Partida Rol por web

Al entrar en el vagón no puedo evitar soltar un suspiro de alivio, mientras me giro a la pareja.

-  Bueno parece que todos se están preparando así que lo mejor es que vayáis a la enfermería. Yo voy hablar con el jefe de guardias por si quiere algo en especial de nosotros.- me despido de ellos mientras avanzo hacía el hombretón gigante.

- Buenas Kuma-san. ¿Quieres que ayude a localizarlos o no hace...- antes de que pueda acabar mi pregunta llegan los gritos del pobre hombre de la limpieza. Al parecer ya no hacía falta localizarlos pero al ver como la guardaespaldas salia sola hacía el peligro mientras aún el resto se organiza, decido despedirme del jefe con un encogimiento de hombros y me acerco a Yûki.

- No es muy buena idea ir sola. Mi habitación esta de camino y es donde guardo mi arma si no te importa parar un segundo te puedo ser útil. Aunque si tienes demasiada prisa al menos te puedo decir si has acabado con todos...- le susurro mientras ando con ella hacia la salida.

El suspiro de Arisa fue notable durante el silencio de Kotaro. No es que fuera alguien especialmente impaciente, pero enseguida se dio cuenta de que el chico iba a tomarse un buen tiempo para responder, y no porque tuviera que pensarlo demasiado. Al oír la respuesta, sacudió la cabeza con resignación, con gesto incluso apenado. Aunque al oír la última frase, levanta la cabeza rápidamente y le dirige una mirada fría.

- Los "nuestros", o por lo menos los miembros de mi familia, no son tan ignorantes como para entrar en rencillas o no encontrar fácilmente al culpable. No puedo hablar por los otros nobles a los que sirvas. - repone rápidamente, dejando bien claro la diferencia que hay entre su familia y las demás, a pesar de pertenecer a la misma clase. 

Después de escuchar su burda respuesta genérica, sobre por qué entrar en aquella "hayajiro de la muerte", Arisa suspira de nuevo como si hubiese perdido todo el interés en la conversación. Sin embargo su mirada permanece fija en él, intentando formar una pared de hielo entre ambos mientras pregunta por sus motivos de estar allí. Sus hombros se elevan un poco por la tensión al pensar en la situación y teniendo que soportar semejante comportamiento de un ignorante, un inferior.

Arisa aprieta los labios y los abre un momento, dispuesta a responder a la pregunta, pero se detiene en el momento en el que oye la voz de Tomohiro por todo el tren. Sus ojos se abren mucho un momento y suelta una exclamación ahogada, como si acabase de darse cuenta de algo. "Tendría que haber estado más atenta a los alrededores y haber buscado la ruta..." frunce el ceño con preocupación y rápidamente se levanta junto a Shimazu, dirigiendo una mirada severa a Kotaro pero sin decir nada más. 

Sin embargo, mientras avanzan hacia el arsenal, Arisa se gira bruscamente para mirar a Kotaro, no conforme con cómo ha terminado la situación. Durante un instante retrocede, sorprendida de encontrarse con el chico tan alto después de haberle visto como alguien de altura normal mientras estaba sentado. Eso hace que dude un momento, pero igualmente levanta la cabeza para mirarle algo irritada.

- A diferencia de ti, yo ya sabía lo que va a afrontar la Ryugujou y sabía que debía estar en ella. Además, ya puedes olvidarte de todos esos cuentos de brujas convirtiendo humanos en kabane. Los que deben preocuparte son los que nos encontremos por el camino. - una vez dicho esto, Arisa se gira con gesto orgulloso y continúa andando hasta que llegan al arsenal.

En cuanto llegan al arsenal, se encuentran con Yûki, la doctora y otro par de jóvenes que van con ella. Pero lo que capta la atención de la psíquica es la voz que suena por megafonía, y un escalofrío le recorre la espalda. Asiente a las indicaciones de Yûki y le lleva apenas un instante decidirse.

- Iré al tercer vagón. Mi arco está allí y Tomohiro también. - responde rápidamente. No obstante, hay un momento de duda tras esas palabras, y su mirada se dirige hacia el joven recluso, quien ya parecía totalmente equipado. Sacudiendo la cabeza y con un suspiro, se gira hacia el jefe de guardias - Shimazu-san, quiero que sea Kotaro quien me escolte. - acto seguido dirige una mirada preocupada al susodicho, esperando que acepte ir con ella. Todavía no puede quitarse de la cabeza la visión que tuvo nada más verle... y no va a dejar que ocurra frente a ella.

Dirijo una mirada dudosa al resto de la gente que está en el vagón mientras en mis oídos resuena el grito final de la transmisión. 

-Chihiro, creo que sería más seguro para ti y para todos que cogieras tu maletín y acompañaras a...la señorita a junto el señor. Eres el único médico a bordo.- hago un gesto impreciso hacia la muchacha que aún no conozco.- No quiero dejarte sola en la enfermería, y además no sé si la puerta aguantará un embite.- Mientras digo eso me acerco a una de las estanterías dónde se guardan las armas, buscando algo que me pueda llevar. No es que sea un maestro en combate, pero he reparado casi todo tipo de armas, algo podré hacer. Y mientras hago eso no tengo que mirar a nadie.- Yo os acompañaré junto con...Kotaro, y una vez te...os deje a salvo en el vagón del señor ayudaré a los demás en la defensa. Si os parece buena idea a todos, claro...

Tras coger un arma levanto por primera vez la cara hacia la doctora.- Te llevaré a recoger tu maletín y luego te acompañaré hasta que estés a salvo, ¿Te parece bien?.- murmuro dubitativo.

Chihiro niega con la cabeza - No, Takeshi-kun. Mi deber es quedarme aquí y atender a los heridos. Pero no te preocupes, estaré bien - lo mira con expresión preocupada - No estarás pensando en ir a estudiar a esos kabane ¿Verdad?...

Ahora el que está preocupado soy yo, e intento fingir que no. Lo he intentado por las buenas, ahora toca por lo cenutrio.

-Aham, y...¿cuál es el procedimiento en el caso de que una persona que haya sido mordida venga a la enfermería para que le curen y decida que en vez de eso sería interesante morderte a ti?.- Comento con fingida curiosidad cuando termino de ponerme una armadura de kendo que “parece” que me va bien, al final las interminables clases de mis tutores dan unos frutos penosos y por lo menos sé abrochármela sin tener que pedir auxilio. Agarro una katana y después de ponérmela en el cinturón empiezo con los enganches de un rifle de vapor. He arreglado tantos que son levemente familiares para mí, aunque no sé si podría disparar uno de forma efectiva.- Pues verás, tengo tres opciones: Ayudo a la señorita a llegar junto a Tomohiro-sama, voy al vagón de tercera a ayudar en la defensa o me quedo aquí protegiendo la enfermería. Hay elevadas posibilidades de que vea Kabane en cualquiera de las tres opciones, pero no es que los vaya a ir a ver a propósito.- Miento casi con descaro- Oh, -comento con ingenuidad infantil y tono sarcástico.- hay otra, en la que te agarro y te llevo pataleando a junto el señor, por aquello de no dejar morir al único médico que tenemos. - Comento con ligereza. Termino con los enganches y me muevo para comprobar que no me pellizcan.- ¿En cuál crees que voy a ser más útil y hay menos probabilidades de que a tí te pase algo?. Ya he tomado una decisión, pero quiero conocer otro punto de vista lógico.

Hacemos eso a menudo, comparar puntos de vista, y en general lo hacemos tan rápido que no vamos a interrumpir a los demás.

La petición de Arisa al jefe de guardias tomó a Kotaro desprevenido, provocando que casi soltara otra carcajada de diversión sin querer. Por fortuna pudo contenerse, si bien por unos instantes no supo qué responder, si es que tenía algo que responder --¿Y ésta para qué quiere a un presidiario como guardaespaldas? Además, me está poniendo en bandeja la cabeza de Tomohiro… Ja… Niña noble e inocente, ha pasado demasiado tiempo entre algodones y todavía no sabe cómo funciona el mundo.

Observa a Arisa durante un par de segundos, recuperando la ligera mueca de diversión que le dedicó en el vagón comedor. A continuación observa a Shimazu y, queriendo ponerle en un compromiso que le ayudara a conocerle mejor, se acerca a los estantes de armas y toma las que parecía que nadie iba a reclamar, colocándose la segunda katana al otro lado de su cintura y acomodándose el segundo rifle y su caldera en su espalda*. Kotaro no parece ver a ningún otro soldado dispuesto y capaz de armarse de tal manera, por lo que el dilema en que quiere poner al jefe de guardias es la de decidir dónde dedicar al activo táctico que parecía suponer Kotaro.

Vuelve a su anterior posición y espera pacientemente a que Shimazu haya puesto orden en la guardia de la hayajiro, aguardando a la orden que debía dirigirle –Dime qué tipo de batalla te gusta. ¿Eres defensivo y paciente o prefieres un ataque arrollador? ¿Tal vez no eres ni una cosa ni la otra, sino un perrito faldero que obedece órdenes de niñas mimadas hasta en situaciones extremas? –Se podría evidenciar la mirada juzgadora de Kotaro sobre el jefe de guardias, esperando pacientemente para dar un veredicto.

- Pilla de camino? Sino coge algo de la armería, no podemos perder tiempo - su rostro demostraba seriedad y una ligera preocupación. Y aunque había enlentecido el paso para esperar al mecánico, no detuvo su avance. La cosa no pintaba bien.

Chihiro abre la boca para contestar pero las palabras no llegan a salir. Shimazu Kuma agarra a Takeshi del cuello de la armadura y lo lanza hacia la pared donde se estrella dolorosamente - El "argumento lógico" es que es su deber, chico. Ella no es una simple pasajera, sino una tripulante de la Ryugujou y sirviente de Tomohiro-sama. Su deber es atender a los heridos que se puedan salvar, mientras que el tuyo es asegurarte de que los motores siguen funcionando.

Shimazu-sama por favor - le ruega Chihiro - Sólo está nervioso y se preocupa por mí.

No tiene nada de qué preocuparse. Aquí siempre hay vigilancia y este vagón está tan reforzado como el de Tomohiro-sama. Devuelve ese rifle, chico. Tu lugar no está delante de esos engendros.

Dicho esto se vuelve hacia Kotaro y Arisa negando con la cabeza - No, Arisa-san. Este chico aún no se ha ganado el derecho a pisar el vagón personal de Tomohiro-sama. Aún debo tenerlo vigilado - Mira a Kotaro y sus dos rifles con disgusto - Haz la prueba si quieres, pero a menos que les des en el corazón sólo estarás desperdiciando balas ¿A qué estás esperando? ¡MUÉVETE!...

Una vez parece que Yûki parece conforme avanzo deprisa hasta los estantes de armas y cojo una katana que me coloco rápidamente y un rifle el cuál me voy enganchando mientras vuelvo con la guardaespaldas, que aunque ha bajado el ritmo, sigue avanzando hacia la puerta.

En ese momento escucho un golpe enorme y me giro por un segundo, al parecer Fukui había despertado al Oso, pero bueno había cosas más urgentes y era buena idea salir antes de que el jefe de guardias decidiese que mi lugar era en otro sitio...

Así que acelero el paso incluso cuando alcanzo a Yûki mientras termino de enganchar la caldera de vapor a mi cintura.

- Había prisa, ¿no?- le digo a la joven con un tono bastante neutro.- Claro que la hay... los guardias siempre llegan tarde, eso lo sé muy bien...

La joven observa con gesto desdeñoso la carcajada de Kotaro, pero no dice nada. "Ya le he advertido, de él depende escuchar o no. Aunque si muere, la Ryugujou estaría a salvo..." Pensativa como estaba, el repentino gesto de Shimazu la pilla por sorpresa y no puede evitar dar un respingo. La razón le dice con todas sus señales que no es buena idea insistir a Shimazu en este momento.

- Está bien, - responde rápidamente - pero tampoco debería quedarme aquí... - dirige una mirada al tal Takeshi, el único que parece que podría acompañarla, ya que el otro chico se dirige con Yûki al frente.

La reacción de Shimazu con Takeshi le pareció correcta, incluso le sorprendió para bien. Nunca entendió muy bien el sentido de la actitud caballeresca de los tipos “educados”.

Ante la orden del jefe de guardias, Kotaro asintió con satisfacción, queriendo dar a entender que su elección había sido correcta. Fugazmente vuelve la mirada a Arisa, dedicándole una rápida sonrisa de burla que busca enfadarla un poco más.

En cuanto dio los primeros pasos en dirección al peligro sintió una fuerte subida de adrenalina, no sabiendo si estaba nervioso o simplemente ansioso. Lo que tenía claro es que estaba volviendo a despertar un instinto que le obligaron a mantener latente desde que entró en prisión.

A paso ligero sale del vagón, continuando hasta dar con el grueso de guardias mientras prepara sus dos rifles. En cuanto escucha el sonido de disparos lo suficientemente cerca busca quedarse provisionalmente en segunda línea, lo suficientemente cerca como para ver cómo son los kabane en combate pero con un puñado de soldados entre el peligro y él.