Partida Rol por web

Muy bien muchachas. Es momento de irnos - apareció finalmente en escena.

No perderemos más tiempo. 

Alfred observa a Lucas bastante inquieto.

¿Tu? ¿Sigues vivo? Sorprendente. Cuando te fuiste, me pediste un día o dos. Te ausentaste unos cuantos meses.

¿A qué se supone que has venido? ¿Crees que te dejaré entrar a esta honorable y gran compañia de mercenarios de elite?

Varen se volteó extrañado a observar las declaraciones de Alfred.

-Gracias por comprender, Pólux.

Escuché a Alfred que ya íbamos de salida. Sin embargo, Estaba despotricando a los reclutas, algo que no era novedad alguna realmente...

-Alfred, cálmate. Una ayuda debe ser recibida siempre de buen grado, sobretodo en este suicidio que acabas de aceptar por misión.

– Si he de ser sincero hace tiempo que perdí la esperanza de encontraros, como ya he dicho no pude rechazar la oferta de pasar un periodo en las mazmorras de aquella maravillosa ciudad, es una casualidad que estemos todos aquí. Al parecer os sobran soldados – miró a los hermanos y al jefe – si no os importa su falta de experiencia en combate.

– Sigo interesado en el trabajo; pero si no buscaré otra compañía de mercenarios.

Escuchó a William – Tal vez ese suicidio sirva para que pongáis a juicio mi valía – esperó. La verdad es que estando de vuelta en Lumen quizás lo mejor era olvidarse de todo y empezar de nuevo. Una idea absurda para alguien que como él no sabía hacer otra cosa que guerrear – la muerte no me parece tan mala como mendigar a los que una vez protegí en este reino – concluyó.

Alfred observó a William, quien osaba tratar de contradecirlo. Este se mantuvo en silencio sepulcral, hasta que arrojó una fuerte bofetada al rostro de William, provocándole que se caiga al suelo.

Todos los mercenarios contemplaron la situación, viendo si William reaccionaba y era necesario intervenir.

Finalmente miró a Lucas y se cruzó de brazos. Parecía querer pedir opinión a Varen y Polux, ya que los miró atentamente.

Estaba un poco aturdido. No porque Alfred tuviera la fuerza suficiente como para derribarme, sin embargo la sorpresa del golpe me tomó desprevenido.

Me reincorporé y miré a Alfred directamente a los ojos, a la espera de recibir otro golpe. Ésta vez no me derribaría.

El veterano mercenario se encogió de hombros ante la mirada dubitativa de Alfred, y dijo únicamente:

-El tipo, pese a tener bastantes enemigos, y aunque sabemos que si lo capturan cantará todo lo que sabe sobre nosotros -dijo destacando los contras de contar con Lucas- hay que admitir que es sincero, no sé si por confianza o por necedad, pero es algo que hoy en día escasea; además, no hay que olvidar que nos enfrentamos a una misión difícil y cuantos más seamos más posibilidad de éxito, así que creo que lo mejor es que venga, pues ya que dio en su día la palabra de unirse, hay que hacer que la cumpla, ¿no crees Varen? -dijo esperando ver que opinaba su compañero.

No me fio de él... no obstante, es muy pragmático. Eso me agrada.

Si merece estar con nosotros, lo demostrará en batalla. Y si no lo logra, será un problema menos para nosotros.

Varen fue muy tajante para dar su respuesta. Sabía que la presencia de Lucas era buena para semejante empresa.

El gigante se acercó a la situación, después de que Alfred golpease a William. Por temor a que este tome alguna represalía, intervinió.

¿Vamos? ¿Cuando?

Poca astucia y pocas palabras, mucha masa y gran fuerza. Ese era Korthos. Aunque con mucha percepción. Podía darse cuenta de gestos y expresiones que, a otros, podían pasar desapercibidas.

Este observó a todos. Tras los argumentos de sus capitanes terminó convenciendose. 

Está bien. Espero que sirvas de algo en batalla. Marchamos.

¡Vamos! - gritó a su gente. Todos empezaron a agarrar sus cosas para comenzar a partir.

Pólux dirigió una mirada de apoyo a su compañero William a la vez que miraba con exasperación a Alfred. Sin embargo, tras ello negó para sí, para luego cambiar su tono a su característica tonalidad impositiva y dijo al grupo:

-Ya habéis oído gandules, dejad las jarras y preparad el equipo, partimos de inmediato -dijo para luego salir e ir preparando su montura.

– ¿Por qué demonios lo hago? estoy bastante seguro de que no es por la sangre, y de que no echaba de menos los insultos ni los gritos – se terminó la cerveza – tanto me agrada demasiado madrugar ni dejar la comida a medias. ¿por qué lo hago?

Se levantó y siguió al grupo fuera. Al montar en su caballo se dio cuenta que olía aún peor que el animal – bah, ya me lavaré si sobrevivo – Estoy listo – siempre estoy listo aunque no sé por qué lo hago.

Tras unos momentos de preparativos, los soldados estaban listos nuevamente para marchar. Probablemente la fatiga y el cansancio este apoderándose del grupo, y quizás más cuando están al tanto de que su nuevo objetivo es extremadamente peligroso.

¿Pero que otra cosa más podrían hacer? 

En la medida que se fueron acercando, cada vez un poco más, a la gran ciudadela, pudieron notar que habría un ejército enemigo que estaba acampando en los alrededores.

Serían aproximadamente unos 200 soldados. Estos, ahora, estaban descansando. Aún era de día, por lo que no estaban durmiendo, pero tampoco estaban preparándose para otro ataque a la fortaleza.

Ustedes son solo 20 personas. Alfred observa la situación desde la altura de una montaña. Los enemigos no registraron vuestra presencia, por ahora al menos.

Ese sí que es un numeroso ejército.

Todos, excepto Alfred, estaban aún por las colinas. Alfred se encontraba, en soledad, en lo alto de la montaña. Parecía estar meditando, o pensando. Buscando alguna forma de idear un plan.

Esto no tiene mucho remedio. Si los atacamos de frente, morimos. Si esperamos a que ataquen el castillo de nuevo, podríamos fracasar y matar a los nobles que venimos a rescatar.

Si atacamos en medio de la noche, por más que la mayoría estuviesen durmiendo, solo hace falta un idiota que grite para tener más de cien soldados contra nosotros.

¿Alguno tiene alguna idea?

Analize con emoción bélica al tumulto de acero, carne y violencia. Todo seria perfecto si se disponiera de una armada algo más decente, ¿Pero que se podía hacer con veinte espadas? Por más duros que fuesen los mastodontes de nuestro caserío de mercenarios, la ventaja de número era tan evidente que solo pensar en cargar contra ellos aplastaba la mente. Aunque, había maneras más discretas y desgraciadamente menos divertidas de actuar, infiltrarse delicadamente por entre el tumulto con no menos de dos hombres y actuando como lo haría la vieja sombra. 

-¿Que les parece si nos escurrimos como ratas? Para vuestra desgracia se perdería la sangre, pero es lo unció que un testarudo como yo puede pensa... - Me interrumpí a mi mismo pensando en una nueva e imposible solución-¡Eh! Existe la ínfima posibilidad de que el castillo tenga alguna entrada oculta... Bah, es una sandez pensar eso... ¡Pero no hay que descartar! Si no les parece mi idea, podemos aplastarlos con rocas flamantes si así lo desean-Concluí con sarcasmo, sabiendo lo inútil de las dos últimas propuestas. 

Una entrada secreta... 

Oktael comenzó a pensarlo detenidamente. 

La mayoría de las fortalezas tienen una. Es posible que exista. El problema es, ¿por qué nos abrirían las puertas? Dudo que estén esperando ayuda, y no confiarían en nosotros como para dejarnos pasar.

Echó un vistazo a la situación. 200 soldados, más que suficientes para acabar con ellos. – Supongo que nos han pagado muy bien para que hayamos aceptado suicidarnos.

Escuchó a Oktael – Seguramente tenga una salida secreta pero si pudieran usarla ya habrían huido.

Lo de las rocas ardientes me gusta. Podríamos lanzarlas y dejar un grupo de diez quince hombres a la vista para que los soldados los siguieran, si no nos persiguen podemos seguir tirando piedras y si nos persiguen el resto rescata a los nobles.

Pólux era un hombre simple, tan simple que no toleraba las sandeces como querer enfrentarse a 200 soldados y pensar que podían seguir vivos tras ello, por lo que exclamó en tono crítico y exaltado:

-¿¡Pero qué cojones decís?! ¡¿enfrentarnos a un ejército con bolas de fuego?! para cuando hayáis preparado la cantidad de bolas necesarias el asedio habrá terminado tres veces... estos reclutas... - decía a la vez que negaba notoriamente con la cabeza- en cuanto al pasadizo, ahí el suicida tiene razón -dijo señalando a Lucas- si existiera ya lo habrían usado, así que nada de eso -expuso negando otra vez un tanto más exasperado que antes, pues ante el panorama que se extendía ante él su cerebro no alcanzaba a idear nada más, hasta que finalmente una idea brilló en su cabeza, y dijo animado- ¡ya lo tengo! mirad, si alguno ha estado en un ejército, sabrá que de noche se hacen las guardias, pues bien -decía mientras narraba los pasos como si todo el mundo necesitara de la misma explicación detallada que necesitaría él- durante la noche, un pequeño grupo de nosotros se desliza sin hacer ruido, liquidamos a una pequeña patrulla que veamos, sin llamar la atención, nos colocamos sus ropas y pasamos por el campamento hasta llegar al castillo, ¿qué os parece? -decía mientras miraba sobretodo a Varen, pues él era el maestro de las ideas y sin duda sabría ver la viabilidad de su ocurrencia.

-Suena bien, Pólux, pero seguramente estos hombres son precavidos... Y mientras estudiemos sus guardias seguramente alguien nos detectará. Mi plan es el siguiente, podemos ir de esclavos. Oktael, se que no te agradará la idea, pero escúchenme. Pólux, Varen, Bertram y yo podríamos hacer de guardias, mientras Alfred se hace pasar por el esclavista. Diremos que son desertores, le quitamos las armas y los hicimos prisioneros. Aquí en Lumen es muy común el tráfico de esclavos, por lo que nadie sospechará. En una carreta podremos llevar las armas, Ahrem puede manejarle. Oktael, confío en ti para que elijas quienes seremos los guardias y quien manejará la carroza, la personalidad de Alfred es perfecta con la de un esclavista, se que lo hará muy bien.

Mire a Oktael directo a los ojos, vi un atisbo de ira y malos recuerdos, pero eso formaba parte de su pasado. Sin embargo, se me ocurrió algo más para poder inducirlo al plan.

-Una vez dentro, podremos observar todo mucho mejor, y no necesariamente tenemos que luchar 10 a 1. Si liberamos a los esclavos, éstos pueden ayudarnos a escapar, y en el tumulto podemos cumplir nuestra misión.

El veterano miró a William como quien mira a un joven iniciado en la guerra y le dice en tono testarudo:

-Lo sé William, pero aún así prefiero jugármela confiando en mis habilidades que yendo preso en una carreta, sí, es una buena forma de acercarse sin llamar la atención, ¿pero qué crees que harán cuando lleguemos? ¿dejarnos pasar y circular como si fuéramos sus amigos? no, esto es un campamento militar por lo que nos vigilarán en todo momento, y si pretendes liberar a los esclavos, debes saber que serán bastante escasos pues los usan sobretodo para labores de mujer; además, te resumo lo que pasará, te dirán que puedes pasar para vender a los esclavos y si no los vendes llamarás la atención y empezarán a investigar, y como los vendas, ten por seguro que no los volverás a ver -dijo bastante inseguro de aventurarse en dicha misión de esa forma- no obstante, si los demás lo veis mejor, no seré yo quien se niegue; pero si digo algo, si el fuerte del plan se basa en algo que no sabemos aún, como es el caso del número de esclavos que puede haber, yo no me siento muy seguro... -dijo un tanto dubitativo para luego continuar con su cabezonería, pues si había algo equiparable a su brutalidad era su tozudez- sin embargo, y para salir de dudas, creo que lo mejor sigue siendo capturar a un grupo de guardias, los interrogamos y ya luego vemos cual es la mejor forma de continuar ¿qué me decís? -decía mirando al resto.

Considero que todas las ideas propuesta son igual de buenas. La verdad no sabría cual elegir.

Si tuviera que decantarme por alguna, supongo que infiltrarnos para tomar los uniformes de estos hombres, para así entrar a la fortaleza sería lo mejor. Aun así, no quita el hecho de que ya estariamos entrando a la fortaleza demasiado tarde.