Partida Rol por web

El Dracónido sabía que debía conseguir que el Diablo de las cadenas se fijara más en el, para lograr que su compañera Nhyria se alejara, encargándose así de las victimas inocentes.

-¡¿Solo te atreves a tacar a las damas?!- Grita Adrash al Diablo como una provocación, esperando que pueda distraer su atención por un instante.
Acto seguido y por si sus palabras no fueran suficiente para que se centrara más en el, le asesta con su alabarda aunque no con mucho acierto.

Orden:
Albafica (20)
Nhyria (19)
Duergar guardián (18)
Diablo de las cadenas (15)
Adrash (15)
Armadura infernal (14)
Uriel (12)
Duergar teúrgo devastador (10)
Dorn (9)

El diablo de las cadenas responde a la ofensa del dracónido, envolviéndolo con estas. El señor de la guerra había conseguido que dejara en paz a su compañero, pero a cambio de quedar neutralizado e inútil para actuar.

La nueva armadura empieza a moverse, situándose al lado de su compañera y cerrando otra vez los francos, una formación que las hacia combatir mejor cuantas mas fueran. La que ya se encontraba luchando asesta con su espada a Uriel, dejándolo en une estado delicado si cabe.

Uriel, sin mediar palabra, actúa como se esperaba de él. De una zancada se sitúa a la espalda del duergar, centrando un único y potente ataque en su objetivo, atravesando así al duergar, quien pronto se reuniría con sus camaradas caídos.

El duergar teúrgo, después de tratar a la eladrín como basura, se centra en sus devastadores poderes arcanos.

Sobre Adrash empiezan a aparecer nubarrones negros que amenazan tormenta. Para desgracia del maestro en armas no resulta simple lluvia la que cae sobre él, si no granizos candentes que le queman y golpean con fuerza. El dracónido siente como su armadura se calienta y quema tras ser derribado por los proyectiles ígneos.

Si aquella era la tormenta del Averno solo los dioses sabían que cosas crecerían en la tierra maldita de los diablos...

Dorn estaba satisfecho con el proceder de su compañero Uriel, pero su sonrisa duró poco tras presenciar la devastadora tormenta de fuego.

-¡Rápido! ¡Debemos acabar con este y socorrer a nuestros camaradas! -Ordena a Uriel, continuando con el trabajo a medias que había hecho el mágico.

blandiendo su arma con mayor precisión que fuerza, el enano aplasta la cabeza de su enemigo, matando por fin al ultimo de los duergars guardianes. Cuando todo parecía perdido, en algunas ocasiones brillaba un leve luz de esperanza que les animaba a afrontar otro obstáculo mas.

-¡Por la estatua de Moradín que esto aún no a terminado! ¡No asta que te ajusticie! -Amenaza al duergar teúrgo, tras lo cual regresa al lado de Adrash para combatir juntos al diablo, el único enemigo de cuerpo a cuerpo.

Mientras Albafica prosigue en su lucha contra la muerte, ignorante de lo que ocurría a su alrededor, el duergar teúrgo sacrifica a otra víctima en honor de su señor infernal y reanimando a otra armadura.

El diablo de las cadenas centra esta vez su interés en el enano. Había matado a muchos compañeros y abierto paso para llegar donde él. un rival formidable, pero sus hazañas debían terminar ahí.

El diablo lanza un primer ataque que acierta, y un segundo que fracasa estrepitosamente pues Dorn detiene el ataque con el martillo tras recordar la estrategia de los rivales de esa esa especie infernal.

El Dracónido no había hecho mas que recibir una lluvia de golpes tras la tentativa que le había otorgado al Diablo de las cadenas.
Sangrando y envuelto en cadenas, a pesar del daño sufrido Adrash sentía mas ira que dolor mostrándose en su forma de apartar bruscamente las cadenas, para así luego con toda su furia asestarle con su alabarda al diablo pese a las dificultades.
Tras su ataque, el Dracónido murmura palabras en su idioma natal que parece otorgarle inspiración sobrenatural, restaurando sus heridas.

La situación se ponía tensa, sus compañeros estaban dando su mejor esfuerzo en contener las armaduras que iban animándose al coste de las vidas inocentes y a los infames seres que servían las ordenes del diabólico enano. Adrash había dicho que confiaba en ella para derrotar al mago y no podía fallar.

Busco una posición ventajosa y su vara escupió una ráfaga de hielo, que parecía propia de un dragón blanco, pues las altas temperaturas de la zona no parecían mermar sus capacidades, la ráfaga iba directa hacia el duegar con la fuerza suficiente como para lanzarlo unos metros atrás, suficientes como para derribarlo de su podio.

El duergar teúrgo es empujado y derribado, anulando el ritual tras bajarlo de una forma tan repentina y brusca.

Una de las armaduras se coloca a la espalda de Dorn mientras que la que ya estaba cuerpo a cuerpo contra Uriel adopta una nueva posición. Cada una ataca a su rival, pero con tanta torpeza que ni una ni otra consiguen herirles esta vez.

Uriel sabia demasiado bien que no debía atacarles, eso solo haría fortalecer al diablo de las cadenas y no podía permitir que eso ocurriera, por lo que adopta un posición puramente defensiva.

El duergar teúrgo al fin se levanta, echo una furia. tenia que subir otra vez y proseguir con el ritual o atacar a quienes tuviera a su alcance, pues la drow quedaba al otro lado del altar. Al igual que hizo al comenzar la lucha, el duergar envuelve a los bravos guerreros en una nube de pestilencia que envenenaba el aire.

Dorn y Uriel aguantan la respiración, pero Adrash, enfrascado en el combate contra el diablo, traga el aire impuro, sufriendo el mismo mal que la drow en su momento (-6pg y queda cegado hasta el final del siguiente turno del duergar).

A diferencia de su camarada, Dorn aguantaba la respiración. A pesar que los ojos le escocían aún podía ver la silueta del diablo de las cadenas. Sin embargo la visión era borrosa, demasiado para acertar con su golpe (diablo señalado por Dorn).

Orden:
Albafica (20)
Nhyria (19)
Diablo de las cadenas (15)
Adrash (15)
Armadura infernal (14)
Uriel (12)
Duergar teúrgo devastador (10)
Dorn (9)

El diablo de las cadenas, al no tener agarrado al dracónido, habría retrocedido, pero el enano estaba pendiente de todos y cada uno de sus movimientos y no le parecía oportuno blindarle la oportunidad, por lo que siguió luchando a corta distancia, golpeando con sus cadenas y garfios, fallando e primer ataque pero hiriendo a este en el segundo (-7pg).

El dracónido muy mal herido tras el ataque del duergar y perder la visión de lo que estaba ocurriendo en ese momento, no podía hacer otra cosa más que dar un paso a un lado donde antes se encontraba vacío intentando evadir cualquier ataque e intentar poner remedio a sus heridas como pudiera.
Adrash estaba sudando mas de lo normal, no solo las heridas y el cansancio le pasaban factura, también la preocupación de y el malestar por no ser de utilidad en esos momentos.

La situación aun no estaba controlada ni mucho menos, y menos ese malvado enano siguiese vivo las almas de esas personas no estarian en paz. Al caer del estrado el contacto visual con el enemigo se habia roto, pero Nhyria imaginaba donde habria caido mas o menos y se le ocurrio que si rodeaba el lugar podria pillar desprevenido al rival.

Camino de puntillas de tal manera que el ruido de sus pasos quedan amortiguados por el ruido de la batalla y al salir por el otro extremo observó al distraido duegar. Su vara cargo la entropica energía del caos y la descargo en forma de proyectil.

Mientras Adrash se aplicaba unos primeros auxilios para las quemaduras y cortes, Nhyria intenta ser todo lo sigilosa que podía permitirse. Bien por la sorpresa o simplemente porque el duergar tenia la guardia baja, el hechizo choca contra él líder de la secta, causando un gran dolor.

Las armaduras actúan otra vez, por suerte ninguna mas se les uniría ya. Tanto la armadura acorralada entre las columnas y Adrash intenta empujar con su escudo a este, pero el dracónido, con la guardia alta, no cede terreno. Otra de las armaduras en cambio si logra empujar a Uriel y ocupa su lugar, franqueando junto con otra armadura infernal al mágico. Cuando este se acerca la armadura prepara el arma, pero Uriel desvía rápidamente el golpe mientras aun trataba de recuperar el equilibrio.

Uriel decidido a mantener a sus compañeros a salvo usa sus Escamas de Dragón sobre el maldito Diablo que les estaba causando mas problemas de nuevo, al igual que otros como el les habian echo antes.

Aun a pesar de todo, canalizo sus fuerzas sobre su espada y lanzándola en un abanico de energía azul, trata de golpear a las 2 armaduras que le rodean para tratar de eliminar mas oponentes.

Uriel elimina a una de las armaduras para reducir el número de enemigos, pero a cambio de un simple peón fortalecía a otro mas temible. La armadura cae inerte en el suelo y su alma es absorbida por el diablo de las cadenas. La buena voluntad de Uriel había echo que un enemigo peligro apunto de morir pudiera aguantar mas asaltos.

Ahora era la oportunidad para el duergar teúrgo, quien en un intento desesperado, pretendía atacar tanto a enemigos como aliados. Sin importar quien muriera, le era favorable. Vivo siempre podría crear y armar otro ejercito, pero para beneficiarse de los poderes curativos antes debía estar próximo. Una vez se hubo acercado agitó las manos, preparado para producir una explosión de azufre, pero por alguna extraña razón, el ilimitado fluir de magia que Asmodeo le había otorgado se había detenido.

-¡NO! -gritó el duergar, justo cuando mas necesitaba de su señor este le abandonaba. El dios sabia, antes incluso que el propio vasallo, que el final había llegado. El duergar se había negado a creerlo, viendo una oportunidad de sobrevivir, pero era una mera ilusión que se había hecho para no tener que admitirlo. Asmodeo se había cansado de él, había demostrado mucha astucia e inteligencia, pero el miedo lo había convertido en un inútil mas, un inútil prescindible.

-Mi señor ¿¡pero porque!? -Murmuró para si. Para su sorpresa recibió una respuesta que solo él escucho.

-Lo hiciste bien, Darrak, pero nuestro trato a expirado y me cansé de ti. -Dijo la voz, en tono aburrido.

-Uriel, por las barbas de Moradín... ¿¡Pero estás haciedo!? -Grita el enano, con la cara congestionada y sudorosa del esfuerzo invertido en matar al diablo de las cadenas, el mismo que ahora parecía estar en mejor estado que Dorn o cualquiera de sus compañeros.

Dorn no deja que esto lo desanime y descarga otro golpe sobre el diablo. De no haber sido curado de seguro estaría muerto.

-Adrash, mantén la posición y no dejes que avance esa armadura. Y ataca a este desde donde estás.

Mientras tanto, en un rincón de la sala una heroína emprendía una nueva marcha al Reino de los Muertos, pero una mano inmortal, y no la de la Reina Cuervo, tiraba de ella fuera del río de las almas que fluían hacia el otro mundo.

-Tu no, querida, para ti tengo muchos planes... y ninguno de tu agrado. -Dijo la misma voz que le había hablado a Darrek, pero esta vez con tono jocoso.

El diablo de las cadenas sigue en su sitio y ataca a Dorn dos veces mas. El primer ataque es repelido gracias a Uriel, pero el segundo golpe acierta a dar en el enano, aún así minimizando los daños.