Partida Rol por web

El ysoki volvió a intentar atacar a la criatura que se escabullia como una anguila. 

-Será mejor que dejes que se vaya- puntualizó la androide-. No pienso malgastar más balas en ese bicho. 

Trató de concentrarse y amplificó su sistema auditivo, segura de que su pequeña refriega habría alertado a los goblins, aunque permaneció alerta por si el gusano se lo pensaba mejor y decidía devolver el ataque del ysoki. 

Al ver que los ataques contra él fallan, el electróvoro, herido, decide que es mejor huir. En todo caso, ya se ha alimentado del disparo de Muffin, así que ahora solo le importa sobrevivir para contarlo. Con un rápido movimiento, se da la vuelta y se zambulle en el agua electrificada, desapareciendo de la vista de los dos aventureros. 

Naga miró a su alrededor, incapaz de percibir nada por sus sentidos. Probablemente los ataques de los electróvoros habrían provocado un fallo en alguno de sus sistemas. Evaluó rápidamente sus heridas, pero decidió que ninguna de ellas era grave. Se giró hacia el pequeño ysoki. 

-Muy bien, pequeño rastreador, ¿ahora hacia dónde vamos?

El ysoki miró como se escapaba aquella criatura con rabia. Su habilidad con el bastón no había sido suficiente y aquella presa se escapaba ante sus ojos sin que pudiese hacer nada. Chasqueo la lengua con molestia. - Mmm parece que por aquí hay otra subida pero no he visto ningún rastro desde que hemos bajado aquí. - dijo el ysoki antes de agacharse y buscar alguna pista de camino a la escalera. 

Aunque ni el androide ni el ysoki encuentran ninguna huella o pista en el suelo, la sala solo tiene una salida visible: una empinada escalera improvisada hecha de chapa clavada y pegada. Lleva a una trampilla que permanece cerrada, por lo menos según se ve desde abajo. 

No parece muy segura, y está húmeda por el agua que inunda la zona. No parece estar electrificada, pero aún así es peligrosa. 

Observando los problemas de Muffin para subir, Naga trepó por la escalera y le tendió una mano. No estaba segura de si aquel gesto ofendería al ysoki. Los convencionalismos sociales se le escapaban, como le ocurría a la mayoría de los de su especie. Sin decir nada, quedó a la expectativa de que su compañero aceptara o denegara la ayuda.

El ysoki vio como el androide subía con facilidad tras haber intentado subir sin éxito un par de veces. Chasqueó los dientes, nunca se le había dado bien trepar por paredes. Curioso pues su especie provenía de los roedores conocidos por una gran habilidad para trepar y aparecer en cualquier rincon de la casa.

Sin dejar que las dos caidas lo desanimasen, Muffin le hizo un gesto a Naga para que le dejase un poco de espacio y activó su mochila de salto agarrándose al último escalón antes de coger la mano que le ofrecía el androide. - Gracias. - dijo con una gran sonrisa. 

Los dos aventureros llegan arriba, en la escalera, y accionan los controles de la escotilla. Ésta se abre a un estrecho conducto por el que el ysoki pasa sin problemas, pero por el que Naga tiene dificultades para entrar arrastrándose. Tras unos tortuosos metros, por fin encuentran una nueva escotilla, esta vez en la pared vertical, que al abrirse revela una gran estancia llena del crepitar de la electricidad y el sonido metálico de las herramientas. 

La escotilla se abre unas pocas escaleras que suben, y más allá de las cuales puede verse lo que parece un improvisado taller. En una celda de contención de cristal reforzado, de forma cilíndrica, se hallan dos electróvoros cautivos, custodiados por dos goblins. Más adelante, dos brazos mecánicos enormes tienen atrapados a otros dos electróvoros que chillan y se revuelven sin poder escapar. Operando estos brazos hay otros cuatro goblins: pero esta vez no son los goblins normales. 

De entre los goblins, por lo general pocos están dotados de una inteligencia considerable, aunque todos tienen una cierta astucia natural. Sin embargo, hay veces que un goblin sufre una brutal mutación (más aún que la que ya tienen todos) al ser expuesto a ciertas ondas eléctricas. Esto es mortal en el 67% de los casos, pero cuando no, nace lo que se suele llamar "goblin sacachispas". Son los mecánicos e inventores de los goblins, con una comprensión natural e instintiva de la electricidad y sus procesos. La mayor probabilidad de supervivencia es entre hembras goblin, y la mutación les hace crecer orejas más largas y un tercer ojo en la frente, entre otras cosas. Aunque no son mucho más inteligentes que los goblins normales, sí son muy hábiles en mecánica e ingeniería. Sus experimentos favoritos, como en este caso, son sobre sujetos vivos. 

Ahora parece que entre las cuatro goblins sacachispas tienen atrapados a los electróvoros, y que están realizando alguna clase de pruebas con ellos, tal vez intentando obtener sus glándulas para fabricar armas de pulso eléctrico, o cualquier otra cosa que pase por sus mutados y malvados cerebros. 

Naga apretó los puños ante la visión de los goblins, aunque no hubo gesto alguno en su rostro que confirmara sus pensamientos. Se giró hacia el ysoki y lo miró, lanzándole una pregunta silenciosa que, pese a la inexpresividad general de su especie, confiaba en que entendiera. Preparó su pistola, lista para repartir unas cuantas balas entre aquellos seres asquerosos. 

El ysoki respondió a la mirada del robot con un asentimiento de cabeza mientras cogía su pistola de impulsos. Luego señaló a Naga y a las hembras que parecían la mayor amenaza. Lo mejor sería intentar buscar un lugar donde estuviesen menos expuestos así que el ysoki avanzó con cuidado y comenzó a recopilar cosas que podían servirle de parapeto.