Partida Rol por web

Cosas más grandes he cazado - dice riendo, burlándose en broma de Cyrill - y más feroces... En cuanto a lo de las elfas Norwan, yo siempre me quedaré con las campesinas agradecidas de que ayudaras a su aldea... prácticamente te hacen ellas todo, las elfas son demasiado delicadas, aunque claro, acostumbradas a las maneras de los elfos, no me extraña que sean tan recatadas.

Llevaban ya varias horas caminando, el sol comenzaba a alzarse. - Cuando lleguemos a los valles esos abrigos vuestros irán directos a vuestra mochila, en las aldeas de los valles ya es primavera, y eso significa que pronto serán las festividades de la primavera - Le echó un ojo a Norwan y sonrió.

Aún quedan un par de días de camino, pero ahora que no hay nadie vigilando los caminos, hay que estar atentos para no caer en una emboscada, en estos bosques hay más cosas que orcos y trasgos. Son abundantes los dracos y los huargos cuando te adentras mucho en el bosque... y hay una tribu de ninfas con las que no os gustaría cruzaros. Son como mujeres, están buenísimas y parecen delicadas mujercitas, pero una simple mirada de sus ojos y si tienes suerte te quedarás ciego... si la suerte no está de vuestro lado caeréis fulminados.

Cuando la gran loba blanca acudió a la llamada de Cyrill, Norwan acercó una de sus manos a su hocico, sin miedo, para dejarse oler. A la loba no le costaría mucho capturar su olor corporal, pues no era de los que se lavaban a diario. Sabía bien que había que mostrarse seguro ante cualquier lobo, y dejarles olisquearte era la mejor forma de hacerles saber que no eras amenaza.

En las tierras donde nací, muchos tienen lobos como guardianes de sus hogares. No hay animal más fiel si los crías de pequeños. Sin duda esta loba es un buen ejemplar. ¿La criaste desde pequeña? - preguntó a Cyrill.

Tenía un amigo de joven, llamado Vruulor, que decidió criar a un cachorro de hudargo. Uno que encontró en una madriguera cuando mató a su madre que se dedicaba a comerse su ganado. Mala idea. - negó con la cabeza - Cuando el cachorro creció también se dedico a matar a las reses, por puro divertimento. Mi amigo lo reprendió con una vara, le costó el brazo, de codo para abajo. Casi se desangra. Hubo que hacer una batida para dar con el hudargo y darle muerte. Ahora su piel es una buena alfombra en la chimenea de Vruulor. - Se encogió de hombros como si tal cosa y continuó caminando.

Escuchó a Karcos hablar sobre las ninfas y rio entre dientes.- Pues como todas las mujeres tendrán que fornicar con machos para procrear. No creo que salgan de las flores, sin más. Si sus ojos son tan mortíferos como dices, se les ata una bolsa a la cabeza y solucionado. Para aparearse, que yo sepa, no es necesario cabeza alguna. - bromeó dando una palmada en el hombro de Karcos.

Las ninfas solo se relacionan con los humanos más apuestos para esas cosas, y nosotros tres, cada cual más feo que el anterior, tendríamos suerte si no deciden matarnos. Si aparecen, darás gracias por llevar a dos mujeres con nosotros.

Dilo por ti. Si me afeitase mi querida barba y me cortase el pelo, verías lo bien parecido que soy. - soltó una carcajada riéndose de su propio chascarrillo.

Sales del callejón tras cambiar de identidad, ahora, por la calle veías a personas que habías visto antes, con las que incluso habías hablado, que ni siquiera te reconocían. Azuzaste a tus caballos para que se dieran prisa para unirte a tus compañeros, aceleraste la marcha una vez habías salido de la ciudad y llegaste al galope al portón, pero allí no había nadie. Supusiste que Karcos no había detenido al grupo para no fastidiar tu coartada de desconocido recién llegado y seguiste al trote hasta que viste al primero de ellos, la muchacha de la armadura con la que habías hablado el día anterior, Eralissa, y luego al resto de ellos: Karcos, el muchacho con el que había aparecido el día anterior, el guerrero que no había dudado en apuntarse a la misión, y la maga con el tatuaje del dragón, que ahora no se veía por las ropas de abrigo.

- Un huargo como criatura domestica.... no es del todo buena idea. Normal que le pasara, lo que le pasó...... Luna es una loba fantástica, la he estado cuidando desde hace unos cuatro años, si tu supieras la de veces que me a salvado el pescuezo, una vez mato a dos trasgos ella sola , sin duda alguna me a salvado la vida en mas de una ocasión. Cyrill acaricia el pelo de su loba y esta le responde jugeteando con su cola. - Me la encontre sola junto al cadáver de su madre, la pobre habia muerto de hambre.Dicho esto Cryrill ve la preocupación de una de sus compañeras por la presencia de luna. 

- No te preocupes, ella no atacara nunca a menos de que yo se lo diga antes o alguien me ataque a mi.  Lo mejor de todo, esque ella siempre va a estar alerta cuando tengamos que acampar, considérala nuestra voz de alarma personal. Dicho esto mira hacia Karcos y le dice.

- No creo que unas ninfas se interesen en nosotros, sin motivos no suelen atacar. Aunque claro, como en todo siempre existen excepciones, además con cortesía y un toque de comprensión puede que incluso tengamos una aventura con ellas. Cyrill ríe con alegría intentando hacer el viaje lo mas ameno posible para el y sus compañeros.

El grupo llevaba un buen tramo recorrido cuando de pronto escucho un silvida proveniente de atras. Un hombre al trote en una yegua blanca y poderosa, y a su vez, acompañado de otro semental de color marron y sin mas carga que unas alforjas, les estaba silvando al mismo tiempo que les hacia señas de alto con el brazo. A medida que se aproximaba se podia apreciar que se trataba de un explorador, aunque al acercarse a pocos pasos ya no estaba tan claro, pues pese a los ropajes de cuero y pieles en tonos marrones y verdes, con la confeccion tipica de los montaraces, el hecho de portar un estoque era algo confuso, incluso los dos caballos de guerra que le acompañaban no eran signos tipicos de un simple explorador, sino de uno mas bien exotico. La cara era de un semblante serio, fuerte y penetrante, aunque no adolecia de las marcas inconfundibles de quienes pasan mucho tiempo en el campo y a la intemperie, toda una suerte para el, por lo que era mas probable que hubiese servido como explorador o mensajero de alguna legion de los reinos del sur, que como un simple explorador o cazador, pues su fisico atletico y de complexion media fuerte denotava que era alguien que de una u otra forma, se ejercitaba bastante. -Buenos dias caballeros... señoras, ya me advirtio el señor Declan que todos ustedes partirian temprano, pero mis anteriores obligaciones me han impedido unirme a ustedes en la ciudad, soy Tirios de Laagos y les acompañare hasta valleprofundo para intentar dar solucion al asunto de los Gnolls.

Bienvenido Tirios de Laagos, un brazo fuerte siempre es bienvenido. - dijo en tono irónico en clara alusión a la menor fuerza física de las mujeres que los acompañaban.

Las cuatrocientas cincuenta monedas de recompensa era por cada miembro del grupo, si fuesen a repartir, tendría que cortarte alguna parte del cuerpo ahora mismo. - bromeó bobalicón.

Bonitos caballos, ten cuidado y no los acerques demasiado a la loba, no sea que se le escape algún mordisco. - continuó con la marcha después de darle un repaso con la vista al recién llegado.

Y otra vez... - continuando con sus singulares historias - ...llegué a un poblado donde todos los aldeanos se apellidaban por su oficios; Taron el Pastor, Leila la Apicultora, Jorel el Herrero, Jideon el Panadero y Teodor el Alcalde eran algunos de los nombres que recuerdo. Aunque el que más me llamo la atención por motivos obvios fue el de Shara la Calientacamas. Ni que decir tiene que requerí sus servicios para no pasar frio en las gélidas noches del norte. En mala hora. - Gruño. - Pues Shara la Calientacamas resultó ser Manolo el Torcido. Salí de allí corriendo con tan solo los calzones puestos y mis aperos en las manos. ¡Joder, maldito pueblo de locos!. - dijo cachondeándose de si mismo.

- Es cuestión de entrenamiento y disciplina, no es complicado

Responde a Akeelah con una media sonrisa dibujada, agradeciendo su contestación. Antes de que pueda dar más explicaciones, mientras los demás hablan de ninfas y otros peligros del camino, aparece un nuevo integrante del grupo. Eralissa lo examina de arriba a abajo, con la mano apoyada en la empuñadura de la espada. No entiende como el resto se fia de él tan facilmente. Al menos sí parecía estar al tanto del objetivo de la misión.

- Mi nombre es Eralissa - dice mirándole a los ojos, asintiendo a modo de saludo. Su brillante armadura pesada había comenzado a llenarse del polvo del camino, pero todavía era posible ver con claridad la filigrana principal del pecho, representando un puño agarrando un rayo. La cabeza era la única parte de su cuerpo al descubierto, dejando ver su poco explotada belleza. El pelo, no demasiado largo, caía justo sobre el comienzo de su espalda recogido en una sencilla coleta. A un costado, la espada larga sobre la que apoyaba su mano izquierda, y en la espalda, un brillante escudo metálico con dibujos típicos de su tierra de origen. - Bienvenido

Que Saphas le bendiga y se apiade de sus oídos señor Tirios, dado que nos ha dado alcance, no importa que haya salido usted mas tarde.- El hombre parecía educado, al menos en la forma de hablar, así que Akeelah le saludo con educación a la vez que le advertía de que tendría que aguantar oír algunas cosas desagradables.

luego espero a que el resto del grupo se pusiera en marcha, para reanudar su conversación con Eralissa.

El camino continúa durante varias horas sin interrupción, el tono de las conversaciones se relaja en el momento en el que Norwan se queda sin historias obscenas que contar, luego Karcos empezó a hablar de singulares cacerías en la que había estado, historias de la región, solo para calmar el aburrimiento de los caminos.

El sol se alzaba alto, sin embargo continuasteis caminando por el momento, hasta encontrar un buen sitio en el que parar y comer. Encontrasteis un terreno apartado del camino, un pequeño claro, y parasteis para comer.

Con un pesado movimiento deja su mochila en el suelo y se que da únicamente con su ballesta y virotes. - Cyrill, ven conmigo, busquemos algo de comer, los demás podéis buscar madera seca para hacer una buena lumbre, tengo algunas ramitas yesqueras que arden bastante bien. - Le cedió una a Eralissa cuando pasó a su lado. - Y alguien podría vigilar por si hubiera algún peligro por los alrededores.

-Descuidar, me ocuparé de poner mi vista y mi oido alertas por cuanto pudiese suceder.

Acto seguido descabalgó y amarró al semental a un arbol junto a la yegua. Cogió su arco corto y se colgó el carcaj de flechas mientras se alejaba del lugar en el que habían ubicado su asentamiento, no alejándose más de lo necesario para poder advertir de posibles amenazas e inspeccionar los alrededores.

- Si, con el olfato de Luna nos sera fácil traer una cena en condiciones. Dicho esto se acerca hacia Karcos. - Tengo ganas de un buen venado para cenar. O un estofado de conejo, si conseguimos un conejo os cocinare un plato tradicional de mi tierra. Os va a encantar.

Tras sus palabras Cyrill comienza a alejarse del grupo, con Karcos. 

Caminabais bosque adentro siguiendo indicios para encontrar comida, recogiendo algunas vallas y raíces, hasta que finalmente encontrasteis un manzano silvestre, y luego unos cuantos más, con manzanas amarillas, maduras, toda una serie de árboles a vuestra disposición. Karcos no dudó en sacar un saco y cargarlo de las mejores manzanas de cada árbol.

Encontrasteis una pequeña senda que reconocías como una senda de ciervos. Karcos localizó unas huellas recientes y comenzó a seguir el rastro de huellas hasta que luna localizó el rastro y comenzó a correr.

Más adelante, a unos doscientos pies, tras una buena carrera, veis a un ciervo de grandes dimensiones y con la cornamenta aún no crecida. Luna, agazapada se acerca, y Karcos hace lo mismo, entonces el cazarrecompensas le lanza un virote justo antes de que la loba aprese al ciervo con las fauces, cayendo muerto en ese instante.

Venado, conejo, ave, serpiente... da igual, con que tenga carne y se pueda asar es suficiente. Igual alguna mujer se anima a hacer un buen estofado que su buena madre le enseño a cocinar y servir a los hombres, como debe ser. - dijo convencido, mientras juntaba algunas piedras formando un circulo que debía servir para la fogata.

Terminado el circulo, dejo su mochila y ballesta en el suelo, empezando a dar rodeos por los alrededores, recogiendo leña. Mientras lo hacia, echaba continuos vistazos a Tirios por si hacia alguna señal de peligro, y también de vez en cuando a las mujeres, esperando que se pusiesen a adecentar el improvisado campamento.

Era la primera vez que Akeelah "acampaba", y no tenia claro que devia hacer, sabia encender un fuego, pero parecia que Eralissa se encargaria de ello, asi que ella tendria que recoger algo de leña, Akeelah dejo con cuidado su mochila en el suelo, luego acerco su mano a un lateral de la mochila y algo salio de ella, y se subio por su brazo hasta su hombro, era un extraño lagarto, que parecia haber hecho el viaje en algun lugar de la mochila.

Luego, sin mediar palabra, Akeelah fue a buscar algo de leña tambien.

Después de estar buscando durante no mucho tiempo Cyrill , Karcos y Luna consiguieron víveres suficientes como para aguantar dos días más. Nada mas ni nada menos que un joven venado y unos Exquisitos tubérculos que encontró Luna. Cargando con el joven venado y con las setas llegaron al campamento.

- Hola ya hemos llegado, Mirad lo que hemos encontrado. Esta noche vamos a tomar una cena como dios manda. Espero que os guste. Tiene que tener la carne muy tierna, va a ser una delicia. 

Dicho esto, Cyrill dejó el venado en el campamento y comenzó a desollarlo con una de sus hachas. La piel serviría para venderla a algún peletero y sacar unas monedas de más.