Partida Rol por web

Camarote de Mogami Tomohiro

El camarote de Mogami Tomohiro ocupa toda la parte superior del segundo vagón y sirve tanto como habitáculo del noble como de sala de mapas. Tras repeler el ataque de los bandidos, Tomohiro ha convocado allí a la vidente Furuhashi Arisa, al ingeniero Fukui Takeshi, al mecánico Asano Hideo, al jefe de guardias Shimazu Kuma y a la oficial médica Ueno Chihiro. Koizumi Yûki, guardaespaldas de Tomohiro, ha vuelto al lado de su señor al terminar la escaramuza. Por su parte, Shimazu ha acudido a la reunión acompañado de un joven casi tan alto como él y aspecto bronco al que presenta como Zweihänder Kotaro. Todos se encuentran reunidos en torno a una mesa mediana atornillada al suelo.

En definitiva, no sabemos cómo demonios se nos colaron esos kabane - explica Shimazu - El caso es que los hemos eliminado a todos.

¿A quiénes hemos perdido? - pregunta Tomohiro

Un equipo de limpieza y mantenimiento a los cinco tripulantes del vagón artillado. Por suerte Koizumi-san estaba allí para hacerse cargo del cañón de vapor.

¿Algún herido?

Ninguno, Mogami-sama - responde la doctora.

No se esperaban que estuviéramos esperándolos con las armas en la mano ¡JA! - dice Shimazu con una risotada

No comparto su entusiasmo, Shimazu-kun - replica Tomohiro - Hemos perdido a ocho valiosos tripulantes y aún no sabemos lo que pasó.

Sabemos que seguimos vivos, señor - responde el grandullón - Por ahora nos tendrá que bastar.

Tomohiro asiente dando por zanjada la discusión - Bien. Ahora que los bandidos se han marchado Natori-san no tardará en despejar la vía y los daños de la Ryugujou son meramente estéticos, por lo que podremos continuar sin problemas. Sin embargo hay algo que me preocupa. Antes del ataque Fukui-kun divisó las luces del campamento de los bandidos, así que sabemos dónde están. Según Furuhashi-san en dicho campamento hay una niña pequeña prisionera que está relacionada de alguna manera con el ataque que hemos sufrido y que a causa del fracaso del mismo va a pagarlo con su vida. Rescatarla no está dentro de nuestras obligaciones ni de nuestra misión, pero tal vez algunos tripulantes ociosos querrían salir a comprobar que todo está bien en el exterior mientras Natori-san termina de trabajar con la grúa...

Mientras escucho el reporte del jefe de guardias no puedo evitar poner los ojos en blanco, casi habían dejado pasar a cuatro kabanes por los tejados y seguramente aún no lo supieran. Y encima estaba contento con los resultados, habíamos perdido a buenos hombres pero como no eran bushis supongo que no le importaban. Por suerte Tomohiro-dono no lo ve como él y me calmo mientras asiento a sus palabras.

- La verdad es que si todo esta en orden, no me quejaría de dar una vuelta por el campo y respirar un poco de aire fresco para variar, señor.- contesto  como si fuera lo más normal del mundo y no existiese una maldita plaga allí afuera. 

Si bien era cierto que quería devolverles el "favor" a los bandido también tenía otra razón para salir de allí. Había visto la mirada de Fukui-san y, aunque sabía que solo estaba retrasando lo inevitable, quería ahorrarme las miles de preguntas que tendría sobre mi estado actual.

Yûki se encontraba un paso detrás de Tomohiro, con las manos a la espalda, y balanceandose con suavidad sobre sus pies. Su mirada parecia perdida en algún punto dificil de identificar pero en cuanto escuchó lo del campamento de los bandidos giró con lentitud su rostro hacia su señor, indicando que aunque pareciera ausente estaba atenta a lo que sucedia a su alrededor.

Se ajustó el guante derecho mientras dejaba hablar a Hideo.

- No permitiré que una pobre niña quede en manos de esos hombres....- su rostro era severo e intimidatorio, pero en seguida se suavizaron los rasgos de su pequeño rotro para acercarse alegremente al mecánico -Pues ale, pequeño Asano, vamonos de viaje. Por fin podré sacar a Rayito de su cuadra - sonrió con luminosidad antes de seguir - ¿Alguno más se apunta? -

Cuando Kotaro ve pasar al mecánico Hideo, le observa con una pequeña mueca que esboza una disimulada sonrisa pícara que, desde sus más de dos metros de altura, podría hacer sentir inquieto a más de uno. A pesar del imponente aspecto de Kotaro, su expresión se asemeja a la de un niño que ve pasar por delante suya una caja de regalo y que, aunque su contenido está oculto bajo un envoltorio, sabe lo que se esconde en su interior.

Su mirada permanece incómodamente clavada en el mecánico, sin importarle que pudiese molestar al chico. Sin embargo,  su atención se volvió hacia Tomohiro en cuanto comentó que la hayajiro había detectado la posición del campamento de bandidos. Y junto a su atención, su expresión cambió totalmente a una pensativa y de absoluta seriedad, como si por primera vez desde que pisa la Ryugujou se hubiera tomado algo en serio.

No confiaba mucho en Arisa, mucho menos en sus capacidades, pero el hecho de que Tomohiro considerase sus “predicciones” o “visiones” como algo digno a tener en cuenta le hizo cambiar de opinión. Alguien de la alta nobleza no pondría en riesgo su prestigio en una loca sin credibilidad.

-- ¿Por qué hacen a una niña responsable del ataque a una hayajiro? Esta escoria se comporta igual que la basura de Kongoukaku, haciendo pagar por sus errores y filias a quien menos culpa tiene y peor puede defenderse – Kotaro aprieta sus puños con fuerza, haciendo crujir un par de nudillos en el proceso por la rabia que comienza a sentir.

-- He empezado todo esto para evitar que nadie vuelva a vivir el mismo infierno que yo. Qué sentido tendría mi misión si dejo a su suerte a alguien que está rogando mi ayuda; ¿dejaría a mis hermanos de Kongoukaku a su suerte si veo que todo se complica? … ¡JA! – en su fuero interno se ríe, consciente de que es justo humillar a quien abusa de su poder lo que más le divierte, lo segundo más importante que le da sentido a su vida por detrás de evitar que nadie viva una infancia como la suya.

Con una formalidad que difícilmente podría esperarse de él, con total firmeza Kotaro solicita en voz alta y delante de todos – Pido permiso para participar en la misión de rescate.

Inmediatamente después busca dar peso a su petición ante la razonable duda que pudiera causar en los responsables -- El riesgo de fuga de un prisionero como yo es nulo: lo último que querrán será aceptar a alguien que ha participado en el fracaso de su asalto a la hayajiro y les ha causado tantas bajas. Por otro lado, ésta es una oportunidad única para demostrar mi honor y valía.

Tras ello, espera sin perder su reciente compostura castrense a que le confirmaran el permiso necesario.

En ningún momento quiso dar a entender que el verdadero motivo que lo empujaba irrefrenablemente a aceptar una misión de tan alto riesgo no era más que salvar a una niña.

A pesar de su imponente apariencia e impenetrable personalidad, sentía que abrirse y dejar a desconocidos entrever qué es lo que verdaderamente le empuja en la vida a luchar no era más que dar la oportunidad a otros de aprovecharse de una posible debilidad que no puede permitirse.

Aunque todo parecía en orden, y sin ninguna kabaneri a la vista, Arisa no podía permanecer tranquila. Lo había visto, había visto a un hombre furioso ir a por esa niña... "Tal vez sea por haber perdido durante el ataque, tal vez por perder contra nosotros si nos aventuramos a ir a buscarla..." Pero si había algo que no podía hacer, era quedarse sin hacer nada. 

Al llegar al camarote de Tomohiro y ver al recluso volver de una pieza, Arisa asiente tranquila y le dedica una mirada como saludo, sin decir una palabra. "Sigue con vida de momento, y no parece haber arruinado nada. Eso es bueno." Observa también a los demás, comprobando que parecen estar bien. O demasiado bien en el caso de Yûki, quien no deja de balancearse al lado de Tomohiro, como si no hubiese ocurrido ningún ataque. Antes de dar su respuesta, se queda mirando unos instantes a Hideo, y da un respingo al ver a Yûki acercarse tanto.

- Si os acompaño, será más fácil encontrarla. - se recoloca el arco sobre su espalda y vuelve su vista hacia su señor, esperando su aprobación.

Dirijo una fugaz sonrisa a Chihiro-chan en cuanto entro en el vagón, contento de que esté ilesa. A pesar de que estoy aliviado por ver que las personas que me importan están perfectamente bien me giro de manera que les doy las espalda fingiendo estudiar un mapa. La verdad es que estoy intentando no soltar una obscenidad en respuesta al comentario del jefe de guardias. Aprieto los puños mientras intento que se me pase el momento de enfado que tengo al pensar en que esta noche ocho familias van a vivir una pesadilla porque alguien no sabe hacer su jodido trabajo, y aún por encima los hay que se entusiasman...en fin. Un cabeza de pala siempre es un cabeza de pala, supongo.

Lentamente todos se van apuntando al rescate de la cría, aunque a mí me preocupa algo más, ya que me gusta dormir tranquilo sin la posibilidad de que nos cuelen una bomba en la chimenea, nos aborden o nos secuestren, y además podemos sacar información acerca del ataque...la mocosa es una mina de información, hay que recuperarla. Pero no voy a decir eso que me linchan. Dirijo una mirada incrédula a la guardaespaldas de Mogami-sama...”Rayito”, dice. Su personalidad va a provocarme una migraña y de las gordas. Se me escapa una sonrisa sardónica hacia el mecánico, parece que tiene una admiradora.

-Como soy yo el que ha visto el campamento supongo que lo mejor es que vaya también.- Comento con suavidad al tiempo que me encojo de hombros.- Y si mientras rescatamos a la chibi podemos jo...-momento de duda, mirada al contingente femenino del vagón.-...robarles el polvorín nadie en la hayajiro va a lamentarlo, ¿verdad?. No es por venganza,- claro que lo es, podría haber pasado una maldita desgracia.- es para que no tengan la feliz idea de repetirlo.

Con tranquilidad me pongo al lado de la noble pelirroja. No es que la prefiera a ella antes que a Hideo, con quien tengo más confianza, pero la joven es mucho más tranquila que la chica que está actualmente bailoteando cerca del mecánico y me hace sentir más relajado.

Tomohiro asiente satisfecho ante la disposición de sus subordinados, pero mira interrogante a Shimazu tras el ofrecimiento de Kotaro.

No tengo dudas de que volverá, señor - dice el gigante poniendo una manaza sobre el hombro del chico - Lo hará porque es un Zweihänder (1). Estoy seguro de ello.

Zweihänder ¿eh? - repite el noble observando a Kotaro. La mención de ese apellido parece despejar sus dudas - Interesante - Tomohiro se levanta y saca la llave maestra de la Ryugujou del interior de su kimono - Yûki-san, confío en ti para estar al mando. Los demás, seguidme.

En el tiempo que Yûki saca su motocicleta del segundo vagón Tomohiro conduce al resto de la misión hacia el vagón artillado. Allí se dirige hacia el fondo, un minúsculo habitáculo con cuatro asientos. Introduce la llave maestra en una cerradura de la pared y al momento empiezan a escucharse siseos hidráulicos y chirridos de maquinaria. El habitáculo empieza a descender y a separarse del vagón revelando que realmente es la parte trasera de un pequeño coche todoterreno de vapor.

Éste es el Chisai Ryu (2) - dice Tomohiro, orgulloso - Un invento mío integrado en la estructura de la Ryugujou. - Al ver las expresiones de las caras de Arisa, Hideo, Kotaro y Takeshi se da cuenta de que ninguno puede imaginar siquiera cómo pilotar ese trasto.

Minami-san, tú serás el conductor - señala a uno de los soldados. Precisamente es el mismo con el que Kotaro estuvo hablando durante el asalto de los bandidos.

¡Sí, Mogami-sama! - responde el soldado cuadrándose - Cuidaré del Pequeño Dragón y lo traeré de vuelta de una pieza ¡Se lo prometo!...

Bosque imperial

La motocicleta de YÙki precede al Chisai Ryu durante la carrera por el bosque. Siguiendo las indicaciones de Takeshi no tardan en localizar el campamento de los bandidos. Se trata de una pequeña caravana de carros tirados por caballos o por pequeños vehículos de vapor que rodean unas tiendas mugrientas y de mala calidad. A juzgar por los gritos y el movimiento parece que los supervivientes del ataque se están preparando para marcharse.

El conductor detiene el Chisai Ryu a una distancia suficiente como para que los bandidos no puedan escuchar el ruido de su motor.

¿Cuál es el plan? - pregunta mirando a Yûki (3)...

Kotaro arrugó el entrecejo en cuanto Shimazu y Tomohiro hicieron referencia a su apellido. -- ¿Qué diablos…? – Habría pensado que se estaban mofando de él si no fuera por lo fuera de lugar que estaría cualquier ludibrio en esta situación, sobre todo viniendo de personas a las que les conviene mantener una imagen de respeto.

En cualquier caso ello no quitó desconcierto a la situación. No era momento de perderse con preguntas estériles, por lo que se limitó a suponer que a Shimazu le impresionó la manera en que se desenvolvió enfrentando a los kabane, y por ello quiso darle la oportunidad de ganar algo de honor a su apellido extranjero, mensaje que comprendió Tomohiro.

Kotaro tenía asumido que iba a tener que llegar al campamento a pie, tanto por la aparente falta de medios como por la idoneidad de hacer el menor ruido posible. Sin embargo el tiempo era algo que solamente jugaba en contra del cumplimiento de la misión, por lo que tampoco le resultó una sorpresa, dentro de lo que cabe, la propuesta de uso de aquel artefacto de vapor.

¿Quién coño sabe utilizar esta cosa? ¿Tomohiro está dispuesto a arriesgar a su maquinista? – La duda quedó resuelta en cuanto se propuso como conductor a aquel soldado, el tal Minami. Le produjo cierta tranquilidad saber que se les unía alguien que parecía ser íntegro con su deber, por lo que le dedicó una pequeña sonrisa acompañada de una leve inclinación de cabeza hacia delante a modo de bienvenida.

*

Bosque imperial

En cuanto el campamento comienza a poder divisarse, Kotaro se levanta silenciosamente de su asiento sin importar que el vehículo siga en marcha. Agarrándose firmemente al respaldo del asiento y aprovechando que ahora podía observar con mayor detalle la caravana**, la estudia con especial concentración hasta que el vehículo finalmente para y comienza el momento de trazar un plan***.

****Debido a que Yûki parecía estar al mando, dejó que fuese ella quien tomara la iniciativa a la hora de proponer un plan. Además, quería saber qué tan bien se desenvolvía la guardaespaldas en este tipo de situaciones.

Yûki observaba el campamento sin apearse de su vehículo, con una pierna en tierra y recogiendose el cabello en una coleta alta trenzada.  El pelo podía ser un problema con el viento si tenía que hacer giros inseperados.

- Necesito que alguien que sepa disparar suba conmigo. Seremos la carnaza, los que atraigamos a los que defienden el campamento - miró de uno en uno esperando ver quien se ofrecia voluntario.

- El resto aprovechará que el lugar se quedé medio vacio para intentar buscar a la niña. Creo que lo mejor sería a pie, pero eso ya es decisión vuestra. Tengo que dar un rodeo grande para acceder desde otra dirección y que no sepan que voy desde aquí para no delataros y que tengais tiempo de sobra - su rostro era serio y concentrado.  - Espero que os parezca bien. Siempre es mejor acometer una misión con ganas - les guiñó el ojo mientras echaba mano al manillar de su querida Rayito.

Al escuchar a Tomohiro-dono y Kuma comentar sobre el grandullón y su extraño apellido me giro durante un segundo hacia él para comprobar que estaba tan extrañado como el resto, lo cual contrasta completamente con las miradas que me estaba lanzando antes. Aunque bueno todo eso era lo de menos, al parecer todos los presentes habíamos aceptado ir a buscar a la niña y de paso enseñarles una lección a esos malditos asaltantes.

Eramos un grupo cuanto menos variopinto pero era cierto que Fukui y Arisa iban a ser esenciales para encontrar el campamento y a la niña, mientras que los otros dos eras soldados experimentados... en todo caso si alguien sobraba era yo. Esto me hace sonreír de manera cansada agradecido de que nadie pusiese objeción a mi participación.

Tomohiro-sama nos ofrece un vehículo de su invención para llegar lo más rápido posible, que al verlo no puedo evitar quedarme asombrado imaginándome la potencia del motor aparte de las medidas de control de presión que debía haber ingeniado para conseguir que algo de ese tamaño moviese todo ese peso, aunque la verdad lo mismo podría decir de "Rayito".

Una vez llegamos a las cercanías del campamento, me quedo a la espera de que los expertos den su opinión mientras observo el lugar sin estar muy seguro de que podría ver que fuese útil.

- Bueno no es que sea un experto pero me las arreglo bien disparando, por lo que si te valgo me presento voluntario.- contesto a Yûki mientras me bajo del jeep y me estiro.- Ademas no esta bien que no haya ningún soldado en uno de los grupos y Furuhasi-sama es la única que conoce el aspecto de la niña. Así que a no ser que Fukui-san tenga algo en contra...- termino dejando las palabras en el aire esperando la respuesta del ingeniero.

Al oír el comentario de Shimazu, Arisa frunce el ceño e intenta recordar algo sobre ese apellido. Finalmente niega con la cabeza, quitándole importancia. Después sigue a los demás hasta el curioso vehículo de Tomohiro. Aunque no parece dar muestras de ello, la psíquica se mantiene nerviosa durante el trayecto, clavando las uñas en el asiento. Pero la motocicleta de Yûki le parece aún más peligrosa, por lo que decide no quejarse.

Una vez llegan al campamento, Arisa observa con curiosidad las tiendas y entrecierra los ojos un instante, intentando concentrarse en su interior para poder ver dónde se encuentra la niña, pero desiste rápidamente. "Todavía estoy muy lejos..." El plan de Yûki no parece mala idea, siendo ellos los que se van a arriesgar, aunque mira de reojo a Hideo un momento.

- Está bien. Una vez estemos más cerca, no será difícil encontrarla. Es una niña de unos siete u ocho años, con el pelo negro y estará sucia y con moratones. - responde a Hideo, con la mirada fija en Yûki - La vi atada a una de las tiendas, pero es mejor que sepáis quién es, por si la encontráis por casualidad. - echando un vistazo a los otros dos, se recoloca su arco a la espalda y les hace un gesto con la cabeza - ¿Vamos entonces? No nos debe de quedar mucho tiempo...

Me mantengo en silencio durante todo el viaje por el bosque, inmerso en mis pensamientos y en la contemplación de la obra de arte que suponen nuestro transporte y...”Rayito”. Vaya falta de respeto a semejante máquina.

Me bajo del jeep justo después del mecánico y sin apenas disimulo doy un paso atrás cuando Yûki pide voluntarios para acompañarla. Se me escapa una sonrisa y una leve oración de gracias hacia Hideo y su inmensa sabiduría haciéndose cargo del comité de “Balas y Cartuchos”. No me veía a mí mismo subido en la moto con la guardaespaldas, y tengo que sofocar una carcajada cuando me imagino por un segundo a la joven pelirroja disparando como una maníaca mientras va de paquete en semejante armotrasto pilotado por Lady Estusiasmo. Como ha ido todo el viaje aferrada al asiento como una lapa no me la imagino sobre dos ruedas, pero igual me llevo una sorpresa.

-No tengo nada en contra y con el nombre basta, Hideo. Al fin y al cabo estamos en tiempo de ocio y diversión, sobran las formalidades. - La anterior imagen mental hace que se me escape una risita sofocada y me recompongo carraspeando mientras finjo ajustarme la armadura de kendo.- Creo que tu idea es más acertada. Yo apenas sé disparar con un rifle y si la señorita se pone a conducir de forma creativa...- mi tono de voz es de admiración en lugar de censura, daría mucho dinero por poder echarle la mano encima a la moto y poder probarla.- tú tienes más probabilidades de mantenerte sobre la máquina que yo, y lo mismo ocurre en caso de tener que sobrevivir a una caída. Estoy seguro de que primer bache que pille Koizumi-san y me voy al suelo.- Comento con una sonrisa sesgada.- Por ahora el suicidio no está entre mis planes inmediatos, pero gracias por dejarme escoger.

Mi mirada pasa por encima del inmenso hombre del que no recuerdo el nombre, y se detiene en la joven noble.

-El grandullón, Hime-sama y yo buscaremos a la cría mientras vosotros sembráis caos y confusión.- Me giro un momento hacia la otra muchacha y Hideo, una sonrisa se dibuja en mi boca.- Tened cuidado y atropellad a todos lo que sea posible, nos vemos en un rato.

Dada la seriedad que exigía el momento, Kotaro consiguió contener la tentación de faltarle al respeto a nadie de manera gratuita.

-- No estoy de acuerdo – dice con firmeza, asumiendo el riesgo de dañar algún orgullo -- Están lo suficiente desorganizados como para poder permitirnos adoptar medidas menos arriesgadas.

Kotaro se baja del vehículo y se recoloca la armadura, katanas, calderas, rifles y demás. -- Si seguís mis indicaciones puedo conseguir guiaros e introducir a quien sea en el campamento antes de que se den cuenta.

>> Ahora bien, contra más recursos impliquemos de manera directa, mayor será la probabilidad de sufrir pérdidas. Tú – señala a Takeshi – Ahora que ya hemos dado con el campamento no pareces de más utilidad. Si no puedes aportar nada más a la misión será mejor que te quedes aquí – afirma con hiriente frialdad.

>> Y tú – esta vez señala a Minami – Si perdemos a la única persona que sabe pilotar este artilugio, el riesgo de terminar la misión con éxito se reduciría tanto que sería equivalente a haber fracasado.

-- Me gustaría poder convencer a esos pobres desgraciados para que se unan a la hayajiro, o al menos darles una oportunidad; al fin y al cabo hemos perdido a gente apenas comenzada la misión y no nos vendrá mal que la Ryugujou vuelva a estar al cien por cien de efectivos. Seguramente algunos estén dispuestos a buscar el perdón y aprovechar la oportunidad de dejar de estar constantemente bajo el peligro de ser devorados por kabane y obligados a realizar asaltos suicidas contra hayajiros.

-- En cualquier caso, por mi parte propongo que mientras atraigo su atención tratando de convencerles, Yûki debería colarse sigilosamente en el campamento por la ruta que le haya indicado. Al ser la más pequeña – rápidamente se da cuenta de que sin querer, esta vez de verdad, había dicho algo que seguramente la molestaría. Aguantando estoicamente una risilla que está implorando salir de su boca, continúa como si no hubiera ocurrido nada – ...podrá infiltrarse llamando menos la atención.

>> El mecánico – esta vez mira a Hideo. Se queda unos momentos pensativo, dubitativo sobre la idoneidad de dar cierta información. Finalmente se decide – Tú deberías encargarte de sabotear sus vehículos. Si no tienen con lo que huir de los kabane, la tentación de unirse a la Ryugujou ganaría un peso evidente.

>> Suponiendo que Arisa – quedaba patente que no era muy amigo de los sufijos honoríficos, no pudiendo importarle menos que le pudieran tachar de irrespetuoso – haya conseguido dar a Yûki una descripción precisa de la niña, debería quedarse en la retaguardia, oculta, preparada para dar apoyo con su arco si a alguien se le complica su tarea.

Se queda unos momentos pensativo, como si estuviera repasando mentalmente el plan propuesto. Finalmente rompe el silencio con una sonrisilla que guarda cierta malicia – Al menos así es como yo raptaría a una persona vigilada y chantajearía a un grupo cuya bandera es algo tan básico como la supervivencia.

>> Sólo me preocupa una cosa. Si el grupo tiene un líder fuerte, el grupo seguirá lo que él diga. Si el líder es alguien que quiere asesinar a una niña, seguramente su cabeza no funcione con una lógica evidente, por lo que habrá que matarle. El mayor problema no será él, sino los perros que le defiendan. Si la cosa se pone muy fea centraos en hacer que la misión se cumpla con éxito; ya sabré arreglármelas solo – termina con un tono de autosuficiencia, siendo complicado discernir si solamente fanfarronea o si de verdad está dispuesto a sacrificarse.

Al poco de terminar recuerda algo más, y no menos importante que lo anterior. Guardando la compostura a pesar de lo cada vez más complicada que le parecía la misión, añade, como si fuera un detalle sin importancia – Por cierto, no sé cuántos kabane existen que sepan utilizar armas de vapor, apuntar y subirse a árboles, pero vi uno poco antes del asalto – mira fugazmente a Hideo para volver a hablar a todo el grupo en general – Si esos bastardos tienen a algún kabaneri entre ellos vamos a estar bien jodidos. En tal caso ganará todavía más importancia inutilizar sus medios de transporte – saca su bola suicida y se la lanza suavemente a Hideo, dándole a entender que la utilice para el sabotaje de ser necesario.

Asiento a las palabras de la vidente y sonrío ante la verborrea del ingeniero, aunque no puedo evitar torcer el gesto cuando me llama por mi nombre. Hacía años que nadie lo hacía y la última vez no había sido demasiado agradable. Los gritos, la sangre y esos malditos ojos naranjas... aún tenía pesadillas con ello para encima recordarlo despierto.

Cuando consigo quitarme de encima esos pensamientos a la vez que me estoy dirigiendo a la moto de Yûki, el grandullón empieza hablar y la verdad es que estaba claro que se creía al mando cosa que realmente no me importaría demasiado sino fuese porque para criticar el plan de otra persona el suyo también tenía agujeros por todas partes, así que cuando acaba lanzándome la bomba, la cual cojo al vuelo y me pongo a juguetear con ella mientras decido contestarle.

- ¿Y como piensas dialogar con ellos cuando tu solo pareces un comando de asalto?- le indico señalando a todo el armamento que lleva encima.- La verdad sea dicha, no he estado nunca en una situación por el estilo pero acercarte a "parlamentar" con ellos tan armado hará que entren aún más en pánico y si tienes mala suerte que te vuelen la cabeza. Por otro lado no se ellos, pero no me apetece tener gente en la que no confió en la Ryugujou. Puede que para ti solo sea un transporte, pero para muchos es nuestro hogar. No metes desconocidos en tu casa y menos si antes intentaron destruirla por no hablar de la coacción de que hemos saboteado sus supuestos vehículos para que no tengan más remedio que aceptar.- continúo con bastante acidez parando de juguetear con la bomba y apuntando con ella en la dirección de Kotaro- Que hablando de vehículos, dudo que tengan nada para lo que se necesite a alguien como yo. Si lo tuvieran lo habrían usado en el asalto de antes, así que tendrán caballos y carros pero bueno de eso también podría encargarme así que no habría problema.- dicho esto dudo durante un instante, al fin y al cabo Minami y Kotaro no saben de mi condición - o seo quiero pensar, porque la mirada de antes...- pero bueno si las cosas se torcían lo iban a descubrir igualmente, así que con un suspiro concluyo- Y no te preocupes por los kabane, o incluso kabaneri. Puedo asegurarte que no hay ninguno cerca ahora mismo...