Partida Rol por web

Extiendo mi brazo horizontalmente indicando al grupo que se detenga - Quietos - susurro - Hay algo en el puente, 2 figuras, una en el suelo, aparentemente muerta. La otra, ha saltado por el puente, posiblemente su asesino. - me encojo un poco intentando esconderme. -  Cuidado, quizás haya alguien más al acecho.

Intento caminar sigilosamente mientras me acerco al puente a inspeccionar el cuerpo. Mientras me acerco miro hacia arriba y al otro lado del puente por si diviso algo.
 

La lluvia que cae a nuestros alrededor forma una densa cortina de agua que prácticamente me impide ver cualquier cosa que no esté directamente delante de mis ojos. De hecho, si no fuera porque camino agarrada del brazo de Neliandra temería tropezar y caer. En estos momentos siento tanta lástima por el infeliz señor Geldem, que nos aguarda bajo el aguacero, como la que siento por mí misma.

Un cercano y repentino susurro urgiéndonos a tenernos me sobresalta y choco contra un brazo extendido a cuyo dueño tardo unos segundos en reconocer como el sigiloso elfo que nos acompaña desde que salimos de nuestra reunión con Redgus. Saber que es de los nuestros me tranquiliza, pero ésta tranquilidad se desvanece tan pronto como sus palabras nos advierten de que nos hemos entrometido en medio de lo que parece ser una emboscada.

—¿Asesino, estás seguro? —pregunto, abrazándome a mí misma.

Por supuesto que esta clase de cosas pasan a veces. Pero siempre les pasan a otros. Una escucha habladurías, rumores, algún pregón ocasional... pero jamás espera encontrarse en medio de una situación semejante.

Discretamente echo mano a mi maza de armas y aguzo los sentidos tratando de detectar cualquier indicio de que haya un asesino por los alrededores mientras intento acercarme a Raith en busca de su protección.

Mientras avanzamos y tengo a Alhandra abrazada a mi sigo al resto del grupo distraída, pensando en mis cosas, rodeados por la lluvia, algo que me tranquiliza siempre y que no me molesta nada, hasta que algo me saca de mi introspección, un leve susurro de alguien delante de mí que pide que nos detengamos. -Si está tendido en el suelo puede que esté herido, iré a ver- saco mi escudo y desenvaino mi espada, y armándome de valor avanzo hasta donde se supone está la persona tendida, alerta por si como dice mi compañero fuera una emboscada.

Tras salir de la reunión "el grupo" había decidido seguir junto, a mi eso me daba lo mismo...mientras me pagaran. El agua caía al rededor y sobre mi cabeza sin dar visto a parar. Se había marcado una tregua tensa que se mantendría hasta que nuestros motivos nos llevaran los unos contra los otros, no podía apartar a sabiendas la mano de el pomo de la espada. Es el tal Threkor quien da la voz de alarma, estaba tan preocupado de estar atento a ellos que no había visto que pasaba a nuestro alrededor. Dos figuras....un salteador y una victima.

- Maldición....ya empezamos.

Desenvaino la espada, esperando un ataque preparado para proteger a mis jefas. Mientras la hija de la casa Cannith mantiene a una distancia prudencial, Neliandra avanza hacia donde una figura yace tendida en el suelo.

- Será posible.... digo al ver la imprudente acción... puede ser una trampa.

Caminar bajo la lluvia con aquel variopinto grupo no parecía la gran cosa, pero el joven semielfo parecía disfrutarlo. -Espero no olvidar detalle.- Susurró sonreído mientras observaba la impresionante estampa formada por la tormenta y el cielo bellamente azulado que esta provocaba.

El semielfo se amparaba de la lluvia gracias a una vieja gabardina con capucha de color marrón. Con sus manos sostenía los bordes de esta, evitando así que el viento le pudiese desprender de ella mientras que ligeros vapores relucían ante las luces de la tormenta cuando el joven exhalaba.

Aquella inspiradora escena quedó interrumpida de forma abrupta por las palabras del misterioso elfo. -¿Un asesinato?- Musitó y tragó saliva al enterarse, para entonces detener su marcha de inmediato. Observó la escena dubitativo primero, pero el avance de una de las integrantes del grupo le sacó de su parálisis. -¡Arghh maldición!- Empezó a andar también hacia el lugar.

El joven nunca había visto a una persona muerta, menos recién asesinada. Era su deber enfrentar tal escena si algún día quería escribir con la consistencia de su maestro, y aunque algo temeroso, y hasta triste por lo que se encontraría, no podía dejar pasar la ocasión.

Threkor, avisas al resto y  te acercas al cuerpo que hay tendido en el suelo. El puente salva la distancia existente entre dos plataformas adheridas a las  paredes de dos  torres diferentes, la torre Dalannan y la Aguja Kelsa. El cuerpo yace sobre el suelo del puente, y puedes ver una mezcla de agua y sangre condensándose a su alrededor. Un maletín de cuero, aún agarrado con fuerza en la mano sobresale del charco de agua y sangre. Miras arriba y a derecha pero no ves nada que haya podido asesinar a aquel hombre.

Alhandra, sacas tu maza de armas al tiempo que te aproximas a Raith. Te mantienes alerta sabedora de que algo raro está sucediendo. Buscas algo que pueda ser una amenaza pero no consigues ver bien debido a la escasa luz y a la copiosa lluvia. Tampoco consigues escuchar nada más que el retumbar de los truenos y los pasos y chapoteos de tus compañeros que se mueven arriba y abajo.

Neliandra, te aproximas al cadáver al tiempo que desenvainas espada y preparas tu escudo. Tienes la esperanza de poder curarlo si es que aún estuviese con vida. Llegas hasta él. Es un hombre mayor, muy anciano y envuelto en una capa gruesa, aunque no lo suficiente para detener las armas que portaba quien le ha atacado. Ahora lo ves con claridad. Los has visto otras veces. Cortes y heridas punzantes en sitios vitales. No más de dos o tres heridas lanzadas contra los puntos vitales de una persona. Y a juzgar por la cantidad de sangre mezclada que se extiende alrededor del cuerpo dirías que el pobre desgraciado ha muerto. Aún aferra lo que parece ser un maletín de cuero de buena manufactura...

Raith, contemplas como avanza Neliandra hacia el cuerpo. Pero desconfías de la situación y decides quedarte donde estás atento a la posibilidad de que sea una trampa.

Sellion, te acercas poco a poco tras los pasos de Neliandra. tal vez sea esta tu oportunidad de empezar a escribir algo digno sobre esta ciudad y parece que no estás dispuesto a perdertelo. Tal vez así sea.

Sin embargo vuestras sospechas son ciertas. Alguien debe andar por allí cerca. Una figura que no podéis ver se mueve, como si de un insecto se tratase, bajo la estructura del puente. Se encarama con gran agilidad por una de las barandillas y aparece justo a la lámpara siemprebrillante que hay al sureste caído en el puente aprovechando el destello de un relámpago… La figura parece ser una forjada que carga una gran hacha de Batalla. Lleva una capa con capucha que cubre su cuerpo parcialmente. En aquellas zonas que no cubre su piel brilla con una gran pureza metálica. Por desgracia puede que no hayáis sido  suficientemente conscientes  de esta amenaza...

Al ver que mi amiga Neliandra apresta sus armas se acerca valientemente en solitario hacia la figura tendida hago una seña al mercenario para que avance conmigo en su dirección. Para mí, que la conozco bien, está claro que va a tratar de ayudar al infeliz que está ahí tirado pero temo que corra un destino similar si la dejamos sola.

Sin embargo, para cuando consigo salir de mi estupor inicial ya es demasiado tarde. Algo, que reconozco rápidamente como un forjado para la guerra con personalidad femenina, trepa por un lado del puente y se encarama de un salto a la plataforma, interponiendo su cuerpo metálico entre la pareja formada por Neliandra y el elfo y el resto de nosotros.

Aunque desde el Tratado de Tronofirme los forjados ya no son considerados como una propiedad y a nuestra Casa se le prohíbe volver a producirlos, sigo teniendo la firme creencia de que estos seres todavía conservan algún vestigio del respeto debido a sus creadores. Estoy dispuesta a poner a prueba esta teoría si ello puede evitar un innecesario derramamiento de sangre. Además, dar por supuesto que un forjado armado en el escenario de un asesinato es el culpable del mismo sería un pensamiento intolerablemente racista.

—Buenas noches —saludo a la amenazante recién llegada con impostada despreocupación—. Con esta tormenta no te había visto y me has dado un susto de muerte. Acabamos de llegar y mira con qué nos encontramos. ¿No habrás presenciado por casualidad qué ha ocurrido aquí, verdad? ¡Vaya, perdona mis modales! Soy Alhandra d'Cannith, ¿y tú eres?

Si solo hubiéramos tenido el cuerpo no hubiera sido un problema, se podía avisar a la guardia para que se encargara o tirarlo desde un puente para que fuera problema de otro, pero con un forjado merodeando y saliendo de la nada teníamos un problema, sobretodo si iba armado con un hacha.

- Ese hacha dice que esto no se va arreglar hablando jefa.

Al acercarme más al cuerpo, distinguí que era un anciano, y a la vista de la sangre que empapaba el suelo, estaba muerto. La lluvia empezaba a limpiar la sangre y un rastro de ella, caía por el puente. Seguí con la vista la sangre que caía y vi una especie de maletín de cuero tirado al lado del cuerpo. El pobre diablo aún lo aferraba como si la vida que ya se le había escapado, dependiera de su contenido.

Me había distraído mirando al maletín cuando oí un golpe seco en el puente. Algo había aterrizado encima y me había pillado desprevenido y sin mis armas preparadas.

Una de las mujeres se adelantó con valentía e intentó razonar con el forjado que había aparecido en el puente. Con sigilo y despacio, saqué mi espada y la sostuve en posición alerta

Me acerco y llego al cuerpo a la vez que uno de mis compañeros, al cual ignoro por completo. Me arrodillo levemente para inspeccionar el cuerpo, a simple vista puedo ver que tiene varias heridas al parecer punzantes. Mientras hago mi diagnostico algo me sobresalta, un ruido a mi espalda. Al girarme puedo ver una forjada con un hacha, debería inspeccionar mejor el cuerpo pero juraría que no es la asesina, o por lo menos no con ese arma. Veo que Alhandra empieza a acercarse y trata de entablar conversación con la forjada, a lo que añado algo para mis compañeros -¿Seguro que es quien le ha matado?¿Alguien ve sangre en su arma?- Con la poca luz y la lluvia no logro ver si su arma esta manchada, y puede tener otro arma escondida o haberse desecho de ella, pero también podía ser su protector, del mismo modo que mi compañera y yo llevamos uno.

Paso a paso se acercaba el joven semielfo, expectante ante lo que se encontraría en aquel puente, cuando un sonido llamó la atención del mismo, deteniendo su avance. Cuando volteó, una reluciente figura metálica cayó sobre el puente, con un gran hacha que refleja una tenue aura carmesí a pesar de las azuladas luces de la noche.

La imponente figura frente al joven sólo podía tener un significado, la hora de actuar llegó finalmente. ¿El comienzo de su propia aventura tal vez?

-Y descendió sobre los puentes de la incertidumbre,

era la lúgubre figura de la perdición en persona,

más brillante de lo esperado, pero igual de imponente.

Y aunque esta pretenda absorber toda luz de la noche,

todavía queda una chispa de ardiente llama en los corazones de las gentes.-

Recitó el semielfo, bastante animado ahora ante la inesperada aparición del forjado.

Todo ha sucedido a gran velocidad. Y sin embargo todos y cada uno de vosotros ha sido capaz de descifrar aquellos sonidos bajo el puente como un mal augurio. No os equivocábais. El mal augurio se planta entre vosotros...y tiene forma de una forjada armada con un hacha. Atropelladamente algunos de vosotros le habláis en un intento vano de convencerla, distraerla o intimidarla...Vuestras palabras parecen no tener ningún efecto en la forjada. Su mirada  la habéis visto anteriormente. Es la mirada de quien va a atacar. Y os mira analizando a quien asestarle el primer golpe...

Mira a Threkor y a Neliandra. Ambos se encuentran junto al cuerpo del anciano. Con un paso lateral se acerca a Threkor y lanza su hacha directamente contra su rostro en un movimiento violento y ascendente. El golpe pasa a menos de un centímetro de la barbilla del elfo el cual consigue apartarse justo en el último instante...Parece ser el único "diálogo" que la forjada está dispuesta a entablar. 

Había aparecido de repente, y en un primer momento pude llegar a pensar que era simplemente un protector del anciano tirado en el suelo, pero las heridas de su hacha y la forma de este concordaban, o al menos eso parecía, pero lo que sí acabó de convencerme de ello era que su hacha había intentado caer sobre el pícaro que nos acompañaba, y puesto que eramos aliados, al menos de forma temporal, en mi deber estaba protegerlo, así que me acabo de alzar del todo y cargo contra la forjada. Mientras alzo mi arma por primera vez, pues jamás había necesitado de esta, hago en un susurro una plegaría -Olladra dame fuerzas para vencer a mi enemigo y proteger a los débiles- aunque al parecer mi diosa no me ha oído, puesto que el golpe falla.

Me apena descubrir que la forjada no atiende a razones. Es posible que tenga algo dañado en sus sistemas de reconocimiento o en algún otro módulo de su personalidad. Por supuesto, podría ser reparada pero ahora mismo supone una amenaza tanto para ella como para la ciudad y, de manera particularísima, para nuestro pequeño grupo.

Estoy lejos de ser una eminencia en el conocimiento de los forjados, pero tengo algo de experiencia arreglando problemas menores o provocando incapacitaciones en algunos sistemas secundarios que, en estos momentos, podría resultarnos de cierta utilidad.

Con la idea de acudir en auxilio de mi aislada amiga, avanzo a la carrera hacia la amenazadora forjada.

El hacha de la critura pasó a pocos centímetro de mí. Solo un movimiento rápido con voltereta incluída, me había librado de perder la cabeza a las primeras de cambio. Varios de mis compañeros de viaje habían iniciado el ataque contra la criatura, y aprovechando que mi maniobra defensiva me había dejado fuera de ángulo de visión, decidí flanquearla e intentar un ataque por la espalda.