Partida Rol por web

El ysoki comenzó a mover el cofre y apilar diferentes objetos que se encontró por la sala para montar una cobertura pesada tras la que cubrirse de los ataques del goblin. - ¡Rodeala para que no pueda cubrirse de los dos! - le gritó al androide esperando que empezase a aprovechar la ventaja que les daba la superioridad numérica para tomar ventaja al enemigo. 

Volcando mesas, sillas, aparatos extraños que no sabe para qué sirven y otros objetos dispersos del taller, Muffin logra levantar en apenas unos segundos una barricada improvisada. Vuelca el cofre, que por suerte no se abre por estar cerrado, y se cubre tras él, mientras los humos extraños de los matraces que ha volcado le hacen toser durante un momento. 

Ika se gira con ira al ver al ysoki destrozando su taller. 

-¡Maldita rata!

Ni siquiera presta atención al disparo láser de Naga, que se queda corto y se estrella contra el pedestal de acero. La goblin alza su gran rifle eléctrico y dispara. A pesar de la cobertura, el rayo alcanza certero al ysoki, llevado con el odio visceral de la goblin sacachispas. El golpe es duro: el ysoki lo siente en todo el cuerpo, siente el sabor metálico de la sangre donde se ha mordido la lengua, el dolor en las articulaciones donde los músculos se le han contraído por la súbita descarga. Su piel humea y su segunda piel está casi quemada del todo. No aguantará otro golpe como ese. 

Naga se mueve con agilidad, acercándose a la goblin y agachándose tras las escaleras que tiene al lado. Utiliza el apoyo de un escalón para disparar a Ika y parapetarse contra el muro, con tanta rapidez que apenas le da comprobar si su tiro ha dado en el blanco. 

Mi su improvisada empalizada sirvió para que la goblin fallase sus disparos. Empezaba a notar las heridas y el sabor de su propia sangre pero habían herido varias veces a aquella dichosa goblin y Muffin confiaba en que no aguantase muchos más golpes. Tumbado tras el montón de bártulos que había apilado, el ysoki abrió fuego consiguiendo impactar de nuevo en su objetivo y rezando para que fuese suficiente para tumbarlo. 

Acorralada por ambos aventureros, Ika se levanta y carga su gran rifle eléctrico, dispuesta a acabar con el ysoki. La electricidad chisporrotea en sus manos preparando un disparo que puede ser mortal para el pequeño Muffin, pero ese movimiento la deja al descubierto. Muffin logra impactar con su táser de lleno en la sacachispas, que se retuerce y grita de dolor. 

En ese momento, Naga, blandiendo el rifle que tantas vidas esclavistas ha segado, apoya un pie en las escaleras y apoyándose en la rodilla apunta, esta vez sí, con cuidado. Si por algo son conocidos los sarcesianos es por sus rifles de francotirador, y es por un buen motivo. El arma se calienta y emite un rayo láser tan grueso como el brazo de la androide, que impacta con mortal precisión en la mandíbula de la goblin, con tanta fuerza que Ika da vueltas sobre sí misma como una peonza antes de caer redonda al suelo, con media cara convertida en una negra quemadura láser. 

Los movimientos de su pecho delatan que sigue respirando: no está muerta, solo inconsciente por todo el daño sufrido. 

Naga se acerca a Ika y le asesta una patada. La goblin no se mueve, pero los sensores de la androide delatan que sigue con vida. Se apresura a desenfundar su cuchillo, dispuesta a acabar la faena. Está segura de que en uno de los muchos cofres que hay en el laboratorio encontrará alguna pista del paradero de Vallan-7, si es que no la encuentran a ella misma. Traga saliva, porque, si su compañera está en uno de esos cofres, es muy posible que no esté de una pieza.

La rabia la inunda y, alimentada por ella, siega la vida de Ika con una expresión tan inescrutable como siempre. 

-Será mejor que nos demos prisa en registrar este sitio. No estoy segura, pero puede que queden más amigos suyos por aquí y no me haría gracia encontrarlos ahora. ¿Estás bien? -pregunta a Muffin.

Armada con su cuchillo, Naga ejecuta a Ika, un asunto bastante sangriento. Como todos los goblins, sangra como u cerdo, una sangre verde y nauseabunda. Su vida se extingue sin ni un solo grito, inconsciente como estaba. 

Ante vosotros, el taller secreto, potenciado por la arqueoanguila. Sin duda lo que haya en esos cofres puede ser de valor, aunque la propia arqueoanguila es para Muffin lo más valioso de todo... si es que encuentra el método para llevársela, claro. Un solo vistazo a los ataúdes revela que son dispositivos de alta tecnología de hibernación, diseñados para mantener en animación suspendida a criaturas durante largos períodos de tiempo. No se ve quién puede haber ahí dentro, pero sacarles sería fácil: solo pulsar unos cuantos botones. Suponiendo que las zarpas de los goblins no han roto nada, claro. 

El ysoki estaba bastante herido, por eso le tomó un momento recuperar la compostura. Se inyectó los dos sueros antes de continuar, todavía tenían mucho trabajo que hacer. Una vez estuvo en pie se dio cuenta de que no le había dicho nada al androide. Acostumbrado como estaba a trabajar solo en ocasiones se le olvidaba comunicarse cuando estaba con alguien. - Si, estoy herido pero creo que me pondré bien. Voy a abrir las cajas a ver si encontramos a Vallan-7 pero luego necesitaré descansar un poco antes de seguir. Puedes ir abriendo los cofres mientras yo me encargo de las cosas con botones y cables. Son mi especialidad. - dijo mientras se ponía manos a la obra. 

En su mente sin embargo estaba trabajando en otro problema. ¿Como iba a llevarse ese magnífico ejemplar de arqueoanguila? No tenía ni la más remota idea, pero por la punta de su cola que ese ejemplar se iba a venir con él. 

Los protocolos de seguridad y los complejos teclados de las cápsulas de hibernación no son nada para el ysoki: con solo un rato de trastear con ellos inutiliza la seguridad y se abren con un zumbido y el silbido del aire escapando. Dentro, inconscientes, hay tres androides. Parece que mediante unos cables caseros les han extraído la electricidad biológica de sus cuerpos, lo que es similar a extraer la sangre de un humano. Por lo tanto, ahora mismo sufren algo muy similar a la anemia humana, lo que les mantiene comatosos debido a la falta de energía en su interior. 

La solución es similar a la de la pérdida de sangre en otras razas: o bien recuperación lenta mediante reposo y alimento, o rápida mediante transfusión. Por suerte, a diferencia de con la sangre, no hay que preocuparse por el tipo sanguíneo o la incompatibilidad: cualquier electricidad administrada con cuidado serviría. 

Basta una mirada para comprobar que una de las tres androides inconscientes es, en efecto, Vallan-7. 

Los cofres que hay por la sala tienen cerraduras electrónicas, y están cerrados todos. El tanque de la arqueoanguila no está anclado ni pegado al suelo de ninguna forma. 

¡Está aquí! - dijo el ysoki cuando consiguió abrir los tres sarcófagos. - Voy a desviar la energía de ese increíble especímen de arqueoanguila para reponer su electricidad biológica. Está chupado, fíate de mi, Muffin sabe lo que se hace. - dijo nerviosamente mientras comenzaba a unir cables y tocar botones como un desquiciado. - ¿Que tal van esos cofres? ¿Necesitas ayuda?

Naga estaba enfrascada en la tarea de abrir los cofres cuando escuchó el grito del ysoki. El corazón le dio un vuelco en el pecho y reprimió el impulso de salir corriendo hacia allí. Escuchó el click de la cerradura electrónica y se obligó a coger aire antes de contestar a su compañero.

-Pan comido. ¿Y tú? ¿Cómo están? -Aunque notaba el corazón a punto de salírsele del pecho, su sistema biónico se encargó de regular sus pulsaciones. 

Esta era una de esas ocasiones en las que Naga se alegraba de ser un androide. 

En unos segundos, ambos aventureros demuestran ser muy competentes en el uso de la tecnología y la electrónica. Muffin comienza a mover y cambiar cables de un lado a otro frenético. Desde fuera no da mucha impresión de tener idea de lo que hace, parece más como si se hubiera vuelto loco y lo estuviese poniendo todo patas arriba, pero finalmente aprieta unos cuantos botones y la energía fluye hacia los androides en vez de salir de ellos. Pronto los tres comienzan a despertar, se remueven en sus posiciones. 

Mientras tanto, Naga ha forzado con facilidad la seguridad de los cofres, que se han abierto para ella en un momento. Dentro encuentra los tesoros de Ika: varios creditdrives, baterías estándar, sueros de curación que no tuvo tiempo de usar, y diversas herramientas. Además, en otro de los cofres encuentra lo que con toda probablidad son las pertenencias de los androides secuestrados: hay armas, armaduras, bolsas, lo que llevaban encima cuando les capturaron. 

Justo está terminando de abrir los cofres cuando los androides comienzan a levantarse de sus ataúdes. Frotándose la cabeza, miran a su alrededor desconcertados. Es Vallan-7 quien primero habla. 

La androide mira a todas partes con incomprensión, aunque el cadáver ensangrentado de Ika y los dos aventureros revolviendo en los cofres son bastante elocuentes sobre lo que ha pasado. 

-¿Dónde estoy? ¿Qué... acaba de pasar?-pregunta mientras termina de levantarse. Los otros dos androides se acercan a ella renqueantes, con las mismas preguntas en los ojos. 

Buenos días, soy Muffin, esta es Naga y somos vuestros rescatadores. - dijo con una sonrisa ratonil. - Fuistéis secuestrados por una goblin que pretendía usar los androides para sus experimentos. Ya hemos lidiado con ella. Ahora mismo estamos en algun lugar en los interiores de Absalom. Vuestro estado de salud es envidiable y si buscáis en esos cofres podréis recuperar vuestro equipo. - dijo como introducción genérica. - Tu eres Vallan-7, llevas desaparecida no más de 48h. De vosotros me temo que no dispongo de más información pero me alegro de que os encontréis bien y vamos a sacaros de aquí. - 

Naga, te importa encargarte de ellos un momento, voy a echar un ojo a la pecera a ver como diablos me voy a llevar eso. - dijo mientras se ponía a echar un vistazo alrededor de la pecera buscando una forma de llevársela de allí. 

-Joder-dijo Vallan-7, escuchando atónita a Muffin mientras se paseaba por la sala, viendo el cadáver de Ika en un charco de sangre y las máquinas del taller-Gracias por rescatarnos. ¿Os mandan los Caballeros? -Miró a Naga y a su rifle sarcesiano-¿Eres del FAA?

Corrió al cofre y se apresuró a recuperar su equipo, su chaqueta de aviador blindada y sus armas. Suspiró con alivio cuando sintió el tacto de su pistola en las manos. 

Mientras los otros dos androides murmuran agradecimientos y recuperan sus pertenencias, Muffin registra los cofres. Además de muchas cosas útiles, encuentra lo que quería: piezas. En todo el taller hay piezas de todo, desde partes de coche, baterías de naves pequeñas, imanes, bielas, pernos, engranajes, todo en un desorden absoluto. Además, la propia máquina que hay en el centro de la sala puede desmontarse también para obtener piezas. 

Parece que Muffin está en el mejor sitio para fabricar cosas, ya que el taller ofrece herramientas y superficies de trabajo suficientes como para construir algo. Sin duda con sus habilidades podría intentar construir una plataforma suspensora para la pecera.*

¿Los caballeros? - preguntó el yoski mientras se movía por el taller. - Mmm no, vamos a mi no, Naga y yo nos encontramos hace apenas una hora. Cada uno estabamos buscándote por nuestra cuenta y nos pareció mejor continuar la busqueda juntos. Yo soy un pasajero de su nave, Capitán Vallan-7, tiene usted que llevarme a Castrovel. - explicó sus motivos para estar allí. - Ahora si me disculpan, hay algo más aquí que me gustaría rescatar de manos de estas criaturas y que ha sufrido tanto como vosotros aquí encerrado. Me llevará un par de horas, pero supongo que no os vendrá mal descansar un rato tras haberos despertado en esta situación. - dijo antes de empezar a trabajar en una plataforma suspensora para la pecera. 

-El propio Ex Novo me ha enviado en vuestra búsqueda, estoy segura de que se alegrará mucho en cuanto le comunique que la misión ha sido un éxito -responde Naga, asintiendo levemente-. ¿Recordáis algo de lo que os pasó antes de que esas alimañas os atraparan? 

Naga tantea el panel intercomunicador de su brazo, suspirando aliviada al comprobar que el combate no lo ha dañado. Acto seguido, teclea un mensaje a su superior, breve pero conciso: 

MISIÓN CUMPLIDA. TODOS ESTÁN BIEN. Añade su localización y pulsa "enviar", sintiendo la satisfacción del trabajo bien hecho. Por un momento, había temido no dar nunca con los androides, pero verlos allí, confusos y desorientados, pero de una pieza, le hace sentir que todo ha merecido la pena. 

-¿Qué narices estaban intentando hacer aquí? -pregunta, más como un pensamiento en voz alta, mientras observa la gigantesca máquina del centro del taller.