Partida Rol por web

La mujer que se había mantenido concentrada durante unos instantes, abrió de pronto los ojos, se asomó tras la columna y alzó las manos hacia el techo. La bola de luz que tenía entre las manos se hizo más grande, y poderosas llamas amarillentas la cubrieron por completo. La mujer lanzó la esfera cuando esta medía más de un metro de radio, y ésta salió rodando hacia el centro de la sala hasta chocar contra una de las columnas centrales.

La bola de fuego se deshizo en múltiples proyectiles de fuego que cayeron sobre Picco y Thorin, y destrozó parte de la columna del templo.

Varios soldados de Karst gritaron eufóricos y corearon a la mujer al grito de:

- ¡Wuenipa!

Tras el impacto de la flecha, la suerte se alió con Picco, y la esfera que explotó a pocos metros de su posición no lo alcanzó a pesar de que varios fragmentos de la misma atravesaron la sala pasando muy cerca de su posición.

Uno de los lanceros que se encontraban en el medio se adelantó en dirección a Picco con la lanza en todo lo alto. La batalla se extendía a lo largo de la sala, y el mediano parecía un objetivo fácil para un experimentado lancero de Karst. Especialmente en aquella situación en la que Picco se encontraba herido y cojeaba.

Thorin recibió varios impactos de aquella extraña magia. Se quejó en un grito sordo, sintió un gran dolor en su hombro, lugar donde recibio mas daño. Se trataba de un dolor punzante, que escocia, como una quemadura que produce la sensación de frio. Los ojos del enano se mostraron llameantes, enfurecidos. Con un grito de rabia contenida, Thorin se dispuso a adentrarse en el área circundante exterior para cargar contra los lanceros junto a sus compañeros, pero suponia que seria una hazaña peligrosa y osada. Decidió esperar al momento oportuno para cargar. Se giró y comprobó que el mago estaba preparando un conjuro. Bien, en cuanto lo lanze les distraerá, momento perfecto para ir a por ellos. ¡Vamos mago!

Thorin estaba teniendo más temple del que habia tenido en su vida. Quizás el hecho de estar luchando con sus compañeros le estaba canviando. Quien sabe.

Uno de los lanceros de la izquierda siguió a sus compañeros a través del pasillo circundante hacia la posición de Aran y Sigmund. Corriendo con la lanza en todo lo alto, el soldado gritaba:

- ¡A por ellos, soldados de Karst! ¡Vamos!

El mago Liozard emitió un grito agudo con una extraña voz, impropia de él a la vez que alzaba las manos y las cejas, adquiriendo una rara expresión.

- ¡Vaentum!

De cada uno de sus dedos salió una poderosa ráfaga de viento que se expandió por toda la sala. Todos los presentes dieron un pequeño traspié al verse afectados, sin embargo, fue el bloque central de los soldados de Karst el que realmente sufrió las consecuencias del hechizo. Los arqueros se vieron desequilibrados y aunque no llegaron a caer, sus disparos no fueron tan precisos, mientras que los lanceros detuvieron su avance cuando se disponían a cargar.

El arquero apuntó a conciencia a una de las piernas de Thorin que sobresalían de la columna que lo tapaba. Se tomó su tiempo para preparar el disparo, sin embargo, justo cuando se disponía a soltar la cuerda, una sacudida provocada por el repentino viento emitido por el mago hizo que se proyectil se desviara y chocara contra la zona superior del Trono de Pélor.

El arquero maldijo por lo bajo, en parte por no haber alcanzado al enano y en parte por haber impactado contra el monumento que tanto veneraba.

- Lo siento, Pélor -murmuró.

Sigmund, al ver que los lanceros se movían y Áran avanzaba se lanzo a correr tras el pícaro.

-Adelante! -Grito a todo el mundo para intentar infundirles algo más de coraje.

Mientras avanzaba preparando el escudo y el hacha de batalla, se acerco lo suficiente a su compañero para poder susurrarle.

-Tú eres el más rápido de los dos buen amigo, tienes que llegar hasta la maga y acabar con ella cuanto antes.

El soldado que se encontraba a la izquierda de la mujer llamada Wuenipa (L4) se asomó para comprobar cómo sus compañeros cubrían todos los ángulos. Satisfecho se volvió a ocultar tras la columna dispuesto a defender la posición de la maga con su vida si hiciera falta.

El combate cuerpo a cuerpo estaba a punto de comenzar en tres frentes. Los compañeros que habían sido sorprendidos en el centro de la sala se habían puesto a cubierto en el pasillo externo a excepción de Thorin y Picco que se mantenían protegidos por las columnas centrales. El pequeño sirviente había recibido la peor parte cuando una flecha le alcanzó atravesándole el muslo de parte a parte haciéndole sangrar con preocupante abundancia. Aún así, el mediano se había repuesto y rompió la flecha por la parte que sobresalía para evitar que se le clavara más o que le molestara en el combate que se avecinaba.

Por el pasillo que quedaba a la derecha de los intrusos avanzaron Aran y Sigmund con las armas en alto mientras veían a tres lanceros aproximarse. Al otro lado, Lihem y Oliver hacían lo propio enfrentando a dos de ellos.

Nae, Aeldar y Liozard mantenían la posición mientras continuaban atacando desde la distancia. Esta vez fue Aeldar el que acertó con su disparo hiriendo a un arquero y ella la que erró en su intento.

Los magos entablaron su particular batalla. La mujer a la que sus compañeros parecían llamar Wuenipa, generó una enorme esfera llameante que procedió a despedir hacia el centro del templo, donde Picco se libró por poco de un nuevo impacto. Thorin no tuvo tanta suerte y fragmentos de la bola saltaron hacia él clavándose en su hombro a la vez que le quemaban la piel. Liozard por su parte, generó una potente corriente de aire que recorrió toda la sala y aunque no logró derribar a sus enemigos, sí los desequilibró perjudicando sus ataques.

El paladín observó la evolución de la batalla a su alrededor. Ahogó una maldición cuando una flecha alcanzó al mediano en la pierna, y se lamentó cuando la mujer maga lanzó una poderosa bola de fuego hacia la posición de Thorin. Los problemas de sus compañeros no hicieron más que aumentar su rabia. Rabia con la que cargó su primer ataque.

Oliver cargó gritando con furia contra el enemigo que tenía más cerca (L3). El lancero, intimidado por la repentina bravura del paladín, actuó de forma imprecisa. Oliver lo aprovechó para, haciendo un habilidoso quiebro asestar un golpe seco con su espada bastarda. La hoja, perfectamente afilada, cortó el aire, piel y hueso cuando impactó con el cuerpo del soldado y se clavó grotescamente a la altura del hombro. El soldado no tuvo tiempo siquiera a gritar, pues en un instante había perdido la vida y su brazo colgaba casi desprendedido del todo, de su cuerpo inerte.

Cayó al suelo con los ojos en blanco generando en segundos un amplio charco de sangre. Oliver elevó la mirada buscando el siguiente enemigo que le plantara cara.

El combate parecía haber entrado en una fase crucial, la maga había echo bastante daño, y los lanceros avanzaban separando a sus compañeros. El elfo observó la situación, y al ver al mediano en más apuros, pues confiaba en que Thorin continuase sin problemas, Aeldar disparó una de sus flechas contra el lancero que se acercaba por la parte central(L1) y que había abandonado la protección de las columnas.

Dos de los lanceros que se enfrentaban a Sigmund y Aran tomaron la iniciativa descargando sus ataques sobre sus dos enemigos, sin embargo, estos no fueron lo suficientemente precisos, y los repelieron con relativa facilidad. El viento que agitó a los lanceros impidió que estos pudieran precisar sus estoques como ellos hubieran querido. Aquello les abrió a Aran y Sigmund una oportunidad para responder al ataque.

El pícaro se revolvió bajo la lanza de su contrincante lanzando tajos a diestro y siniestro contra sus piernas. Con la superioridad numérica que poseía el enemigo, su mejor baza era inutilizar a tantos lanceros como pudiera para que sus compañeros pudieran llegar hasta la hechicera.

Sin embargo sus hojas apenas llegaron a tocar al soldado (por no hablar de que una de ellas casi le dió a su compañero).

Uno de los soldados de Karst vio horrorizado como Oliver acertaba a cortarle el hombro a su compañero que caía al suelo ya sin vida. Envalentonado por la imagen, el lancero se centró en su ataque hacia Lihem y gracias al mayor alcance de su arma pudo herir al guerrero antes de que este pudiera hacerlo. La lanza bailó en el aire justo antes de clavar su punta en el abdomen del shar-zarín provocándole una fea y profunda herida.

¿A quien dispara el A4?

1 y 2 - Nae

3 y 4 - Aeldar

Resultado: 1 (Nae)

El arquero situado a la izquierda de Wuenipa cargó su arco con presteza y, consciente del daño que estaban haciendo los arqueros y teniendo en cuenta que Wuenipa mantenía a raya a los dos enemigos que se encontraban en el centro, disparó a la joven elfa situada al otro lado de la sala. Por desgracia para sus intereses, la distancia era demasiado amplia y su flecha chocó contra la columna que protegía a la arquera deshaciéndose en añicos.

Sin lamentarse ni un instante, se dispuso a cargar una nueva flecha e intentarlo de nuevo lo antes posible.

Con la espada corta en todo lo alto, Picco hizo acopio de valor e, ignorando el dolor que le provocaba la flecha que tenía clavada en la pierna, echó a correr hacia el lancero que tenía delante. El soldado, mucho mejor entrenado y seguro, repelió el ataque con facilidad sorprendido y a la vez divertido por la sorprendente valentía del mediano.