Partida Rol por web

 2011. Los años de mayor cambio tecnológico, pero no social. Miles y miles de personas adorando religiones, dedicándose al ocio o al descanso, sin percatarse de lo que les caerá encima pronto, muy pronto.

Sin embargo, entre las personas comunes, existen entes que no lo son tanto. Poderosos entes, poderosas razas y poderosos humanos que defienden a esta tierra, defienden el derecho de la vida en este lugar, y su estabilidad, o sus propios intereses.

Conviven con nosotros, se relacionan con nosotros, y ni siquiera nos damos cuenta.

Un terremoto en Japón, otro mas, ha abierto una grieta que parece no tener fin. Una grieta oscura y profunda de la cual parece emanar oscuridad. Sus réplicas en las últimas semanas han abierto grietas en otros lugares: En francia, en Inglaterra, en Estados Unidos... cuatro grietas, cuatro fisuras de nuestro mundo, que la gente ha analizado, pero no ha dado la importancia que en realidad requieren. No son más que simbolismos de una verdadera grieta entre mundos, y, poco a poco, estas se han ido cerrando y normalizando. Sin embargo, la actualidad es muy distinta a hace unas semanas. Algo ha ocurrido, y nadie sabe, hasta ahora qué exactamente.

 Un único demonio, y mil razones para exterminar la humanidad. La grieta se había abierto, y hacía dias, un comando de demonios había salido a la luz del sol, ocultándose en formas humanas.

Sin duda alguna aquella urbe plagada de titanes marmóleos no le asustaba mas que el propio infierno. Sin embargo, sus ideales estaban claros, y aquel lugar debía de ser destruido... pero todo en su momento.

Ahora se ocultaba en Francia, cerca de su mas aclamada obra, la torre de Eiffel, que se erguía frente a su hotel como uno de esos magníficos logros de la humanidad: Qué estúpidos resultaban.

Su piso resultaba cómodo, y sin embargo, tan frío, e impersonal, que le gustaba. Allí disfrutaba de todos los placeres que querría disfrutar.

Así se encontraba allí en su piso esperando que algo o alguien diera el primer paso para saber qué hacer, o cuando destruir a aquella raza inferior.

 Un supermercado en las afueras de américa, EEUU. Quien diría, que en un lugar tan simple y sencillo, tan lógico y normal, se conocerían.

Tras kilómetros de viaje, aquel era el primer supermercado que se encontraban. Daniel Stevens, un muchacho de cabello rubio, se encontraba allí haciendo simplemente la compra rutinaria. Había ido a aquel lugar mucho tiempo, mientras que ella, Cameron Lockwood, había viajado quizás demasiado y necesitaba parar, y apostarse en algun lugar, yendo a parar allí, en Michigan, un apartamento cercano a aquel supermercado tan pooco peculiar.

Ambos entraron como completos desconocidos. No había nada que pareciese extraño: La gente pasaba a ambos lados del lugar como si fueran autómatas sin vida, y nada tuvieran que ver con los individuos que parecen tambien estar ajenos a esos otros. Esa era la sociedad en la que vivían.

Mientras hacían la compra, parecían haberse encontrado en una fila de aquel supermercado, sin nadie más, una situación normal en la que individuos normales nisiquiera se saludarían...

Pero ellos no eran, para nada, normales.

 La sociedad de vampiros: Interesante lugar para ir a dar cuando necesitas ayuda, para morir.

Estados Unidos, Detroit, un barrio bajo de aquel lugar poseía las características necesarias para pasar desapercibido. Vampiros de todo el mundo se reunían para comentar sus próximas actuaciones: Desde detectives, hasta personas que parecían mas bien normales en todos sus aspectos, incluyendo tambien por supuesto líderes.

Una sala de recepción los acogía mientras la puerta de la sala de reunión se mantenía cerrada. Esperaban pacientemente como individuos normales, mientras que aquella sala se llenaba. Era como una sala de espera de un hospital: Bastante amplia, y blanca. Por casualidades del destino, Hurden y Charles se encontraban uno al lado del otro, sabiendo su condición, aunque desconociendo que algún día, quizás de ellos dependa el destino del mundo.

Había una tensión, algo en el ambiente que lo convertía en dificil de explicar, y peligroso. Era que allí se decidiría el futuro de los vampiros, y el lado en el que estarían, en la batalla que se acontecía.... 

Era solo cuestión de tiempo.

Bar "Lowey´s Club" 23:00, América del norte, Michigan.

Un bar en el que desahogar penas, o simplemente esperar nuevas indicaciones, trabajos, o emborracharse hasta olvidar que el mundo existe, y está cambiando.

 Aner-rath había llegado a aquel lugar haría quizás unos pocos meses. Buscando discordancias, desorden en el mundo, buscaba a aquellos que la ocasionaban, para combatirlos y conocer la razón de que todo aquello hubiera pasado. Había llegado a aquel lugar en busqueda de un poco de tiempo para poner claras sus idéas: Su equipo lo había dejado actuar solo, y eso era lo que hacía.

Mientras tanto, Ahriel se encontraba allí por una filtración. Alguien le había asegurado que aquel lugar iba a ser propicio para alcanzar nuevas misiones, misiones que tuvieran efecto en la humanidad, realmente.

Ambos se sentaban en la barra, una barra abandonada, sin demasiada gente, mas que ellos dos y algunos borrachos desperdigados. El camarero primero sirve a la mujer, y luego al caballero, preguntándoles qué beberán. Desconoce totalmente que el futuro del mundo, está en sus manos.

Ahriel llevaba consigo su enorme bolsa de deporte, aunque tenia la cremallera sin cerrar del todo.

-Un batido de vainilla por favor, mejor demelo del tiempo

De la bolsa de deporte salio un pequeño gruñido, como si hubiera algo alli dentro

-Si, ya voy pesado.

Mientras el camarero hacia el movimiento para servirla, ésta aprovecho el momento para observar a todos los clientes en la zona y especialmente al caballero que tenia al lado con una media sonrisa.

Descanso, era la palabra que había surgido en mi mente como un itermitente. Me sentía cansada, sedienta... agotada. ¿Cuantas horas habían transcurrido? Había perdido la cuenta, quizás unas 10 horas de camino, sin detenerme a descansar y dormir.

El coche en el que viajaba era un completo desastre, especialmente la parte trasera; latas de cerveza, colillas de cigarros, libros, hojas, ropa, bolígrafos, botellas y un sin fin de objetos. Para cualquiera era un completo asco, para mi, era normal, como si no existieran.

Tarareaba una canción diferente a la que pasaban en la emisora que sonaba, no prestaba mucha atención a ésta y en ese instante un supermercado se avista y decido detenerme y comprar algo de comida y por supuesto, más cervezas.

Aparco el viejo coche negro, viejo si, pero envidiable. Apago la emisora, retiro las llaves y tomo unos cuantos billetes  del suelo, unos 20 dolares y unos cuantos centavos, era suficiente y con cierta dificultad, salgo del coche, tirando un poco fuerte la puerta y con paso definido, camino hacia el interior del supermercado.

Al entrar, retiro las gafas que llevaba, unas Ray Ban aviator, poniéndolas en la camisa de tirantes que llevaba, en el escote. Miro hacia los lados, inspeccionando un poco el lugar. Mi rostro era frio, serio e indiferente. Sin importarme la presencia de nadie, camino hacia los enfriadores y de éstos, saco un pack de doce cervezas y en el camino hacia la registradora, unos cuantos snacks.

Un chico delante mío hizo que me detuviera. Lo miro de arriba a bajo y con la mano le hago un gesto, para que pagara primero. Con el pie, que llevaba una botas vaqueras calzadas, comienzo a golpear levemente el suelo, muestra de impaciencia.

                              
                                Sala de recepcion "La sociedad de vampiros"

Miro por toda la estancia, buscando caras conocidas, o alguna indicación que me diga por donde puede ir el motivo de la “convocatoria”, solo sé que he tenido que acudir imperiosamente a la reunión, dejando de un lado otros asuntos que eran muy importantes, Junto a mi otro vástago al que creo recordar de haberlo visto en alguna otra convocatoria parece que hace lo mismo que yo, cambio el bastón de mano y le saludo

Buenas, soy Hurden, creo recordar que hace un par de años coincidimos en otra “junta”,  sabes el motivo de esta?, la ultima que estuve fue para ajusticiar unos vástagos que se habían saltado todos los códigos de conducta y fueron “suprimidos” del sistema. No nos interesa mucho llamar la atención, cuanto más ruido hacemos más se fijan en “nosotros”.

Espero la contestación mientras miro por la sala mientras se llena a ver si puedo encontrar a alguien conocido.

Como pongo a Charles tambien como destinatario?, no se si le llega el mensaje

Un fuerte bostezo rompe la tranquila mañana en el supermercado. Daniel se despereza tranquilamente como si nadie lo viera, o estuviera solo en el mundo. Llevaba su cabello rubio elegantemente desarreglado, con unos jeans negros, una remera negra, y su campera negra y blanca, su favorita. En su bolsillo, algo de dinero para las compras, sus llaves del departamento, y las llaves de su motocicleta.

- Que tranquilidad... Pensar que podría estar tranquilo en casa, si no me hubiera acabado todo en la heladera del departamento... - Dice para si mismo, mientras que elije algunos artículos de las góndolas. Algo de leche, queso, jamón, agua y talvez alguna que otra cosa para cocinar el mismo, como tallarines o arroces.

Una vez terminado todo lo que tiene interés en llevarse se acerca a la caja, en lo que ve a una joven en la fila para la caja.

- Disculpa? Estas en la fila? - Le dice normalmente, como si fuera una charla de rutina. Se nota que no sabría los hechos venideros...

Charles ya estaba harto de esperar. Era algo que le molestaba de los de su raza, que solía tolerarlo pero no en un momento de tensión como ese. Claro, como tenían la eternidad para hacer lo que se les ocurriera, nunca se apuraban, no le daban al tiempo la importancia que para Charles sí tenía. Posiblemente todos pensarían como él si tuvieran a Mayra esperándolos en sus hogares. Pensaba en lo afortunado que era al tenerla, cuando la voz de alguien que estaba al lado suyo lo distrajo.

_Buenas, soy Hurden, creo recordar que hace un par de años coincidimos en otra "junta". ¿Sabes el motivo de ésta? La última que estuve fue para ajusticiar a unos vástagos que se habían saltado todos los códigos de conducta y fueron suprimidos del sistema. No nos interesa mucho llamar la atención, cuanto más ruido hacemos más se fijan en nosotros.

Charles sonrió, sorprendido. Al menos Hurden había cortado un poco la tensión del ambiente. Su modo de presentarse y sobre todo lo que había dicho habían causado gracia a Charles.

_Charles Honnigan -respondió Charles, ofreciéndole la mano, aún sonriente-. Lamento no recordarte, a veces tengo mala memoria. Desconozco el motivo de esta reunión, aunque supongo que tendrá que ver con las cosas que han estado ocurriendo desde el terremoto de Japón. ¿No has notado que las cosas se han ido poniendo raras desde que ocurrió? Disculpa que me sonría, es solo que me divierte que digas que no nos interesa llamar la atención. Debo decirte que no pasas muy desapercibido con esa ropa y ese bastón. Si quieres un día puedo acompañarte de compras para asesorarte, no queremos que te supriman también a ti Hurden.

                                          Sala de Recepcion.

Una sonrisa aparece en mi cara, no suelo sonreír mucho últimamente, de hecho  nunca suelo sonreír….

Miro a los ojos de Charles y lo valoro, bien vestido muy a la moda, excesivamente sincero, cordial (aunque intranquilo),  sin miedo aparente a lo que le rodea y esperando impaciente el desenlace de la reunión.  Yo justo en el otro extremo, vestido como lo haría cualquiera hace 40 años, paciente, sin prisas ya que realmente no tengo a nadie que me espere o nada lo bastante urgente como para que no se haga mañana.

Sin dejar de sonreír le digo-Los viejos roqueros nunca mueren-, -y en una ciudad como esta no creo que llamara la atención aunque fuera desnudo y solo con el bastón y el sombrero. La “gente” tiene demasiada prisa y una vida tan ajetreada que apenas tienen tiempo de ver alrededor suyo, cada vez es más fácil pasar desapercibido, incluso últimamente parece que no quieran ver más allá de sus narices. Desde lo de Japon se respira miedo en las calles y la gente camina con prisa y mirando hacia el suelo-.

Le doy un fuerte apretón de manos, -me caes bien Charles, y te aseguro que no es habitual. Estoy muy cansado de la hipocresía, y se agradece una persona sincera, aunque no le guste como vista-,

Asiento como toda respuesta a Hurden, aún sonriendo. Sin embargo pronto mi sonrisa desaparece y me pongo de pie. Comienzo a caminar impaciente por la sala. Me detengo junto a la puerta de la sala de reunión.

_Creo que me iré si esto no comienza pronto. Tengo mejores cosas que hacer que estar aquí perdiendo el tiempo -digo a Hurden-.

Al parecer el gesto que había hecho con la mano para que pagara primero que yo, lo había ignorado por completo. Frunzo ligeramente el ceño y lo miro a sus ojos.

-Llegué unos segundos después, así que... adelante- nuevamente hago el gesto con la mano, y el movimiento con el pie, los golpecillos, aumentaban.

Ya que iba a tardar en pagar y salir del lugar, saco una lata del pack de cervezas, lo destapo y bebo un largo trago. Miro de soslayo al muchacho, estudiando cada movimiento suyo.

Daniel se acerco a la cajera, la cual había visto ya varias ocasiones. La mujer empezó a pasar los comestibles por el rayo infrarrojo de la caja, deteniendo así el avance de todos en la fila. Parecía como si el tiempo se detuviera.

Mientras que todos esperaban, Daniel no pudo evitar notar el movimiento de reojo de la muchacha con las cervezas que lo había dejado pasar. ¿Acaso le estaba echando el ojo? Daniel no pudo evitar dibujar una mueca en su rostro.

- ¿Algún problema? - Le dijo a la muchacha mientras dibujaba una sonrisa. No era que esperara ligar con ella ni nada, pero la forma en que pensaba que lo miraba le resultaba graciosa. Claro, sin contar que ella tampoco era nada desagradable a la vista.

-El único problema que tengo, es que he tardado más de lo pensado en éste lugar- contesto a su pregunta sin mirarle, pues, estaba bastante ocupada buscando el dinero en el bolsillo.

-Joder, pensé que había perdido el dinero...- murmuro al tiempo que sacaba un billete arrugado, de veinte dolares -Podrías darte un poco más de prisa ¿eh?- comento alterada a la cajera e ignorando nuevamente, por completo, al rubio.

Daniel levanto una ceja, con cara extrañada hacia la mujer que aparentaba tanta impaciencia.

- No es necesario ser grosero. - Dijo mirando nuevamente a la cajera. - Después de todo, también te deje pasar primera, si querías. - Sus palabras no denotaban enojo, pero si seriedad.

Mientras tanto, siguio esperando a que la cajera pasara todos los productos.

 Mientras la puerta se abre, todos aquellos hombres entran en una sala con una mesa gigante y multitud de sillas. Al tomar asiento, el que aparece en la cabeza de la mesa es alguien a quien conocen bien.

Uno de los vampiros mas viejos allí: Jericho.

Explica a los presentes la actual situación. El mundo ha sido fragmentado por grietas de extraña naturaleza. Hay algo que amenaza al mundo, pero nadie sabe concretamente qué.

Una vez había explicado la situación, dejó una ronda de preguntas, ante la curiosidad y las dudas de sus iguales. La amenaza de criaturas sobrenaturales había ascendido en demasía, y aquello era lo que mas preocupaba a todo aquel gentío.