Partida Rol por web

La joven elfa vio como algunos de sus compañeros avanzaban por la sala y un instante después una saeta cruzó el espacio que los separaba de los guardias e impactó en Sigmund. 

-Sigmund...-dijo mientras vio como este retrocedía levemente cuando se le clabó la flecha.

 Entonces la rabia se apoderó de Nae al ver a su amigo herido. Sin más demora sacó una flecha, tensó su arco y buscó su objetivo. En ese momento no lo dudó ni un segundo, disparó y la flecha se clavó en la frente del arquero haciendo que este muriera en el instante y cayera hacia atrás.

La mujer permanecía oculta tras una de las columnas, sin embargo, los compañeros pudieron ver como una extraña iluminación bañaba los alrededores de donde se encontraba. El destello se hizo más grande conforme pasaron los segundos mostrando fragmentos de una bolda de luz que se desprendían en todas direcciones.

Algo estaba ocurriendo con aquella mujer, sin embargo, fuera lo que fuera, todavía se estaba preparando.

Thorin corrió para esconderse tras el trono, el lugar que le parecia mas a cubierto cuando de pronto escuchó el característico sonido que producia una flecha al encontrar la carne. Tras él comprobó cómo su amigo Sigmund habia recibido un flechazo en el hombro. Con un rugido de rabia el enano gritó mirando hacia sus compañeros.

-¡Agachaos!¡Esos cobardes nos van a rodear si no hacemos algo en cualquier momento!Oliver, ¿alguna idea?-El hacha de Thorin se encontraba pegada a su pecho; el enano la agarraba con fuerza y notaba como sus fuertes latidos la hacian chocar contra su armadura en pulsaciones suaves y constantes. Empezaba a sudar, y empezaba a llenarse de rabia.

 Oliver vio como una de las flechas de los arqueros enemigos impacto justo en el hombro de Sigmund... ¡¡¡ No !!!... exclamo rapidamente. Su mirada no se aparto de su amigo durante unos segundos. El tiempo necesario para comprobar que la herida no era grave.

La voz del enano devolvio al paladin a la realidad. Oliver, nunca se habia visto en la tesitura de aportar ideas en el campo de batalla, siempre habia sido un fiel guerrero a las ordenes de alguien. Ahora, Thorin habia hecho que Oliver tuviera en sus manos una oportunidad de organizar un ataque.

Tantas ordenes recibidas durante todos esos años y el paladin se queda en blanco en el momento menos indicado. Escruta el lugar rapidamente y lo unico que le viene a la cabeza es ir avanzando poco a poco, aprobechando la covertura de las columnas, hasta llegar al enemigo. Asi que no duda un segundo mas y le hace saber a Thorin sus intenciones.

... Veamos, lo mas sensato seria... Confiar en la defensa que nos estan otorgando nuestros compañeros desde atras (Aeldar, Nae y Liozard), y aprobechar el momento en que estos atacan con la magia y sus arcos para ir avanzando de columna en columna hasta llegar casi a su posicion. En ese momento, intentar atacar rapidamente a los arqueros mientras Nae, Aeldar, y Liozard, siguen atacando  a los lanceros.

El mago permaneció tras la columna en cuanto vio llegar a los soldados. De espaldas a ellos cubierto por la fría piedra, cerró los ojos y se concentró realizando extraños movimientos con los brazos. Las espesas cejas de Liozard se movían arriba y abajo con sus extraños gestos mientras murmuraba palabras incomprensibles.

Una ligera brisa alcanzó a Nae y Aeldar, más lo prestaron atención.

Relentizado por el impacto se la flecha, Sigmund tardó unos instantes más que sus compañeros en ponerse a cubierto de forma que fue el objetivo del siguiente disparo. Por fortuna, la flecha no hizo blanco y se clavó en la base de madera del Trono de Pélor que presidía aquella sala. El proyectil vibró unos instantes al impactar y se detuvo poco a poco mientras la batalla continuaba.

Una vez a cubierto y tras la sorpresa inicial, el guerrero hizo acopio de fuerzas y mordiéndose el labio inferior retiro la flecha de su hombro.

Tras tomar aliento y obligarse a no prestarle atención al dolor intento infundir algo de orden y valor en sus compañeros.

-Templanza mis valientes! Nae, Aeldar! Necesitamos cobertura - La mirado entonces paso a los que le habían seguido en primer lugar - Los demás, intentaremos alcanzar los pilares que forman esos arcos, serán una buena cobertura para avanzar hasta ellos, la prioridad es inutilizar a la mujer!

Si había algo a lo que Sigmund temía, eso era la magia.

Con un fuerte impulso de sus piernas se lanzo corriendo hacia un lado y de un salto, tras rodar por el suelo llego hacia el perímetro exterior donde los arcos le proporcionaban mejor cobertura para avanzar hacia el enemigo.

La estrategia de los soldados de Karst de permanecer en sus puestos mientras disparaban a los intrusos no parecía muy efectiva pues se había saldado con un arquero muerto, y solo habían logrado herir a uno de los enemigos. Menos aún en aquel momento, ya que todos habían logrado resguardarse tras las columnas o en el pasillo de arcos.

Lihem, Oliver, Thorin y Picco habían decidido desplazarse tras las columnas para cubrirse ante las flechas enemigas y lo habían logrado sin haber sido alcanzados. No así Sigmund, que antes de haberse puesto a cubierto tras los arcos formeros había recibido el impacto de una flecha en el hombro mientras otras dos pasaban cerca. A pesar de todo, el tenaz guerrero no mostró signos de flaqueza y se puso a cubierto mientras se extraía la flecha del hombro.

Nae y Aeldar se dedicaron a disparar desde su posición cubiertos por los arcos a los enemigos con diferente suerte. Aeldar había disparado su flecha con bastante precisión, pero la distancia y la cobertura de los arqueros enemigos habían dificultado en gran medida el disparo. Nae por su parte demostró una gran precisión, y como si se tratara de un rayo silencioso, el fino proyectil de madera y punta metálica atravesó la sala inexorable hasta alcanzar en la cabeza a uno de los arqueros enemigos, que cayó al suelo ya sin vida, proyectado por la fuerza del impacto.

Liozard no se movió de su posición inicial y preparaba un hechizo mientras se desarrollaba la batalla a su alrededor. Aran, buscando un combate cuerpo a cuerpo, avanzó por los arcos, cubierto por estos, hacia la posición enemiga, buscando un ataque lateral más directo.

Los lanceros de karst, que se habían mantenido inmóviles en un principio, parecieron darse cuenta de que aquella táctica no estaba saliendo bien y se dispusieron a desplazarse. Los arqueros continuaban disparando flechas, ahora con más dificultad al encontrarse sus enemigos a cubierto, mientras que la mujer desarmada, al igual que Liozard, preparaba un hechizo.

 Oliver, observaba como se desarrollaba la batalla tras el pilar que le servia de escudo, pero las palabras de Sigmund hizo que este reaccionara rapidamente, emplazandose de la columna donde permanecia, hasta el pasillo exterior, donde a buen seguro, estaria mas resguardado del ataque enemigo. El paladin se quedo en medio de las dos puertas que habian junto a el.

Aun en la delicada situacion en la que se encontraban, Oliver no pudo evitar, el dedicar una mirada a su amigo, mientras pensaba la valentia que este mostraba en la batalla.

Para alivió de Aeldar, sus compañeros ya se encontraban a resguardo de los ataques de los arqueros que aún quedaban en pie, pero éstos seguían disparando flechas, por lo que dificultaban su avance.

El joven elfo volvió a cargar su arco y disparó al mismo arquero con el que lo intentó la primera vez, pero ésta vez con más fortuna logró alcanzarlo lo suficiente como para que el resto de sus compañeros tuviesen algo de tiempo.

Los dos lanceros situados más a la izquierda echaron a correr en cuanto vieron que los intrusos se pusieron a cubierto. Avanzaron a través del pasillo lateral hacia Aran y Sigmund con las lanzas preparadas para atacar. Parecían confiados dada su superioridad numérica pero aún así avanzaron con tiento una vez entraron en el campo visual de sus enemigos.

La presencia de Sigmund a sus espaldas reforzó la determinación de Áran cuando los lanceros aparecieron ante ellos. Sin vacilar, el pícaro continuó su avance hasta los enemigos.

Dos de los lanceros de la parte derecha salieron de sus escondites, y aún parcialmente cubiertos por la disposición de las columnas centrales, avanzaron por el pasillo circundante con las lanzas en alto dispuestos a enfrentarlos.

El arquero situado a la izquierda de la mujer (A3) había colocado una flecha en el arco, había tensado la cuerda del mismo con sus dedos índice y corazón, pero cuando se disponía a disparar, la flecha de Aeldar le rozó el costado. El golpe le desgarró la piel en aquella zona y el soldado se encogió de dolor. Entumecido y desconcentrado, tensó de nuevo la cuerda del arco para realizar un nuevo disparo.

Picco avanzó poco a poco, columna a columna, hacia la posición de sus enemigos. Escondiéndose a cada paso, se adelantó cuatro columnas de la posición donde se encontraba anteriormente. Acercarse más supondría renunciar a la protección de las columnas, dado el ángulo de los arqueros de modo que cogió aire y se preparó haciendo acopio de todo el valor que tenía para cargar contra el enemigo.

Lihem vio como Oliver se arrimaba a un lateral de la sala y se metía en el pasillo de arcos. Con cierto recelo por descuidar el frente de los arqueros, Lihem lo siguió y se animó al ver cómo dos lanceros se aproximaban a su posición.

Venid aquí, pensó para sí, mi espada ya tiene ganas de sangre.

El arquero situado a la derecha de la mujer tensó su arco y eligió objetivo. Vio como dos de sus enemigos se perdían de su vista introduciéndose en el pasillo de la derecha, por su parte, el mediano se había adelantado hasta una posición considerablemente cercana. Giró la vista para mirar a la mujer, que asintió dando su aprobación. De ese modo el arquero tensó el arco, y disparó hacia Picco.

La flecha atravesó el aire que separaba al arquero del mediano y se clavó en su muslo asomando la punta por el otro lado. El mediano, poco acostumbrado a la batalla, gritó con un sonido agónico y se cayó al suelo agarrándose la pierna. Grandes lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, sin embargo, el mediano se repuso, y aún cojeando se puso en pie como pudo y se arrimó bien a la columna para evitar un segundo impacto.

No puedo flaquear ahora. Sigmund también ha recibido una flecha, y sigue luchando.

Una nueva punzada de dolor hizo al mediano contraer el rostro.

Hannaia y la pequeña Lía siguen encerradas y yo aquí quejándome ¿Qué clase de cobarde estás hecho?

Picco se reprendía por la flaqueza mostrada, hasta que con decisión, agarró la flecha, y la partió, mientras gritaba de dolor, por la parte que asomaba.

Al ver como la flecha de Aeldar impactaba en uno de los arqueros rápidamente Nae decidió enviar su saeta al mismo para, así, acabar con él cuanto antes. Pero cuando ya tenía su arco tensado e iba a disparar, el grito de Picco hizo que su flecha se desviara y no llegará a su destino.

La joven elfa comprobó desde su posición que el mediano sangraba por el muslo pero consiguió ponerse a cubierto.

Nos están haciendo mucho daño...