Partida Rol por web

Al escuchar la voz de Karcos, se detiene junto a su yegua, mientras el semental sigue dando algunos pasos por la inercia hasta detenerse, para repasar con la mirada su alrededor al mismo tiempo que desenfunda su espada y tensa el musculo del brazo que mantiene el broquel y las riendas. Acto seguido y al comprobar la existencia de otros seres en la zona, se cierra con su yegua sobre el resto de compañeros, dirigiendo su semental al centro del grupo formado.

La situación no pintaba nada bien y Tirios no tenía ningún Dios al que encomendarse antes de la batalla ni protección divina, únicamente la suerte decidiría su destino, aunque al parecer no era el único que dependía de ella...

Cuando la plegaria termina, puede sentir cómo ha sido escuchada, y sonríe satisfecha con los ojos cerrados.

- Le he pedido ayuda, y me ha dicho que está con nosotros. No temáis nada.

Emocionada, sus palabras surgen casi entrecortadas. Recibir la bendición de su dios es algo que le llena de orgullo

El camino principal por el que caminabais era amplio, por lo que los gnolls estaban a una buena distancia del grupo, el más cercan estaba próximo a Norwan, a veinte pies a su derecha, saliendo por el umbral de una casa donde había tres gnolls. Por otro lado, a la izquierda hay cinco gnolls, repartidos en dos casas a la izquierda del grupo, dos en una casa más adelantada y tres en una casa a treinta pies del grupo.

Hacia adelante, en una casa más alejada, y preparando una fallida emboscada, hay otros tres gnolls, junto a otro gnoll, esta vez una hembra, vestida con vestiduras ceremoniales sobre una pesada armadura metálica, collares y abalorios y un escudo de acero.

Sintió el poder de la plegaría de Eralissa en su cuerpo, y le disgusto sobremanera. Era uno con Tempus, y no necesitaba ayuda de falsos dioses.

¡Guárdate las penosas bendiciones de tu dios para ti! - espetó a la mujer sin mirarla.

Se giró hacia la derecha donde estaba el gnoll más cercano, y levantó su hacha mirando al cielo. - Una nueva batalla para tu regocijo. Concédeme el favor de tu prodigiosa fuerza. Su sangre regará pronto el suelo.

Su abollada armadura dejaba ver poco de su cuerpo, pero las venas de su manos y su cuello se marcaron, parecían a punto de estallar.

Tirios agradeció para sus adentros la ayuda solicitada por Eralissa, pues en esas circunstancias toda ayuda era poca, aunque más agradecía que ella hubiese pensado en ellos, por lo menos la hacía de fiar.

Al ver el desprecio con el que Norwan rechazó la buena voluntad de Eralissa, entendió definitivamente que no se trataba de un simple mercenario, sino de un devoto bastante fanático de otra Deidad, a la cual Tirios desconocía, por lo que no tenía conocimiento de cual sería la moral de Norwan, aunque algo le indicaba que la sangre y el combate le satisfacían.

Observó que los Gnolls se encontraban a una distancia bastante alejada como para permitir alcanzarlos con su arco antes de que estos pudiesen hacer nada, así que desde la posición dominante que le ofrecía su yegua se relajó y envainó su estoque, para intentar empuñar su arco y evitar que alguna de esas bestias llegase hasta donde ellos se encontraban.

Se agitó en el sitio, observó que ninguno os movíais del sitio, a si que pasó por el lado de Norwan y cargó contra los gnolls que salían por la puerta. Su sombrero impedía la visión de sus ojos, algo que evitaba que se viera la furia con la que el cazarrecompensas cargaba contra ellos. Su precisión era impecable, sin duda era el mejor guerrero del grupo, aunque no le gustara al resto, pero incluso sus movimientos torpes eran precisos.

Se aproximó furibundo hacia el gnoll, sobre el que apoyó su mano izquerda mientra que con la espada en la derecha clavó en su cuello, llegando hasta la base del cráneo, levantando un palmo a la criatura del suelo, que cuando cayó al suelo no tenía aliento de vida en su interior suficiente para moverse.

No iba a consentir que Kargos se divirtiese solo. Ya había un gnoll muerto en el suelo y Norwan quería su parte.

Fortalecido por el poder de Tempus, parecía haber crecido en tamaño cuando se lanzó a la carrera contra uno de los gnolls. - ¡Dad batalla caraperros! !Vuestros cuerpos muertos servirán de ofrenda a mi dios!. - bramó fuera de si.

Llegó violentamente hasta uno de los gnol, pero tan precipitadamente que tropezó en el último instante, desequilibrándose y sin conseguir lanzar el golpe. Algo había hecho mal para para que Tempus lo castigase así.

Sus compañeros ya se han lanzado al ataque, por lo que no tarda en hacer lo mismo.

- Akeelah, tienen una hechicera. Intenta encargarte de ella.

Con la espada en una mano y el escudo en la otra, corre hacia otra de las casas para hacer frente a otro grupo de gnolls. Son muchos, pero parece que no demasiado peligrosos.

Pese a las palabras de Eralissa sobre que se encargará de la hechicera, vio como esta parecía estar wn desventaja, Akeelah pensó que si acababan pronto con los Gnoll que les entretengan tendrían más fuerza para enfrentarse a los demás, al menos equilibraría más el número, Akeelah se movió junto a Eralissa, dijo unas extrañas palabras y un abanico de fuego surgió de su mano alcanzando a los 3 Gnoll que estaban delante de ella y Eralissa.

Tirios observó como sus compañeros se lanzaban al combate, pero él no era de ese tipo de hombres impetuosos, en otra situación hubiese evitado el combate.

Cogió una flecha mientras observaba a la que parentaba ser una hechicera, deposito ésta en el arco mientras lo alzaba y lo volteaba hasta pornerlo en una posición vertical, al mismo tiempo tensaba la cuerda del arco hasta colocarla en su posición más extrema, la que su brazo le permitía. En ese momento se detuvo un segundo mientras enfilaba bien a la mujer con la punta de su flecha, contubo la respiración, cerró los ojos un instante y cuando los volvió a abrir, al confirmar que aún la amtenía enfilada, liberó la presión que tenía con su mano sobre la flecha para dejarla volar hasta aquella mujer.

La acción del grupo en general fue torpe, mucho más de lo que acostumbraba un grupo que por regla general por cada estocada dejaba un muerto en el suelo. La estocada de Karcos había sido precisa aunque algo torpe y había acabado con uno de los gnolls, pero le precedieron dos acciones muy torpes, de Norwan y de Eralissa que habían demostrado empíricamente que acertar la mayoría de las veces no implica acertar todas. Tirios había intentado acabar con la clérigo de Yeenoghu y su disparo fue certero y golpeo a la mujer gnoll, cuya voluntad parecía ser tal que no parecía ni siquiera herida.

La acción más relevante fue sin duda la de Akeelah, quien se había puesto en cabeza de grupo por sus acciones en combate con un conjuro muy básico pero que los gnolls no pudieron evitar. El daño infligido no les mató, sin embargo tenían quemaduras graves que les hacían replantearse su lealtad al dios Yeenoghu.

En la casa tras la jefa de los gnolls se escuchó un grito ahogado, como un grito de auxilio por alguien amordazado.

Se arrancó la flecha del hombro, la cual le había causado Tirios y se vio cómo se cerraba la herida, de forma casi automática cuando la flecha salió, entonces se vio como bajo la túnica, ser rebelaba una potente armadura de metal. Con un mangual en la mano inició una carga multitudinaria incitando a los gnolls a cargar mientras se tomaba una pócima, un bebedizo de color verdoso.

Los gnolls comienzan el contraataque de una forma cuanto menos inefectiva. El primero fue el que intentó atravesar la armadura de Norwan, el mismo que le había intentado dar con un golpe muy torpe, pero el metal paró el golpe y desvió el hacha de nuevo hacia arriba, no haciendo más que una pequeña mella. El siguiente golpe fue más afortunado, un golpe hacia Karcos del el gnoll que estaba al lado del que el cazarrecompensas había matado, quizá motivado por la visión de la muerte de su compañero y consiguió herir a Karcos en el costado, de forma superficial (-6 pg).

Posteriormente el gnoll quemado que había sido atacado por Akeelah intentó devolver el golpe pero no pudo hacer más que otro movimiento, más torpe si cabe, que acabó en la posición inicial. Los otros dos gnolls se abalanzaron sobre un peligro mayor, la maga que trataba de quemarlos y derrotarlos.

Los dos gnolls que estaban en la casa de la izquierda, más atrasados corrieron a por quien trataba de herir a su lider tratando de mantener a su caballo con vida, pero solo uno de los dos ataques llegó a su destino, un corte descendente en la carga de uno de ellos que le hirió en la pierna (-5 pg).

Recuperando el equilibrio tras el desafortunado tropiezo, había podido detener el contragolpe del caraperro a duras penas. Aquel ser no viviría mucho más. Estaba realmente enfurecido después de cometer el último error.

Esta vez se aseguro de no fallar. Levanto su hacha negra en alto, doblando las rodillas para tomar impulsó, y dio un salto hacia arriba. Luego descargo el hacha sobre la criatura, aún en el aire, para aprovecha toda su fuerza acumulada. Mientras descendía el arma se habría paso en la carne, salpicando la cara de Norwan de un rojo que para el guerrero era un manjar.

No apartes la mirada tan pronto de mi, Tempus. Te perderías grandes proezas. - bramó mirando extasiado como su victima perdía la vida por la herida gran abierta.

Tras el estrepitoso fallo de su primer ataque, logra estabilizarse justo a tiempo para evitar el ataque de uno de los gnolls. Cuando los otros dos pasan a su lado para acabar con la amenaza que supone Akeelah, lanza una rápida estocada que se clava en el costado de la criatura. Con la propia inercia del golpe, prolonga el brazo hacia el gnoll que se queda haciéndole frente.

Aquellos Gnoll habían resistido mejor las llamas de lo que Akeelah pensaba que lo harían, pero estaban medio muertos ya, Akeelah vio como uno de ello estaba a punto de hacerle un buen corte, cuando Eralissa acabo con su vida justo antes de que Akeelah recibiera el golpe. Akeelah dio un paso atras, no ajustada, sino para organizar su siguiente ataque. Dijo unas breves palabras y de sus dedos brotaron dos pequeños proyectiles luminosos que impactaron en los dos Gnoll restantes para acabar con su triste vida.