Partida Rol por web

—¿Qué te hace pensar eso? —le preguntó Isaac a Monica, genuinamente interesado.

Observó el establecimiento de artesanía con neutralidad, en especial aquella representación de una planta de marihuana. A él no le iban esos rollos, ni siquiera fumaba tabaco normal. En circunstancias diferentes no se habría planteado el entrar, pero la reportera ya se disponía a hacer lo que mejor se le daba: husmear.

A fin de cuentas no tenía nada mejor que hacer, por lo que la siguió al interior. 

Contento por tener una distracción, Patrick siguió a sus compañeros al interior de la tienda, a fin de curiosear, más por matar el tiempo que por interés en el género.

-Normal...con lo que tienen que aburrirse en un pueblo tan pequeño..-murmuró.

- Por el tamaño lleva muchos años aquí, y no creo que fueran al bosque con una grua y un camión para arrancarlo de raíz, y también por que no creo que planificaran la calle pensando en poner un árbol alli. Y por la placa. Ese árbol representa al pueblo. Si lo hubieran plantado después no tendría tanto significado..aunque oye, igual me equivoco, solo tengo un 50% de posibilidades y mi olfato- 

Respondí a Issac mientras entraba. Ya puestos esperaba encontrar algo interesante en la tienda. Siempre viene bien cuando no sabes que regalar por Navidad recurrir aún cachivache original.

El interior de la tienda es un pequeño caos. Hay estanterías llenas de objetos hechos a mano con cáñamo. Una gran variedad, algunos parecen hechos por un niño pequeño y otros por un auténtico artesano.

El ambiente está cargado por el olor del incienso.

Tras el mostrador hay un hombre con aspecto desaseado. A su espalda hay varias cajas con otros tipo de productos: aceites, cremas, semillas, etc y otros productos destinados a ser fumados.

- ¡Colegas! - dice el hombre con una amplia sonrisa- en que puedo ayudaros.

El chófer negó varias veces para sí, manteniendo una pequeña sonrisa. Le encantaba escuchar a Monica narrar sus teorías e historias varias, independientemente de que estuviera de acuerdo con ellas o no. En este caso le parecía que su hipótesis se sostenía, pero tampoco tenían forma de saberlo a ciencia cierta.

Caminó por la tienda sin demasiado interés, ni las manualidades ni el olorcillo a incienso típico de establecimientos así eran santo de su devoción.

Al escuchar ese "¡colegas!" tan estereotipado, el moreno se aproximó al dependiente con una sonrisilla traviesa.

—¿Por un casual no tendrás un vehículo funcional, no? Con una Vespa me conformo —preguntó. 

- Lo siento amigo, mi vieja camioneta está en el taller. Si fumas, no pilotes jjajajajajj

-Buenas tardes- saludé al tipo de la tienda, acercándome a curiosear una estanteria. 

-Vaya montón de cosas originales..estamos de paso y nos han hablado del festival..¿Vale la pena quedarse unos días?

Me resutaba bastante llamativa la existencia de una tienda así en un pueblo pequeño, y como hija de un sheriff de un pueblito parecido, que se vendiera hierba de forma tan abierta me resultaba chocante.

Con una oreja puesta a la conversación de Monica con el pintoresco dependiente, di una vuelta echando un vistazo a las estanterías, sonriendo ante cada artefacto que me pareciese curioso, maravillado porque una tienda así sea rentable en un pueblito.

- ¡Por supuesto que merece la pena! -afirma el hombre con una gran sonrisa - Les aseguro que les encantará.

Os guiña un ojo y señala las cajas que tiene a su espalda.

- En caso de que se aburran, el viejo Jake lo puede hacer más interesante.

Isaac dejó escapar una ristra de carcajadas. Jake sería un fumetas, pero parecían compartir sentido del humor.

—Pues menuda pena... —expresó, fingiendo tristeza.

Le echó un vistazo a las cajas que señalaba el dependiente, a lo que puso una expresión petulante. Se puso los dedos sobre los labios, como si fumara un cigarro, y entonces exhaló humo inexistente.

—¿Así que de eso va el festival? ¿Bailar alrededor del fuego y colocarse? —le preguntó con descaro a Jake, socarrón. 

- No - Jake suelta una ruidosa carcajada - eso es lo que yo hago.

- ¿Y los demás qué hacen?- pregunté a Jake. -los que no se colocan ni bailan alrededor de la hoguera- 

- Los demás, que son unos aburridos, se visten con trajes de hippie y llevan ofrendas a una vieja secuoya que está en el bosque. Al pobre árbol le ponen cintas de colores.

Sin cortarse ni un pelo Jake abre un cajón y comienza a liarse un porro de marihuana, que tiene picada dentro de una cajita de madera.

- Recitan unos poemas o algo así, algunos en una lengua nativa. Estoy seguro que no saben lo que significan. Después organizan juegos populares, una merendola, etc. De noche viene lo mejor. Malabares con fuego, hogueras y asados. Algún espontáneo que corre desnudo entre la gente...

Se ríe con fuerza y termina de liar.

- ¿Unas caladas? - sin esperar respuesta alguna prende el peta y sonríe - el que lo peta lo mata y no se pide si no se rula.

Negué con la mano el ofrecimiento. -Una secuoya en el bosque -

No veía donde estaba el interés para atraer a tantos visitantes como había dicho Kimana. Y me resultaba chocante lo de recitar poemas en lengua nativa, ya que si los nativos había emigrado, no habría quedado nadie que hablara esa lengua. 

-¿Y quien recita en lengua nativa? Creía que los nativos se fuerón hace mucho-

Sonriendo ante el desparpajo del dependiente, Patrick dejó de curiosear y se acercó. -Bueno, me recuerda a una verbena típica: trajes populares, cintas de colores, comida, estoy seguro que bebida en cantidades, actividades, entre otras cosas- La idea le resultaba atractiva.

Meditó un par de segundos antes de responder -A decir verdad, cualquiera podría recitar el poema, no son pocos los lenguajes nativos que han quedado registrados y recogidos en diccionarios y traducciones, ni siquiera sería necesario comprender lo que se recita- Afirmó -Restos de alguna tradición anterior, probablemente.-

- ¡Ahí le has dao! - dice el dependiente, señalando a Patrick y soltando una gran bocanada de humo.

Isaac había tenido calado a Jake desde el primer momento, sabía que era un fumetas de manual... y no se lo pudo demostrar más. Se rió con el tipo sin pudor, pues su actitud le resultaba de lo más cómica. «Al menos se lo pasa bien y no hace daño a nadie...», pensó.

—No, gracias —negó el ofrecimiento del dependiente—. Yo no tomo de esas mierdas.

Si tenía un vicio era, sin lugar a dudas, la cafeína.

La información sobre el festival le condujo a encogerse de hombros, denotando cierta indiferencia hacia el tema.

—Las tradiciones son así, Monica, muchas veces no tienen un cojón de sentido —dijo, restándole importancia—. Leerán cuatro hojas, pegarán unos saltos... y a comer, beber, o a consumir lo que vende este señor "agricultor". Luego a dormir la mona... y mañana es otro día.

Seguí mirando cachivaches mientras negaba con la cabeza. Los que daban placas del "pueblo más bonito" solían ser una comisión de Marie Sue con peinados de los 60 y que intercambiaban recetas de tarta de manzana. No cuadraba con recitar poemas indios hasta las cejas de hierba y correr desnudo alrededor de una hoguera.

- y yo que pensaba que a los nativos los echaban a patadas de sus tierras y mientras, aquí se aprendían su idioma y costumbres..¿Quién teje estas cosas, Jake?- señale una de las cestas. El negocio de artículos de cañamo no debía estar entre los más pujantes -¿Y quién las compra?-

- Algunas cosas yo -dice dando una calada y señalando los que están peor hechos,- otros gente del pueblo, sobre todo jubilados. Se lo pasan bien ayudándome.

- Se los vendo a los turistas y a quién los quiera.