Partida Rol por web

- Es un placer conocerles, Aitor, Páter- dice saludando con la cabeza a cada uno - Desgraciadamente, Don Pedro ha perdido el sentido y la templanza, y no hace más que dormir, pues creemos que en el mundo de los sueños aún tiene razón. Don Pedro  no quiso creer en la maldición del torreón que mencionáis y así le ha ido. ¡ Mala cosa es no respetar los deseos de los difuntos !- dice mientras mira a Inés.

Algo raro notáis en Inés, aunque no sabéis qué - Si queréis visitar a mi padre no tengo inconveniente, aunque no será agradable. Advierto.

Un servidor conoce algunos aspectos de la medicina. Es posible que vislumbrando su estado el diagnóstico sea más fácil -dije-, y, quizá, se pueda hacer algo.

Y era verdad. Ciertamente hablaban de malestar y destemplanza sin mencionar su estado concreto. Entonces escuché las palabras de la dama, que parecían dudosas.

Ves que ambos se lanzan miradas nerviosas, Ángel actúa como si se sintiese culpable e Inés está a punto de llorar(o eso parece al menos).

Cuando vi a la muchacha a punto de llorar y los ojos entrechocando entre ellos de forma no muy normal, me atreví a hablar de nuevo, ahora con algo más de altisonancia o grandilocuencia. Sabía que algún día me traería problemas el actuar así, pero hasta entonces Godoy me protegería.

Bueno, no quisiera interponerme en las cuestiones ajenas, y menos en las riñas ocultas como la que aquí mismo se presencian por su parte, señores -les dije cerrando los ojos y levantando las cejas como quien piensa bien sus palabras antes de hablar-, pero es cierto que noto reticencia en sus gestos ¡Mírense! ¿Porqué no nos hablan primero del enfermo, que Dios quiera pronto que se recupere, y luego nos cuentan porqué ustedes están así?

Si tuvieran una partida de guardian nos harían detener y echarnos a patadas por esa pedante intromisión, pero, en verdad, teníamos un puñado de hombres de armas, de mundo y ¡Santo Dios...: al Páter!

De nuevo avanzamos aunque sea con reticencias. Vamos adelante una vez más.

Lle-evadnos con el e-enfermo.

Alzo la mano indicando a la muchacha que nos guíe hacia la alcoba. Será menester vigilar que no haya signos de maleficio ni malas artes que todo podría ser. Solo como precaución y para fortalecer mi espíritu con la otra mano sujeto fuertemente el crucifijo que porto bajo la sobreveste.

Con una sonrisa, asiento a las palabras de Alonso

El joven dice bien. Es importante que hablamos con su padre, y quizás el joven pueda ayudarle, o incluso yo mismo pueda darle la paz que solo el sueño le otorga. ladeando un poco la cabeza ¿O acaso la pequeña disputa a la que se refiere Alonso está directamente relacionado con el hecho que nos atañe? mientras hablo, muevo los brazos como empujando a la pareja a llevarnos ante el enfermo mientras hablan si quieren.

Mateo no tiene prisa por entrar a ver al enfermo, si las fiebres son contagiosas mejor dejar al alquimista o al propio pater vérselas con los malos humores, pues con medios divinos o alquímicos estan mejor preparados para tales males. No obstante, es buena persona y susurra al cogote de sus compañeros:

Cúbranse el rostro con pañuelo o tela limpia, no vaya a ser que el pobre hombre tenga algún mal contagioso. Corre más la peste por la cubierta de un barco, que las liebres en el monte.

Cuando iba a contestar Inés se adelanta con tono débil y empieza a narrar al páter al que nada ni nadie se le escapa:

- Inés y yo estábamos enamorados, pero maese Pedro, con sus ínfulas de grandeza, no queria ni oir hablar de que joven como yo, honrado pero pobre, pretendiese a su hija. Se estaba desvariando con esto del tesoro así que me vestí de esparto , me tizné la cara con barro y le hablé desde las sombras con voz cavernosa.

La luz de la luna y los claroscuros del candil que llevaba hicieron el resto, que se fue dando alaridos, diciendo que bien ciertas eran las historias de fantasmas. Creíamos que así bajaría de las nubes y aceptaría nuestra relación... pero no contábamos con que enfermara de puros miedos, y así que anda entonces.- En ese momento rompe a llorar a moco tendido.

¿Nos hablas vilipendiando con donosas burlas o es en verdad cierto lo que dices?  -pregunté como sorprendido. Que de ser así, amén de Dios que habrás de ser colgado ¡o tal vez quemado!, no sólo por asustar y hacer enfermar a ese hombre que no te ha hecho agravio alguno más que el proteger a su... ejem... "dulce" hija para darle un digno porvenir aparte del continuo retozar, sino que te acoges a los preceptos del Maligno y les ries las "gracias" en forma de aparición.

Alonso se mordía los labios, apretaba los dientes como si del más ortodoxo clérigo se tratase y negaba con la cabeza exageradamente mientras miraba fijamente al tal Muros al tiempo que por dentro se jactaba de ese despropósito de fantasmas (muy creativo y original por cierto).

No lo se, Padre, - le dije girando la cabeza hacia él y guiñándole un ojo sin que Ángel o su esposa pudieran ver el gesto- ¿informamos a la diócesis de este villano apóstata y malhechor? Este caso incluse puede ir a Roma y juzgarse allí ¿no cree?

Si no rompió a llorar, Alonso esperaba que asi fuera. Al igual que había sobornado al bueno de Pencho (y tragón el bribón...) con cerveza, el alquimista pensó que podría adelantarse y exprimir ese nerviosismo e incerteza del tal Muros para apretarle las tuercas, hacerlo débil mentalmente por momentos y hacer que dijera hasta los secretos de su santa madre...

Aunque... -continué-, todo esto puede que tenga una solución, ¡bellaco!

Le di pie a que me preguntara cuál.

Incómodo ante la situación en la que me ha puesto Alonso, le miro detenidamente antes de volver la mirada nuevamente hacia la pareja con las cejas enarcadas, esperando ver qué pasa

¿E-enfermar de pu-puros mie-edos?

No conozco esa enfermedad pero soy persistente así que señalo a la muchacha con la mano abierta que nos abra camino hasta el enfermo. Si lo que dice el pretendiente fracasado es cierto hay algo que escapa a mi entendimiento.

¿Cu-cuánto tie-empo lleva p-postrado el e-enfermo?

Visiblemente afectado y temblando contesta  - Pero yo... no fue mi intención zahir a Don Pedro. ¡ Pardiez que es el padre de la mujer a la que amo !

Poniendo su mano en el brazo de su amado- Es cierto, páter y Señores, Ángel es una buena persona y por Dios que el mal que hizo a mi padre lo hizo sin dolo, mas sólo quería asustarle para que consintiese... como podréis imaginar, estamos muy afectados, pues lleva así varias semanas ya. Y no hay manera de hacerle reaccionar, - Se tira al suelo y besa y agarra los pies de Beltrán- Páter quizás vos... podáis curarle.

Menuda parejita de bribones, espero que vuestro padre se recupere para daros la azotaina que os mereceis, dice Aitor mirando a la joven y con una sonrisa irónica en su rostro.

Bueno padre, pasemos a ver al viejo a ver si podéis meter algo de cordura en su sesera.

No da crédito - ¿ bribones ? ¿ Pero qué os habéis creído ? ¿ Con que derecho nos habláis así ? - el hombre se pone bastante nervioso y echa mano a su cadera, pero entonces cae en la cuenta de que no está armado y mira con cara de pocos amigos al burro de Aitor.

- Tenéis suerte de que no lleve mi espada encima, sino os ensartaría con ella...