Partida Rol por web

El marino negro empieza a temblar con la frase de Rembrandt, pero después de los gritos de Radovick parece dispuesto a mearse encima. No obstante, los jugadores de cartas miraron al trío con hosquedad. Parecía que no estaban acostumbrados a que llegase nadie para amenazar su tranquila velada de póker. Cuatro pares de ojos se centraron en los hermanos De Graff y en Ayan.

-Yo… yo… No sé nada… -El marino se apretaba la herida que había sufrido en la refriega de la noche, en el Gancho del Carnicero-. ¿Qué ha pasado…?

Salvo sus balbuceos, no se oía un chirrido de sillas. Solo silencio… y tensión.

creo que ha sido critico no¿?

Radovick se dio cuenta, por el rabillo del ojo, cómo uno de los que jugaban a las cartas sacaba un estilete de su bota y calculaba a quién podría lanzársela.

Digo despectivamente a uno de los jugadores de cartas, que al parecer quiere apuntarse a la gresca:- Ese va a ser tu último cuchillo como lo lances a alguno de nosotros, despojo- Sonrio sardonicamente:- Creo que vuestro compañero sabe de que soy capaz, y está vez no voy a interrumpirme de atravesar cerdos, hasta que no se me diga donde está mi hermana...- Y me pongo en posición de combate, dispuesto a enfrentarme a quien sea de la posada, con mi espada sedienta de sangre. Cualquier acción agresiva hara que me lance contra cualquier villano que se entrometa en mi camino.

- Ya me parecía que llevábamos demasiadas frases seguidas amenazantes como para que nadie hubiera intentad motarnos.. - Pensé mirando de reojo al hombre del cuchillo que miraba Radovick.

No me gustaba nada cómo podía ponerse esto en el caso de haber bronca, aunque realmente tampoco es que esperara otra reacción entrando en una taberna con acusaciones. Esos hombres, eran unos malnacidos, que venderían a su propia madre en caso de que sacaran una buena tajada por ella, así que no era de esperar otro comportamiento.

Continué sin hacer nada, aunque tratando de no perder ojo con lo que sucedía a mi alrededor, ya que la cosa se me antojaba demasiado tensa.

En cuanto el negro contestó puso una cara triste, dejando caer los hombros. - Oooooooooh... - y entonces, repentinamente, tensó los músculos y lanzó una flecha que se clavó a unos diez centímetros de la cabeza del marinero. - ¡¡Error!! Esa no es la respuesta correcta... ¡Sólo te queda una oportunidad para ganar el premio de hoy: un vale por un 'No acabar siendo comida de peces esta noche.'! -

- Una anotación, hermanito.- Comentó Rembrandt girando su cabeza un segundo. - Si lo lanza no será su último cuchillo. El último será el que se clave en su garganta. Y a todo esto, ese además de cuchillos esconde picas en su manga... y no, no hablo de un arma, precisamente. Ahora bien, volvamos a lo que nos ocupaba. -

- ¿Será inteligente el concursante y dirá la localización de la joven a los apuestos hermanos De Graff o será tan insensato de dejarse matar para protejer a un hombre que no pagaría ni una moneda de cobre por él? - dijo con voz de feriante, volviendo a tensar el arco. - ¡Se acaba el tiempo! -

Una bravuconada como la de Radovick podría haber sido contestada con el chirrido de las sillas y el desenvaine de espadas, pero su aspecto y su espada eran demasiado imponentes para ello. En lugar de eso, todos enmudecieron, viendo que la gresca no iba con ellos.

El marinero se meó encima cuando la flecha zumbó junto a su oreja. Miró a Rembrandt lleno de angustia.

-¿La que iba con vosotros, la p... la chica? Yo... No sé nada, en serio, no sé nada. Si la han... la han secuestrado quizás sea cosa de Bartel. ¡Yo no he sido! Está en los muelles, seguro, en su barco. P-preguntad por el Sonrisa de Perro, seguro que todo el mundo os dice donde está -lloriqueó levantando los brazos en señal de indefensión.

Ante el débil esfínter de aquel 'marinero' Rembrandt puso cara de asco. Bajó el arco al fin. - ¡Bingo! ¿Ves como no era tan difícil? Bueno, nosotros hemos acabado aquí, ¿no? - el novel se giró hacia su hermano y la joven, torciendo automáticamente la sonrisa - Por Abel, 'Sonrisa de Perro', no he oído nombre con peor gusto en mi vida. -

- ¿Nos vamos? Me han entrado repentinamente ganas de visitar los muelles. El olor a mar, el olor de la noche, el de los marineros olorosos, el de los cajones vacíos impregnados de meadas... - dijo Rembrandt, con cara de 'qué asco'.

- Sí, creo que me parece una gran idea eso de salir de aquí.. - No levanté demasiado la voz para hablar, ya que me gustaba eso de no llamar la atención más de lo que pudiera defenderme. Lo de sacar información, pues parecía que estos dos sabía lo que se hacían y sino, actuaban muy pero que muy bien, ya que se lo habían tragado con creces.

Comencé a caminar esta vez la primera hacia la salida, aunque girando la cabeza hacia detrás continuamente hasta que estuve fuera, ya que sabiendo que tenían cosas que lanzar a mano no me apetecía ningún tatuaje..

El tío se ha meado encima. Si me empiezo a reír no acabo. Cómo se nota que en los puertos uno evacúa donde puede. Sigo a Ayan y a mi hermano fuera, después de echarle otra mirada intimidatoria al tipo al que interrogamos primero. El meón ya está bastante acojonado y los otros me dan igual.

Ayan va girando la cabeza. Según salimos ponemos rumbo al puerto; Adelanto a Rembrandt de dos zancadas y me pongo cerca de la chica. En contraste a mi aspecto burlón y agresivo de hacía un momento, ahora parezco zalamero.

-Espero que no tengas mala opinión de nosotros por esto. Son rufianes y los tratamos como tal. Otra clase de personas, en cambio, ha de recibir un trato bien distinto... a propósito, ¿sabes tú dónde está el Sonrisa de Perro? -supongo que no, pero busco la manera de iniciar conversación hasta que lleguemos al puerto.

- Oye hermanito, no es por nada... pero siempre puedes intentar ligar cuando tengamos a Adelheid con nosotros. Así que córtate un poco o acabaré cortándote yo otra cosa. Ahora bien, no pienso dejarme los cuartos para encontrar un maldito barco, así que seguidme la corriente. No te asustes, ¿eh? Radovick, en cuanto se le acerque le pegas con toda la fuerza que tengas en la cabeza, a ver si conseguimos que se desmaye. - dijo el novel a Ayan, sujetando con fuerza (aunque intentando no apretar demasiado) un brazo con ambas manos. Una vez en el puerto busca con la mirada al primer 'marinero' que encuentre, llamando su atención. - ¡Eh, tú! ¿Quieres ganarte un rato de entretenimiento con esta preciosidad? Pues dinos pronto dónde podemos encontrar el 'Sonrisa de Perro' y te dejaremos que te diviertas con ella hasta que volvamos. -

Con todo el teatro que Rembrandt es capaz de hacer intenta zarandear un poco a Ayan. - ¡No vas a conseguir escaparte por mucho que te muevas, puta! -

El marinero, un viejo con una camisa de rayas azules y negras, se rascó la cabeza. Miraba a Ayan y los ojos le brillaban de lujuria, pero no parecía muy convencido. A decir verdad, no era alguien de muchas luces.

Señaló al fondo del muelle dos.

-De noche todos los putos barcos son iguales, pero es ese de ahí. Y ahora, ¿qué?

El cambio de actitud de Radovick me hizo sonreir, hasta el punto de que casi me echo a reir a carcajada limpia allí en medio, pero las palabras de su hermano me hicieron volver a mi compostura habitual, al menos hasta que escuché el plan y me zarandeó sin que le costara demasiado esfuerzo..

Miré al joven como si quisiera darle una patada en su bonito trasero, que era exactamente lo que me estaba apeteciendo y luego opté por ponermeun poco borde, que no sabía si lo estaba haciendo a posta o es que lo veía un plan factible de verdad.

- Sabes que como me ponga una mano encima le va a doler a él y te va a doler a ti ¿ verdad?

Miró con mala cara a Rembrandt, y le digo al marinero:- Conformate con una moneda de plata y dejemoslo, que mi pobre hermano, desgraciadamente se le reblandecio el cerebro, y no piensa lo que dice, y un capón se va a llevar...- Me pongo enfrente de la mujer y le susurro:- Perdona, lo de antes, pero es que cuando veo una belleza como vos, me vuelvo más tonto que mi hermano... si cabe.- Espero que el marinero acepte mi moneda, sino pues espero que el tamaño de mi espada le espante, no quiero una pelea innecesaria por la memez de mi hermano...

Rembrandt pareció quedarse congelado un momento y entonces empezó a morderse el labio inferior y a apretar el puño. Ahora estaba dudando entre pegarle al marinero o a su hermano. ¡Él sólo quería tener la información sin dar nada a cambio! ¿Acaso era tan difícil? Ahora habían perdido una moneda de plata, él había quedado mal con Ayan y daría gracias si ahora aquel tipo no exigía a la chica.

¡Pues que les den a todos! Eso fue lo que se le pasó por la cabeza. Todos sabían que él era el inteligente... ¿por qué el idiota de su hermano no acababa de dejarle hacer lo que mejor se le daba? Sin murmurar palabra el novel empezó a andar dejando atrás al marinero y a la parejita. Casi podía oírse el rechinar de sus dientes y el roce de sus uñas contra la palma de su mano.

Pues me iré al barco, rescataré yo solo a Adelheid y nos largaremos de este maldito antro. Allá el blanquito con sus asuntos, por mi puede follarse a todo Puerto Tibas mientras le roban y matan a su familia. Espera, lo último no, que entonces me matarían a mi... Bueno, pues nos largaremos y montaré un buen negocio fuera de aquí. ¡Y con más mujeres!

Así que el novel avanzó hasta el que supuestamente era el 'Sonrisa de Perro', atento por si había alguien vigilando el lugar.

El marinero recibió la moneda y miró a la mujer. No se supo qué le pasaba por la cabeza, pero después de un instante debió de decidir que más valía plata en mano que espadazo en el vientre, así que siguió su camino sin preocuparse demasiado de aquellos tres raros.

Volví a sonreir ante la galantería de Radovick, que parecía no tener fin, aunque la sonrisa, volvió a no durar demasiado ya que vi la reaccion de Rembrandt que parecía haberse enfadado. Fui tras él y observé como le daba la moneda al marinero, aunque no me gustó nada la mirada que me había echado.

- A eso me refería con lo de como me pusiera la mano encima.. - Pensé con resignación poniendo cara de asco.

No tardé en tratar de arreglar lo que parecía que había líado tan sólo por que me había incomodado un poco la reacción del hermano tranquilo.

- Rembrandt no te enfades hombre. No estoy acostumbrada a que sean tan.. no sé como denominarlo, a que me quieran explicar los planes casi llevándolos a cabo.. Supongo que no tengo demsiados amigos y.. Perdona, no quería resultar brusca.

La verdad es que normalmente la que se ponía a hacer planes sin ayuda era yo. Lo que tenía no saber pelear con un arma y llevar tanto tiempo dedicándote a la magia, es que todo lo de tu alrededor acababa vinculándose a ella y que tuviera que pensar y rependar todas y cada una de las cosas que hacía, me costaba ser tan spontánea.

Le digo a Aya:-Dejalo que refunfuñe, bien se lo merece, por ser tan avaro como no dar cualquier cosa posible por su familia, como una misera moneda de plata. Y otra vez, sabe que puede que él sea el que lleva las cosas de conversaciones y tratos, por que se lo reconozco yo soy menos inteligente que él, pero no por eso debe olvidar que yo no soy un maton de barrio a su disposición, prometi a nuestros padres que los protegeria más no que no se olvide, que no lo hare de estupideces...- Se que se va a enfadar, pero lo de que todo es culpa mia por disfrutar del sexo con la camarera, me hizo bastante daño... y le digo a mi hermano:- Dejemos la disputa para después, pero si tienes algo en mente dilo a todos, y que estemos enterados, hermano. - Mientrás que yo me cruzó de brazos y digo:- Por mi, con subir y preguntar por nuestra hermana y golpearles hasta que nos lo digan bastaria...-