Partida Rol por web

Al atisbar, a la luz temblorosa de la antorcha de Jace, la oleada de ratas asediando sus provisiones, Ursu se arroja sobre las bestezuelas. Golpea con su espada aquí y allá, con la esperanza de no destruir nada valioso.

— ¡Malditos bichos apestosos! ¡Morid, morid! —grita el idiota grandullón, repartiendo mandobles a diestro y siniestro.

Velocatus quedó atónito. Esperaba encontrarse... otra cosa.

Su furia había quedado sustituida por un gesto de desolación. —¡La comida... nooo!— 

No pudo evitar sentirse algo culpable. Al fin y al cabo, Hobbard y él habían metido la comida allí dentro.

Viendo la reacción de Ursu y Jace, les dejó hacer. Seguramente espantarían a las pequeñas criaturas, y estas saldrían corriendo, así que guardó su honda y el proyectil de nuevo en el bolsillo. Por si acaso, volvió a agarrar las riendas de Bill, a la espera que sus dos compañeros apartaran a aquellas ratas.

Además, a su mente vino una imagen de su encuentro en el camino; el cuerpo sanguinoliento de un perro salvaje practicamente destripado y partido por la mitad por Ursu, así que no quiso estar cerca de los mandobles del enorme individuo.

Se imaginó que había sido el grandullón el que había "mugido".

La pila de ratas pareció retroceder ante el embate de Jace, que antorcha y lanza en ristre se avalanzó sobre ellas. Sin embargo las ratas, que se habían visto asustadas inicialmente por el fuego se habían envalentonado ante el sabor de la comida y la antorcha de Jace, casi consumida apenas pareció amendrentarlas ahora.

Las ratas eran demasiado rápidas para ser golpeadas individualmente, aunque no como la masa informe en constante movimiento que conformaban. Con dos golpes laterales con el ástil de la lanza, Jace arrojó sendas ratas contra las paredes. En ese momento Ursu bufó con ferocidad una vez más y se lanzó, pasando muy cerca de Jace hacia las ratas. Lanzó un terrible golpe con el espadón contra el mostrador que cayó entre las ratas partiendo por la mitad a varias de ellas y milagrosamente sin destrozar el montón de provisiones mordisqueado. Sin embargo, el movimiento de Ursu debió empujar a Jace pues los dos estaban muy juntos. El siguiente golpe de Jace que trataba de ensartar a la masa de ratas devió atravesar uno de los valiosos recipientes de agua de la expedición pues, éste empezó a chorrear a fuerza.

Las ratas parecían dispuestas a luchar por su botín y se avalanzaron contra las piernas de los aventureros más cercanos.

Las ratas parecían dispuestas a luchar por su botín y se avalanzaron contra las piernas de los aventureros más cercanos.

Dicho de otra forma, las ratas, envalentonadas por el botín, no se van a amilanar por los golpes o el fuego, ni huir. Tendreís que echarlas por la fuerza.

Normoh empuñaba el largo palo con las dos manos, en su extremo la vieja sábana ardía con fuerza. A este ritmo no duraría mucho, pero todo fuera dicho, la llamarada era espectacular y el cazador podía sentir el calor que desprendía en sus mejillas. De esta guisa esperaba al pie de la escalera, con la "lanza" apuntando hacia ésta, dispuesto a atizarle a cualquiera que bajara.

Con el corazón acelerado por la tensión empezó a escuchar golpes en el piso de arriba ¿ruidos de lucha? se escuchó un enorme estruendo, seguido de un aumento de los chillidos.

-Subo, no subo... Normoh podía casi oir sus propios pensamientos mientras se mordisqueaba la punta del bigote. Si era murciélagos tal vez se asustasen de la luz, aunque no sabía si eso era mejor o peor. Si era algo... más grande... bueno, sin duda la luz lo desconcertaría, pero nada aseguraba que fuese contraproducente para sus compañeros.

En fin, pensar no era el fuerte de Normoh, y sabía que no estaba aquí para eso (ahora que lo piensa, en realidad parece que no hay nadie en esta expedición dedicado a ello); así que comenzó a subir la escalera, armando voluntariamente bastante jaleo, con grandes voces.
 

&*%&$ ¿Que no se espantan? ¿Para eso he guardado las armas?

Viendo que las ratas ya ni se amilanan ni con el fuego, Velocatus empieza a gritar: —¡Un momento, un momento, ya voy...!— Y ata al caballo en el primer sitio que encuentra, en un intento posterior de echar mano de nuevo a su honda y a una de sus redondeadas rocas de lanzar (las cuales acababa de guardar hace un segundo).

Tan pronto como se percata de la dimensión de la amenaza, Jade deja caer la antorcha entre la horda de ratas, confiando en que no se apague y además haga huír a unas cuantas... y ase su lanza con ambas manos, con objeto de maximizar su eficacia.

Primero descarga una lanzada demoledora hacia el centro de la masa de roedores, luego aprovecha el movimiento de retroceso para desplazar el arma hacia fuera, arrastrando a más animales en las barbas de la punta triangular.

Y por supuesto cuando se repliega intenta un contrataque, si se tercia... aunque en este caso hace voltear excesivamente la larga lanza, dañando algo las provisiones...

Parece que la visión del "ejército" de ratas ha hecho enloquecer a Ursu; puede que en este nuevo estado también haya influido la sangre derramada de los roedores partidos por sus erráticos golpes de espada. Pero el muy idiota tiene un repentino momento de lucidez y advierte que sus espadazos están causando estragos entre sus víveres. Maldita sea, Ursu grandísimo tonto, tendrías que haber atacado con las manos y esperar que no te mordieran.

Ursu sabe que no puede controlar su fuerza una vez empuña su acero. Tampoco ignora que no es lo que se dice un experimentado espadachín, sino un botarate al que la suerte a veces sonríe para que no se corte muchos dedos. Se entrega a sus bastos espadazos, procurando no dañar las sufridas provisiones.

Iunus se lanzó sobre la masa de ratas siguiendo el ejemplo de los demás aventureros, empuñando su hacha y apartando con el escudo a las ratas que se arrojaban sobre él. Levantando el hacha sobre su hombro izquierdo dirigió un barrido sobre la masa de ratas intentanto masacrarlas en gran número, el golpe sin embargo, dirigido con demasiada fuerza, golpeó de lleno el hatillo de huevos frescos que milagrosamente había sobrevivido a los numerosos golpes recividos por las provisiones y que en ese momento estalló, cubriendo a las ratas de clara y yema de huevo, lo que hizo que los salvajes roedores se revolvieran aún con más furia, desesperadas por proteger el valioso botín.

Velocatus, que se mantenía apartado de la refriega mientras colocaba una piedra en la honda y empezaba a hacer girar ésta fue el primero en darse cuenta de las grandes llamaradas que empezaron a salir por la trampilla abierta. Primero un poco, luego más, más altas, mucho más grandes que las que podría producir una antorcha.

Los demás aventureros tardarían más en darse cuenta concentrados como estaban en matar o espantar a las ratas sobre las provisiones y además Ursu y Jace habían quedado de espaldas a la trampilla. Sin embargo pronto todos se darían cuenta pues la antorcha de Jace, casi consumida y en ese momento en el suelo apenas daban luz a la estancia que se vió iluminaba por las llamas que asomaban por la trampilla.

Velocatus lanza una de las piedras contra las ratas, y en un veloz movimeinto coloca rápidamente otra en su honda para lanzarla de inmediato también contra las ratas.

En ambos casos, los proyectiles van a parar a las paredes, aunque tampoco llegan a alcanzar las provisiones o dañar a nadie.

Hobbard se abrió paso junto a su hijo y lanzó un hachazo sobre las ratas, que sin embargo se apartaron con velocidad y la enorme hacha a dos manos se clavó con fuerza en el mostrador, afortunadamente sin destrozar las ya maltratadas provisiones de los aventureros.

Las ratas se revolvieron contra los aventureros lanzándose de cabeza contra ellos con sus pequeños pero afiladísimos incisivos.

Los ratas fueron golpeadas por los aventureros y lanzadas contra los escombros y los muebles circundantes, no sin que con ello se destrozaran las provisiones sobre las que los roedores habían hecho su plaza fuerte. La carne, los huevos y el agua se derramaban por el suelo entre las algarabía de los golpes y los chillidos. Las furiosas ratas saltaron sobre sus atacantes, subiéndoles por piernas y pies y mordiendo las manos desprotegidas.

Resumen de los ataques de las ratas

Las ratas se lanzan contra todos aquellos en CaC (todos menos Velocatus, que cobardemente tira piedras) y Normoh (que está con Cthulhu). He realizado 3 tiradas de ataque contra cada uno el valor de ATQ es +1 en total (-1 y +2 por la dote Pequeñín 2x). Las tiradas de daño las he hecho de una sola vez y se reparte en orden alfabético descendente: Hobbard>Iunus>Jace>Ursu (como las de ataque (el 2º Hobbard es Iunus)).

Hobbard sufre 1 crítico por 4 puntos (1 gracias a los brazales), el resto de ataques son absorbidos por completo. Por tanto, RES -1.

Iunus sufre de ataque 3 y 1 punto. Total RES -4.

Jace esquiva con éxito todo lo que le llega.

Ursu recibe dos ataques exitosos para 0 (sí, es que son ratas) y 3 puntos de daño. Total RES -3

Resumen de los ataques de los aventureros.

Hobbard: falla ataque y falla contraataque

Iunus: falla barrido, daña provisiones con barrido. Acierto crítico en contraataque

Jace: acierto crítico, lluvia de golpes es éxito. Contraataque daña provisiones

Ursu: acierto crítico en ataque

Velocatus: falla con ambos disparos.

Resumen del turno precombate. Ursu acierta. Jace daña las provisiones. Velocatus ata a Bill.

Daños:

Iunus*: 18 (9x2) y 4 contra las provisiones

Jace 10+10= 20 y 8 contra las provisiones y 4 contra las provisiones precombate

Ursu 18 (9x2) y 7 del precombate= 25

Total a las ratas: 63

Total a las provisiones: 16 (por los aventureros, ratas aparte)

*(NOTA hay un error en esta tirada, sobra el tercer dado)

Notas del máster

Las ratas tienen 100 puntos de RES (los aventureros no lo saben). En próximo turno sus ataques se dividen a un tercio dado el daño que han recibido (dos tercios aprox. de su total).

Las provisiones tienen 100 puntos de RES (tampoco conocido por los aventureros).

Las ratas sealizan 18 ataques por turno. Los 18 sobres las provisiones en el turno precombate y 6 en el turno posterior (los otros 12 son contra los aventureros. Los ataques ratas vs provisiones son éxitos automáticos. Total 24 ataques hasta ahora. Total 34 puntos de daño por las ratas y 16 por los aventureros. Total 50 sobre 100.

Queda la mitad del agua y de la comida.

Normoh subió las escaleras con cuidado tratando tanto de aguantar la respiración por el polvo verdoso, como tratando de que los trozos de sábana ardiente que se soltaban de la improvisada antorcha no le abrasaran la cara o las manos. Con ambas manos ocupadas el ascenso era lento y desequilibrante. Cada paso que daba oía como en el piso superior se desarrollaban ruidos de combate y golpes de armas.

Cuando llegó a la parte superior pudo ver como sus compañeros combatían con una gran masa de ratas, que en su mayor parte se situaba sobre el mostrador de madera o a los pies de éste. Los otros aventureros daban golpes que en gran parte fallaban golpeando contra el suelo y el mostrador de madera mientras que las bestezuelas respondían con salvajes mordiscos y subiéndose por brazos y piernas de los combatientes que se las sacudían con asco y trataban de golpearlas

Velocatus vió con alarma como las llamas que salían por la trampilla ascendían cada vez más y el humo hubiera llenado la habitación de no faltar la mitad del techo de la edificación.

La sorpresa fue cuando las llamas se elevaron aún más, saliendo de la trampilla y el joven pudo ver que se trataba del cazador que empuñaba un largo madero en cuya punta había enrollado una enorme sábana que ardía con fiereza, a modo de gigantesca antorcha improvisada. El cazador cruzó la vista un instante con el joven mientras los demás guerreros, que aún no habían visto a Normoh, pero no tardarían en hacerlo seguían luchando contra las ratas que respondían a los golpes con salvajes mordiscos y subiéndose por brazos y piernas, mientras los aventureros se las sacudían con asco y trataban de golpearlas una vez más