Partida Rol por web

El shirren inspeccionó ambos buggys, decantándose por el que estaba en mejores condiciones para iniciar el viaje. Viaje que fue sorprendentemente solitario y tranquilo. La batalla sin duda debía haber espantado a las criaturas que habitaban aquella selva. Pobres animales... Menos mal que pronto ellos se irían y podrían recuperar la normalidad.

La conducción de aquel vehículo no resultó nada fácil. ¡Se parecía menos a una nave espacial de lo que podría parecer en un primer momento! Pero tras las dificultades iniciales, Schwick consiguió pillarle el truco lo bastante como para poder conducir sin mayores complicaciones y llegar a la base goblin.

Dejando el vehículo aparcado en un lugar seguro, el shirren se acercó junto a su capitán a la entrada de la cueva. Rezumaba esencia de goblin espacial hasta el punto de hacer que casi se le rizaran las antenas.

 -Definitivamente éste es el lugar, capitán. Entremos, cuanto antes realicemos esta tarea, mejor.

Para poder ayudar a Varath y Daarya y darles algo de tranquilidad después de lo que habían pasado. Y también porque a él le apetecía descansar después de aquella batalla campal. Pasarse una noche tranquila, tomando un zumito de bayas y mirando las constelaciones que podían verse en el cielo de Castrovel... Sonaba maravilloso.

Schwick avanzó despacio por la caverna, procurando no hacer ruido para no alertar innecesariamente a los habitantes del lugar. Pronto se encontró con una bifurcación en el camino. Y eso implicaba que tendría que... Decidir a dónde moverse. ¿Izquierda a las escaleras o de frente por el pasillo? No era sencillo, ya que quería explorar toda la caverna en el menor tiempo posible.

 -Capitán, si me lo permite, creo que deberíamos hacer una marca en esta pared y seguir adelante por el pasillo. Sí, creo que es la mejor decisión.

Hacia adelante, que luego retroceder en línea recta sería más fácil. ¡Ay, qué felicidad que sentía cada vez que hacía algo como eso! Ojalá hubiera muchas más bifurcaciones en ese sitio.

    El viaje fue breve, o al menos esa fue mi percepción del mismo, Schwick parecía llevarse bien con el medio de transporte facilitado por los elfos y por ello aproveché para relajarme un poco y prepararme mentalmente por lo que pudiésemos encontrarnos en la guarida goblin. Tan pronto como alcanzamos el sitio liberé el martillo de guerra de su acople magnético y me aseguré de que siguiera operativo al oírlo crepitar levemente y lanzar iridiscencias cerúleas desde su cabeza.

    Apenas unos instantes después nos encontrábamos en el interior de la cueva, el camino se separaba en una bifurcación entre dos pasillos estrechos, ante la observación del navegante me limité a asentir y sacando de su refugio una de mis garras marqué la pared a mi derecha con una cruz que nos sirviese para identificar aquel punto de referencia en el futuro, acto seguido tomé a Schwick del hombro para hacerlo retroceder levemente y adelantarme a él por el pasaje angosto.

    -A partir de ahora reduciremos los mensajes de voz al mínimo, asegura tener el equipo de radio desconectado y solo usarlo en caso de extrema necesidad, yo iré delante.- Le susurré antes de sobrepasarlo y seguir avanzando hasta el final del pasillo en espera de encontrarme con cualquier indicio o señal que nos indicara por donde se pudiera encontrar nuestros objetivos.

Con sumo cuidado ambos aventureros se internan en la cueva. Tienen que alumbrarse con sus linternas porque no hay iluminación en la cueva: aquí y allá se ven los restos de antorchas y hogueras en barriles que empleaban los goblins para iluminar.

Los signos de vida goblin son evidentes, desde los desperdicios, los huesos roídos, el olor, las piezas de cachivache láser tiradas por el suelo... sin embargo, ambos avanzan sin encontrar ninguna oposición. Recorren durante una tensa hora y media cada recoveco de la cueva, pero lo único que hay son desperdicios y basura goblin, además de unas pocas ratas que les dan un susto de muerte al salir corriendo. No hay nadie en ninguna de las salas ni en ninguno de los improvisados catres de madera. 

Por desgracia, lo único de valor que encuentran son tres baterías estándar dejadas allí por los goblins, tal vez como repuestos o reservas. Pero no hay ni rastro de las pertenencias ni de los elfos ni del resto de pillaje que seguro habrán hecho por la zona. 

No hay ninguna salida de la cueva, pero encuentran una barca tosca varada en el centro de un río subterráneo que se adentra a más profundidad, en la negrura. Ir por ahí es la única forma de continuar, ya que no hay más pasadizos. La barca es tosca, pero parece en buen estado. 

La cueva resultó ser más pequeña de lo que el shirren había anticipado. También estaba bastante más vacía de lo que habían imaginado. Pero no sería él el que se quejara por esos detalles. Sin embargo lo que sí que era malo era el hecho de no haber encontrado las pertenencias de Varath y Daarya. Y eso no era bueno.

 -¿Qué opina capitán? ¿Cree que los goblins se habrán llevado los objetos que buscamos? ¿O quizás estarán en otra parte?

Otra parte a la que se podría acceder con esa barca, quizás. Él no tendría problemas para montar en ella, pero Sgrog era un vesk. Y era enorme. ¿Podria la barcaza con él?

 -Esta barca no puede estar aquí por casualidad. Seguramente lleve a otra parte de la cueva, quizás a algún almacén adicional.

Era la opción más lógica al menos. Y ya que seguramente tendrían que subirse a la barca, el shirren se acercó a ella para examinarla y comprobar su solidez, que no le apetecía nada acabar en remojo.

    Tras un primer examen de la cueva esta pareció estar desierta, ya no solo daba la sensación de que los trasgos se hubieran esfumado si no también las pertenencias ¿Habrían dado con otro escondite o deberíamos profundizar aún más en aquella cueva? Regresé la mirada hacia nuestro último hallazgo, aquella balsa precaria y las baterías. Observé la corriente de agua planteándome el sumergirme en ella para ocultar mi presencia mientras Schwick avanzaba en ella.

    -Me extraña que un grupo tan numeroso se valiera únicamente de un medio tan pobre para trasladar el material robado y a ellos mismos aunque por el momento es nuestra única baza, así que tendremos que usarla para continuar, aunque permíteme hacer antes un par de comprobaciones.- Tomé el remo y lo usé para sumergirlo en el agua tratando de calcular la profundidad y la fuerza de la corriente así como examinar el fondo en la medida de lo posible.

Tras un largo descenso por un montón de escaleras, que se adentran más y más en la oscuridad, por fin Kerry llega al sótano. Parte de él está construido aprovechando una caverna natural, el resto excavado en la roca. Nada más entrar, unas figuras dan un buen susto a Kerry, pero una segunda mirada revela que solo son maniquíes, hechos para colgar ropas y túnicas. 

A la luz de las lámparas de la sala, puede ver que no hay nada más aparte de los maniquíes y las columnas. Más hacia el fondo, un estrecho puente de madera lleva a la parte que es cueva natural, y bajo él se oye el rumor del agua. 

Ante los someros conocimientos de Schwick y Sgrog de ingeniería y construcción de barcas, no parece estar mal. La barca es de factura poco refinada, pero sin duda funcional y sólida. No parece obra de los goblins, sino de artesanos elfos o humanos. Hasta donde pueden discernir, no parece irse a romper ni tener vías de agua. 

La corriente, según comprueba Sgrog, es mucho más fuerte de lo que parece. Comprimida por los túneles, el agua sale con mucha más presión de la que aparenta, y el río subterráneo lleva una gran corriente, con mucha fuerza. 

Alertada al ver las siluetas nada más entrar, apuntó con el rifle y a puntito estuvo de disparar a los maniquíes del susto que se pegó. Pero antes de apretar el gatillo pudo contenerse y ver que tan sólo eran unos maniquíes, quizás los que los monjes de Weydan usaban para entrenar artes marciales antaño.

Su armadura venía con una luz incorporada, pero aparte tenía también una linterna acoplada al rifle. En lugar de encender la luz de su armadura, que la marcaría como un faro en medio de la noche, decidió encender la de su fusil... que bueno, también la marcaría como un faro en plena noche, pero al menos podría dirigir la luz así. Lo primero que hizo así fue apuntar hacia el norte, porque había unas paredes cercanas demasiado oscuras que no podía ver. Antes de avanzar, quería asegurarse de que no había pasillos que no hubiera visto y por los que pudieran acercársele por detrás.

Una vez se aseguró que solo había un camino por el que pudiera cruzarse con los enemigos, decidió moverse con mucho cuidado y silencio hacia la pared más al fondo y asomarse desde ahi, con cuidado, para ver si había alguien al otro lado... Mientras tuviera el factor sorpresa de su lado, tendría ventaja en cualquier combate. De lo contrario... no demasido.

    Me froté concienzudamente la perilla antes la dificultad que supondría el tratar de mantener un mínimo control sobre mi situación una vez me echase al agua, arriesgarme a ser arrastrado por la corriente me condenaría a ni tan solo ser capaz de alertar de otras presencias o de llegar a la otra orilla con un mínimo de cuidado, así que no quedaba otra que resignarse y subir a bordo. Con cuidado puse un pie en la base del bote y fui gradualmente aumentando la presión hasta asegurarme de que podría cargar con mi peso antes de subir por completo a la espera de que Schwick me acompañara.

    -Bien, parece que la suerte este echada, Schwick, veamos lo que nos espera al otro lado de la gruta, mantente alerta y con tu arma lista en caso de ataque.- Dudaba de que pudiese atacarnos cualquier especie de fauna local en aquella corriente de aguas subterráneas y esperaba no equivocarme con ello, pues tener que blandir el martillo trueno en aquella embarcación... bueno, mejor era no pensar en ello, que el asunto se redujera a confrontar los goblins restante una vez alcanzásemos tierra de nuevo.

¿Qué puede esperar encontrarse uno al girar la esquina de un sótano en Castrovel? Sin duda, muchas cosas. Lo más probable, visto lo visto, habría sido más goblins, al fin y al cabo sabía que allí había una tribu entera, y aunque Kerry se ha enfrentado a muchos, aún deben de quedar bastantes más. También podría esperar encontrar alguno de los cultistas ikhesti, adoradores del Devorador, que sabía que había allí. 

Siendo la jungla de Castrovel, también habría podido esperar encontrarse con algún animal de su extensa y peligrosa fauna, como más lobos láser o la criatura que vio arriba. Siendo un entorno acuático, incluso una de esas anguilas gigantes tan peligrosas que pueden encontrarse en las zonas recónditas del planeta. 

Y sin embargo, nada de eso es lo que ve Kerry cuando se asoma. Lo que puede ver a la escasa luz es una escena de lo más extraña. Montados en una tosca barca de madera, dos figuras, una grande y otra pequeña, aparecen a toda velocidad por el río subterráneo que cruza el sótano, y su embarcación se estrella contra la orilla hasta hacerse pedazos. Ambos tripulantes salen despedidos del bote y caen a tierra, aunque sin hacerse daño aparentemente. 

Una vez se levantan Kerry puede observarles mejor: uno de ellos es un enorme vesk, alto y corpulento como toda su raza. Lleva una armadura de pieles de defrex y un enorme martillo de combate de modelo Tormenta más grande que la cabeza de Kerry. A pesar de todo, su expresión es más amable de lo habitual en un vesk. 

El otro es un pequeño shirren, vestido con armadura ligera de fabricación vesk, un modelo popular que llevan miles de aventureros a lo largo y ancho de la galaxia. En su mano, una elegante pistola de arco eléctrico destella preparada para disparar, mientras sus antenas se mueven nerviosas en todas direcciones. 

 -Nunca más volveré a montar en un vehículo que no disponga de dirección y frenos.-dice el shirren, y luego, mirando al vesk-Capitán, deberíamos ir con cuidado. Este sitio me da mala espina. ¿Quiere seguir usted a la vanguardia?

Tal y como parecía por la velocidad y fuerza de la corriente, manejar la barca resulta realmente imposible, aunque por suerte no es necesario. En cuanto ambos se montan y desencallan la barca de donde está, salen disparados como un cohete hacia la negrura, tanto que casi ni tienen tiempo de agacharse para no darse en el bajo techo. Comienzan a ganar velocidad sin que haya ninguna manera de frenarse, y terminan acelerando tanto que el aire silba en sus oídos mientras la barca cruje y surca el río subterráneo como una moto de carreras. 

Finalmente la cueva se abre, llegando a una caverna natural alrededor de la cual, excavando en la roca, parece haberse construido una especie de sótano, sin duda no obra de los goblins. No tienen mucho tiempo para observarlo porque van lanzados a una velocidad tan brutal que en cuanto chocan con la orilla la barca revienta en mil pedazos, lanzando madera y astillas por todas partes y catapultando a Sgrog y Schwick al suelo, por suerte sin hacerse daño. 

Schwick simplemente asintió, estando 100% de acuerdo con Sgrog. Desencallaron la barca y se subieron rápidamente para recorrer aquella corriente de agua ahsta la segunda parte del refugio goblin. El shirren se esperaba que aquel viajecito fuera breve y tranquilo. Y pasó justo lo contrario.

La barca había salido disparada a toda velocidad. ¡¿Qué demonios?! ¡Que había naves espaciales que iban más despacio que aquella rudimentaria embarcación! Bueno, en realidad no, pero aquello iba tremendamente rápido para ser una barca. Y por descontado que el viaje no terminó de forma suave. La barca se estrelló en cuanto se terminó el agua sobre la que navegar, catapultando a sus dos ocupantes al duro suelo. Por suerte hubo más miedo que daño y tanto Sgrog como Schwick estaban indemnes.

 -Nunca más volveré a montar en un vehículo que no disponga de dirección y frenos.

Una vez recuperado del forzoso aterrizaje, el shirren echó un vistazo alrededor. Aquello no parecía una cueva natural, pero tampoco parecía obra de los goblins. ¿Dónde estarían?

 -Capitán, deberíamos ir con cuidado. Este sitio me da mala espina.

La cuestión ahora era, ¿hacia dónde ir? Porque tenían camino hacia la derecha y hacia delante.

 -¿Quiere seguir usted a la vanguardia, capitán?

"¡Alto ahi!" Kimberly se dejó ver levemente apuntándoles con el rifle de francotirador. Posicionó la luz de su linterna de tal manera que apenas pudieran ver su rostro, oscurecido por la luz que les apuntaba directamente a sus propios rostros. "¡Ni un paso más, o mi equipo accionará las bombas alrededor de su posición!" Por supuesto, no había 'equipo' apoyándola ni tampoco había bombas. ¡No había nada de eso! Especialmente, no había bombas en ningún sitio. Primero porque no tenía (muy caras que eran, cuando podía gastarse ese dinero en munición o pastillas), y segundo porque ni siquiera habría tenido tiempo de colocarlas. Pero esos tipos acababan de llegar y no lo sabían. "Identifíquense! ¡AHORA!" les gritó. Tenía esa ventaja, la ventaja de la sorpresa. ¿Serían o no cultistas? No lo parecían... pero cualquiera podía fiarse...

Antes de que Sgrog pueda contestar, la potente luz de una linterna les deslumbra desde la esquina. Su portador había posicionado la luz de su linterna de tal manera que apenas pudieran ver su rostro, oscurecido por la luz que les apuntaba directamente a sus propios rostros, pero la figura parecía más o menos humanoide (y demasiado alta para un goblin). 

-¡Alto ahí! Ni un paso más, o mi equipo accionará las bombas alrededor de su posición! ¡Identifíquense! ¡AHORA!

La voz grita en común y suena femenina.