Partida Rol por web

No era muy común que un noble utilizara una lanza en un duelo. La lanza era un arma complicada de utilizar. Si llegabas a dominarla podrías ser un campeón de elite indestructible. Después de todo, tienes la posibilidad de alcanzar a tus enemigos cuando los otros ni siquiera están cerca como para darte un golpe.

La lanza se utilizaba más en campo abierto. Montado a caballo inclusive.

Usarla en un duelo era peculiar, y no cualquier noble sabría cómo defenderse de alguien que supiera usarla correctamente. Pero William no era cualquier noble. Era un soldado, y lejos quizás de la mayoría de los nobles, que participasen en solo una o dos batallas, o tal vez ninguna, William estaba empapado de experiencia en la guerra, por lo que sabe perfectamente cómo responder ante alguien con una lanza.

Tobías se acercó con la misma de forma ágil, buscando lastimar las piernas de William. Pero este siempre supo rechazarlo retirandose unos pasos. En un ataque frotal, utilizó la parte trasera de la alabarda para golpear a tobias en el mentón y desequilibrarlo, finalmente, colocó el filo de la misma en el cuello de Tobías, dando por concluido el duelo.

¡¡¡William Grado, soldado de la infantería pulkriana, ganador del duelo!!!

¡El siguiente combate será entre Ryan Fallenword, y Oktael Uk Mund!

Hagen es un noble menor de Pulkria caído en desgracia luego de que su familia perdiera, a manos de los invasores del norte, la mayor parte de sus tierras. Con esta pérdida de terreno tuvo muchas deudas, ya que de ahí comerciaba y obtenía sus ingresos. Araba los campos, talaba árboles, etc.

Este ahora se dedica a la cacería de animales salvajes. Pero como también es un hombre grande, se dio el lujo de contratar los servicios de un hombre que lo ayudase. Oktael Uk Mund. Quien ahora participa en el torneo de Banderlei en su nombre, porque este es muy fuerte y se lo ha solicitado.

Es tu turno, buen amigo. Espero que te sonría Dios a tu suerte.

Recuerda, paciencia, son hombres muy entrenados para luchar. Cuando encuentres el momento, atacas.

Ryan salió a la arena cuando escuchó su nombre. Este recién había estado en la cuasi pelea que se había formado con Astrid y los demás. Era un mercenario que gana muy buena cantidad de monedas de oro vendiendo su espada, y tenía la ambición de conseguir el premio gordo.

¡Vamos! ¡¿Quién es este engendro que se enfrenta a mí?! ¡Por Lucifer, te daré castigo y te mandaré al infierno, abominación!

Oktael escuchó en silencio a Sir Hagen. Había sido siempre amable con él, comportándose casi como un amigo. En su vida como esclavo al comienzo, y un liberto al final, había notado con amargura cuán vil y cruel podía llegar a ser el hombre en aquellas tierras, cuando trataba con alguien que no considerase a su altura. Monarca, nobles, religiosos e incluso mercaderes lo habían despreciado a lo largo de su vida, pero no Sir Hagen, él lo había tratado casi como a un hijo. Ahora era el momento de retribuirle.

Se arrodillo en una pierna y se persignó en un raro ritual practicado por su tribu. Oró en silencio a sus Dioses, encomendando sus acciones y su suerte. Tensó los músculos de su cuerpo mientras trataba de concentrarse. Se levantó ágilmente cogiendo su lanza en la izquierda y su escudo en la derecha y entró en la Arena.

Apenas pudo escuchar los gritos de su arrogante oponente ya que sus nervios le jugaron una mala pasada. Toda la gente mirando aquel espectáculo, le parecía casi horrible. La gente peleando por unas monedas de oro, mientras el resto disfrutaba de esos hechos. Le dio pena, rabia e impotencia, todo al mismo tiempo. Pensó en su hijo, que podría estar dejando su vida en algún lugar como aquel o incluso peor, podría estar disfrutando desde las gradas de este espectáculo. 

Todo junto fue demasiado para él, teniendo la cabeza en cualquier lado y sus músculos no respondían como Oktael hubiera querido.

A todos los espectadores les llamaba la atención ver a alguien con el color de tez de Oktael. No era normal para ellos. Casi nunca se ve a alguien de origen africano por esos lares.

Muchos son, probablemente, los que pensaron que se trataba quizás de un esclavo. Lo cierto es que cuando comenzaron a pelear, todos se concentraron en la batalla.

La condición física de Oktael hizo que la pelea sea reñida al principio. Corría y se movía mucho más que Ryan, quien puso una postura más erguida. Se dieron varios golpes y Oktael rasguñó varias veces a su rival.

Pero el mercenario tenía mayor experiencia usando la espada que su oponente. Oktael arrojó la lanza contra este en una oportunidad, y Ryan arrojó su escudo con fuerza para romperla. Así se acercó al mismo depositando el filo de su espada en su cuello, terminando la contienda.

¡Ryan Fallenword es el ganador del combate!

¡Siguiente combate: Ageslao de la casa Eudaimon contra el Vizconde Yutresklimi!

El combate que no había sucedido era ya cosa del pasado y el ahora era ese tal Ageslao. Dejó su escudo con el mozo. Iba a enfrentarse a alguien ducho en el arte de la guerra y no quería nada que pudiera entorpecerle. Probaría una finta y después golpearía.

Ageslao estaba en su tienda de campaña haciendo sus últimas oraciones, cuando finalmente fue convocado a la arena para enfrentar a ese barón.

Ares, recuerda mis plegarias. Que me tengas en la gloria, puesto que mi acero te pertenece y es tuyo. Bríndame la sangre para honrarte, y protégeme de las heridas que solo ocasionan tu llanto.

Hoy soy tuyo. Hoy, mañana, siempre.

La familia Eudaimon tiene un enorme respaldo en el reino de Lumen. Es la más adinenarada e importante. Con estrechas relaciones políticas con el reino de Illiandor, puesto que el padre de Ageslao, Lord Crasso Eudaimon, es un íntimo amigo de varias figuras públicas de la política de Illiandor.

Creyentes helenistas, de los dioses del olimpo, se rumorea que su linaje mismo proviene del Dios de la guerra, Ares.

Es sin dudas, además, el guerrero más importante reconocido de las lejanas tierras del este.

Ageslao tomó su gris armadura y se dirigió al estadio. Todos aplaudieron al verle. La gente sabía que daría buen espectáculo.

Espero, barón, que estés preparado para esta lucha. No quiero que ofendas a mis dioses con una patética resolución para hoy. Recuerda que nos están observando.

En su forma de combate, Ageslao tomó sus dos espadas ubicadas en la espalda, y se acercó a Lucas para rendir combate.

No había mucho que pudiera hacer Lucas, quien tiene un brazo malherido y prácticamente inútil, contra un espadachín tan experto como lo es Ageslao.

Lucas intentó golpear repetidas veces la armadura de este, porque no lograba tener más alcance de que él tenía. Ageslao daba varias vueltas alrededor de este, porque era más rápido, y al no poseer escudo, iba más ligero.

Tras darse varios golpes entre sí, Ageslao logró desarmarlo usando ambas espadas, cuando las 3 chocasen, y el duelo había finalizado rápidamente.

Todos aplaudieron fuertemente la gran victoria, y el heraldo se hizo escuchar.

¡¡¡Ageslao de la casa Eudaimon, ganador del combate!!!

¡El siguiente duelo es entre nuestro general, Travor De Vincenzo, soberano de Banderlei, y Silos Decumea!

El sacerdote irrumpió en vítores y aplausos en cuanto presenció la magnífica actuación y la posterior victoria del joven Ageslao, aquel hombre sin duda estaba bendecido por Ares y eso llenaba de orgullo a Silos, saber como un seguidor de la verdadera fe era tan favorecido por los dioses le animaba aún más a seguir con su cruzada.

No obstante, aunque deseaba profundamente hablar con el hijo de Crasso, el heraldo ya lo reclamaba para el próximo combate. Por ello, se dispuso a rezar mientras caminaba hacia la arena "Gran Zeus, padre de todo, dame en este día la fuerza necesaria para ser un digno defensor de tu fe" pensaba para sí mientras sentía como la gracia de los dioses lo llenaba y le dotaba de una convicción y una fuerza que jamás había conocido; pues sin duda alguna, el plan del todopoderoso Zeus era que realizara la mejor actuación del torneo...

Y con tal convicción el sacerdote se presentó ante el pueblo de Pulkría, con un fuego en su mirada capaz de derretir la nieve y las cabeza bien alta. Silos sabía que tras el espectáculo de su entrada, su reputación le precedía, pero eso fue sólo un atisbo del poder que el Gran Dios Olímpico otorga a sus fieles, ahora les demostraría cuan grande puede ser su favor...

Así que poco le importó que aquel hombre fuera un reputado general, sabía que tenía a Zeus de su parte y nada podría pararlo, por lo que le dijo al noble con tono altivo:

-Es inútil lo que intentes, Zeus ha hablado y vuestra derrota ya está firmada, ¡no eres rival para un hombre bendecido por la auténtica fe! -exclamó para hacer salir la ira del hombre.

Travor era uno de los guerreros más imponentes del reino de Pulkria. El general del ejército autodenominado salvajes del sur. Un extraño nombre, porque al sur se encuentra Illiandor y no Pulkria. El origen de tal nombre es porque Travor tuvo la disciplina más dura para con sus soldados. Los obligaba a enfrentarse en la guerra de Roland, y si la batalla resultaba perdida, dispersaba de forma aleatoria a todos sus guerreros en las zonas fronterizas de Illiandor con Pulkria. Tierras a manos del Lord Byrce o el reconocido ‘’Sabio del norte’’: Harald Björnsson, quien fuera soberano y Lord de las tierras de Brunstrack, Pramia, Wumzberg y Varmaland.

De más está decir que la enorme mayoría de sus hombres perecían en este tan cruel acto. Pero la acción de supervivencia era tan grande y dura, que todos los que sobrevivieron, regresaban con una enorme fortaleza de elite. Ninguno jamás se le reveló a Travor. Inspiraba mucho respeto y miedo en sus tropas.

De por sí, este siempre pelea en la primer línea, directo en el choque de aceros y codo a codo con todos sus hombres. Jamás se refugió en la lejanía, como suelen hacer los demás nobles.

La batalla comenzó con un frenesí increíble. El choque fue instantáneo, preciso. El sonido de las espadas nunca cesaba mientras ambos combatientes se colocaban el uno al otro bajo presión. Sin embargo, ninguna espada tocó a su rival. Silos demostraba una gran agilidad en combate, cosa de la que carecía Travor, pero que compensaba con una increíble fuerza que hacía perder el equilibrio a Silos al punto de hacerle retirar en varias ocasiones. Pero fue la gran agilidad de este que le permitió adentrarse en el espacio de Travor, casi tocando su abdomen con una de las espadas, si no fuera porque este con una fuerza digna de un alocado berserkr desvió la espada del mismo en un movimiento que parecía imposible. Los minutos transcurrieron en la pelea de estos, no se veía un claro ganador por ninguna parte. Cuando en un momento se aclarecía, y daba la sensación de que Silos ganaría, el noble pulkriano contraatacaba y tomaba terreno. La gente en las gradas enloquecía ante una pelea de tal magnitud, era, sin dudas, la mejor pelea que se había visto hasta ahora.

Cuando Silos se acercó para darle un golpe a punta de espada, directo al rostro de Travor, este la empujó con su brazo, usando su propia armadura, y le propinó un fuerte golpe directo al mentón con el mango de su espada.

Silos cayó entonces. Rendido por el cansancio y la fatiga, se quedó respirando unos instantes. Travor clavó la espada al suelo y depositó sus manos en el mango. No podía continuar, porque el esfuerzo había sido sobre humano. Hacía mucho calor aquel día, y su armadura lo calcinaba por dentro. Quitase entonces su peto y lo arrojó a un costado.

Creo que nos hemos medido de justa manera hoy, sacerdote. No creo que realmente merezca haber un ganador en el día de hoy. Con ánimos de recompensar un duelo justo, y en nombre del creador de este torneo, el rey Kilmmor II, declaro, en mi legítimo derecho como soberano de Banderlei, que esto es un empate.

Los aplausos fueron rotundos .Todos los espectadores estaban más que satisfechos tras ver semejante lucha que terminó en un empate tan noble. Tendrían la posibilidad de gozar verlos una vez más a cada uno.

Así el rey se levantó y secundó la moción con fuertes aplausos.

El siguiente combate sería para Sir Terrell, y Bertram. Fueron anunciados por el heraldo, y salieron ambos para la arena.

Bertram estaba junto a su hermano, quien le asistía en la función de escudero. Este terminaba de cuidar los detalles de su armadura, y le alcanzaba finalmente su espada larga. Bertram no usaba una espada pesada para ser usada para ambos manos, pero tampoco hacia uso de un escudo.

Quiero que sepas que te quiero mucho, hermano. Sé que a veces puedo irritarte, o que debes estar siempre pendiente de mí para protegerme. No es mi intención, y quiero aprender a valerme por mí mismo. Lamento las molestias que les ocasiono, a padre y a ti.

Está bien, hermano. Siempre estaré a tu lado.

Posaba su mano sobre el rostro de Ahrem. Parecía algo taciturno. Se sintió en reflexión unos instantes, hasta que desenfundó su espada.

Su estilo de lucha mezclaba posturas defensivas precisas, con ataques de estocada. No era ni muy fuerte, ni muy ágil. Era preciso simplemente, paciente, reconocía el momento propicio y actuaba. Ni más, ni menos.

Nuestro padre oirá sobre esta batalla. Debo actuar bien hoy. Deséame suerte.

Sir Terrell utilizaba un martillo para el combate. Con un sólido y largo mango. Era un arma muy peculiar para el duelo. Sería más propicio para luchar, en todo caso, con alguien que usase escudo. Contra Bertram, no tenía lógica emplearlo.

Dejare mi martillo marcado en tu rostro, maldito perro roleano.

Como era de esperar, el combate no tuvo demasiada lógica. Sir Terrell no es para nada débil, pero no eligió sabiamente su arma para un contrincante como Bertram. Sus posturas defensivas y de estoque, lograron estar fuera del alcance de Terell, quien tenía un arma más como para el ataque frontal y que fuera destinada a romper defensas de escudo.

Bertram ocasionó muchas heridas en las piernas de su rival y en poco tiempo lo dejo fuera de combate.

¡¡¡Bertram Weinmann, del reino de Roland, ganador del combate!!!

******Varios duelos después ******

¡El siguiente y último duelo, nuestro campeón y soberano, Kyle De Vincenzo, se enfrenta a Paul Michaelgrod!

Kyle salió de su tienda de campaña. Este le cubría su capa roja de dragón característica. Su cabello rubio, su espada resplandeciente. Era una divinidad hecha hombre, en medio de la acción. Todo el mundo lo adoraba y aclamaba como si fuera parte de la leyenda del reino. Como si fuera un personaje propio de la Biblia. De algún pasaje de guerreros antiguos que enfrentaban a los lumesetis, capaz de vencer a mil legiones él solo.

Kyle era bastante fanfarrón en casi todos los aspectos de su vida, pero no lo era para el combate. Este era sólido y funesto. No se pondría a hablar antes de una pelea. Prefería dejar que su espada hablase por él.

Paul era un simple mercenario, bastante estúpido y callado. Se enfadaba con facilidad, y no comprendía demasiado lo que pasaba su alrededor. Pero no era nada malo para la pelea.

No era el mejor manejo de espada, pero intercalaba bastante sus ataques con golpes que fueran de puño, y eso le otorgaba una gran ventaja con la cual pocos rivales contaban.

Al saber que le había tocado luchar contra el mejor luchador del reino, simplemente tragó saliva, tomó su espada, y se acercó para el combate contra semejante Dios ante él.

Dicen que eres el mejor guerrero que existe en todos los reinos. Yo solo soy un mercenario, jamás aprendí otra cosa en la vida que combatir y matar. Tú sabes más que yo en todo. Eres más habilidoso que yo en todo. Brindame este combate, y estaré eternamente agradecido.

No era sorpresa para los espectadores que Kyle terminase ganando ese combate.

El duelo fue muy reñido, pero no fue largo. Paul intentó combatir con Kyle, cara a cara, intentando soportar los difíciles ataques de la espada provenientes del caballero de melena dorada. Kyle, astuto, siempre supo reconocer los puntos más débiles de Paul, desequilibrando en el momento oportuno la defensa de este, dejándole desarmado. Para vencerlo, simplemente necesitó acercar el filo de su acero a la yugular de su oponente.

Y Así, todos sabían que había terminado.

El rey se puso de pie para ovacionar la increíble actuación del caballero. Inclusive pudo verse a su hermano, Birmighan, quien se levantó para dar algunos pocos aplauso, aunque no emitiera mueca alguna que significase una sonrisa. Sin dudas, lo habría hecho por una cuestión meramente de protocolo. 

¡Kyle De Vincenzo, ganador del duelo!

¡Hasta aquí hemos llegado por el día de hoy, campeones, espectadores, pueblo de Banderlei! ¡Nos volveremos a encontrar en dos días, para la siguiente fase!

Todos comenzaron a levantarse, murmurando, sonriendo, aplaudiendo. Todos estaban muy satisfechos de las peleas que habían acontecido.