Partida Rol por web

 -¿He? - Calipso despertó de sus pensamientos cuando el enano le llamó la atención -No... ya sabes, Thorin... Yo también me siento mal desde que comencé el viaje. Tengo el estómago revuelto y ...  - Calypso se detuvo un momento antes de continuar. No deseaba mentir a su amigo enano - No. En realidad pensaba cuán diferentes somos los unos de otros - Calypso esbozó una sonrisa - Nada más.

Durante la cena Thorin se sentia conmovido contando sus historias a sus compañeros, aunque aun estaba un tanto apenado ante el comportamiento de Calypso, pero decidió seguir charlando tras la cena.

Tras haber llenado su estómago, los invitados regresaron a su camarote.Thorin no quitó ojo a Aeldar, pero primero decidió hablar con Calypso.Se acercó a su cabizbajo amigo, ajustandose su cinturón, pensando que decir.

-¿Que os preocupa, noble clerigo?Dijisteis que eramos diferentes, ¿no hace eso esta aventura mas emocionante?

Torin estaba realmente preocupado por su amigo, ya que le molestaba profundamente ver a un compañero apesumbrado.

Cuando terminaron de cenar, el grupo se dirigió a su camarote para pasar la noche. Al llegar, el elfo se sentó en un lado aún pensativo por lo que había presenciado hace unas horas.

Se lo diré a... Pensaba Aeldar hasta que Nae se acercó a él para interesarse por lo que le preocupaba.

Perdóname Nae, siento haberte preocupado, no era mi intención. Verás, cuando nos dirigíamos al camarote del capitán para cenar, me quedé un momento atrás y escuché a un par de marineros hablar entre ellos. Aeldar hizo una pausa. Hablaban de la ruta por la que vamos a pasar, la cuál el capitán ha modificado para encontrarse con un tal Gargan, que entiendo que será un pirata por cómo hablaban de él y sus hombres. No sé qué trama el capitán, pero no me imagino nada bueno.

Al terminar de explicar a la elfa lo que había oído el elfo miró al resto de sus compañeros para luego volver a Nae.

No quiero preocupar al resto, pero creo que al menos Sigmund debería saberlo y ya pensaremos qué hacer.

A Nae le gustó que su compañero confiara en ella e intentó aconsejarle lo mejor que pudo. Lo que Aeldar le había contado era grave y sin duda Sigmund debía saberlo

-Tienes toda la razón Aeldar, esto debe saberlo Sigmund cuanto antes...Desde que subimos al barco tuve la sensación de que no somos bien recibidos y aunque hoy nos hayan invitado a cenar mi sensación sigue siendo la misma.-mientras hablaba le puso la mano en el hombro a su compañero para que sintiera su cercanía y que ella le apoyaba- Entonces ha sido una suerte que lo hayas escuchado, ahora estamos prevenidos para lo que pueda suceder.- Ahora comprendía y compartía la actitud del joven elfo.

Y ahí quedó Nae, a su lado, en silencio, pensando en lo que el capitán podría estar tramando.

En un momento en el que nadie se encontraba mirando Sigmund se acercó a Aeldar.

- Aeldar, no quiero entrometerme en tus asuntos, pero quiero que sepas que si algo te aflige puedes contar conmigo. Te ayudaré si está en mi mano.

Aeldar se alegraba de que la elfa le comprendiese y apoyase, la verdad es que se acababa de quitar un peso de encima compartiéndolo con ella.

Gracias Nae...

Mientras hablaban Sigmund se acercó a los dos elfos para interesarse por su estado.

Sigmund, precisamente quería hablar contigo, estaba hablándolo con Nae. Antes de cenar me entretuve un momento y logré oír cómo dos marineros hablaban entre ellos. Iba a continuar, pero al escucharles decir que el capitán había cambiado la ruta de viaje, me quedé un momento. La cosa es que parece ser que nos dirigimos al encuentro de un tipo llamado Gargan y su grupo de secuaces por orden del capitán. Supongo que pretenden hacernos una emboscada o algo por el estilo, no estoy seguro. De todas formas no he querido decirselo al resto hasta contártelo a tí primero.

Tras hablar, el elfo se quedó mirando a Sigmund para ver su reacción.

La cara serena de Sigmund cambió de repente, sus ojos se abrieron como platos y una mueca de asco se asomo en sus labrios al escuchar la noticia,  tuvo que esforzarse para retirar de su mente la imagen de su bota derribando la puerta del camarote del capitán y de su espada decapitándolo.

-Gracias Aeldar, tenemos suerte de que pudieras escucharlo. Como siempre, por instinto su mano derecha se dirigió al mentón mientras su mente intentaba plasmar algún plan con el que lograr salir de esa peliaguda situación.

Como es común, prefiero evitar todo enfrentamiento que pueda causarnos bajas, pero debemos estar preparados. Vayamos con los nuestros, no quiero que nadie nos oiga.

Y Sigmund empezó a andar hacia el camarote que tenían destinado para hablar con todos ellos, debían ser raudos.

Con disimulados gestos hacia sus compañeros Sigmund logró llamar la atención de todos y reunirlos en el compartimento que usaban como camarote. Una vez allí se dirigió a ellos en susurros, pero con voz firme y decidida...

Nae, por favor, vigila la puerta- Sigmund no quería que ahora a ellos les pasara lo mismo y les escucharan, además Nae conocía los acontecimientos. Cuando vio que Nae entreabría la puerta para vigilar, Sigmund asintió con la cabeza para darle las gracias.

Tras ello, su voz empezó ha hablar rápidamente y de forma marcial- Amigos, el tiempo apremia y hay que ser breve. Antes de llegar a la cena, Aeldar escuchó a dos marineros. Según estos, el barco se ha desviado porque el capitán nos va a llevar al encuentro de un tal Gargan. Claramente una trampa.

Al empezar a ver las reacciones en alguna de las caras de sus compañeros, Sigmund levanto las manos para que no se formara mucho revuelo. Por favor, debemos ser rápidos.

-Propongo formar dos grupos, uno se encargará de preparar todo en caso de que lleguemos al encuentro esta misma noche. Creo que en la sala de carga donde esta Lyozard y los caballos había algunos barriles, tal vez tengamos suerte y por ahí ande el polvorín, no sé.

>> La planificación recae sobre los que os quedéis. De mientras, Oliver, Aeldar y yo. Iremos al camarote del capitán a tener una charla. Le diremos que "uno" de nuestros altos magos ha captado que el barco se ha desviado. Que si aprecia su vida y la integridad de su barco responda. Tal vez no conozca nada de los elfos y crea que Aeldar pueda leer la mente- La última frase fue acompañada de una pequeña sonrisa para intentar relajar el ambiente.

-¿Que os parece? El tiempo apremia y si logramos regresar al curso original y escapar del enfrentamiento mejor, en caso de que no sea así- miró a todos los compañeros que dejaría en el camarote- Confío en vosotros.

Sigmund quedo expectante, con los brazos cruzados. Sabía que debían ser rápidos pero tal vez alguno de ellos tenía algo urgente que decir.

El Paladin apretaba sus puños con fuerza ante las palabras de Sigmund, pero el lenguaje corporal de este consiguió calmar a Oliver,¡¡¡ Maldicion !!! ¿como es posible que nos esten haciendo esto?, su cara ensombreció y su gesto despreocupado se convirtió en un semblante serio mientras seguia escuchando a su fiel amigo.

Dando un paso hacia delante Oliver con voz seria aprobo la organización de Sigmund... Me parece perfecto, vayamos a hacerle una inesperada visita al capitán.

El paladín dibujo en su cara una inusual sonrisa sarcástica.

La cara de Picco ante la noticia era un auténtico reflejo de una total y absoluta indignación. Después de los primeros comentarios el mediano tomó la palabra.

- No puede ser... ¡Maldito embustero! Ya verás cuando el duque se entere de esto ¡Lo van a colgar por los tobillos sobre un foso lleno de cocodrilos! -dijo poniéndose rojo.

Respiró profundamente para recuperar la calma.

- Puede que no hayáis oído hablar de él. Gargan es uno de los piratas más activos en la actualidad. Lleva varios años asaltando navíos cada cierto tiempo -se detuvo y su gesto tornó a la desolación -Lamento que haya ocurrido esto. Esperemos que tenga solución y podamos evitar el encuentro. Se dice que es un formidable estratega en batallas navales así como un gran espadachín. Tiene una larga y poblada barba negra rizada y dicen que mide dos metros de altura. Me parece un buen plan pero creo que debería realizarse de inmediato.

Liozard se acercó al grupo y habló después de Picco en un tono extraordinariamente serio y cabal para tratarse de Liozard.

- Podría acompañaros, Sigmund. Puede que el capitán tema la magia y se me ocurren varias formas de impresionarlo.

Un brillo de divertida picardía asomó a los ojos del mago que con aquel gesto recuperó su aura de hombre desequilibrado.

Me parece perfecto Liozard - dijo el guerrero- Vendrás tú en vez de Aeldar, así el tema de que uno de nuestros magos ha sabido lo del cambio de rumbo cobrará más credibilidad y no sospecharan del comportamiento de Aeldar en la cena.

Áran se quedó atónito.

¿Vendidos a los piratas? Esto pasa por confiarse demasiado... Creo que puedo ofrecer algo de ayuda extra a Sigmund en estas circunstancias.

-Aeldar, tengo que reconocer que tu oído es una maravilla. Me he tirado horas vigilando a esos marinos y no había descubierto nada. Sin embargo -se giró hacia Sigmund- encuentro un pequeño fallo en tu plan, Sigmund. Un par de personas sobran para atrincherarse en las bodegas y encontrar la pólvora, mientras que en plena noche, si el capitán grita que está en peligro, tendréis a toda la tripulación rodeándonos y nadie de la bodega sabrá que ha pasado exáctamente.

Hizo una pausa para coger aire y aclararse la garganta. Sacó disimuladamente de su capa una manzana que se había extraviado de la mesa del capitán, y se puso a juguetear con ella:

-Propongo que al grupo de tres personas que van al camarote del capitán se unan otras dos de tu elección, que se quedarán ocultas en la cubierta listas para causar una distracción que impida a la tripulación acudir al rescate, avisar de cualquier circustancia imprevista (por ejemplo, que los piratas aparezcan en barco). Uno podría hacerse con una posición privilegiada en el puesto del vigía y otro podría esconderse entre las cuerdas recogidas de las velas, listo para cortarlas si los marinos se ponene en movimiento, obligándoles a cambiar de planes y centrarse en la prioridad de controlar la vela antes de que se parta y queden a la deriva.

El encapuchado finalmente se apolló contra la pared, mordió la manzana ruidosamente y sentenció:

-Además, me gustaría comentar que aunque no he tenido a mi disposición un barril de ron o pólvora para mis actuaciones callejeras, varias veces he usado pequeñas cantidades de sustancias inflamables y explosivas para trucos de comefuegos y efectos escénicos. Tal vez, si encuentro algo de estas características, pueda montar un dispositivo disparador que permita iniciar una explosión en cadena que volase el barco. Es una acción arriesgada, pero... ¿no sería una carta interesante para añadir a nuestra baraja? Podría hasta permitirnos montar nuestro propio motín basado en el miedo y hacernos con el barco... Vos decidís... mi capitán.

Y con esta última sugerencia se hizo silencio, solo interrumpido por el sonido de la amnzana al ser mordida de vez en cuando.

No Áran, no te ofendas, pero quiero que preparéis bien el barco o una huida, incluso varios planes por si mientras vamos a ver al capitán nos atacan los piratas, cuantos más seáis mejor. Atrincherarse no serviría de mucho. - Mientras se dirigía a la puerta con el mago y el paladín Sigmund se giro hacia Áran- Como ya he dicho si aprecia su vida o la integridad del barco, no chillará.

Pero, por supuesto, puedes y podéis preparar lo que veáis conveniente para salir triunfantes de la situación, siempre va bien tener planes alternativos, mientras nadie os vea... Finalmente el guerrero llego a la altura de Nae y posando su mano sobre el hombro le pidió pasar para dirigirse al camarote.

Suerte -terminó diciendo a Nae antes de salir con una sonrisa en su rostro.

Una sonrisa de oreja a oreja recorrió la cara del pícaro al oir la negativa del jefe de la expedición:

-De acuerdo entonces, me encargaré de buscarnos una salida trasera de este teatro flotante. Te deseo suerte en tu charla con el capi. Yo me pongo manos a la obra.

Y dicho esto, mientras se terminaba su manzana, Áran salió a toda prisa de la sala.

Áran se paseó por el barco intentando pasar desapercibido y sin ser visto pero la tarea resultó extremadamente difícil en una embarcación de aquel tamaño. Sin embargo, la oscuridad y la escasa presencia de marineros en la cubierta le permitieron no llamar demasiado la atención.

En la cubierta encontró, como era de esperar todo tipo de instrumentos de navegación tales como redes, cuerdas de varios tamaños, una escalera de cuerda recogida y una caja de herramientas con un martillo, clavos, una pequeña navaja, una piedra de afilar, cordeles, una aguja gorda, una lima, unas tenazas, una polea roída y una piedra amuleto. Sobre el castillo de popa, además del mástil localizó una caja con diferentes mapas de rutas marinas, un catalejo, una brújula, un mapa estelar, un rudimentario compás, un lápiz y varias reglas y escuadras. Además, en una pequeña compuerta situada junto al timón localizó material de limpieza (un cubo, una dura pastilla de jabón, una escoba redonda y diversos paños).

En los compartimentos interiores localizó una sala de almacenaje donde se encontraba un armario lleno de comida además de una amplia colección de remos, más cuerdas de diferentes grosores, barriles de agua y cerveza, una pequeña colección de vinos, mantas, pergaminos en blanco, más mapas, maderas, instrumentos de reparación, instrumentos de pesca (un par de arpones y otro par de cañas de pesca), una pequeña y vieja barca y dos pesados arcones de madera de considerable tamaño cerrados con llave.

Aparte de las zonas investigadas, Áran localizó el lugar donde dormían los marineros (que en aquel momento se encontraba lleno, lo cual le impidió entrar, la cocina donde el cocinero y un ayudante se encontraban limpiando los cacharros empleados en la cena, una habitación cerrada con llave, una gran sala de almacenaje donde llevaban distintos paquetes de lana, telas, cuero, sal y pieles básicamente y la sala donde ellos dormían. Además, después de ver el camarote del capitán dedujo por las dimensiones del barco que había otra sala a la que se accedería desde este mismo camarote.

Algunas zonas del barco habían sido analizadas con cierta prisa o sin el detenimiento que Áran habría deseado ya fuera por la presencia de algún marinero o por que la situación no le permitía detenerse demasiado tiempo en cada lugar pues la situación requería una acción relativamente rápida.

Durante su paseo por el barco, Áran se hizo con un par de objetos antes de volver a la sala donde estaban sus compañeros.

Según subió a la cubierta, se fijó en la cantidad de redes apiladas. Si se esparcían por el suelo, resultaría imposible correr por él, lo que favorecería en gran medida a los arqueros. Lo tendría en mente si apareciesen piratas. También encontró una caja de herramientas con multitud de objetos, de la que extrajo una vieja navaja muy afilada, un martillo, un cincel de metal y una piedra que parecía ser un amuleto.

Si algo sabemos de los marineros es que son supersticiosos. Y más aún con magos a bordo. Tal vez pueda darle un buen uso...

Después subió al castillo de popa, donde encontró los útiles de navegación del capitán. Cogió la brújula, los mapas de tierra de las cercanías de Willhem (si es que salen en alguno) y ocultó en la caja de herramientas el mapa estelar.

Ahora ya no tienes manera de orientarte, capitán. Veamos cómo reaccionas. Me temo que sólo aparecerán tus enseres si nos llevas a buen puerto, y la brújula puede que ni aún así, es demasiado útil. Tal vez se la regale a Nae.

Después encontró lo que parecía el armario de las cosas de la limpieza. Nada interesante. Siguió con su búsqueda escaleras abajo, donde encontró el almacén. Aprovechó para reponer sus raciones de viaje por comida de gran calidad (embutidos y quesos), se hizo con un par de botellas de vino y un barrilete de cerveza (que hace tiempo le había prometido a Thorin). El barril no cabría de ninguna menera en su mochila sin llamar la atención, asi que le tocaría llevarlo en brazos. También cogió un manojo de pergaminos en blanco (y ahora sí) todos los mapas. Subió el barril a cubierta y lo dejó entre las redes, como uno más de los que andaban por ahí sin que nadie se fijase en ellos. Luego volvió a bajar.

Siguió explorando el barco pero sin sacar nada nuevo de utilidad, salvo un mapa mental de cómo estaba distribuido el barco.

Finalmente, volvió a por el barril y se adentró de nuevo en su habitación. Dejó sus cosas y, usando las mantas de la sala de almacenaje y el heno de los caballos, camufló como fardos de heno y paja los dos pesados baules que trasportó en un viaje cada uno.

Una vez entraron todos en la sala Nae fue hacia la puerta a vigilar tal y como había pedido Sigmund. Este explicó rápidamente a todos lo ocurrido y el plan que tenía en mente. En cuanto acabó se fue del lugar seguido de Liozard y Oliver al encuentro del capitán.

-Mucha suerte a vosotros también y a la mínima señal de peligro dar la voz de alarma e iremos a ayudaros.

Cuando la joven elfa iba a comenzar a preguntarles a sus compañeros el siguiente paso a dar, Áran decidió irse por su cuenta y riesgo en busca de una escapatoria en caso de que les atacaran esa misma noche.

-Bueno, aunque Áran se haya ido solo los demás podemos organizarnos y buscar también todo lo que nos pueda ayudar a salir vivos de aqui si hubiese un enfrentamiento pero...no nos podemos olvidar de que hay marineros a bordo y que nos pueden ver...por lo que se me ha ocurrido un plan y quiero saber que opinais. Mientras vosotros buscais yo puedo hacer de distracción para ellos, no hay otra mujer a bordo y eso les puede atraer por lo que os dejaría vía libre para buscar con tranquilidad. Además, siempre viene bien una arquera en la cubierta por si los piratas vienen de improviso ¿no?

Nadunëa esperó las reacciones y comentarios de sus compañeros pero el tiempo apremiaba y tenían que ponerse en marcha cuanto antes. Sabía que sería peligroso estar entre tanto marinero borracho pero si nunca le había pasado nada en sus viajes sabría defenderse de ellos.