Partida Rol por web

No tenía ni idea de ese cantar Derguin, es un bonito cantar pero bastante triste la historia que cuenta.  Festus dejó que su mente flotara pensando que es lo que le había ocurrido a ese emperador. Escucho las palabras del mago, pero no las entendió bien.

Mikhon tiene razón, sus palabras siempre suenan raro y parece guardarse más de un as en la manga. Cierto que es mago, pero podra ver el futuro realmente como dice su pupilo?

No esconde nada, Mikha - Dije, tumbada y con los ojos cerrados - Lo esencial es invisible a los ojos, y nadie puede ver por otra persona. - Bostezo y añado - No me entiendas mal, puedo estar perfectamente equivocada.

Cada uno es esclavo de lo que dice y solo dueño de sus silencios. Dijo Derguín, tomando la cita de algo que había leido. Si yo hubiera experimentado tanto como parece haberlo hecho Linar, supongo que también sería celoso de lo que se. Todo ello no quita que también me muera de curiosidad.

Y era cierto, ¿realmente Linar había conocido a Minos? Pero eso significaba que debía de tener cientos de años...Casi prefería no pensar en ello, casi.

- Siempre ha habido hechos que se ocultan a la mayoría, y también otros que se ofrecen a la vista de todos, pero que nadie alcanza entender. Os movéis en un estecho sendero, rodeados por sombras que apenas atisbáis, salvo en vuestras peores pesadillas. Gracias a eso continuáis vuetro camino en la creencia de que todo a vuestro alredeor es luz. Los Kalagorinôr vemos la oscuridad que rodea la senda, y tratamos de impedir que la invada, pues si las sombras acaban cerrándola... el hombre se perderá. Por ello es mejor que no sepáis más de lo que ya sabéis.

Al día siguiente continuáis el viaje sin incidentes. La rutina se instaura en cada jornada: os levantáis al amanecer y viajáis de día rápido, pero sin forzar los caballos. A media tarde os detenéis para que Derguín y Llywelyn entrenen con Kratos, quien les increpa constantemente por más que se esfuerzan.

Mikha también aprende con su maestro, y también parece disgustado por la velocidad de sus avances. Sin embargo, nadie se da por vencido y cada día vuelven a trabajar lo más duro posible, igual que el día anterior.

Algunas jornadas más tarde, el cielo se llena de nubes y amenaza tormenta. El grupo decide que esa noche será mejor pasarla en una posada.

La taberna de la posada está muy animada, y en ella toca un grupo de juglares. Durante la cena, comienzan a interpretar una jipurna, un baile guerrero creado para los que practican el baile de la espada. En cuanto empieza a sonar, Derguín y Kratos saltan al centro de la taberna y se ponen a bailar haciendo cabriolas cada vez más desenfrenadas, mientras el resto de los clientes les hacen hueco, entre admirados y temerosos de lo que pueda pasar con esos dos espadachines haciendo el loco al ritmo cada vez más rápido de los laudes.

Sonrío desde una de las esquinas de la taberna, agotada. y esto es de lo que nos protegen a las mujeres... Del vino, el metal y la diversión... que injusto. -Sonreí y bebí un trago (estaba demasiado fuerte para mi)

Me acerqué a Festus y le dije por lo bajo:-

Disculpa mi ignorancia, Festus, pero... ¿De quién se supone que estábamos huyendo? Estoy algo desubicada. Sé que nos vamos a Zirna, a que Derguín sea entrenado, pero... poco más. Y, sin duda debe haber algo más grave en el fondo; ¿me equivoco?

¡Una jipurna! Que bien le iba a venir aquello para despejarse a Derguín para evadirse de los días de duro entrenamiento que llevaban. Y bien que se alegro cuando Kratos le acompañó, sus métodos de aprendizaje eran duros y a veces era demasiado serio incluso para ser ainari, pero ni él podría resistirse, como buen tahedoran, a una jipurna.

Los viejos huesos de Kratos todavía le permitían bailar como se debía aunque su estilo clásico quedaba empequeñecido por la gracia y la flexibilidad de su alumno.

Tras largos días de viaje, la parada en la taberna le resulto muy agradable a Festus. Estaba acostumbrado a viajar y a las penurias que ello conllevaba, pero eso no implicaba que no disfrutara de una magnifica velada en una velada, saboreando una agradable cena, con el resto de sus compañeros. Festus más sociable que el resto se mezcla con el resto de viajeros e intenta sacar algo de información de como esta su destino, de si conocen la muerte del Zemalnit y la seguridad en los caminos.

Tras acabar la cena, suena una jipurna y Festus sonrie mientras ve a Derguin y Kratos bailar y demostrar que son grandes espadachines. Nunca me habría imaginado al mismisimo Tah Kratos bailando JAJA.

La joven Llywelin se acercó a Festus. Esta muchacha parece que nunca ha estado en una taberna y no sabe como divertirse jaja.

Festus sonrió ante las preguntas de la joven.

Gustoso te respondere, pero has de saber que ahora es momento de relajarnos y disfrutar no creo que tengamos muchos mejores momentos a partir de ahora.

La verdad es que me sorprende que hayas tardado tanto en preguntar, te has embarcado en un viaje peligroso, has sido bastante impulsiva, pero tras ver como manejas la espada, creo que nos vas a ser de gran ayuda.

Llywelin, nos dirigimos a Khoras para que Derguín y Kratos se presenten al certamen por la espada de fuego. El zemalnit, otrora el lider de la horda roja, fué supuestamente asesinado por Aperión, otro hombre fuerte de la Horda y rival de Kratos. Nuestra salida de la Horda fué complicada por así decirlo. Se que Kratos ansia Zemal y convertirse en el lider de la Horda, yo por mi parte solo busco venganza, quiero la muerte de Aperión, esté ordeno la muerte de mi hermana por ser la concubina de Kratos. Kratos juro ayudarme.

El ritmo de la jipurna se hace cada vez más rápido, y Derguín baila como un endemoniado, mientras Kratos trata de seguirle el ritmo, sintiendo que las largas jornadas de viaje comienzan a pasarle factura a sus ya no tan jóvenes huesos. En un momento dado, los dos guerreros sacan sus espadas y las entrecruzan una y otra vez en una serie de molinetes y florituras que muchas veces hace que las hojas se queden a escasos milímetros de la piel del otro, pero sin llegar nunca a tocarle.

En la mesa, mientras Llywelyn habla con Festus, empieza a notar como sus pies y sus dedos llevan el ritmo de la música de manera prácticamente inevitable, y cerca de ella, Mikha hace lo mismo, como si la música prácticamente les obligase a moverse.

- La jipurna es una música creada especialmente para los tahedoranes. Yo no soy más que un iniciado, y Llywelyn tampoco es una auténtica guerrera, pero aquellos que han dedicado su vida al estudio del arte de la espada, no pueden resistirse a la llamada de este baile - explica Mikhon a Linar, que observa con curiosidad el frenesí danzarín de los dos espadachines.

Algo preocupada, hago un gesto con la cabeza a Festus indicando a los juglares. Miro a Derguín y a Kratos y les llamo con la mano, echando discretamente la otra sobre el cuchillo que llevo bajo las ropas.

- Tú también te has dado cuenta ¿no? - dice Mikha a Llywelyn -. Aquí pasa algo, hay una trampa pero... la Jipurna no se puede parar. Una vez que han empezado, tienen que acabar.

Un par de minutos más tarde, terminó la música, y Derguín y Kratos terminaron pegados, espalda contra espalda, ambos apuntando con sus espadas a enemigos imaginarios.

Hubo un segundo de silencio, y después la sala entera rompió en una ovación como no se había oido en toda la noche. Los dos guerreros, sudorosos, besaron sus espadas y las devolvieron a las fundas y recibieron las felicitaciones de los parroquianos, que se ofrecieron a invitarles a unas jarras de cerveza.

En ese momento se abrió la puerta de la posada, y alguien entró a la carrera.

- ¡Os han robado un caballo!

Tardaron un instante en darse cuenta de que se lo decía a ellos...

Me levanto lentamente, apurando mi jarra -Festus, intentad recuperar el caballo. - Miré a ambos lados, y añadí en un tono sombrío- Tengo algo que hacer. - Miré a Mikhon y añadí- Cúbreme. -Me acerqué a uno de los bardos a buen paso y saqué uno de los cuchillos, clavándolo en una mesa a su lado.

-Sólo te lo diré una vez, patético feriante. ¡¡Dime quién lo ha robado, para quién trabajas, hacia donde va el caballo!! - Saqué otra daga con la otra mano y añadí -Dímelo y tu mujer no tendrá nada que echar en falta.- Apunté con la daga hacia sus atributos, y con un gesto airado levanté la cabeza, con una sonrisa torcida... y algo maníaca- No sé si me entiendes.