Partida Rol por web

 Oliver, junto a Nae empezo a revolver entre las pertenencias de Calypso. Mientras lo hacia, un sentimiento de remordimiento se apoderaba de el, su sentido comun le decia que lo que estaban haciendo no estaba nada bien, aunque Calypso hubiera querido que hicieran exactamente lo que estaban haciendo, a el paladin le seguia dando la impresion de que estaba profanando la tumba de Calypso.

Una vez vieron todo lo que contenian las pertenencias de Calypso y las tuvieron a la vista el paladin miro a Nae y empezo a separar y otorgarle dueño a cada cosa.... Veamos, la pipa y la hierba podriamos darsela a Thorin. El musgo, la flor de reyes y el agua bendita, te la podrias quedar tu Nae, o si quieres podemos entregarselo a Aeldar. El odre de agua, la racion de comida elfica, el saco de dormir y el simbolo sagrado de madera, me gustaria dejarlo junto a las ropas de Calypso, enterrarlo en algun lugar para de esta manera, ofrecerle un entierro digno y que esos objetos, le sirvan alla donde este o hacia donde se dirija.

En cuanto a las pocimas, lo mas sensato seria repartirlo de la siguiente manera... Un frasco de curacion para Thorin y Sigmund, un elixir de fuerza, repartidos entre lihem y Thorin, y por ultimo, un elexir a repartir entre tu o Aeldar y otro para Aran.

Creo que eso seria un reparto justo de las pertenencias de Calypso... ¿ que me dices ?... el paladin se quedo mirando el barril de vino sin saber que hacer con el.

 Oliver no podia evitar sentirse mal por lo que acababa de hacer, pero penso que esos objetos a su anterior dueño ya no le servian de nada.

Por fin, estaban el Port Drofo, la travesía había sido más agitada de lo que el elfo pudo esperar, más la pérdida inesperada de Calypso la cuál le había hundido la moral.

Cuando llegaron a la posada, había una gran fiesta y parecía que ellos formaban parte del evento. Aeldar no supo hacer otra cosa que agachar la cabeza y dirigirse rápidamente ha dejar sus cosas en la habitación.

Tras revisar sus pertenencias, y dado que no era capaz de conciliar el sueño, decidió salir al exterior de la posada y meditar un rato al aire libre.

No volveré a fallar, no, no... Negaba el elfo con la cabeza dejando escapar alguna lágrima. Aeldar se secó las lágrimas como pudo y tras suspirar un momento, entró de nuevo en la posada para divisar a sus compañeros.

Áran y Thorin se encontraban apartados del jolgorio sentados en una mesa, y decidió acercarse hasta ellos.

Permitirme que me siente con vosotros. Dijo el elfo sentándose junto a ellos.

Picco permaneció cabizbajo durante todo el trayecto que los llevó a Port Drofo y la sorpresa de la fiesta no lo animó lo que lo hubiera hecho en cualquier otra situación. Después de dejar sus pertenencias en la habitación, acudió a la mesa junto con sus compañeros pero al ver que aún no estaban servidos se acercó a la barra y pidió unas cervezas que le fueron servidas inmediatamente. Con cuidado las acercó a sus compañeros y cuando todos hubieron cogido una, la alzó a modo de brindis.

Buscó palabras para honrar al clérigo, y a pesar de que se le ocurrían una infinidad de frases emotivas ninguna le parecía suficiente como para hacer honor a su amigo, de forma que decidió declarar un sencillo:

- ¡Por Calypso!

Tras lo cual bebió pensando en el bueno del clérigo.

Lihem no habló con nadie desde la cena, y como los demás, se mantuvo cabizbajo invadido por la sensación de pérdida. Llegaron a Port Drofo y lo que él pensaba que sería un gran alivio, no lo fue. Portaron sus bultos y sus monturas hasta la posada donde fueron recibidos con una fiesta digna de heroes, pero ninguno llegó a disfrutarla como era debido. Lihem llevó sus pertenencias a la habitación y cuando volvió a buscar a los demás se alegró al comprobar que se encontraban en una zona apartada bebiendo en compañía. Desde lejos los observó y se alegró de formar parte de aquel grupo.

Debería hacer un esfuerzo por ayudar más, pensó el guerrero maldiciendo su personalidad introvertida.

Se acercó a la mesa y agradeció la cerveza que le entregó el mediano.

- Por Calypso -repitió ante las palabras de Picco y bebió recordando al clérigo.

El mago se mostró visiblemente perturbado desde el momento de la baja de Calypso. Con constantes cambios de humor, murmurando en todo momento frases incoherentes, expresándose con demasiado entusiasmo y repentinamente...

Sin embargo, la llegada a Port Drofo pareció tranquilizarle y se mantuvo más callado de lo habitual, como abstraído. Meditaba con la mirada perdida cuando Picco le tendió una jarra de cerveza. El mago reacción sobresaltado.

- ¡Por favor! Digo... ¡Gracias! -asió la cerveza y acompañó el brindis en silencio.

La cara de rabia de Sigmund se esfumó al encontrarse con su compañero acróbata de camino a la puerta del local.

Ah Mmm... - Sigmund volvió en sí- Tranquilo compañero, tu no tienes la culpa, ni tu ni nadie. El destino nos lo arrebató, e hicimos lo que pudimos para salvarlo...

Sigmund quería salir de aquel lugar. - Verás Áran, necesito tomar un poco el aire, volveré más tarde cuando toda esta gente se haya ido. - Apoyo la mano en el hombro de Áran y asintiendo con la cabeza simplemente le dijo un sincero- Gracias- y tras ello cruzo la puerta.

Nae y Oliver fueron mirando uno a uno todas las posesiones de Calypso y simplemente con eso se veía la humildad del clérigo, que no poseía más de lo que necesitaba para subsistir. La elfa fue tocando con delicadeza cada uno de los objetos pensando en su compañero y lo mucho que les haría falta en el resto del viaje.

Una vez revisadas todas las cosas Oliver le hizo una propuesta de reparto a la que la joven sólo tenía una pequeña objeción.

- ¿Y tu quedarte sin nada? Creo que todos debemos de llevar algo de Calypso para que nos acompañe y nos dé fuerzas y ánimos desde donde esté. Por eso creo que tu deberías quedarte con el elixir de fuerza que tu le darías a Thorin, asi todos tendríamos alguna pertenencia de nuestro amigo.-le dijo la elfa al paladín-Y me parece muy buena la idea de hacerle un funeral en su honor y enterrar algunas de sus cosas, debemos encontrar un lugar apacible donde hacerlo para que su esencia descanse como se lo merece.

En ese momento Naedunëa se dio cuenta de que había un barril de vino también entre las pertenencias del semielfo. En cuando al vino...podemos beberlo entre todos en su honor. Y en ese momento rompió a llorar sin importarle que Oliver la viera, aquella situación le desbordaba totalmente. La noche iba a ser muy larga...

Mientras la elfa iba hablando, el paladin negaba con la cabeza a lo que decia... No Nae, a mi no me hace falta nada de verdad, siempre llevare a Calypso en mi corazon y en mi memoria, con eso me sobra y me basta para ir en su compañia. Ademas, siempre tendre una oracion dedicada a el en todos y cada uno de los dias que me queden de vida. Y en cuanto a lo del entierro, fue idea de Aran, a mi con tanto ajetreo ni se me habia ocurrido. Estoy sumamente avergonzado por la idea de que un picaro me haya tenido que dar una leccion de bondad. 

Oliver vio como Nae rompia a llorar. No supo si consolarla o dejarla desahogandose en sus lagrimas. Asi que simplemente se limito a mirarla mientras lloraba.

Pobre Nae, ella no se merece tal sufrimiento.

Nae se sentía fatal allí llorando, en el cuarto de Oliver y sin poder parar. Intentó secarse las lágirmas que le caían sin cesar como buenamente podía y poco a poco comenzó a levantarse de donde se encontraba sentada para dirigirse a la puerta. Pero antes de llegar a ella se giró hacia sl paladín.

-Lo...Lo siento, Oliver-dijo entre sollozos-Estoy molestándote...asi que...es mejor...que me...me vaya.- Notaba sus ojos hinchados y el cuerpo parecía que sufría espasmos de la llorera que tenía.- Lo...siento.

Y se volvió para encaminarse hacia la puerta. Pero que he hecho...ahora he puesto más triste a Oliver, tenía que haberme quedado sola en el cuarto y no molestar a nadie con mis penas.

 Cuando Nae le dijo al paladin que se marchaba, que lamentaba haberle molestado, este enseguida le pidio a Nae que no se marchara... Nunca me molestaria tu presencia Nae, puedes quedarte aqui y llorar todo lo que desees, y puedes estar tranquila por mi que como te he dicho, no me molestas en absoluto.

Oliver invito con la mano a Nae para que se quedase en la habitacion todo el tiempo que quisiera... Puedes sentarte en la cama  o tumbarte en ella, como prefieras... dijo el paladin mientras tomaba asiento en el suelo, junto a las pertenencias de Calypso... Yo me quedare aqui, esperando por si necesitas algo.

Oliver no se acerco a consolar a Nae porque en esos momentos de angustia apenas hay alivio posible, y es mejor dejar a la persona que se desahogue.

Al escuchar la voz de Oliver, Nae se detuvo. La verdad que me siento muy agusto aquí pero ¿de verdad no le molestaré? El gesto con la mano del paladín la convenció del todo y se volvió a acercar lentamente hasta encontrarse a su lado y le tendió su mano para que se levantara del suelo.

-Gra...gracias-los sollozos se le iban pasando poco a poco pero seguía sin estar tranquila del todo-Pero no permitiré que duermas en el suelo, tu quédate en tu cama y yo me sentaré en la butaca o en el suelo.

Sabía que la situación tampoco debía ser muy cómoda para cualquiera de los dos. Estaban solos en una habitación y cualquier movimiento podía ser malinterpretado aunque en muchas ocasiones le gustaría tener más confianza con Oliver como para no tener que pasar por aquellas situaciones. Nae estaba acostumbrada a dormir en el suelo del bosque y muchas veces acompañada de hombres ya que generalmente ellos eran los que se dedicaban establecer relaciones entre los pueblos y, por lo tanto, la joven no tenía reparos a la hora de dormir cerca de ellos. Pero comprendía totalmente que su compañero se sientiera incómodo con ella tan cerca.

Naedunëa seguía esperando que el paladín le cogiera de la mano para ayudarlo a levantarse. 

Thorin alzó su gran cerveza a la par que todos, en memoria de Calypso. Se la bebió casi toda de un solo trago.

Tras horas de cervezas y miradas caidas, el enano cerró los ojos no para dormir, sinó para recordar.

-LLuvia helada en mi cueva,
deja sonar tu cascabel.
Muestra tu rostro amargo ser
muestra tu risa de amarga hiena.

Mira al cielo y dime si aun
si aun recuerdas aquel placer
aquel placer de comer juntos
dime si anhelas verlo crecer
dime si anhelas verlo brillante

Y así...los rios se llenan de sangre
de sangre derramada por herreros
mineros y cocineros de piel de piedra
se llenan de sangre ancestral,
volviendo a la piedra de la que surgieron
temidos y amados los guerreros de Garuma
Sus mazas balancean sobre los orcos
mientras miran atrás la sangre de sus caidos

El dia de los Sangrepiedra ha surgido...
Mientras el heraldo del...

El enano se derrumbó sobre la mesa bañado en lagriams y cerveza tras no haber podido acabar aquel cántico fúnebre común en todas las oratorias por un caido. Thorin no sintió el golpe contra la mesa, aunque esta a poco estuvo de destrozarse bajo el impacto.

 Oliver, observo como Nae le tendia su mano para ayudarle a incorporarse. Cortesmente el paladin cogio la mano de Nae y con un pequeño impulso se levanto del suelo. Una vez erguido, cogio a Nae de un brazo y la condujo hasta la cama, donde le ayudo a sentarse en ella, mientras, mirandole a los ojos le dijo... Nae, por favor, insisto, en la cama estaras mas comoda, asi que no aceptare un no como respuesta.  Intentando levantar el animo de la elfa, sonrio levemente mientras llevó su mano a la mejilla de esta.En ese instante, una lagrima resbalo cerca de la mano de Oliver y este, con su dedo pulgar y  una leve  caricia en el rastro humedo que dejo la lagrima, la seco, haciendola desaparecer... una pena menos... susurro el paladin.

Cuando Oliver le dio la mano Nae le ayudó a levantarse y los dos se sentaron en la cama. El paladín como buen caballero rechazó la idea de que la joven elfa durmiera en el suelo o en cualquier otro lugar que no fuera la cama. Aunque ya se encontraba más tranquila, las lágirmas le seguían recorriendo la cara y por eso el apuesto Oliver acercó su manos lentamente hasta su mejilla para secárselas. En el momento de sentir la cálida piel de su amigo sobre su cara Naedunëa no pudo evitar sonrojarse y que una sonrisa se le dibujara en el rostro. Instantáneamente llevó su mano hacia la de Oliver y la apretó hacia ella.

-Gracias, gracias por todo. No sé como agradecerte todo lo que haces por mi.- sin saber el por qué seguía ruborizada y con la vista agachada mientras sujetaba su mano-Si prefieres nos podemos echar los dos aqui, prometo guardar las distancias en la medida de lo posible-y con la cabeza aun agachada levantó la vista hasta encontrarse con los ojos del apuesto paladín.

 Oliver noto como Nae se ruborizo ligeramente, el paladin se sentia avergonzado, no sabia como interpretaria Nae aquel gesto de amistad, esperaba que no mal interpretara sus gestos, bien sabian los dioses que nunca intentaria nada con Nae, respetandola en todo momento como se merecia... no me debeis agradecer nada Nae.

El ofrecimiento de Nae por compartir cama durante esa noche, hizo sonrojar esta vez al paladin, que observando la cama y sopesando las medidas de esta, se dio cuenta de que aunque no quisieran, habia una alta probabilidad de que sus cuerpos llegaran a rozarse en algun momento de la noche, por el movimiento de cualquiera de estos. Nae, dormiras mas comoda y mejor, si duermes tu sola en la cama, vuelvo a repetirte que no debes preocuparte por mi, creeme, en peores sitios hemos dormido Sigmund y yo a lo largo de nuestra vida....Cuando Oliver recordo a Sigmund, sus ojos se humedecieron, mientras pensaba que ese mismo dia estubo a punto de perderlo a manos de unos piratas y el sin poder hacer nada al respecto. Fue gracias a Nae que se pudo recuperar tan pronto, con los cuidados que esta le ofrecio.

Nae, queria agradecerte el que te hicieras cargo de las heridas de Sigmund, curandolas completamente. Te lo agradecere toda mi vida, hasta mi ultimo aliento, puedes estar bien segura.

Mirando de nuevo la cama, e intentando hacerse sentir un poco mejor a la elfa, Oliver sonrio mientras decia... veamos si somos capaces de dormir sin tocarnos una sola vez... aceptando asi el ofrecimiento de Nae por compartir cama.

La situación había cambiado y ahora la elfa se encontraba mucho más cómoda, especialmente después de que su amigo y compañero de aventuras aceptara su  propuesta de dormir juntos aquella noche, asi se sentía más tranquila sabiendo que él no iba a renunciar a su cama y ella no se sentiría tan sola.

- No tienes que agradecerme que curase a Sigmund ni a vosotros. A veces no sé el lugar que ocupo aqui, seguro que sin mi os iría bien de todas formas y por eso en las situaciones en las que puedo hacer algo por vosotros intento esforzarme al máximo. Creo que por eso fue que el Duque Jouheav confió en mi, sabe que intentó dar todo lo que tengo.-Nae se acostó de lado a una esquina de la cama invitando a Oliver a que hiciera lo mismo.-Sabes...esto me recuerda a cuando salía de caza con mis hermanos y dormíamos unos bien pegados a otros para no pasar frío, era divertido.

Nae se quedó por un momento recordando aquellos instates de su infancia en los que todo parecía sencillo, ahora era bien diferente.

-Sólo han pasado semanas desde que salimos de Fianosther pero parece que fue hace una eternidad. Espero que la duquesa y su hija sigan sanas y salva y que la pérdida de Calypso no haya sido en balde.-le comentó al paladín, un escalofrío recorrió su cuerpo por lo que extendió una manta por encima de los dos y miró a Oliver antes de dormirse.- Que descanses Oliver.-le dijo sonriente.

Antes de cerrar los ojos para intentar dormir, Nae reza una oración en élfico en honor Calypso para que su alma sea libre y suba a los cielos. Sus úlitmos pensamientos son sobre el paladín y no puede evitar que una sonrisa aparezca en sus labios.

 Oliver, escuchaba atento todo lo que le decia Nae. Daba la sensacion de que Nae no se valoraba lo suficiente, cuestionandose asi, su puesto en la integracion del grupo.... Nae, eres una pieza imprescindible para llevar a cabo la mision, no te quepa la menor duda de eso, todos somos igual de importantes, todos iguales, nadie es mas que nadie. Eso que te entre en la cabeza... dijo en un tono de voz mas bajo de lo normal.

El paladin sonrio cuando Nae hizo mencion a sus hermanos y lo que hacian para no pasar frio, en ese momento la elfa se tapo con la manta, tapando tambien a Oliver... si, yo tambien espero que esten bien.

Buenas noches Nae... el paladin intento ponerse de manera que no tocara el cuerpo de Nae ni uno solo centimetro, evitando de esta manera un contacto fisico que puedera dar pie a malos entendidos.

Cerrando los ojos, Oliver rezo nuevamente a su dios primero en favor de Calypso y luego por el grupo en general. El sueño no tardo en adueñarse de el paladin, haciendo asi que este se sumergiera en un profundo sueño para despertar a la mañana siguiente.

Oliver dormía con el cuerpo relajado en la misma posición con la que se había acostado. Dominaba desde hacía tiempo aquella técnica pues resultaba necesaria en las peligrosas travesías a través de los escarpados acantilados del Monte Cocinilla que había realizado junto a Sigmund y muchos otros guerreros en las incursiones hacia los territorios de los trasgos. En aquellos días, un mínimo giro del cuerpo en mitad de la noche podía hacerlos caer al vacío, y no eran pocos los hombres que habían perecido en aquellas rutas.

Sin embargo, a pesar de haber permanecido quieto durante las horas que habían pasado desde que se había acostado, el paladín notó el contacto de la elfa que mientras dormía, instintivamente se había acercado a su cuerpo en busca de calor. Ella seguía dormida mientras su mano descansaba sobre el pecho de Oliver, y su rostro magistralmente angelical descansaba a pocos centímetros del suyo.

Oliver contempló la delicada piel de Nae de cerca, su inocente rostro, los suaves cabellos posados sobre el lecho ante su cara y sintió un irrefrenable deseo de tocarla, de acariciar su cara, su piel. De deslizar aquellos cabellos tras su cabeza. Súbitamente la tentación de sus labios invadió su mente, aunque fue apartada por su conciencia. Oliver cerró los ojos y se centró en las enseñanzas de sus antiguos maestros acerca del autocontrol y el dominio de la mente. Más relajado abrió los ojos de nuevo, pero en cuanto dirigió su mirada hacia la delicada elfa el deseo volvió a apoderarse de todo su ser hasta el punto de amenazar con hacerle perder el control.