Partida Rol por web

Llena de ira ante las arrogantes palabras del Frankenstein, que lejos de sentirse culpable por los daños causados parece enorgullecerse de su macabra obra, tomas impulso doblando tus dedos y saltas con fuerza, proyectándote hacia él con la intención de atacar a su cara y lograr desestabilizarlo para que caiga por el balcón.

Craso error… pues el infame creador se anticipa a tus movimientos y se echa a un lado con un movimiento simple y armonioso, justo cuando tu cuerpecillo ya está en el aire… el resultado es aterrador…

Fracasas y continúas impulsado hacia el balcón. En el último instante logras descubrir una tirolina situada en el mismo, e intentas asirte a ella, pero llevas demasiada velocidad y terminas cayendo al vacío.

Un vacío inmenso y gigantesco, pues a medida que caes te percatas de que esta cara del castillo está situada sobre un rocoso acantilado, cuyas embravecidas aguas rompiendo al fondo cada vez te son más peligrosamente cercanas.

En tu precipitado descenso también te percatas de la existencia de un pequeño embarcadero en el que hay atracado un barco de madera, hacia el que parece conducir el cable que baja desde la tirolina del torreón… pero ya es tarde… todo lo que puedes hacer es caer y caer, en la inmensidad del vacío, impotente mientras ves como todas tus esperanzas de libertad o venganza se esfuman como ceniza arrastrada por un torbellino.

Y al final te reciben las afiladas rocas, que de un mortal beso terminan con tu mísera existencia, tal como predijo el Doctor…
 

Atrassss essssscoria

El lobo se lanza sobre Igor quien ya subía las primeras escaleras, un angosto paso en el que el lobo ocupa todo el espacio, astuto astuto Igor, girándose sobre sí mismo descarga su mortal porra metálica contra la cabeza del rabioso engendro que la esquiva, un arma peligrosa, empapada en sangre reseca que se desprende contra el violento roce del aire dejando caer partículas casi invisibles, pedazos microscópicos de otros engendros que han pagado el precio de vivir en la injusta Factoría del Dr Frankenstein

Guarrrrdia, esssscoriaa inmundaaaaa, Igor necesssssita, ayudaaa

El lobo trata de arremeter contra el repulsivo jorobado, que hábil esquiva también los golpes ascendiendo de manera simiesca por los escalones plantando cara a la enorme y feroz criatura que le sigue escalón a escalón

En la retaguardia, el Sujeto 1.144-X, el Sujeto 2.141-X y el bebé observan con pavor la ferocidad del combate, pero no existe el compañerismo, la amistad, o el heroicismo entre creaturas tan aberrantes, malformes y defectuosas como vosotras, para vosotros la vida es tan solo una suma de dolor y agonía, la muerte es el espantoso y sangriento final que a todos os espera en este emmohecido lugar.

Rápida, pequeña y astuta depredadora, la rata se abalanza por sorpresa sobre el bebé, con su gemido característico sus zarpas arañan la cara del bebé buscando vaciar sus cuencas oculares, los sujetos 1.144X y 2.141X se apartan un par de pasos alarmados. El bebé consigue echarse a un lado, evitando a la rata por unos segundos, que con ferocidad renovada se lanza sobre su presa, los afiladísimos dientes del experimento carnoso y desnudo se clavan en el cuerpo del bebé, la piel nívea y blanda que recubría el cuerpo de éste se rasga como papel y las pequeñas tripitas de su interior se enredan entre las garras de la mujer rata, ahora totalmente bañada de sangre.

El bebé cae de espaldas totalmente eviscerado, con sus pequeños ojitos prácticamente fuera de las cuencas, totalmente inerte. La rata se desembaraza de las tripas que como una incómoda cuerda se habían enredado, y observa satisfecha a su presa, carroñera de la factoría, sangriento experimento que nada desea comprender, tan solo atender, a sus propios instintos

El sujeto 1.144X y el sujeto 2.141X aún no alcanzan a comprender el horror que están viviendo, pensaban que los puestos de trabajo en los que estaban confinados eran un infierno, pensaban que les estaban matando a trabajar, y sin embargo ahora probablemente anhelen volver a hacer sus quehaceres, y no haber entrado jamás en este castillo. Las criaturas que os rodean no siguen ningún comportamiento entendible, canibalismo y violencia sin igual, sangre que se escurre por los toscos ladrillos que conforman el suelo del castillo. Esto es horrible.

Por un pasillo contiguo al recibidor se escuchan unos pasos lentos, pesados, metálicos, una sombra comienza a crecer, un cuerpo horrible y musculoso aparece en el lugar cojeando, con una de sus piernas grotescamente mayor que la otra haciendo sus pasos desiguales. Su rostro y su cuerpo carecen de piel, toda su imagen es la de una burlona mueca disuelta, pedazos de carne cuelgan donde más grasa poseía su cuerpo. Un ojo de cristal parpadea observando la escena que ante él tiene lugar. Su cuerpo está remachado en muchos lugares con planchas metálicas, claveteado en su propia carne, orificios por los cuales aún salen hilos de resbalosa sangre.

El recién aparecido sujeto observa la escena con un mudo silencio hasta que ve a Igor siendo atacado, momento en el que su cara cambia a un rostro de furioso horror. Sus manos en las que hay un par de enormes tijeretones se ciernen sobre su propia cabeza apretando sus tornillos mientras su propia voz e inteligencia se apagan para dejar lugar al odio

¡¡ Iiiiigoorrr !!

Empuñando ambas tijeras, de dos palmos de longitud cada una, avanza en un ridículo cabalgar a por el Sujeto 2.141X, apuñalando todo lo que haya en su camino, dando saltitos y golpeando con sus enormes y desproporcionados brazos y sus afiladas tijeras metálicas.

El gran simio, al ver a la monstruosa criatura acercarse con los tijeretones en mano, huye dando grandes saltos hacia el exterior del castillo, soltando la pala ensangrentada, que va a parar a los pies de los sujetos que se encuentran en el umbral

Frustrado por la habilidad que Igor demuestra en evitar sus acometidas y envestidas, el lobomizado siente cómo la rabia va aumentando en su interior, cómo comienza a perder la poca razón que aún atesora en algún lugar del cerebro humano que esconde el cráneo de animal. Igor contraataca con una porra o una barra que él consigue esquivar en medio de una lluvia de minúsculas, casi microscópicas particulas pertenecientes a otros que no tuvieron tanta suerte.

El jorobado llama a la guardia. Bastardo! Cabrón! COBARDE! Echa en falta el apoyo de alguna de las criaturas que le acompañan, pero en realidad, apenas hay espacio para que puedan lanzar y esquivar mutuamente sus ataques.

No hay tiempo que perder. Los guardias estarán aquí en seguida. Un gruñido aglutina toda la ira que porta su pecho y se lanza de nuevo contra el grotesco siervo de Frankenstein.

El viaje acaba para aquellos que se alejan de la mano del Altísimo...La rata, por su pecado, irá al Infierno.

El bebé trata de defenderse, torpemente, pues sin la ayuda de Dios nada es posible. Se defiende pero no puede evitar la caricia mortal en su barriguita. Se trata de sujetar aquellas cuerdecitas que desde él caen al suelo, el dolor....es enorme, indescriptible.

Sus gritos se escuchan por todo el castillo antes de que Dios, definitivamente lo acoja en su seno...¿sí?

"¿Dios? ¿Por qué no te veo, Dios?"

Tras mis intentos por adelantarme a alcanzar a Igor observo cómo una lobezna figura me sobrepasa y se dispone a luchar contra él en las escaleras. Al comprender que es un enfrentamiento uno a uno me paro mirando atrás al resto de bestias experimentales y, tras ajustar mi telescopio para percibir mejor las ondas de luz de mi entorno, consigo ver al sujeto 2.141-X acercándose tras de mí como si fuese mi sombra; pero, más allá me fijo en la grotesca y espantosa escena en la que la mujer-rata asesina a sangre fría al pequeño bebé que parecía huír de una muerte segura a base de descargas de la metálica porra que aún sostiene Igor... después de todo... otra muerte, no menos horrorosa, se le venía encima sin poder remediarlo.

De pronto, despierto de mi estupor ante el sonido de unos pasos de gigante que provienen de algún lado del vestíbulo en el que nos encontramos. Al conocer la mole que se nos echa encima veo cómo el simio, que nos trajo aquí a la fuerza, echa a correr como un cobarde fuera del castillo dejando mi pala de trabajo tras de sí, muy cerca de nosotros.
Oliéndome las intenciones del sujeto 1.143-alfa, ya que todos aquí estamos ante una encarnizada lucha, me dispongo a tomar en mis manos dicha pala para tener un objeto con el que defenderme, aún así, mi apretado cerebro no es capaz de distinguir claramente las pocas posibilidades de éxito.

Sobrepasado por el gran lobo, me quedo mirando la batalla que este ha empezado contra el jorobado. Veo que mi compañero 1.144-X también mira, pero unos horripilantes gemidos me hacen mirar atras. El pequeño ser cae desplomado, cesando los gritos y la rata deja de sujetarla. No comprendo nada, pero unos pasos descompasados y pesados me hacen mirar hacia el corredor contiguo. Una enorme figura acaba de aparecer, y se precipita hacia mi. El gran simio hulle dejando la pala que, al caer, deja un sonido hueco en el ambiente. Mi cuerpo reacciona automaticamente, preparandome para esquivar el ataque. Matar o morir....

¿Que ha hecho? el bebé, en su arrebato de terror mientras la rata, siguiendo una serie de contradictorios instintos, como un costal de acciones que se sobrelapan y le impiden comportarse como bestia o como humano del todo... engendrando solo dolor y sufrimiento, esa era la obra del doctor Frankestein, el terrible error al haber dado la vida a aquella deformidad latente, aquel cuerpo de aspecto herético y salvajismo innato.

Al ver que el bebé simplemente caía inerte, la desesperación se apoderó de la mujer, toda la escena pasó a segundo plano y ni siquiera el sonido de la pala cayendo pudo haberla sacado de aquella congoja, mientras chillaba sobre el cuerpo destrozado de aquel pequeño, sus manos ensangrentadas, y los pisotones de la inmunda criatura que se movía tan cerca... intentó recomponerlo torpemente, como tratando de guardar vísceras y órganos en aquello que ahora solo era un cadáver lleno de carne. No tenía hambre, solo esa sensación de que no estaba en lo correcto.

No lo pensó dos veces, y saber si se trataba de un acto de solemnidad, o quizás el impulso a guardar comida, la maldita rata decide retirarse, pero no se va sola, hala la pequeña pierna del, hasta hace poco, pequeño y malogrado experimento de Frankestein, aquel bebé que cayó bajo sus zarpas. Así, la rata, en un profundo silencio, sin decir un solo <<Squeak>>, tan solo llevaba su carga, hacia la puerta, alejándose lo más posible de aquel castillo.

La voluntad de la rata, tal como la de Dios, también era insondable.

En un momento el caos se apodera del recibidor del castillo… el bebé es brutalmente destripado por la rata, que ahora, descontenta con el resultado de sus instintos, arrastra el blandito cuerpo dejando tras de si un rastro de sangre de una tonalidad rojiza y brillante.

En las angostas escaleras resuena la porra metálica de Igor al raspar contra las húmedas paredes cada vez que uno de sus golpes fracasa. El lobomizado avanza, como una bestia insaciable, esquivando y lanzando zarpazos al aire, indiferente ante la posibilidad de morir, pues la muerte le es tan familiar que no teme ante ella.

El jorobado descarga un nuevo porrazo, pero yerra de nuevo, propiciando un momento favorable para que la bestia lobuna ataque con sus bestiales manos, desgarrando el brazo izquierdo del jorobado, del que comienza a emanar la sangre que se dispersa absorvida por sus negros ropajes.

Un grito de dolor advierte que el golpe ha sido más que un rasguño, y el hombrecillo, más aterrado aún, continúa retrocediendo escalón a escalón, intentando mantener a raya a su feroz contrincante.

Mientras tanto, al pie de las escaleras, el sujeto 1.144X recoge firme un arma con la que combatir, y el sujeto 2.141X esquiva de manera hábil los tenaces y sádicos ataques del hipermusculado sujeto, ahora babeante, inmerso en una furia homicida sin sentido a la única voz de : Igooooooorrr , las tijeran destellan y chasquean a cada corte fallido, y el sujeto 2.141X tiembla por los terribles ataques, pero ahora tal vez 1.144X le ayude, teneis una pala, y sois dos, pero hará falta algo más que simple valentía, algo más que el simple deseo de vivir, para poder evitar el trágico final que los gritos del guardia alfa os auguran