Partida Rol por web

Por fin habían llegado a los límites de los pantanos con lo cual el ánimo mejoré visiblemente y aquel ya era terreno conocido para la elfa. Wint se despidió de ellos y Nae no pudo sentir cierto remordimiento por haber desconfiado tanto de él. Le saludó cuando partió de nuevo hacia el sobremundo y le deseó suerte en su viaje.

Ya había caído la noche asi que decidierón pasarlo a la intemperie aunque a lo lejos se veían las murallas de Karst. Tendrían que decidir cual iba a ser el paso siguiente, casi no tenían comida pero entrar todos juntos levantaría muchas sospechas. Para sorpresa de Nae, Lihem propuso una idea excelente.

-Bien Lihem, creo que es buena idea tu propuesta. Yo también conozco los palacios de Neum-Teil y creo que nos vendría bien descansar y dormir en un buen colchón pero antes de llegar nos esperan casi dos días de viaje.-comentó a sus compañeros-Tendremos que desviarnos levemente de la ruta que tenía marcada pero casi no lo notaremos. No son sendas por las que suela ir habitualmente pero son bastantes seguras y en alguna ocasión he ido por ellas.

Después se giró hacia Sigmund para hablar de qué harían si les paraba una patrulla.

-Sigmund en Karst suele haber basntantes patrullas vigilando, ¿Tienes pensado algún plan en caso de que nos paren? Tendremos que dar alguna respuesta a sus preguntas si no queremos tener malas consecuencias.-le preguntó Nae.

La joven echó un vistazo a todos sus compañeros, cada uno era muy diferente de los demás: un enano, cuatro hombres y dos elfos...sin duda llamarían la atención.

Áran buscó en su mente referencias a los palacios de Neum-Teil. Conocía aquel nombre y había oído hablar de aquel lugar. Se trataba de un fabuloso palacio perteneciente a una de las familias más ricas de Karst. Se ubicaba cerca de un poblado conocido como Lang de humildes dimensiones y población hasta el punto de no figurar en los mapas más genéricos de Embelyon. Se trataba de una zona tradicionalmente tranquila y sin mayor peligro.

El pícaro había pasado una vez por Lang, pero no había visitado ni visto los palacios. Simplemente sabía de su existencia por comentarios oídos en el pueblo.

Nae recordó que el palacio de Neum-Teil se encuentra ubicado cerca de un pequeño pueblo llamado Lang.

Sigmund sabía que lo que decía Nae era verdad, debían pensar en ello. Mientras miraba a la elfa buscando sus palabras, sus brazos de nuevo volvieron a cruzarse, su mano derecha buscó el mentón y sin darse cuenta empezó a acariciarlo.

-Mmm... diría que la mejor forma, seria entrar con tranquilidad y decirle lo mismo que dijimos a los guardias de Smolod - Sigmund puso los brazos en forma de jarra y con voz marcial dijo - Misión oficial de Spingard.

>>Spingard es conocido por su nobleza y ser la sede de la iglesia, no creo que quieran enemistarse con las tierras que me vieron nacer, además nuestro ejército es respetado en todo Embelyon.

Sigmund miro a sus compañeros y alzándose continuo con su razonamiento - Karst sigue conociéndose por ser uno de los reinos más nobles, al igual que Spingard y su sentido de la justicia es parecido. Creo que lo mejor será avanzar sin ocultarse, dividiéndonos u ocultándonos, solo podemos llamar aún más la atención si nos encuentran.

>>Aunque - termino acercándose al fuego para calentarse - Sabéis que soy todo oídos para las buenas ideas.

Al final ese Wint no era mal tipo... -Pensó Áran una vez salieron todos vivos del pantano.

El simple hecho de pisar tierra firme bajo sus pies, poder montar a caballo en lugar de cargar él con el asustado animal y no tener que estar espantando los miles de mosquitos que habitaban las pútridas aguas del pantano fue una bendición para el estado de ánimo del chico, y por lo visto lo mismo le pasaba al resto del grupo.

Ya de mejor humor, les tocaba decidir cual sería su próximo movimiento, y Lihem propuso una parada en el palacio de unos vasallos de su familia, o algo así. La verdad es que Áran había estado antes en la ciudad en sus tiempos de artista callejero, pero ni siquiera había oído hablar del palacio. Que algo así existiera le sorprendía bastante.

-Perdona Sigmund... No digo que tu idea se mala, pero pasar desapercibido es uno de mis talentos. Y qué quieres que te diga... ¿Un mediano, un anciano y un mono como parte de un ejército? -Se giró hacia los mentados- Sin ofender.

-Además, ni siquiera tenemos credenciales de que decimos la verdad. Si sospechan de nosotros podrían retenernos y enviar un mensaje diplomático para exigir una explicación a nuestra presencia fuera de Spingard o nuestras intenciones, lo que mandaría al traste la misión. Y que sospechen es lo más sencillo de un grupo tan grande.

-Todo esto nos lleva a la cuestión principal. ¿Cómo ocultar un grupo tan dispar de la vista de la gente? Tenéis la solución en frente de vuestras narices.

Áran sacó sus dagas y comenzó unos juegos malabares mientras tarareaba una melodía y realizaba un pintoresco vaile con las piernas, moviéndolas como si fuera un títere. Tras unos instantes recogió sus dagas e hizo una reverencia.

-¡Artistas ambulantes! Malabaristas, actores, bardos, bufones y demás, todos miembros de una gran familia cuyos lazos son más su profesión que la sangre.

-Thorin pasaría por un bardo con sus canciones, no puede negarlo nadie. Picco y el mono pueden ser bailarines que animan las canciones de la flauta de Nae. Liozard puede realizar pequeños trucos de magia como si fuera un viejo vidente, o símplemente el viejo gruñón que se encarga de vigilarnos. Lihem, con sus exóticas volteretas y acorbacias es un acróbata nato, y el que lo niegue es que no lo vió luchar en el barco. Solo me queda situaros a Aeldar, Oliver y a tí, Sigmund, que sois los más "vulgares". Aeldar podría pasar por el esposo de Nae...

Por fin habían conseguido salir de aquel infecto lugar, y el vadeador era gran culpable de eso, lo cuál el elfo le reconoció con una leve inclinación de cabeza cuándo éste se despidió y se marcho, de nuevo al Sobremundo.

Ahora tocaba decidir que dirección tomarían y la posible coartada si fuesen descubiertos por los guardias de Karst. La propuesta de Lihem parecía buena y Aeldar asintió ante ésta, pues después de unos días durmiendo a la intemperie, una buena cama siempre era de agradecer.

Esperemos pasar desapercibidos, aunque sea la coartada que sea, sí que es cierto de que somos un grupo muy numeroso y variado y ésto nos dará problemas. Yo pienso que separándonos seremos más dificil de detectar, ahora que acataré la decisión que decidamos entre todos.

Picco escuchó la discusión en silencio hasta la intervención de Aeldar cuando decidió tomar la palabra.

- Realmente, Áran, si Karst decidiera enviar un mensaje diplomático informando de nuestra presencia ya lo habría hecho pues ya nos localizaron en el otro límite de los pantanos. Creo que lo mejor sería mantener la misma mentira por si los guardias de ambos límites establecieran comunicación. Además -añadió el mediano -habremos llegado a Willem antes de que ningún emisario pueda llegar a Spingard y comprobar que mentimos.

Picco pareció algo avergonzado por haberse inmiscuído en la conversación pero no bajó la mirada a la espera de una respuesta o reprimenda.

-De hecho Picco- añadió el guerrero decidido - Si envían una misiva a Spingard con las palabras que yo escriba, no nos tomarán por mentirosos, en sí, sigo siendo parte del ejercito y tengo muchos amigos y buena posición en el, Oliver lo sabe. Nunca utilizaría el nombre de Spingard en vano... son mi familia.

El guerrero esboza una sonrisa al mirar a su compañero y recordar los añorados viejos tiempos.

-Sigo pensando que sería lo más sensato, tal y como dice Picco. Aunque... - Una sonrisa se formo en la comisura de los labios del hombre marcial - La verdad es que la idea de Áran era divertida hahaha. El guerrero reía solo al mirar a sus compañeros y pensar en las palabras de Áran, era un grupo pintoresco y en cierto forma la idea de ser la compañía de un circo le pegaba con la imagen que vea.

Picco se relajó al oír las palabras de Sigmund.

- La verdad es que tampoco soy muy dado a la danza -explicó el mediano sonriendo y rascándose la nuca azorado.

La decisión parecía tomada y Nae no pudo más que echarse a reir cuando Sigmund y Picco hicieron referencia a lo propuesto por Áran.

-Si, la verdad es que aunque al final no llevemos a cabo tu idea, Áran, era muy imaginativa-dice entre risas-Nos lo íbamos a pasar bien.

La joven elfa echó un rápido vistazo al grupo y se los imaginó a cada uno en su papel lo que no hizo más que aumentar sus carcajadas. Se quedó parada mirando a Aeldar pensando en cómo sería tener marido y no pudo evitar recordar a sus padres y lo felices que eran, siempre en armonía. Quizá algún día llegue a casarme...-se dio cuenta de que se había quedado ensimismada mirando para su compañero y reaccionó cogiendo su flauta y poniéndose a tocar. La noche era agradable y un poco de música siempre levantaba mejoraba el ambiente.

Thorin habia pasado gran parte del viaje cabizbajo. Desde la pelea contra el gusano ( en la cual el fornido enano tropezó con una piedra antes de alcanzar al gusano ) el enano pensaba en su falta de coordinación al correr y se sentía ofendido por no haver pordido ayudar en la batalla, aunque por suerte todo habia salido bien. Tras despedirse del caminante los miembros del grupo propusieron una estancia en los castillos de algun familiar del oriental. A Thoin aquella idea le agradó, pero no dijo nada. Sacó por enésima vez ''su'' pipa y comenzó a fumar distrido mirando la muralla. Aquella construcción era asombrosa.

Su compañero propuso una grotesca idea de formar una especie de circo entre todos para apsar desapercibidos. No le prestó demasiada atención, actualmente se encontraba demasiado espeso para pensar en mucha cosa.

Sigmund hablaba con Picco y  en un momento de la conversacion se dirigio al paladin, este asintio energicamente ante sus palabras, puesto que sabia que Sigmund a lo largo de los años se habia forjado una buena amistad con varios altos cargos en el ejercito... debes creer a Sigmund Picco, no te esta engañando.

 Lihem sonrió. No era habitual vérselo hacer al shar-zarín, pero cuando lo hizo, contagió al grupo con su repentina alegría.

- Me alegro de que hayáis tomado esa decisión. Hace muchos años que no veo a Agath. De pequeños jugábamos juntos cuando nuestros padres se encontraban.

El guerrero permanecía con la mirada perdida mientras rememoraba los momentos de su niñez.

La noche resultó relativamente animada con la música de Nae y todos y cada uno de los miembros del grupo retrasaron la hora de echarse a dormir, con la esperanza de alargar aquel momento de paz, pues a la mañana siguiente reemprenderían el camino y con él las preocupaciones por la misión.

Pero la mañana llegó, inexorable, y el grupo deshizo el campamento y se encaminó hacia la puerta de la muralla que se hallaba hacia el este a lo lejos. La puerta se encontraba enmarcada por dos altas torres. Sobre la torre situada más hacia el oeste, dos arqueros vigilaban el horizonte, mientras que en la parte baja, junto a la base de la enorme puerta descansaban dos lanceros. Uno de los lanceros se dirigió al grupo al verlo llegar.

- ¡Alto, viajeros! -exclamó con contundencia.

El grupo se detuvo y el lancero examinó uno a uno a todos los miembros del grupo con detenimiento.

- ¡Vaya! Cinco hombres, dos elfos, un enano y un mediano ¿Qué os trae a estas tierras y a dónde os dirigís? -preguntó con seriedad el hombre.

Sigmund tomó la palabra y le indicó que se encontraba en misión de Spingard. Los lanceros se dirigieron una mirada de escepticismo entre sí, pero no impidieron al grupo pasar. Las puertas se abrieron y el grupo se adentró en los territorios del imperio de Karst.

El grupo atravesó la puerta de la muralla de Karst y se alejó de aquel lugar en dirección sureste, cabalgando a través de un extenso bosque, cuyos lindes alcanzaron a media mañana. Recorrieron entonces una amplia y húmeda sabana que se extendía hasta donde la vista alcanzaba. Cabalgaron liberados por la comodidad de las llanas extensiones del norte de Karst y recorrieron una gran distancia a lo largo de la jornada. La caída del sol les hizo detenerse a un lado del camino con la sensación de haber recorrido más distancia en ese día que todos los días que estuvieron en el pantano juntos.

La mañana siguiente amaneció de igual forma, con el terreno llano y el cielo despejado, como invitándoles a avanzar, no obstante, el paisaje comenzó a variar, dando paso poco a poco a un terreno algo más escarpado y frondoso, que era algo más incómodo para el viaje, pero que resultaba igualmente reparador con el recuerdo del pantano todavía reciente.

Cabalgaron sin novedad, únicamente haciendo dos paradas, una para comer, y otra para dar descanso a los caballos que comenzaban a dar evidentes muestras de fatiga ante el creciente desnivel de los senderos.

A un par de horas del ocaso, contemplaron a lo lejos el pequeño pueblo de Lang, entonces se desviaron del camino hacia el este y tras bordear un par de escarpadas colinas, dirigidos por Lihem, contemplaron con asombro la elegante maestría de los palacios de Neum-Teil.

Los palacios se hallaban enmarcados por numerosas y escarpadas colinas que parecían custodiarlo de las posibles amenazas tanto bélicas como climatológicas, permitiendo, como única forma de acceso una pequeña senda situada junto a un río. El grupo avanzó a través de aquel camino contemplando la abundante flora del lugar, y viendo crecer a medida que se acercaban la majestuosidad del palacio, que superaba con creces en dimensiones, belleza y lujo al del duque de Fianosther.

Lihem los condujo a través del camino que comenzó a ascender hasta que finalmente los condujo hasta lo que parecía la entrada principal del palacio. El grupo se detuvo unos instanes a contemplar las altas torres puntiagudas que dominaban la entrada. Cada detalle de las mismas, así como de los muros, las almenas, las ventanas y las puertas estaban adornados con sutiles ribetes y finas florituras.

Mientras los viajeros contemplaban asombrados la elegancia de aquella construcción, las puertas del palacio se abrieron suavemente y una delicada figura surgió del interior del palacio.

- ¿A qué afortunada causa debo agradecer la presencia de mi querido Lihem Elitzur?

La joven sonreía con elegancia al guerrero shar-zarín. Su pelo negro se encontraba sujeto por una elegante diadema plateada y verde que coincidía con el asombroso color de sus ojos. Su esbelta y delgada figura estaba tapada por una fina toga, que sin embargo permitía adivinar la silueta de sus formas.

Lihem se inclinó haciendo una sutil reverencia demostrando su dominio del más alto protocolo de las clases nobles. Agath, se rió con gracia.

- ¡Bah! Lihem, olvidemos las formalidades. Me alegro mucho de verte después de tantos años.

La mujer se adelantó y abrazó al guerrero con los brazos. Cuando se separó observó a sus compañeros con una amable sonrisa en el rostro.

- Sed bienvenidos a Neum-Teil. Cualquier amigo de un Elitzur, es amigo de cualquier Noradäl.

- Verás, estos son -respondió Lihem -Sigmund y Oliver, honorables guerrero y paladín de Spingard; Aeldar, guerrero elfo de Aldulume; Naedunëa nuestra querida guía elfa; Thorin, enano guerrero de Burac-Zal; Áran, valiente habitante de Fianosther; Liozard, brillante mago y Picco, mediano sirviente del duque de Fianosther.

Agath inclinó la cabeza en señal de saludo y su gesto fue respondido por todos los presentes. Dirigiéndose de nuevo a Lihem volvió a tomar la palabra.

- Falta poco para la hora de la cena. Intuyo que os quedaréis a dormir -dijo preguntando a Lihem con la mirada, que asintió -Ordenaré que se sirva la cena en una de las terrazas de palacio, pero antes, mis sirvientes os conducirán a vuestros aposentos y os prepararán un cómodo baño. Ahora debo de atender ciertos asuntos, pero en la cena continuaremos con esta charla. Debo añadir que es un placer poder alojaros aquí hoy, y los días que consideréis oportunos.

Demostrando su gracia habitual, Agath se giró y se adentró en el palacio. Varios sirvientes salieron y acompañaron a cada miembro de la compañía a una habitación.

Tras dejar allí sus pertenencias fueron conducidos a los baños del palacio, unas amplias piscinas de agua caliente donde los viajeros se relajaron. Allí se encontraban Áran, Lihem, Thorin, Aeldar, Picco, Sigmund y Oliver, vestidos únicamente con una ligera tela en la cintura cuando escucharon unos gritos acercarse por el pasillo. Los gritos alcanzaron la sala hasta que Liozard apareció desde el pasillo totalmente desnudo. Tras él, una sirvienta le solicitaba amablemente pero escandalizada, que se tapara con la ropa adecuada antes de bañarse. La sirvienta alcanzó los baños y se alteró al comprobar que todos los demás se encontraban allí. Se detuvo y se disculpó nerviosa.

- Discúlpenme ustedes.

Abandonó el lugar para alivio de Liozard que proclamó:

- Malditas vestimentas constreñidoras. Un poco de libertad siempre resulta reconfortante.

El mago se dirigió desnudo a la inmensa bañera de agua caliente y se sumergió con sus compañeros. Únicamente faltaba Nae, que como ya habían sido informados, tenía un baño aparte en el que bañarse adecuadamente.

 Después de acomodarse y dejar en la habitación sus pertenencias, Nae fue conducida a unos amplios baños de agua caliente. En la intimidad, Nae se despojó de sus ropas y algo azorada se introdujo en el agua caliente y se relajó con los aromas que desprendía. No supo cuánto tiempo pasó, pero llegado el momento, Agath habló a su espalda sobresaltándola.

- Espero que el baño resulte reconfortante -dijo caminando con un sugerente balanceo de caderas tapada únicamente con una toalla -Cuando alguna preocupación ocupa mi mente, vengo aquí a meditar.

La joven alcanzó el borde de la bañera y se despojó de la toalla que cubría su cuerpo quedando desnuda. Nae se fijó en la perfección de su figura y llamó su atención una cicatriz de unos doce centímetros a la altura de las costillas más bajas, entre su ombligo y su pecho derecho.

Agath, se adentró en la amplia bañera y cerró los ojos relajada.

- Cuéntame, Nae ¿Cómo has conocido a Lihem? Perdona mi indiscrección, pero ardo en deseos de conocer las causas de la unión de vuestro grupo. No es habitual ver por estas tierras un grupo compuesto por hombres, elfos, enanos y medianos.