Partida Rol por web

Ten cuidado. Por favor, Hideo - suplica Kagura con lágrimas en los ojos antes de volverse hacia el cuadro de mandos de la Ryugujou...

La acción comenzaba por fin por lo que Sakura se preparó para actuar en cuanto se lo ordenasen.La Ryugujou iba a toda pastilla gracias a las manos expertas de la morena aquella lo que les acercaba de manera inexorable a su supuesto fin aunque no sin antes causar un gran daño a todo aquello

En cuanto Tomohiro dio la orden Sakura se puso en movimiento para seguir a Hideo.Buscó con la mirada a Izume y le dedicó una pequeña sonrisa 

-"Nos vemos luego,ten cuidado"-ninguno saldría vivo de allí tal y como habían augurado aquellas brujas o lo que fueran pero cuando muriese lo haría contenta pues todos sus asuntos estaban en paz.Mirando el culo del mecánico mientras subía delante de ella Sakura se preparó mentalmente para lo siguiente: volar

¿“Vuélales la cabeza y caerán”? Si quieres que caigan de verdad tienes que reventarles el corazón. Estas armas son para matar personas, no kabanes. – Kotaro mira al responsable de la armería con una frialdad inexpresiva, aunque en su interior no dejaba de sentir cierta inquietud ante la afirmación que acababa de escuchar y la verdadera finalidad de las armas. Si algo le tranquilizó fue la espada de acero kabane y la existencia de la niebla azul. – Al menos son menos aparatosas que las malditas calderas… Y los de la Kokuryukai no son kabanes, sino humanos.

Ante la respuesta recibida sobre las granadas, la inexpresividad de Kotaro desvela esta vez cierta sorpresa e inquietud. – ¿Cómo que están prohibidas las granadas de niebla en la isla? Es más que probable que se nos cuelen kabaneris en la fortaleza, ¿y nadie lleva encima al menos una granada de niebla azul? Pero qué coño… -- Casi de inmediato quiso ir a hablar con su hermana para que le diera una buena razón por la que nadie tenía granadas azules. Imaginarse el destrozo que podrían causar en la fortaleza individuos como Nami o el supuesto “mecánico” de la Ryugujou le provocó un escalofrío.

En cuanto está suficientemente armado, se despide del hombre con la misma frialdad y sequedad que expresa con su rostro. Probablemente estaba a punto de comenzar la batalla más cruenta en la que jamás ha participado, y el hecho de ser testigo de ciertos detalles que daban la impresión de que no todo marchaba como a él le gustaría, le hizo sentir un incómodo nudo en el estómago que no ayudaba a que su trato con los demás fuera un poco más distendido.

¿Cuánto tiempo lleva esta gente aquí? ¿Por qué no hablan bien nuestro idioma? ¿…Son mercenarios traídos de fuera? – Apenas salió de la armería y su subconsciente le martirizó, o tal vez simplemente le advirtió, con una nueva preocupación que debía tener presente. ¿Por qué Airin estaba recurriendo a extranjeros? Ésta es una guerra que solamente le concierne a Hinomoto. Puede haber extranjeros que apoyen nuestra causa, pero de ahí a tomar un rol principal en la misma es meter demasiado las narices. Por un momento se acordó de lo que le contó Christina sobre la banda de Suzuhara, quienes no tenían nada que ver con el orfanato, y cómo abusaron de su nueva situación en cuanto tuvieron la oportunidad. -- Muchas preguntas… y poco tiempo para recibir respuestas. – Lamentó, sintiendo una ansiedad que no dejaba de crecer.

Si algo sacó a Kotaro de su estado de preocupación fue la pregunta y posterior razonamiento de Christina. Desafortunadamente no ayudó a que se relajara, pero al menos pudo mantener su recia compostura y transmitir confianza.

…Hinomoto está podrida, lo sabes tan bien como yo. Abuso de los que tienen poder con la cómplice tolerancia de los que son abusados; y todos ellos lanzan su rabia y frustraciones hacia los más débiles, hacia quienes tienen menos suerte… hacia la gente como nosotros.

Un árbol envenenado, con raíces podridas y que solamente rezuma veneno no puede ser curado. Solamente queda acabar con su perversión impregnándolo en llamas, y de sus cenizas salvar las semillas sanas, plantarlas y cuidarlas para que esta vez no se envenenen.

Airin se comprometió en permitirme salvar a todos los niños que fuera posible; quedarán bajo mi responsabilidad. Esta vez crearemos no un orfanato, sino el inicio de una nueva y esplendorosa Hinomoto, compuesta por gente que no cometerá los errores de sus antepasados… pero antes hay trabajo que hacer.

Poniendo una mano sobre la cabeza Christina, la acaricia ligeramente para tranquilizarla. – Éste no es el momento de dudar, sino de actuar con decisión.

Después de todo lo que hemos pasado, al final hemos llegado vivos hasta aquí; nadie normal lo habría conseguido. El destino está queriendo decirnos algo, y es que necesita a gente como nosotros para cumplir con la misión de crear una nueva y más justa Hinomoto.

Hagámoslo también por nuestros hermanos, quienes murieron horriblemente por culpa de esta sociedad podrida…

En cuanto escucha el repentino sonido de cañonazos, sus cinco sentidos se ponen de inmediato en alerta, acompañados por un corazón que comienza a acelerarse. – Rápido, vayamos a ver a Airin – le dice a Christina justo antes de ponerse a correr en la dirección que estaban siguiendo.

Las sacudidas comenzaron a sucederse en el puente, pues ése era el objetivo de los cañones, y no la propia Ryugujou, como todos se temían....quizás excepto Isae, que había adivinado que la mejor forma de destruir un tren en marcha en esa situación, era obviamente destruir el puente y hacer que se precipitara al vacío. Dado que también eran enemigos de los extranjeros, aquello era una doble jugada, destruirían el tren y el camino de huida de la isla.

La pregunta era...¿por qué habían esperado a justo ése momento? ¿Realmente eran enemigos de la isla y esos extranjeros? ¿Habría alguna vuelta de tuerca más que no habían sabido ver?

Todas esas preguntas desaparecieron de su mente cuando Tomohiro la hizo volver a la realidad con un grito desesperado. Estaban terminado de cruzar el puente y se les acababa el espacio para frenar. Con un sobresalto, la maquinista cogió la palanca de freno y tiró de ella con todas sus fuerzas, haciendo que miles de chispas salieran disparadas al aire desde los frenos de las ruedas.

Miró a Kagura cómo se despedía de Hideo y le asintió a la mujer dándole su apoyo. - No te preocupes, es fuerte como un toro y rápido como una serpiente. Volverá. -

Las noticias cada vez se volvían peores y Arisa aprieta los dientes, poco a poco apretando los puños. ¿El Kokkuryukai también? No puede ser... No lo vimos venir. A menos que Nami... Los cañonazos no ayudan a la psíquica a pensar, que comprime los puños contra su pecho. ¿Hemos fallado antes de tiempo? No, no, no... No puede ser.

- ¡¿Moverlos?! - Arisa da un respingo y se gira hacia Tomohiro, dándose cuenta de a lo que se refiere apenas medio segundo después - ¡De acuerdo!

Se fija por un momento en Hideo despidiéndose de Sakura y frunce los labios. Quiero ver de lo que eres capaz. Esas palabras resuenan con fuerza en su cabeza mientras sube tras Sakura a la parte de arriba. Tengo que hacerlo bien esta vez. Por unos segundos se queda observando a ambos y finalmente asiente con firmeza. Toma aire y bajo la venda se puede ver un resplandor plateado que sale de sus ojos, al tiempo que la presión del aire que genera a su alrededor parece atenuarse. Arisa agarrota los dedos de las manos y las alza lentamente con las palmas hacia arriba mientras los cuerpos de Hideo y Sakura se separan poco a poco del suelo. 

Por un momento parece que va a decir algo, pero su rostro toma un aspecto más serio y niega con la cabeza. ¿Qué les voy a decir? ¿Que vuelvan con vida por las que les quieren? ¿O que lo den todo para evitar la conquista de Hinomoto? Sin conseguir decidirse, la psíquica da un pequeño paso hacia atrás y hace el gesto de lanzar algo, al tiempo que Hideo sale disparado hacia la torre, reduciendo la velocidad para llegar a ella sin estrellarse. El problema viene en la curva, cuando Arisa está a punto de lanzar también a Sakura... 

Pero ¿cómo vas a salvar a esos niños? - insiste Christina - Hablamos de humo y de kabane ¿Cómo vas a impedir que aquellos a los que quieres salvar se contagien por la niebla roja o que sean devorados por los kabane? - de sus labios escapa un gemido ahogado - Lo único que vais a crear es un mundo de enfermedad, dolor y muerte...

Christina no dice nada más mientras conduce a Kotaro hacia los sótanos de la fortaleza. Al llegar se encuentra con Airin acompañada por un oficial y un anciano de aspecto demacrado que lleva cadenas en muñecas y tobillos.

Quiero que se repartan máscaras a todos los soldados - está ordenando Airin - Que todos los jefes de pelotón y los soldados de élite se armen con granadas azules y rojas. En cuanto llegue la Ryugujou quiero que esté todos preparados para eliminar a toda la tripulación. Preparad también el tanque. Es muy probable que la Ryugujou destruya los cañones que cubren los andenes. Cargad proyectiles rozos y recargad los difusores de niebla azul.

Un soldado baja corriendo las escaleras casi chocando con Kotaro en su ímpetu - ¡Señora! Los acorazados del Kokuryukai han abierto fuego contra la Ryugujou. Están intentando destruir el puente para hundirla en el mar.

Parece que el viejo bastardo no quiere jugársela - refunfuña Airin - Transmite la orden: que todos los cañones disponibles den cobertura a la Ryugujou. Y soltad a dos über para que empiecen a matar a la tripulación ¡Vamos, moveos!

¡Sí, señora! - tras un rápido saludo militar los dos soldados salen corriendo.

Ah, hermano - dice Airin mirando a Kotaro - Quiero presentarte al doctor Sachi Kuroda, el creador de nuestra principal fuerza armamentística.

Por algún motivo que Kotaro no llega a comprender Airin parece tensa mientras vigila atentamente su reacción...

Cuando Arisa empieza a concentrarse un feroz pitido invade su mente con tanta fuerza que la psíquica no es capaz de escuchar ni sus propios alaridos de dolor.

Suelto una serie de palabrotas a gritos cuando me doy cuenta de que el puente se está tambaleando. A este paso no nos va a dar tiempo de llegar a la isla, y aún quedan dos cañones que nos pueden mandar al fondo del mar.

-Vaya idea de mierda es la que hemos tenido.- Comento en el tono de voz de alguien que sabe que las cosas están muy mal.- Si nos vamos pienso arrastrarlos conmigo.- Continúo con los dientes apretados y las manos agarrando tan fuerte los controles que estoy empezando a perder sensibilidad en los dedos.- Como Fukui Takeshi me llamo.

Vuelvo a hacer los cálculos y disparo, intentando eliminar la amenaza de los cañones. Si esas armas siguen dando caña al puente no vamos a poder ni empezar la misión...

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! -Arisa chilla de pura agonía apenas ha empezado a levantar a Hideo y Sakura. En vez de ser lanzados hacia la torre el kabaneri y la soldado son arrojados al mar en una caída descontrolada...

¡FURUHASHI-SAMA! - Suzume sujeta a Arisa por los hombros para evitar que se caiga de la pasarela, pero no puede hacer nada para aliviar el dolor de la psíquica - ¡FURUHASHI-SAMA! ¿Te encuentras bien? ¿Qué puedo hacer por ti? ¡FURUHASHI-SAMA!

Más adelante, Yûki intenta ver dónde han caído Hideo y Sakura, pero está demasiado oscuro para ver nada. Un movimiento por delante de la Ryugujou atrae su atención: los portones de Gunkanjima se están abriendo y del interior de la fortaleza salen dos voluminosas figuras humanas que corren a cuatro patas hacia la Ryugujou. Un estremecimiento recorre a la joven cuando los faros de la Ryugujou iluminan sus musculosos cuerpos grises protegidos por placas de armadura.

¡KOIZUMI-SAMA! - grita Suzume - ¿Le había pasado esto antes? ¿Se puede hacer algo?...

Todo parece ir bien. La Ryugujou empieza a frenar suavemente hasta que se escucha un estruendoso sonido metálico procedente de los bajos de la locomotora.

¡Hemos perdido el freno principal! - grita Kagura tras mirar los indicadores. Isea no necesitaba que se lo dijera: ella misma puede notar que la velocidad de la Ryugujou deja de reducirse. Si la hayajiro entra en Gunkanjima a su velocidad actual nada podrá impedir el terrible descarrilamiento.

¡No perdáis la calma! - ordena Tomohiro - Usad los frenos auxiliares ¡Ahora!

¡Lyashi, reduce la presión del vapor mientras activo los frenos!...

El doble disparo de Takeshi deja gravemente dañada la segunda torreta, no lo suficiente como para destruirla pero sí para hacerle errar el tiro por mucho. La otra torreta del acorazado no tiene mucha más suerte y su disparo pasa por encima de la Ryugujou para caer inofensivamente al mar al otro lado del puente.

Los cañones de la isla se suman a la refriega disparando contra el barco, destruyendo la torreta dañada por Takeshi y destrozando parte del blindaje de la tercera. El segundo barco empieza a su vez a disparar contra las torres artilladas de la isla arrancando grandes pedazos de la muralla...

El tren frenaba como tocaba hasta que un fuerte sonido y una sacudida casi hacen caer a Isae, que no puede evitar golpearse la cabeza contra un mamparo. El golpe impacta contra su frente, justo encima de la ceja derecha - ¡Ay! - grita. Inmediatamente le empieza a crecer un chichón, y un feo corte hace que un reguerillo de sangre le caiga por el lateral de la cara.

Tratando de ignorar el dolor, Isae se dirige al pulsador que libera el vapor de la cámara interna, y lo pulsa con violencia, manteniendo la mano allí mientras el indicador que tiene delante de sus ojos baja a gran velocidad. - ¡Hecho! -. 

Durante unos segundos parece que lo van a conseguir, pero Isae, observando el final del camino por el periscopio de observación, se da cuenta que no lo van a conseguir. Rapidamente se dirige hacia el control del aparato motriz y hace lo único que podría salvarlos, pone la marcha atrás y empieza a darle potencia para que contrarreste la inercia que llevan. Tiene que ir con cuidado, porque un cambio brusco rompería los pernos de unión entre los vagones y el tren descarrilaría, pero el espíritu de sus antepasados está con ella y poco a poco la Hayajiro frena, frena...frena. 

Un bandazo sacude el tren, pero lo van a conseguir. 

En cuanto empiezo a notar como me eleva me vienen ciertos recuerdos de Takeshi saliendo volando y empiezo a ver porque todo esto era una idea horrible pero tampoco es que pudiese hacer mucho más. Y como si el recuerdo fuese una maldición algo vuelve a fallar con los poderes de Furuhashi-hime.

No dejes que la bruja bonsái se me acerque. Desde que entró en mi vida sólo me ocurren desgracias, a la siguiente igual es la última.- escucho la voz de Takeshi cuando comento algo a la vez que noto como en vez de volar hacia la torre acabo lanzado contra el propio mar. Todo esto acompañado de un terrible grito por parte de la noble y veo como Kinomoto-san sufre mi mismo destino.

Ya fuese porque una parte de mí se esperaba lo peor o porque mis reflejos de kabaneri me hacen actuar más deprisa consigo prepararme para el chapuzón. Una vez dentro del agua compruebo como está mi compañera.

- ¿Puedes nadar o necesitas ayuda? - una vez me contesta empiezo a nadar hacia la orilla, pues para bien o para mal aún teníamos una misión que cumplir.

La joven habia subido junto al resto, con su rifle a vapor preparado. Se agachó bajando su centro de gravedad para evitar caer debido a los zarandeos del tren.

- Arisa-san ten cui.... - demasiado tarde. La vidente no habia tenido poder suficiente y había lanzado a sus compañeros al agua. Apoyando una mano en el suelo oteó con intensidad el mar pero no los encontraba. - Si. Se agota cuando hace....eso - dice con los dientes apretados intentando priorizar.

Ver aquellas moles aparecer por la puerta le da la pista para saber que hacer - ¡¡Atala al tren para que no caiga y atenta!!! ¡¡Enemigo a las doce en punto!! - su grito hacia Arika se pierde en el viento mientras se coloca para disparar a una de esas cosas, apuntando las zonas que no cubriera su armadura y aprecieran más vulnerables

En su mente solo ve como todo se está desmoronando. Como todo lo que es de su amado señor se puede ir al traste. Y su boda!!! No. No va a permitir que se salgan con la suya. Ni el Kokuryukai, ni los desgraciados de la isla.

Empiezo a estar un poco hasta las narices de los barcos, principalmente porque no se están hundiendo como buenos chicos. Me quedo un momento mudo de asombro al ver que el tercer barco y la isla empiezan a repartirse entre ellos, ignorando a la Ryugujou y dándome una oportunidad de oro. Mientras se estén dando el uno al otro aún puedo darle yo al barco al que ya le estoy dando, y si los Dioses nos sonríen luego “sólo” tendré que dar a dos enemigos menguados que (espero) sigan sin fijarse en mi.

Al accionar el cañón una parte de mi mente piensa que, quizás, me he pasado un poco. Al ver lo que acabo de hacer a través de los visores no puedo evitar soltar una sonora carcajada...

VAMOS a crear… -- Interviene de inmediato al escuchar a Christina hablar en segunda persona, corrigiéndola con tono imperativo – Y no será un mundo de “enfermedad, dolor y muerte” – la parafrasea a propósito – pues eso es lo que ya existe. ¿Quiénes fueron los estúpidos que infestaron Hinomoto de kabanes? ¿Quiénes nos encerraron en corrales, como ganado, en lugares a los que se les llama “estaciones”? ¿Quiénes condenan al ostracismo o simplemente a la muerte, fuera de las estaciones, a quienes les suponen una molestia? – Hace esta última pregunta retórica a propósito, refiriéndose al orfanato.

Nadie dijo que curar una enfermedad fuera un proceso agradable. Ojalá pudiésemos ser más precisos y evitar muertes innecesarias, pero Airin es quien conoce mejor nuestras capacidades para sanar a Hinomoto. Si no se puede hacer de otra manera, es porque ésta es la mejor dentro de nuestras posibilidades. – Termina afirmando, consciente de que no está diciendo algo totalmente cierto. Se trata de la falsa ilusión que él mismo se ha formado para tratar de sobrellevar que Airin prefiera el exterminio antes de intentar atraer a su bando a la población que también esté en contra del actual régimen de Hinomoto.

Salvaré a la gente que pueda… cuando pueda. – Finaliza, aunque esta vez con un evidente tono de desasosiego.

Al llegar a los sótanos de la fortaleza y escuchar las órdenes que estaba dando Airin, al fin recibe un soplo de aire fresco que calme la inquietud que no dejaba de atormentarle casi desde que llegó a Gunkanjima. – Bueno… Al menos los soldados de élite van bien equipados. Mejor eso que nada.

La noticia del Kokuryukai atacando a la Ryugujou también le supuso un nuevo respiro. Al final no iba a ser una batalla de dos contra uno. – Me pregunto cómo querrá Airin continuar su plan si la Ryugujou queda destruida.

En cuanto Airin le ve y el resto de soldados han abandonado la sala, se acerca a ella a una distancia suficiente para mantener una conversación. Su presentación del doctor, refiriéndose al anciano encadenado, le hace dirigir su mirada hacia él. – Así que tú eres el famoso doctor Sachi Kuroda… No deja de ser gracioso que el presidiario haya llegado al objetivo de la Ryugujou antes que el propio Tomohiro, ¿verdad? Je...

Observándolo con algo más de detenimiento, de arriba a abajo, por su mirada se puede entender que por su mente está pasando un simple “No me gustaría estar en tu lugar”.

Sin querer indagar más, de momento, debido a la inquietud que le produce el desarrollo de la batalla que ya ha comenzado, vuelve la mirada a Airin y le dice con cierto apremio* – Necesitamos órdenes… Y granadas de niebla.

Empiezan a elevarse y la sensación es horrible para Sakura,nada acostumbrada a separar sus pies del suelo pero la cosa se pone peor cuando aquella puta inútil en vez de lanzarlos hacia donde debían caer les lanza contra el agua a toda velocidad haciendo que el planchazo sea tremendo contra la superficie acuosa