Partida Rol por web

IMPACTO. El rifle de la marioneta disparó un proyectil que, surcando el espacio entre él y su víctima sin verse modificado en su trayectoria por ninguno de los demás elementos del fuego cruzado, impactó directamente en el pecho del acorazado que se había llevado la mayoría de los golpes de Silvia. Como un cuerpo muerto, este cayó al suelo. Si muerto o inconsciente, se desconocía. Pero allí estaba.

Por su parte, el ataque telequinético levantó al Centinela lo suficiente como para verse inmovilizado junto a la estatua. Parecía que todo comenzaba a girar en favor de los prisioneros.

El acorazado restante vio de refilón lo que había pasado. El caos en el que estaban envuelto los grunts lo alertó aun más. Todo estaba complicándose, y una llamada a las armas podía no funcionar. Entonces, calculó una única posibilidad. Recogió dos esferas plateadas del cinturón y tras activar una luz en estas, las lanzó al cielo para que llegaran al centro de aquella habitación. Exclamó unas palabras en voz alta, pero no muchos podían descubrir que significaban.

-¡La gloria del vacío nos acoja en nuestra próxima vida! ¡Nuestra muerte traerá el conocimiento al resto!

Tres de los Grunts ignoraban todo lo que estaba sucediendo y comenzaron a disparar a sus compañeros que, ajenos a todo, seguían en sus disparos de ráfagas al grupo de prisioneros que yacía más retrasado. Uno de ellos impactó, fulminando a uno de sus amigos. Mientras que los otros proyectiles erraron en sus disparos. Por otro lado, las ráfagas de disparos seguían dirigiéndose hacia el grupo de prisioneros. La mayoría de ellas se habían quedado corta, pero uno de los Grunt -el más cercano- logró disparar a la suficiente distancia como para que el fuego de su rifle llegara hasta todos ellos.

-Estableciendo protocolo de máxima emergencia. Enemigos con habilidades diversas en combate. Habilidad para absorber el daño siendo neutralizada. Activando contingencia superior. 

El centinela cambió el color de su ojo que se activó a un tono amarillo y, entonces, un enorme látigo de plasma surgió de su espalda. Este, a pesar de estar inmovilizado su portador, culebreo en el aire y, tras dar unos chispazos, se dirigió a su primer objetivo. El látigo de plasma se dirigió como la cola de una escorpión hacia QR que acababa de terminar de hacer su ataque mental.

Las granadas cayeron al suelo justo junto a la estatua, en el centro de la habitación, donde se encontraban situados a más o menos distancia Silvia, Djimbo, Hi no Kami y QR. Quizás no llegaran a afectar a los que más alejados estaban, pero si más de los soldados disponían de aquellas potentes grandas, una explosión en cadena podría desencadenar que no solo le hicieran daños, si no que toda la sala, posiblemente, pudiera quedar destruída. Ninguno conocía exactamente la estabilidad de aquella construcción, pero la posibilidad estaba ahí. Estas comenzaron a pitar cada vez a más velocidad.

Tras el intento de movimiento de esquiva, que iba por buen camino, el latigo fue más rápido que él. Así, el haz de energía se enrolló a su pierna y lo tiró contra el suelo. Comenzaba poco a poco a retroceder, posiblemente para atraerlo hasta el Centinela.

Y debido al caos, nadie finalmente pudo hacer nada. Una ráfaga de disparos impactó contra el grupo más atrasado y comenzó a reducir a los sujetos. Dos de los prisioneros recibieron el mayor grueso de impactos, con lo que cayeron fulminados y, por la gravedad de las heridas, muertos.

Doliéndome por los que sin duda habían perdido la vida, me lancé contra las granadas, sin importar el peligro al que me exponía. Si aún no habían explotado, cualquier centésima de indecisión sería crítica. Crucé los quince metros que me separaban de ellas en un instante y las arrojé de vuelta contra el Acorazado que las había lanzado.

Sin esperarme a comprobar el rápido trayecto de ambas bombas ni detener mi avance ultra-rápido, centré mi atención en el Centinela, pues era la piedra angular del ataque enemigo. Lo tenía sobre mí, pues las granadas habían caído casi en su posición, así que lo golpeé sin miramientos, con quizá la rabia acumulada por los caídos en el proceso. Más que un ataque, resultó ser un relámpago que emergió del suelo para acabar por impactar en el cuerpo abollado del director de orquesta de los alienígenas invasores.

En un abrir y cerrar de ojos, el acorazado activa y lanza dos granadas. El poder de destrucción de estas armas es brutal, y viendo que el camino de salida está parcialmente obstruido por el resto del equipo y el fuego enemigo, Djimbo no se lo piensa dos veces. Y levantando la mano derecha para concentrar mejor su golpe telequinético, que hasta ahora había intentado ocultar, empuja las granadas hacia el punto de origen.
 

Todos descubrirán mi poder, pero no hay alternativa. Esas granadas son extremadamente potentes.

A pesar de sus esfuerzos, la criatura había conseguido apresarlo con esa especie de cola-látigo y ahora lo estaba llevando hacia él... zafarse parecía inutil... Mientras secercaba al cuerpo del guardia, pudo ver cómo el combate iba mutando. Unos prisioneros parecieron caer muertos a juzgar por sus movimientos. Esto lo apenó sobremanera, ellos habían puesto sus vidas en sus manos. Liberarlos fue algo propuesto por él. Tristeza y rabia inundaron su ser. Debían de acabar esto pronto y vengar a aquellos inocentes caidos por la imposición de este maldito imperio...

Con una ira y tristeza sólo comparable con la surgida del asesinato de su padre, Quentin tomó el látigo que lo apresaba con sus manos y corrió directo hacia el centinela. Su objetivo no era claro, sól quería dañar a ese ser que representaba al imperio que había acabado con la vida de inocentes y que seguramente en el futuro lo seguiría haciendo. Sin pensarlo, y con el látigo en las manos, trepó sobre el cuerpo de la criatura y comenzó a enrrollarlo con su propia "cola"...
 

La ira empezaba a inundar mi ser. Todos mis músculos se tensaron mientras llamas surgían de varias partes de mi cuerpo. Con un rápido movimiento giré la cintura para golpear al centinela con todo el peso del torso. No sentí el impacto pleno, ni me importó.

Salí disparado contra los pequeños más cercanos y, delante de ellos, con un brazo incandescente envolví a ambos en las llamas.

El movimiento veloz de Silvia procuró que las granadas, en un abrir y cerrar de ojos, volaran por la estancia hasta el otro extremo. La explosión, posiblemente, fuera atronadora, pero la cuestión era que al menos ya no serían el punto central de esta. No hubo mucho más. En un movimiento veloz del tripletle, QR, Hi no Kami y Silvia descargaron su furia sobre el centinela que, sobrepasado por la velocidad del combate, recibió los tres golpes como uno solo. No pudo más. El látigo de plasma -que aunque era cálido no quemaba al contacto- se enrolló en él inmovilizando cualquier defensa y cualquier contrataque.

Las granadas comenzaron a brillar y pitar a toda velocidad. 

Iban a explotar.

Pero justo en ese instante los pocos Grunts restantes comenzaron a correr en dirección al par de granadas. ¿Qué sucedía? En una acción totalmente imprudente -o premeditada de algún modo inconcebible- todos saltaron sobre las granadas -que se encontraban junto al acorazado- y, en el momento de la explosión, todos salieron calcinados por los aires. El temblor producido fue atronador y, a pesar de lo que parecía, la habitación no salió dañada. Pedazos de Grunts cayeron por el aire en todas partes.

Cuando todo aquello pasó, solo quedaban visibles y en pie los prisioneros -algo aturdidos por la explosión- y el centinela, totalmente inmovilizado junto a la estatua rodeado por los tres que se abrieron combate contra él. 

La luz del ojo del Centinela cambió de color, a un azul muy tenue. Su cuerpo perdió la tensión y la fuerza que ejercía y, de algún modo, su cuerpo se relajó.

-Protocolo de seguridad eliminado. Acción ofensiva finalizada. Activando protocolo de bienvenida.