Partida Rol por web

En que líos me meto.

Sus poderes me ponían nervioso y aún así me había ofrecido el primero, sinceramente era lo que me parecía más lógico. Porque si algo salía mal mi cuerpo era el que más posibilidades tenía de aguantar el cuerpo. Sin embargo aunque consigo mantener la calma y me preparo para el lanzamiento este nunca llega. En vez de ello el que sale por los aires es Takeshi, así que me giro hacia la psíquica entre enfadado y confuso.

- Pero que coñ...- me interrumpo al ver el rostro asustado y compungido de la psíquica.- Da igual, aprovechad la distracción para llegar a la  Ryugujou, yo me encargaré de que nuestro ingeniero vuelva de una pieza. Disculpa, Koizumi-san pero al final si que voy a necesitar el arma.- me la preste o no cojo algo de carrerilla y voy en busca de mi mejor amigo.

Mira con interés al enorme hombre y una sonrisa sarcástica se pinta en sus labios al escucharlo

-"Así que yo tenía razón y te acostabas con esa sosa"-dice sentándose a horcajadas en una silla-"Y te dio plantón...y sin embargo te odia"-hace una pompa con su chicle observando a Izume-"Interesante"-comenta girándose hacia el anfitrión-"Por eso quiere ayudarla,claro"-explica a RYoma-"¿Él es quien nos va a proporcionar el agua y el combustible para tu amorcito,Izume-tai-sa?"-jamás le había llamado por su tratamiento respetuoso y sus ojos brillan peligrosamente al pronunciarlo

Aunque no lo estaba mirando directamente, Arisa siente que algo no ha ido como debería y levanta la cabeza rápidamente. Asano está pero... Takeshi. La psíquica abre los ojos con horror bajo las vendas y lleva las manos a su boca, asustada. El mecánico se lanza directamente a buscarle mientras Tomohiro le mete prisa a ella. ¿He lanzado a Takeshi? ¿Estará bien? ¿Y si lo he...? No, no puede ser. Tengo que... Tengo que llegar a la Ryugujou y desde allí podré sacarlos.

- ¡Nos vamos! Koizumi-san, protege a Mogami-sama. Lyashi-san, lo mismo con el doctor. - dice decidida y apremiante.

En cuanto los soldados comienzan a moverse y hay un hueco libre, la psíquica avanza hacia la puerta que da a los andenes y deja inmovilizados en el aire a los que están defendiéndola, tanto soldados como kabanes. Si los lanzo hacia la torre es un problema, si los lanzo hacia otro lado pueden volver... La psíquica los mantiene ahí hasta que se decide, mientras le hace un gesto a los demás para que pasen.

Yûki no había llegado a recoger la katana de nuevo, si no que empuñaba su rifle. A quemarropa tampoco hacia tanto ruido, y si no, un buen culatazo en la cara solía ser efectivo con los humanos. 

Así que Hideo pudo salir en ayuda de Takeshi arma en mano. Ella, por su parte, tras observar ligeramente anonadada el vuelo del mecánico y de escuchar a Arisa, se volvió a Tomohiro para cogerlo de la mano y tirar de él apremiándolo a correr, buscando huecos y lugares más seguros por donde llegar a su destino. 

Me quedo quieto esperando y observando cómo la vidente va a poner a nuestro mecánico en el aire. Una pequeña parte de mi mente tiene muchas ganas de ver cómo lo hace, pero cada vez tiene más importancia la parte que se preocupa de que algo salga fatal, la pequeña y sutil vocecita que enumera las muchas lesiones que alguien puede sufrir si aterriza mal.

Por eso casi suspiro de alivio cuando me doy cuenta de que los poderes de Arisa le acaban de jugar una mala pasada, supongo que si se pone nerviosa el asunto no furrula o algo. Bueno, mejor que el gatillazo haya pasado a dos centímetros de altura y no cuando Hideo estuviera a veinte metros sobre nosotros.

Estoy girando la cabeza para hacer un comentario mordaz cuando mis pies se separan violentamente del suelo y me veo catapultado hacia Dios sabe dónde a una velocidad endiablada. No soy capaz ni de gritar, y mi único pensamiento cuerdo es que después de todos los follones voy a palmar porque Hime-sama tiene miedo escénico.

Jodida vidente de bolsillo...

En un gesto instintivo me cubro la cabeza con los brazos, lo que evita que pare el primer golpetazo con la cabeza pero no que me lleve el trastazo de mi vida. Tardo un par de segundos en darme cuenta de que no me ha empotrado contra la pared, así que debo haber atravesado una ventana. Aún menos mal.

No sé en qué aterricé pero en cuanto intento sentarme el dolor es de aúpa. Suelto un taco entre dientes mientras me aseguro que no me he partido nada. Creo que no pero me duele todo, maldita vidente y maldito su poder y maldita sea mi...

Al sentarme el suelo se mueve justo debajo de mí. Hola, Takeshi, soy tu conmoción cerebral. Ahí es cuando me doy cuenta de que he aterrizado encima de alguien. Alguien con un kabane acoplado, y que me está empujando hacia un lado para que le salga de encima. Maldita mi suerte, maldita vidente.

Aprovechando el impulso de apartarme que me da el soldado agarro con fuerza su capa intentando quedármela, pensando en que quizás entre mi agarrón y su empujón pueda sacarle la capa de encima y apartarme con ella, retrocediendo lo más que puedo para poder distancia entre el kabane y yo. Mi otra mano va a la pistola y apunta al engendro mientras mis ojos se desvían un momento hacia los aterrados operarios que acaban de ver cómo he dejado a su torturador en una postura de clara indefensión.

-Vosotros veréis si me ayudáis o no,- Les digo con el tono más alentador y firme que puedo. Quizás suene la flauta y me ayuden a reducir al energúmeno, pero ahora mismo no estoy para buscar ayuda externa y el dolor de mis costillas me está haciendo ver las estrellas.- pero por mí dejo seco a esa puta cosa y así al menos podéis trabajar sin temor a que os devoren.- Me quedo un momento quieto y callado, y de repente se me enciende la vena. Yo estaba muy tranquilo intentando solucionar el problema de los kabane cuando he tenido que pararme en una ciudad donde un maldito gordo cabrón los usa para asustar a la gente que debería proteger, manteniéndola bajo su obesa bota porque él tiene el poder, y que ahora ha puesto en peligro a mi gente porque es un jodido psicópata. Soy hijo de dirigentes, y el hecho de que la persona encargada del bienestar de los habitantes de su ciudad se tome así su puesto me insulta, me indigna y me cabrea. La indignación por el porrazo que acabo de llevarme no sirve más que para exacerbar mi cabreo, y la actitud de ratones asustados me jode un montón. Soy un intelectual, pero por mis venas corre la puñetera sangre de Mibu. Agarro la culata de la pistola con fuerza para que no se me resbale con la sangre. Si voy a morir va a ser dando hostias, al parecer. Se me escapa una sonrisa entre los churretones de sangre, imaginando la cara que pondrían mis padres si me vieran así. - ¿Sabéis qué?.- Les digo mientras apunto al kabane. Agito la cabeza para apartarme el pelo manchado de sangre de la frente y que no me interrumpa la visión.- Si vuestro noble es un cabrón tenéis derecho a pegarle una patada en el culo. Y a todos sus esbirros. Y poner a alguien con dos pelotas al frente.

Acto seguido abro fuego.

Aunque Takeshi no consigue arrebatarle la capa al soldado sí que le da la vuelta y consigue enredarlo en ella, ganando así unos preciosos segundos para disparar al kabane a quemarropa. La pesada bala hace explotar el corazón del monstruo provocando una rociada de sangre y chispas azuladas.

¡NO TE MUEVAS, MISERABLE! - el soldado ha conseguido desembarazarse de la capa y está apuntando a Takeshi con su rifle de vapor cuando una sombra entra a través de la ventana...

Cuando Hideo entra volando en la habitación se encuentra con una curiosa escena: Takeshi sujetando con fuerza su pistola de vapor aún humeante por el disparo que acaba de hacer. Junto a él hay un kabane muerto con el pecho reventado y más allá un soldado sentado en el suelo con la capa torcida y apuntando al ingeniero con su rifle de vapor...

¡JAJAJAJA! - se ríe Ryoma - ¡La gatita tiene garras, Tai-sa!

Yûki no es mi "amorcito" - la corrige Izume - En realidad nunca llegué a saber qué eramos y en cualquier caso eso se acabó.

Pues todos lo teníamos bastante claro - apunta Ryoma con malicia. Izume lo fulmina con la mirada - ¡Vale, vale! Cambiemos de tema ¿Para qué necesitáis el combustible?

Izume le hace a Ryoma un rápido resumen de lo sucedido desde que él y Sakura se encontraron por primera vez con los tripulantes de la Ryugujou.

¡Menuda historia! - dice Ryoma al final - Me están dando ganas de recoger mis armas y enrolarme en esa hayajiro.

No podrá salir de Okayama sin agua y combustible - le recuerda Izume

¡No te preocupes! Tengo un vagón cisterna preparado. El problema es que ese desgraciado de Kaibuki nos ha prohibido la entrada en la estación... - se mesa la barba y lanza una mirada traviesa a Sakura - Oye, mujer. Todos los soldados conocen a Izume y no le dejarán pasar, pero tú eres nueva por aquí ¿Me acompañas a los andenes?

¿En qué estás pensando? - le pregunta Izume

Es una sorpresa...

Un brillo peligroso asoma a los ojos de Sakura al escuchar al grandullón.Si lo que decía era cierto su amante había amado a aquella estúpida enana y quizás aún la amaba pues ambos habían actuado con demasiada pasión como para haberse olvidado.

Con un movimiento brusco retira la silla y se pone en pie mirando a Izume con seriedad antes de sonreír y sacarse el chicle de la boca para plantárselo a él en la palma de la mano antes de volverse hacia Ryoma

-"Suena divertido,grandullón.Vamos,te ayudaré a que los tortolitos se reúnan"-dice despreocupadamente mientras se prepara para seguirlo-"Cuéntame tu plan,hombre"-dice mirando de reojo a Izume antes de alejarse

Já,se acabó,dice.Eso habrá que verlo piensa mientras una bonita bengala metida por el culo de aquella Yûki le viene a la imaginación haciendo que su humor mejore ostensiblemente 

El salto había salido bien y había conseguido entrar sin problemas por la ventana, pero la situación de dentro me deja algo confuso. Por un lado esta la calma de ver al ingeniero vivo y todo lo bien que podía estar alguien después de saltar por los aires más de 8 metros sin previo aviso.

Por otro lado acababa de matar a un kabane y había un soldado apuntándole, sin pensármelo un segundo disparo al desgraciado que lo ponía en peligro mientras termino de entrar en la habitación.

- ¿Estás bien, conejillo de indias? - le pregunto con una sonrisa que es una mezcla entre preocupación y alegría de ver a un amigo.

No era la mejor situación del mundo pero una parte de mí no podía dejar pasar esa y menos si el que la iba escuchar no era otro que Takeshi.

Lyashi calla la boca avergonzada cuando declinan su idea de forma casi despectiva y la ignoran por completo durante un rato. Al parecer siguen asustados por lo de antes y no las tienen todas con ella. Le duele en el alma la mirada que Takeshi le lanza y frunce ligeramente el ceño mientras mantiene un mohín en su dulce boca de preocupación y fastidio. 

Pronto enlazan otro plan, mientras la joven morena piensa que es estúpido arriesgarse así. Aquellos soldados no tendrían piedad de ellos, y son ellos los que tienen sometida a la ciudad con los Kabane. Podrían rebelarse contra su señor, si tan buenos hombres son, pero no lo hacen. - Son egoístas, son indecentes, y sólo buscan su supervivencia propia, sólo miran por ellos. - pensó. Había visto muchos como ellos. Había sufrido muchos como ellos. 

Ahora tenía la oportunidad de defenderse, y si alguien la amenazaba, sólo el señor de la Hayakiro podría pararla con una orden. 

Arisa se puso en posición y usó su poder para lanzar a...¿Takeshi? Los ojos de Lyashi se abrieron como platos al ver al atractivo joven salir disparado hacia la ventana. Instintivamente, usó su poder para tratar de compensar los daños que el joven Takeshi sufriera.*

Luego, todo lo que pudo hacer fue asentir a Arisa y correr, cubriendo al doctor. 

Mi disparo es sin duda mucho mejor que la última vez, quizás sea que el hecho de estar dolorido, mareado y cabreado sirve para que apunte mejor. Como en una nube escucho al soldado gritándome y me giro a tiempo de ver cómo me está apuntando con el rifle de vapor.

Pues estamos bien. Alguien entra por la ventana y le pega un tiro al soldado, pero no estoy muy seguro de que haya terminado con él y de todas maneras me está apuntando con un puñetero rifle de vapor. Creo que ya me llega todas las lesiones que llevo encima, así que sin pestañear siquiera me giro hacia él y le descerrajo un tiro. Justo en el último momento se me resbala la pistola en la mano por culpa de la puñetera sangre y el tiro se pierde, así que espero que la persona que ha entrado por la ventana le haya dado bien. Bajo la pistola antes de hacer un drama aquí, porque estoy empezando a marearme un poco.

Al escuchar la voz de Hideo relajo un poco los hombros y me tambaleo ligeramente.

-¿Cómo crees que debo estar después de que me catapulten dos pisos y atraviese una ventana?.- Pregunto con tono irónico mientras me meto la mano por debajo de la camisa rasgada y la saco, observando con cierto nivel de ansiedad la sangre que me mancha los dedos.- Me he llenado de cortes, golpeado la cabeza y Chihiro va a matarme en cuanto me vea. Así que estoy genial, cobaya.- Niego con la cabeza.- Si vamos a servirles de distracción vamos a hacerlo bien, ¿vale?. Luego ya arreglaré cuentas con esa bruja...

Me acerco a mi amigo, esperando a que me diga cómo quiere hacerlo. Al fin y al cabo este era su trabajo, yo sólo soy un puñetero daño colateral.

Tú sígueme el juego - dice el grandullón guiñándole un ojo.

Mientras Izume se queda oculto en la tienda Ryoma lleva a Sakura a la entrada de servicio de los andenes, custodiada por ocho soldados y cuatro kabane. Los engendros reaccionan a la presencia del tendero y los soldados que los sujetan resoplan para mantenerlos en su sitio.

Hey, sujetad bien a esos bichos - dice Ryoma.

Nadie puede entrar en el andén, Ryoma-san - le informa uno de los soldados - Órdenes de Kaibuki-sama.

Por supuesto, por supuesto. Pero tenía planeado un trabajo urgente para hoy y le he pedido un permiso especial a Kaibuki-sama. Por eso ha enviado a esta hermosa señorita: para asegurarse de que no me meto donde no me llaman ¿Verdad?...

Yûki lidera la marcha seguida por Tomohiro, Lyashi, Arisa y un quejumbroso Ohsumi. Los soldados aún están mirando embobados la ventana por la que ha entrado Hideo de un salto, por lo que a la joven pelirrosa no le cuesta trabajo apartar a uno con un golpe telequinético y despejar el camino. Sin embargo los kabane de los soldados se ven inmediatamente atraídos por el olor de los fugitivos y tienden sus brazos hacia ellos.

Tomohiro es el primero en ser atrapado cuando uno de los monstruos consigue agarrar la manga de su kimono. Blande su katana intentando cortarle en el brazo pero la katana le resulta demasiado larga para blandirla en un espacio tan pequeño.

¡Aaaah! - grita Ohsumi cuando otro monstruo le apresa con ambas manos...

La pesada bala de plomo de Hideo atraviesa el tronco del soldado de lado a lado dejando un agujero del tamaño de un puño. Ya está muerto incluso antes de que el disparo de Takeshi también le atraviese el pecho.

Al levantar la vista Hideo se encuentra en una amplia sala donde se encuentran las consolas de comunicaciones y de control de la estación. Hay cuatro operarios que lo miran a él y a Takeshi como si fueran demonios que hubieran llegado volando. Todo ha ocurrido tan deprisa que aún no han podido reaccionar...

- Sinceramente esperaba encontrarte inconsciente como mínimo. Y dudo que Chihiro te haga nada. La que te debería dar miedo es la bruja cuando quiera pedirte disculpas....- digo mientras me acerco a él para ayudarle a levantarse y al fin fijándome que no sólo estaba el guardia.- Pero me alegro que estés lo suficientemente bien para hablar, sobretodo porque estoy seguro de que puedes calmar a esta gente inoncente mejor que yo...- le voy comentando a la vez que bajo mi arma para dejar claro que no tenía intención de matar a nadie más.- Así podrás explicarles que todo ha sido un accidente y un malentendido potenciado porque su señor es un cretino que ya no se conforma con usar a sus kabanes para instaurar un reino de terror sobre esta pobre gente y sus familias sino que nos están intentando condenar a muerte por evitar que sus soldados diesen de comer un bebe a esas mismas bestias.- esto último lo digo en voz bastante alta para que me escuchen los operarios. No estaba seguro hasta que punto serían fieles al régimen de aquí pero con algo de suerte habría unos cuantos descontentos y a partir de ahí todo era cuestión de aprovechar la semilla o al menos eso decían... Al fin y al cabo no era un experto en convencer y movilizar a la gente.

Sakura mira con frialdad a los hombres e incluso alza la cabeza en actitud desafiante 

-"Tranquilos yo vigilo de que el grandullón este no se meta donde no deba"-amartilla su arma y le hace un gesto a Ryoma-"Vamos tío y procura darte prisa,no tenemos todo el puto día"-empuja al hombre con el cañón de su escopeta para que avance

Yûki avanzaba impulsada por la fuerza de sus entrenadas piernas. Impulso que a veces necesitaba para saltar ligeramente hacia un lado. Su cintura también jugaba un papel importando, contorsionándose cuando algún brazo enemigo intentaba alcanzarla. Sentía la mano de Tomohiro entre la suya y aquello le daba la fuerza necesaria para no dejarse vencer por la fatiga. De repente un tirón. Un pellizco en el estómago mientras giraba el rostro en busca de la causa. 

Sus ojos se estrecharon - Ni se te ocurra - siseó mientras le clavaba la boca del rifle en el pecho al kabane que habia sujetado al señor de Yûki. Fue entonces cuando apretó el gatillo

He tardado demasiado... Es lo primero en lo que piensa Arisa cuando percibe que los kabane se acercan a ellos e intentan atraparlos entre sus brazos. Al primero que busca es a Tomohiro, pero no le da tiempo a pensar cuando siente unas manos ansiosas que tiran de su cuerpo. Su visión puede ver casi desde cualquier ángulo y para su desgracia, se encuentra de frente con el horrible rostro de un kabane, abriendo la boca para intentar devorarla. 

- ¡ATRÁS! - chilla desesperada. 

Un gesto de su brazo es suficiente para que la espalda del kabane se curve hacia atrás de forma imposible y termine quebrándose por la mitad, braceando a duras penas. Arisa se aleja apartando las manos, asustada por lo que ha hecho, hasta que oye el grito de Ohsumi. Tengo que... protegerlo. En cuanto la psíquica gira la cabeza hacia él, el kabane que lo tiene apresado le suelta, moviéndose sus extremidades y su cabeza entre crujidos y espasmos hasta quedar pegados a su espalda, como si alguien hubiese decidido plegar su cuerpo hasta convertirlo en un bloque. 

- ¿Y ahora? - La psíquica se queda cerca de Yûki, asustada, esperando que les guíe ella. Teníamos... Teníamos que ir a la Ryugujou, ¿verdad...?