chuck. ¿Y si pensaban que era un monstruo? ¿Y si decidían deshacerse de ella aprovechando que iba a ese colegio?

- Si... yo también quiero... - se preguntó si esas palabras eran ciertas. ¿De verdad quería comenzar el curso? ¿De verdad estaba preparada? No, por supuesto que no lo estaba. De repente algo se iluminó en su cabeza. - ¿Por qué eres muggle? - la felicidad con la que Jason había dicho eso solo podía significar de que se trataba de algo muy bueno. Fuese lo que fuese, estaba segura de que ella no lo sería. No, fijo que ella no era una muggle.