Partida Rol por web

Oktael entró a la taberna junto a Sir Hagen. El africano se sorprendió al ver la taberna en tales condiciones, al tiempo que observaba a todos los allí presentes. Luego de las palabras del tabernero, Oktael intercambió las suyas con Sir Hagen.

Al parecer se habían encontrado con varios participantes del torneo, por lo que su atención en la conversación aumentó. Sin decir ninguna palabra, como era su costumbre, esperó paciente a ver como se desarrollaba todo eso. Estaba intrigado en la historia del torneo y parecía que el dueño de la taberna iba a satisfacer esa curiosidad.

El sacerdote escuchó con atención la respuesta del joven noble, por lo que le respondió con formalidad diciéndole:

- Sí, mi señor, no gozo de mucha fama entre los sacerdotes de Elísea, pues no concibo la palabra de los Dioses al igual que ellos; soy incapaz de quedarme parado mientras nuestra religión desaparece... - expuso como respuesta a la mención de Ageslao, para luego seguir respondiéndole al consejo que éste le dio - os agradezco mucho el consejo, noble Ageslao, y tened por seguro que no tengo metas mundanas, estoy seguro que sirviendo a los Dioses es la auténtica forma de conseguir la verdadera grandeza; pero no por ello pienso dejar pasar oportunidades "suculentas" - dijo el sacerdote con una media sonrisa. 

Cuando el hijo de Crasso le denegó la oportunidad de comer con él, Silos le devolvió la amabilidad diciéndole:

- No os preocupéis mi señor, entiendo perfectamente vuestra negativa, sin duda el deber debe estar siempre antes que el placer... yo también os deseo a vos toda la suerte que los Dioses tengan a bien daros y poder veros próximamente en el torneo - se despidió el predicador agitando la mano, para acto seguido darse la vuelta y dirigirse a la taberna más cercana. 

Silos se dirigió a la taberna más cercana del lugar del torneo, dispuesto a acompañar con palabras las acciones que había realizado en aquel extraordinario día, difundiendo la palabra de los Dioses y recibiendo alguna limosna a cambio ...

Por ello, tras entrar en la taberna, se colocó en un lugar céntrico de la misma, y cuando algún paisano lo reconoció se dispuso a relatar la auténtica verdad sobre sus hazañas: 

- Os preguntaréis cómo puede un simple sacerdote igualar e incluso superar en habilidad a la propia guardia personal del famoso Kyle y la del general de Pulkria, la respuesta es muy simple: los Dioses - dijo con tono solemne mientras escuchaba a algunos campesinos bufar mientras otros lo escuchaban con cierta atención - ellos son quienes me dan la fuerza y la fortuna necesaria para vencer a cualquier enemigo, pues quien cree en la antigua fe son recompensados con estos presentes. Un dios muerto no puede conceder nada, sólo los grandes Dioses os libraran de vuestras penalidades... - predicaba el sacerdote en aras de influir sobre algún aldeano... 

Algunos aldeanos entre los presentes, había aprestado algo de atención a Silos. Pero todo cambió cuando el tabernero mencionó la palabra del rey Kilmmor II. Todos se quedaron muy serios, perplejos, pensativos. Era sin dudas un capítulo oscuro para la historia del reino.

Sir Hagen observó con atención a Oktael, estaba por contarle la historia, pero luego se dio cuenta que el mismo tabernero iba a narrarla.

¿Contarás la historia, Julio?

Pero… ¿qué dices Felipe? – comenzó a reírse. Creí que tú la contarías. Tú lo mencionaste.

Ambos empezaron a reír.

Oh vamos, no me la sé tan bien como tú. Tú tienes esa habilidad de narrador de la que carezco. Vamos. Cuéntala, te están esperando.

Ya, ya… bueno…

Creo que es importante que primero sepan de qué va el torneo. Estoy seguro que ni siquiera conocen la historia del torneo. Ni como se compone. Les contaré desde el comienzo.

El torneo de Banderlei es el más dichoso de todos, considerado por los grandes campeones de la historia como el más complicado y difícil de los que se realizan en estas tierras de occidente. Sucede una sola vez cada veinte años, dando realmente una brecha gigantesca entre generación y generación; han sido creo que solo dos o tres los torneos donde un campeón del anterior certamen, llegó con la energía suficiente en su ya madura edad como para competir y hacer defensa de su título vigente.

¿Cómo se define la justa? Debe ser quizás el único, al menos que yo conozca, que consta de tres competencias para determinar a un ganador. Primera etapa, la cual ustedes ya participaron. De duelos, uno contra uno, clásico en su especie y como ya todos conocemos. Eligen un arma cualquiera que deseen, y se enfrentan en combate no letal hasta que desarmar al otro y dejarlo al punto de golpe final, o por supuesto que el otro se termine rindiendo.

La segunda etapa es la prueba de la arquería, donde llevan a los competidores a un campo abierto y tienen que cazar decenas de animales corriendo, y obviamente quien más cabezas consiga es el ganador. Solo 10 competidores logran avanzar a la última instancia.

¿Y cuál es la tercera?  - este tomó un vaso de cerveza y dio un trago grande. Creaba mucha expectativa entre los presentes.

Es la más interesante, porque los campeones son puestos dentro del fondo de una cueva perdida dentro de una montaña, totalmente aislados de cualquier comunicación y sin tener la más remota idea de donde se encuentran. Para colmo, son privados de la vista ya que son vendados; han de lograr escapar de ahí en menos de media hora, y no porque sea parte de la regla de la competencia, sino simplemente porque la falta de oxígeno es tan grande que una exposición mayor a ese tiempo solo podría desembocar en la muerte por asfixia.

No creo que deba tener que aclararlo, pero para no dejar duda alguna, han sido cientos de retadores los que han muerto en esta última etapa y muchos los que han decidido rendirse con tal de que sean ayudados a buscar la escapatoria a esa trampa mortal; ya que son equipados únicamente con una pequeña trompeta que harían sonar con la intención de darse por rendidos y así sean auxiliados en la búsqueda de la salida de la misma.

El torneo de Banderlei fue fundado en el 321 Anno Dóminni, por el rey Kilmmor II, que fue el primer rey de la historia que había sido victorioso en todos los torneos realizados a lo ancho y a lo largo de toda la región, desde lo que conocemos actualmente como Illiandor hasta inclusive  Iölkvealand, previo a las invasiones vikingas de los pálidos del norte, por lo que esas tierras aún pertenecían a los hombres descendientes del imperio Varkoglio.

Probablemente, muy descontento con los campeonatos que existían en sus tiempos, el rey Kilmmor II ideó por completo la creación de su propio torneo que desafiaría todo lo que se había visto y conocido hasta ese momento, creando así el más difícil y complicado reto que puede hacerse a un guerrero. Resulta irónico, pues el mismo rey tras cinco años de haber creado este torneo, lo inauguró y por supuesto participase de este, para dar con la conclusión inesperada de que resultó víctima de su propia trampa ya que no logró superar la última etapa.

Fueron tiempos difíciles para su reino, ya que era muy joven el rey y no había ni siquiera tenido tiempo para tener herederos, por lo que el reino - que conocemos en la actualidad como Pulkria - cayó en una guerra civil profunda y trágica donde muchos caballeros se alzaron por el reclamo del trono; se había extinguido la dinastía de los Traulins – a la que pertenecía Kilmmor II – y comenzaría entonces, tras decenas de batallas, alianzas y conspiraciones, la dinastía de Ulfghar que comenzaría con el mismo, el primero de su nombre. La familia De Vincenzo desciende de esta dinastía. Sin embargo, eso ya es otra historia...

Oktael había escuchado con atención todo el relato. Le pareció una ironía que el mismísimo creador de aquella competencia haya muerta en ella. Sin embargo, la dificultad de aquello no lo acobardó. 

- Sir Hagen.- dijo mirando a su amigo.- mi señor, creo que puedo participar en esta competencia. Incluso cuando vivía en Closumbrú, en mi tribu, era uno de los cazadores, de los mejores.- una sonrisa afloró en su rostro cansino.- Hasta le enseñé a cargar el arco a mi joven hijo. Creo que participar en este torneo puede... darme muchas respuestas.-

"Quizás conocer gente en este torneo de relativa importancia, pueda darme las respuesta que necesito... No pueden haber muchos traficantes de esclavos en este maldito mundo." 

Escuche la narracion con una atencion de naturaleza extraña en mi, puesto que tendia a distraerme en la mitad de cualquier discurso por lo tediosos que llegaban a ser. Lo mio era la accion, la guerra, la sangre! Mientras mas pudiese aspirar del hermoso olor del acero chocando con el aroma de la sangre, mas vivo me sentiria. Pero, mientras mas atencion le ponia al relato de aquel Tabernero, que contaba aquella historia como si el hubiera estado presente en esa epoca, aumentaba en mi el instinto salvaje que habia heredado de mi padre, la constante ansia de peligro y desafio para sentirme vivo.

Entonces, brindo por la gloria del peligro y del derramamiento de sangre!-Pronuncio estrepitosamente en un imprudente intento de empezar un festival de la borrachera, ignorando lo ultimo que habia dicho aquel Tabernero mientras tomaba un profundo trago de Vino.

Aguardó en la mesa más por respeto que por interés. De buen grado hubiera cogido la jarra y se hubiese marchado a dormir. Ya ni siguiera resultó molesto enterarse que la segunda prueba era de arquería llevando al olvido cualquier sueño de volver a presentase dentro de veinte años.

Tan sólo la jarra de vino le impidió levantarse e iniciar en ese mismo momento viaje hacia el norte. Lo que le quedaba claro tras escuchar al tabernero es que no tenía más futuro que el de mendigo si se quedaba en los territorios civilizados. En esos momentos lamentó no haberle prestado más atención a la vikinga en su momento, quizás, si hablaba con ella podría acompañarla al norte donde el valor de un hombre era su capacidad para luchar. En fin, otro sendero que no transitaría dada su falta de previsión. 

Dejó una de sus monedas en la mesa y se fue a dormir. 

Tras escuchar el relato del tabernero, palidecí. No era un cobarde, pero la idea de estar vendado y caminar por un sitio cerrado a medida que se dificulta la respiración... Eso me daba un pánico enorme, pero las ansias de ganar eran mayores. Participaría, y si en la última etapa no podía soportarlo, me rendiría, ya que dejar la vida por algo como un torneo me parece absurdo...

Escuchó en silencio las palabras del tabernero, al igual que prestaba atención a comentarios adicionales dados por aquellos dichosos que tenían oportunidad de comer y beber en una taberna en tiempos como estos.

Ante la historia, sonrió. Fue su única reacción mientras comía y bebía de aquél plato que le habían servido. Sin dudas las cosas se pondrían interesantes y pronto tendría que actuar. Quizás, el momento de hacerlo sería en aquella infame última prueba.

—Tabernero, tomaré una de tus habitaciones. —dijo Aveline mientras se volvía a colocar la máscara negra cubriendo la mitad de su rostro para asegurarse de que nadie le viera este al pasar. Sacó unas cuantas monedas de oro que cubrieran el valor de la habitación. Posteriormente, se levantó de su asiento con la bebida aún a la mitad y algo de comida sin terminar.

Aveline subió las escaleras que daban a un segundo piso, bastante simplón a la vista. Solo se podía observar las diversas puertas que daban a distintas habitaciones individuales. Buscó una que estuviera vacía, entro a esta y dejó sus cosas cerca de la cama, de manera de que, si algún intruso entraba, estaría lista.

Unas vez ahí, se quitó la misma máscara que hace unos minutos se había colocado, la capucha y desvitió de su ligera armadura de cuero y alguna que otra pieza metálica. Se quitó las botas y con la misma ropa que llevaba se acostó en la cama. Quizás era por la fría noche de invierno que esta no quería desvestirse, o probablemente por precaución en caso de algún evento irregular que diera a lugar en la posada. Independientemente de, esta se acostó a dormir.

Todo eso es una historia real... tristemente así lo ha sido.

Sir Hagen parecía estar bastante melancolico cuando escuchó la historia sobre la tragedia de Kilmmor II.

Fue un buen rey. Y fueron años muy prósperos para su nación. Lamentablemente todo cambió con su desafortunada y repentina muerte. Nadie realmente pensó que el gran campeón podría morir en un torneo creado por él mismo. Las peleas y las guerras devastaron luego al reino. La familia De Vincenzo desciende de este último linaje de campeones. Son la última sangre que existe de lo que alguna vez fue la familia real de la dinastía de Kilmmor II. Supongo que por eso el rey Aelfred permite que Banderlei siga siendo un centro tan importante en su nación, cuando la capital en realidad es otra.

En fin, no hay mucho más para hacer - este terminaba de comer y daba varios tragos a su bebida.

Vamonos a dormir, viejo amigo. Mañana partiremos al alba.

El predicador iba relatando sus hazañas mientras algunos aldeanos lo escuchaban ensimismados, cuando el tabernero procedió a narrar otra historia referente al torneo; la verdad es que el relato era bastante interesante "Me pregunto si no mataría alguien al rey mientras estaba en la cueva, de ser esa la intención de algún enemigo, sin duda ese sería el mejor momento y causaría el mayor daño posible..." pensaba para sí el joven Silos el cual iba más allá en su mente que la mayoría de la gente, y no se tragaba demasiado eso de la "extraña" muerte del monarca.

Sin embargo, eso pasó hace muchos años, cosa poco importante en la actualidad; por lo que sin darle mucha importancia, el sacerdote retomo su discurso y continuó en el punto que dejó su relato. Tras conseguir que algún paisano le invitase a algo para comer, y recoger algo de propina de sus oyentes; agradeció a los dioses que pusieran en su camino personas de tal generosidad y se dispuso a dar buena cuenta de su pequeña cena.

Después de despedir al último de los hombres con el que trabó conversación, fue a pagarle al posadero una habitación por una noche. Esperaba que fueran baratas, sino dormiría en los establos, algo que no sería ni la primera vez ni la última en la vida del joven predicador.

Escucho la historia del tabernero sin prestar mucha atención. Hasta donde me llega creo que a los que nos han descalificado no participaremos en la segunda ronda.

Las competiciones de tiro con arco no son extrañas pero ¿Una prueba en la que te vendan los ojos y te tiran a una cueva? pues vaya drama ¿Qué impide a los participantes quitarse la venda?

Sacudo la cabeza, mi mente está en otra cosa, no estoy prestando atención a la historia del tabernero y no me estoy enterando de nada de modo que tras devorar la cena, engullendo casi sin masticar  le pido al tabernero una cama, pero al levantarme reparo en que el filo del hacha sigue sucio de sangre.- Tsk. - Chasqueo la lengua mientras lo limpio con mi manga hasta que el metal vuelve a quedar reluciente.

Un imbécil persistente hasta el final.-Pienso examinando el filo del hacha con ojo crítico. Finalmente decido acostarme temprano. Tras haber dormido muy poco la noche anterior y el agotador día de hoy caigo como un leño. En cuestión de segundos los ronquidos pueden escucharse por toda la taberna.

Oktael empezó a sentirse presa del sueño cuando su amigo le dijo de ir a dormir. Nunca estuvo tan felíz con una decisión de Sir Hagen. Indeciso, no supo si debía levantar los platos y acercarlos a la cocina. La costumbre inculcada en años de servicio lo descolocaba en situaciones como aquella.

Sin esperar más tiempo, subió a una de las habitaciones asignadas para ellos, no sin antes agradecer por la comida y el alojamiento. Una vez en las habitaciones, Oktael se aseguró que a Sir Hagen no le faltase nada. Con gran alegría sintió que los músculos se relajaban una vez que pudo acostarse. Su cuerpo todavía ardía a causa del combate, y su mente vagaba a miles de kilometros y días de allí, a un lugar donde él todavía era felíz. 

-Lord Ahrem, agradezco su hospitalidad, si me disculpa, me retiraré a mis aposentos. Hago una pequeña reverencia al humilde Lord y me dirijo a mi habitación, sin sacar de mi mente a la mujer con la cara oculta y la tercera prueba...

Finalmente todos se habían retirado para irse a dormir. Algunos tenían mayor dinero que otros. Iban a poder alojarse tranquilamente.

Otros tendrían que rebuscarse la forma de subsistir.

Algunos estaban descalificados, y otros continuaban dentro del torneo.

Lo cierto es que el día de hoy fue una experiencia inolvidable. Has visto varias cosas, y también has hecho otras tantas.

Te acuestas y dejas posar tu cabeza en la almohada. Los ojos tratan de descansar…