Partida Rol por web

Lihem recibió el impacto de la lanza enemiga y eso hizo que sus siguientes intentos fueran inútiles zarandeos de su espada shar-zarín. Inmediatamente después del intento, el guerrero se trastabilló y cayó hacia atrás exponiéndose a un nuevo ataque del lancero.

El otro arquero situado junto a Wuenipa estiró su arco con decisión y con su mirada fija en Liozard, el objetivo de su proyectil. Soltó la cuerda decidido a acabar con él, sin embargo el disparo salió desviado e impactó contra la pared del fondo a un metro del mago. El arquero había empezado a perder la concentración debido al impacto recibido y el viento que lo azotaba y le hacía errar en sus ataques.

Nae observó la situación en la que se encontraban sus compañeros y al ver que Picco estaba en peligro, ya que el guardia pese a haber recibido un disparo de Aeldar seguía en pié, decidió disparar a este y dejar a los arqueros para el siguiente ataque. Ya tenía el arco tensado y el punto de mira situado cuando una flecha pasó cerca de ella he dizo que la suya se desviara de objetivo.

Agggg...-dijo mirando a los ojos al arquero que acababa de dispararle y llena de rabia por no haber podido ayudar a su compañero-la próxima vez no fallaré...

La hechicera dio un tumbo cuando la ráfaga de aire de Liozard la alcanzó y frunció el gesto mirando fijamente al mago. A continuación se ocultó de nuevo tras la columna y cerró los ojos concentrándose en su próximo hechizo.

Era sorprendente ver cómo aquella mujer era capaz de concentrarse con aquel caótico paisaje alrededor.

El lancero del centro de la sala se acercó sonriendo al mediano y amplió su sonrisa al ver la flecha de Nae pasar sobre su cabeza. Alzó su lanza dispuesto a asestar un golpe mortal al mediano, sin embargo, su suficiencia se vio sorprendida por la furiosa defensa de su contrincante. A diferencia del soldado, Picco no luchaba obedeciendo las órdenes de nadie. Luchaba por liberar a las personas a las que quería de modo que su motivación era mucho mayor.

El lancero se reprendió por haber bajado la guardia y se centró en no fallar de nuevo en su siguiente acometida.

Thorin vio desde su posición cómo el mediano se encontraba en problemas al enfrentarse a un lancero él solo. Contuvo el aliento cuando el soldado de Karst le atacó y respiró aliviado al ver que repelía el ataque con éxito, sin embargo, no se permitió más momentos de espera. Decidido, salió de detrás de la columna armando el hacha sosteniéndola en un costado, y gritando con furia mientras se abalanzaba sobre el enemigo. Éste, sorprendido, no tuvo tiempo de responder al ataque, y toda la energía del enano fue descargada sobre su cuello a través de su hacha. La cabeza del soldado se desprendió de su cuelo y cayó al suelo justo antes de hacerlo el resto del cuerpo.

Picco contempló la escena con un gesto de horror en la mirada. Miró a Thorin y acto seguido se centró en los enemigos que aún tenía delante.

Dos de los tres lanceros que atacaron a Aran y Sigmund se encargaron del primero de ellos. El otro se dirigió como un fiera hacia Sigmund. El experimentado guerrero analizó los movimientos de su rival intentando determinar su estilo de lucha y sus puntos débiles. Lo logró antes de que este lograra atacarlo sin embargo, no le valió de mucho, pues la pérdida de sangre y el dolor producido por la anterior herida hizo que sus reflejos no fueran todo lo rápidos que solían ser, y no pudo esquivar el estoque del lancero que alcanzó su abdomen cerca de la cadera. La profunda herida que le provocó no hacía peligrar su ida, pero podía permitir más ataques como aquel, o la perspectiva de salir vivo de allí se volvería complicada.

Liozard dedicó unos instantes a concentrarse en su siguiente hechizo. Para hacerlo, arrugó la frente e hizo descender sus pobladas cejas hasta ocultar por completo sus cerrados ojos. A la vez, hacía movimientos con los labios que mantenía cerrados. Sus manos no dejaban de ir y venir ante su cuerpo con movimientos caóticos y aparentemente aleatorios, pero en el fondo más que estudiados.

Uno de los arqueros enemigos, preparó su arco para disparar pero esperó unos instantes antes de hacerlo. Esperó a que alguien se pusiera a tiro hasta que Thorin salió de su escondite hecho una furia. EL arquero contempló con horror como el enano decapitaba a su compañero, y algo aturdido le disparó la flecha que tenía dispuesta, sin embargo ésta pasó lejos de su objetivo y se perdió en el pasillo de arcos del otro lado del templo.

Sigmund dio un paso adelante blandiendo su espadón ignorando la superioridad numérica de los lanceros frente a él y Aran y las heridas que hace un instantes lo inundaban de dolor. Con un ligero toque de muñeca desvió la lanza de su adversario y dando un nuevo paso adelante trazó una linea horizontal con su arma rajando el tronco del lancero de lado a lado e impulsándolo hacia el suelo. No estaba seguro de si aquella herida sería mortal, pero aquel ataque le dejaría fuera de combate momentáneamente de modo que centró su atención en el siguiente enemigo que se mantenía en pie.

El lancero se desangraba en el suelo balbuceando y perdió la vida poco después de que se produjese la herida.

El último lancero que quedaba acompañando a los arqueros y a la hechicera, se adelantó para afrontar al enano y el mediano que se encontraban delante de ellos.

- Lamentaréis haber mancillado el Templo de Pélor -exclamó contrayendo el rostro.

Poco a poco, la batalla que tenía lugar dentro del templo se iba decantando en favor de los recién llegados, pues las bajas únicamente se contaban del lado kárstico.

Oliver no tuvo ni un ápice de compasión con su contrincante, al que prácticamente cercenó uno de sus brazos. El hombre murió insantes después de recibir el impacto del paladín. A su lado, Lihem encaró a su propio rival con diferente suerte, pues nada más acercarse recibió un golpe de la lanza enemiga que además de herirle le hizo perder el equilibrio. Con la intención de reponerse y contraatacar, Lihem erró en sus movimientos y trastabilló, cayendo hacia atrás totalmente expuesto al ataque de su enemigo.

Al otro lado de la sala, Sigmund y Aran combatían a tres enemigos armados con lanzas. El primero de los dos agitó con éxito su espadón en el aire para traspasar la defensa del karstiano y rajarle el tórax mortalmente. Mientras tanto, Aran logró herir a su oponente con una de sus dos espadas, sin embargo, la mano que sostenía la otra, chocó accidentalmente contra la lanza y se hirió la muñeca sin llegar a soltar la segunda espada. El joven retrocedió dolorido, pero dispuesto a continuar con el combate.

Desde la retaguardia, Nae y Aeldar disparaban sus flechas hacia el lancero que amenazaba a Picco. Nae falló su disparo por poco mientras que Aeldar acertó en pleno brazo.

En el centro, Picco luchaba valientemente pero sin mucho éxito contra el citado lancero de Karst. Por fortuna para el mediano logró esquivar su primer ataque y Thorin se acercó para terminar con su vida rebanándole la cabeza con un duro y seco golpe de hacha. El lancero que quedaba junto a los arqueros, se adelantó entonces, para encarar a enano y mediano, dispuesto a frenarles el paso hacia los arqueros y la maga.

Liozard, al igual que la maga enemiga, se concentraba para desplegar sus poderes de inmediato, generando por igual expectación y temor ante los posibles resultados.

Los arqueros de Karst, perdieron efectividad y erraron todos sus disparos, en gran parte por causa del viento generado anteriormente por el mago.

 Oliver observo como el lancero que quedaba junto a su posicion (L2), ataco sin piedad a su compañero Lihem. En ese momento, un gesto de rabia asomo rapidamente en la cara del paladin. El Lancero fue consciente de ello y recordando lo que le habia pasado a su compañero, puso cara de preocupacion cuando sus ojos se cruzaron con los del paladin.

Oliver, sin pensarselo dos veces, se abalanzo contra el lancero y arremetio fuertemente contra el, en un perfecto golpe de espada. Empuñando su arma con ambas manos, la retraso varios centimetros, lo justo para coger impulso hacia delante y clavarsela al lancero en el pecho. Una vez clavada en su contrincante, Oliver apreto fuertemente su arma contra el pecho de este, clavandosela hasta la empuñadura, para poco despues, y con cara de satisfaccion retroceder la espada dejando manar la sangre de la herida que le acababa de propinar a su enemigo.

Al ver que la cosa se nivelaba entre sus compañeros y los lanceros de Karst, el elfo volvió a apuntar hacia los arqueros y disparó su flecha con intención, pero la distancia a la que se encontraban y el viento hizo que la flecha rebotase contra una de las columnas.

 Los dos lanceros que enfrentaban a Sigmund y Aran vieron estupefactos como su compañero caía a manos del guerrero. Eso les hizo perder los nervios y atacar de forma precipitada. Uno de ellos lanzó una estocada que fue evitada por un quiebro de Aran. El otro lancero vio como su arma era desviada por el espadón de Sigmund, hacia su compañero clavándose en su culo. Estupefacto, el soldado kárstico herido miró a su compañero justo antes de caer de espaldas desangrándose.

Asustado por el repentino giro de los acontecimientos, y viendo la superioridad del enemigo, reculó un paso y los miró temeroso sin soltar su arma.

Aprovechándose de la inercia que le había otorgado su anterior esquiva, Áran dejó caer con todo su peso sus letales hojas sobre el lancero que consiguió evitarle antes.

El arquero de la izquierda de la hechicera extrajo una nueva flecha y sin pensárselo dos veces la colocó en su arco y disparó sin tomarse el tiempo suficiente para apuntar. La precipitación del karstiano hizo que su disparo fuera impreciso y en lugar de impactar en Thorin, se perdió a lo lejos sobre su cabeza.

Aún cojeando, Picco alzó su espada dispuesto a plantarle cara al lancero que se había adelantado hasta su posición, sin embargo, su envite fue fácilmente evitado por la lanza del soldado, que se preparó para defenderse del ataque del enano.

Lihem había perdido el equilibrio exponiéndose a un posible ataque enemigo, sin embargo, la suerte le fue favorable y Oliver terminó con él antes de que pudiera asestarle un nuevo golpe. El shar-zarín se puso en pie dispuesto a demostrar su pericia en combate que hasta ese momento le fue esquiva y se acercó al arquero que tenía más próximo.

Otro de los arqueros de Karst siguió el ejemplo de su compañero, disparando hacia el enano, sin embargo, su ataque fue igual de inefectivo y la flecha se perdió en el fondo de la sala, pasando a un lado del guerrero enano. La inminente derrota estaba afectando a los nervios de los karstianos conscientes de que no tardarían mucho en morir.