Partida Rol por web

Moviéndose por el destartalado taller Muffin empieza a recolectar diferentes piezas y a colocarlas con maestría frente a ambos, formando una improvisada barrera de chapas y piezas sueltas sorprendentemente útil como cobertura. Y más importante aún, consigue hacerlo sin que ninguno de los goblins se percate de su presencia, por lo que a los pocos minutos ambos se ven tras una barricada sin que los sacachispas se hayan dado cuenta de nada. 

Impresionada por la destreza del ysoki, Naga se situó a su lado, tras el parapeto improvisado. Cambió la pistola por el rifle y apuntó a una de las criaturas que tenían más cerca. Por desgracia, en aquel momento el pulso le falló debido al ataque anterior de los electróvoros y erró el tiro, pasó de lejos a los goblins y se perdió en el techo. 

Muffin aprovechó la cobertura para tomarse su tiempo apuntando, estaba a punto de disparar cuando Naga liberó el disparo. Acostumbrado como estaba a trabajar en solitario, se sobresalto y erro el disparo. 

Los dos disparos se pierden en el techo, sobre los contenedores, el uno rojo brillante y el otro un breve destello azul. Hay un momento de confuso silencio y entonces todos los goblins se ponen a gritar a la vez y a dar órdenes en su desagradable lengua.

Muffin no se amedrantó y volvió a apuntar su arma contra uno de los goblins que estaba frente a ellos. Se escondió detrás de la cobertura y aprovechó los multiples huecos que había para escabullirse y salir por donde nadie se lo esperaba y buscar un hueco en las defensas del enemigo. 

Naga masculló una maldición antes de volver a disparar, pero en el último momento el rifle se le resbaló y falló el tiro.

Los goblins comienzan a chillar y a gritar todos a la vez, llenando la sala de ruido y órdenes. Las goblins sacachispas corren hacia los intrusos, una de ellas sobre las cajas, mientras que las demás van por el nivel del suelo. Sacan unas extrañas armas que brillan con electricidad, con la apariencia de generadores de pulso. 

Los dos goblins normales corren sobre el tanque en el que están contenidos los electróvoros y disparan. Uno de ellos falla su ataque, pero el otro logra impactar en el cuerpo de la androide. Aunque no hace daño grave, sí nota que sus sistemas se están recalentando, un disparo más comenzará a dañarlos. 

Una de las goblins sacachispas logra que los pulsos eléctricos de su extraña arma de chatarra se dirijan hacia el ysoki, que recibe el impacto en el pecho, dejándole con una quemadura en forma de tela de araña y una breve convulsión. 

Muffin recibió un impacto que le hirió y dejó un olor a pelo quemado a su alrededor. Sin achantarse a pesar de saber que estaban en inferioridad numerica y de fuerzas, el ysoki se escondió tras la barricada y comprobó la gravedad de la herida antes de volver a salir por otro agujero y abrir fuego contra otro de los goblins que allí había. 

-¡Ag!- exclama la androide, acusando el disparo-. Malditos goblins...

Se prepara para apuntar y disparar de nuevo, esta vez dando en el blanco.

El disparo del rifle de Naga da en el hombro del goblin, haciéndole dar vueltas sobre sí mismo como una peonza. Entre las vueltas y la electrocución que había sufrido antes, si cerebro no puede más, se le ponen los ojos en blanco y cae inconsciente. Mientras tanto Muffin logra impactar de lleno con su táser sobre el otro goblin, que gruñe ante el dolor de los electrodos. Los dos goblins sacachispas más alejados corren para llegar hasta los intrusos, y el goblin que queda en pie dispara a la androide, que acierta a agacharse. 

Las dos sacachispas abren fuego sobre los intrusos. La armadura de Naga desvía de forma inofensiva el primero de los disparos, pero el otro impacta en el ysoki produciéndole una nueva quemadura, que ya comienza a hacerle daño de verdad.

Naga mira de reojo a su compañero, pero no puede detenerse a comprobar la gravedad de sus heridas por sí misma. Se prepara para disparar sobre el goblin que queda, al cual se ve malherido. El impacto le da de lleno. 

Aprovecha los pocos minutos antes de que se les eche encima el resto de enemigos para agacharse junto al ysoki. 

-¿Estás bien? -le pregunta.

Muffin volvió a recibir un impacto de aquellos enemigos, no tenían la ventaja numérica y los cabrones tenían buena puntería, por mucho que hubiesen tomado cobertura seguían impactandoles como si nada. Tenía que seguir devolviendo el fuego o acabarían sucumbiendo. - Si, si, sigue disparando. Tenemos que acabar con ellos o podemos despedirnos de tu amiga.  

El certero disparo de Naga hace caer inconsciente al otro goblin, que ya ha sido electrocutado por el arma de Muffin. Cae de cara sobre el suelo metálico, tieso como un tablón. Muffin logra impactar en otro de los enemigos, pero parecen muy astutas, más que sus compañeros, y no caen en sus trucos. Los cuatro sacachispas abren fuego con sus armas experimentales sobre los dos aventureros, y su pequeño refugio improvisado se convierte en una tormenta eléctrica. La barricada les salva de lo peor del daño, pero aún así en la piel de Muffin aparecen quemaduras eléctricas y en el metal de Naga líneas de abrasión del color del óxido. 

Necesitaban ayuda, y rápido. Aquellos endiablados goblins tenían buena puntería, quizás... El ysoki apuntó contra la cerradura electrónica que retenía a uno de los electrovoros que tantos problemas les habían causado antes. Si conseguían liberarlos, tendrían un apoyo extra en ese combate. Rezó por qué su disparo hubiese sido efectivo y luego se tiró al suelo cubriéndose por completo tras el parapeto. 

Naga vio lo que pretendía su compañero y lo imitó, no sin antes disparar a una de los goblins. Acto seguido, se echó cuerpo a tierra.

Las sacachispas ríen ante el disparo de Muffin, sin duda creyendo que ha fallado, cuando en realidad su ataque ha dado en el blanco: la cerradura electrónica, que comienza a echar chispas y fundirse ante la descarga. Solo con un disparo como ese no es suficiente como para que falle, pero está cerca de dejar de funcionar y desbloquearse, liberando a dos electróvoros muy enfadados en una sala llena de su alimento: electricidad. 

Las sacachispas, confiadas en su superioridad numérica y de fuerzas, disparan al unísono contra los intrusos sus rifles eléctricos caseros, pero Naga ha acertado a tumbarse justo antes y los disparos pasan sobre ella, mientras que Muffin esquiva con notable agilidad los rayos que salen despedidos hacia él. Naga encuentra un hueco en la cobertura improvisada por el que dispara certera su rifle de la Diáspora sobre una de las goblin, que gime y a punto está de perder el conocimiento.