Partida Rol por web

Kyle caminó de forma distraída por las calles de Banderlei, con cierto temor de que su hermano pudiera ser informado de lo que pasó allí atrás en las inscripciones.

Ya había tenido ciertos percances con él, y ciertamente no deseaba sumar más controversia tras un acto que él permitió que ocurriese.

Así, fue como se adentró a la fortaleza mientras Aveline le seguía, encontrando un momento de distracción donde los guardias saludaron a Kyle. Aveline tenía una gran versatilidad y agilidad para realizar acrobacias y saltar por paredes, escalándolas y demás.

Ella pudo encontrar un punto débil en una parte de la fortaleza, y logró saltarla ayudándose de ganchos que ella posee para facilitar su forma de escalar.

Dentro de la fortaleza, continúo siguiendo a Kyle, hasta que este se topó con su hermano.

Me encantaría, querido hermano mio, tener una explicación certera de lo que ocurrió en las inscripciones.

Birmighan tiene una presencia muy fuerte y sólida. Parece un guerrero extremadamente letal. No de esos que presumen su arte de combate, ni que harían un espectáculo de ello. No, preciso y rápido sería su lema. Entre menos pudieras ver de él, mejor sería.

Su seriedad es aterradora, y sus ojos parecen que te convierten en cenizas con un incandescente fuego interior. 

Supongo que por algo son los dragones quienes decoran sus escudos y armaduras.

Birmighan… lo siento es que yo…

En ese instante, fue interrumpido de forma inmediata por un fuerte cachetazo.

Nuestro padre estaría muy avergonzado de ti. Decido cortar tu estupidez ahora, antes de que comiences a excusarte, o peor, mentirme. Vete, Kyle. El torneo empezará pronto, y sé que has decidido participar.

Kyle se quedó atónito. Con los ojos un poco vidriosos y lamentado de la reprimenda de su hermano mayor. El señor de la casa. El padre de la familia De Vincenzo había fallecido, y el heredero era ni más ni menos que Birmighan. Este último siguió caminando por unos instantes, hasta que detecto la presencia de Aveline.

No has venido a matarme… si no, no hubiera podido darme cuenta de tu presencia. Entonces, ¿a qué has venido?

Aveline se mantuvo al margen de la discusión entre los dos hermanos de alta cuna, apoyada en una pared donde pegaba la sombra, pudo entonces escuchar el nombre de Birmighan. Aquél para quien iba dirigida la carta. Se mantuvo en silencio mientras observaba como el muchacho que hace unos minutos actuaba como el hombre más importante del mundo era pisoteado por su hermano mayor. No pudo evitar largar una pequeña risa muda.

Cuando Birmighan se percató de su presencia se mantuvo quieta observándole. Los ojos de esta, penetrantes. Buscando algún punto débil o intimidar en el hombre. No se detuvo a pensar si tendría éxito en esto, se reincorporó y se acercó lentamente a este.

Monsieur Birmighan de la casa De Vicenzo y Earl de Banderlei. —dijo Aveline, delantando su acento del oriente de Roland. —Traigo una carta para usted, creo que será de su interés leerla. 

Aveline tomó la carta del interior de su traje, del pecho, específicamente. Se la extendió a Birmighan esperando a que este la recibiera.

Ignoro las miradas y las burlas, estoy acostumbrada, en la mesa del Jarl se me respeta porque ya me conocen, son muchos años de leal servicio, pero fuera de allí este tipo de cosas suelen pasar. Si no hubiera aprendido a ignorarlos tendría que estar batiéndome en duelo a cada paso que doy, por lo que me limito a permanecer sentada, esperando que el torneo de comienzo.

Cuando el noble fantoche se aproxima, animado por las risotadas de los demás, diciendo las típicas tonterías le ignoro un rato hasta que se acerca lo suficiente como para tocarme el pelo.

-Claro. Respondo solícita, lanzando mi mano de abajo a arriba para agarrar su entrepierna con un fuerte golpe. Aprieto con fuerza asegurándome de que no escape– Puedo prepararte unos huevos.

Podría soltarlo y dudo que tuviera ganas o aliento para volver a insultarme pero este se ha pasado de listo y ahora pagará por todos los demás.- No me gustan los fanfarrones de boca grande y polla pequeña- Aprieto y estiro con más ganas. - Pero si tanto anhelas compartir mi cama la próxima vez empieza por invitarme a una cerveza. - Le digo soltándole por fin sus doloridas partes y dándole una patada en el culo para que vuelva por donde ha venido.

El noble había sido humillado, mientras se quedaba sin aire por el dolor ocasionado al ser lastimado en sus partes íntimas.

Uno de los demás se alzó con su espada.

¡Mujer! ¡Es un insulto verla aquí! ¡Por nuestro señor Jesucristo, sabiduría absoluta, no es su lugar!

Se levantó de su asiento, este había permanecido en silencio hasta que los otros se levantaron.

¡No queremos malditos vikingos aquí! ¡Mataron a mis padres en las invasiones y los saqueos! ¡No son bienvenidos!

¡¡¡Tráiganme su cabeza!!! 

Ahren estaba preparando las cosas de su hermano cuando escuchó los gritos provenientes de la pelea de estos. Al observar, pudo percatarse que varios hombres intentaban lastimar a una mujer. A él no le importaba que fuera una vikinga, solo vio un acto de injusticia y no quiso permitir que eso ocurriera.

Alzó la espada de su hermano, e intervino de inmediato.

¡Basta! Animales salvajes, deberían dar el ejemplo. ¿Cómo se atreven a luchar entre tantos con una sola persona? ¿Qué clase de nobleza se les ha enseñado en sus casas?

¡¿Y este imbécil?!

No eres un caballero, ni un guerrero. Apenas sostienes esa espada, que ni siquiera te pertenece. ¿A quién buscas asustar, estúpido chaval? Tu cabeza decorará mi salón.

Bertram pudo escuchar el bullicio y la voz de su hermano, por lo que fue corriendo con espada en mano hasta el lugar de la pelea. 

Será la tuya la que decoré mi salón, si sigues buscando problemas con mi hermano. Si deseas ocasionar una disputa aquí, cuando nuestros generales buscan la paz entre nuestros reinos, te daré el maldito gusto. Ya te vencí en el campo de batalla Sir Tobías, y recuerdo como escapaste de la batalla en un caballo que era cojo. ¿Quieres que aquí repitamos el mismo escenario?

¡Perro rolaniense! ¡Sabía que Dios era justo y bondadoso! ¡Me han traído mi oportunidad de vengarme de ti, maldito hijo de puta!

Birmighan estaba muy callado al leer la carta. Por supuesto, Aveline ya sabía de qué hablaba la misma.

Estimado, recuerdo la primera vez que nos conocimos dentro de las justas de la ciudad de Harrenhal. Estoy seguro que recuerdas también lo que hablamos.

Quisiera que nos encontremos pronto. No hay mucho tiempo que perder, y las cosas pasan más rápido de lo que puedo controlar.

Si no nos equivocamos, ni perdemos tiempo, el mundo que conocemos podría estar en nuestras manos. Ojalá esta carta llegué tan pronto a tus manos como debe ser.

Mata a quien te haya dado esta carta. No corras riesgo alguno.

Sinceramente tuyo, GRZ.

Birmighan rompió el papel de la misma, y observó a Aveline con detenimiento. Ella no estaba prepara para entablar combate.

Sé que has leído la carta. Sé que ya sabes, por lo tanto, como termina la misma. ¿Por qué no has huido ni te preparas para pelear?

Aveline sonrió picaramente, invisible para los ojos de Birmighan pues esta llevaba su rostro tapado, de la nariz hacia abajo. Soltó los brazos y colocó ambas manos en las dagas que llevaba en cada lado de su cintura.

Tres razones.

Aveline entonces se acercó a Birmighan, pero manteniendo una distancia prudencial de este.

El primero es que no tengo deseos de pelear, menos con vos. Sería malgastar mis energías innecesariamente.

Lo segundo, es que debía hacerle el último trabajo a mi antiguo Señor como correspondía. En eso consta mi labor.

Hizo una leve pausa tras explicar el segundo motivo, entonces prosiguió.

En tercer lugar, no tengo lugar a donde regresar. Monsieur Grizbian me ha desechado, y yo conozco muchos secretos. Era mi plan que, tras finalizar mi trabajo, demostrarle a usted que tan leal puedo ser. Y que tan útiles pueden ser mis servicios. —dijo esto realizando una pequeña reverencia, luego elevó la cabeza, mirando hacia los lados mientras continuaba —Vuestro hermano menor no se percató de mi presencia, y vos, solo lo hicisteis porque así fue mi voluntad. Eso debería bastar para no poner en duda mis habilidades. Y sé, que un hombre tan ambicioso como vos podríais aprovecharos de mis servicios bastante bien. Pero si aún con lo dicho pensáis en asesinarme, me iré por donde vine.

Birmighan asintió con la cabeza repetidas veces. Una muy ligera torcida mueca que uno podría intentar asociar con una sonrisa, fue la única expresión que se vio en su rostro.

Creo que jamás nadie vio a Birmighan reírse en público. Es el hombre más austero y frío que he conocido.

Se me ocurren dos o tres cosas para las cuales podrías ser útil.

Puso una mano en su rostro y se acercó a ella como si quisiera darle un beso. Lejos de parecer una escena de un depravado sexual, o un desesperado, o un romántico, más bien parecía la forma de someter a otro a través de su poder. Creo recordar que Birmighan una vez dijo algo así como que todo en la vida se trata sobre el sexo, excepto el sexo, eso se trata de poder. Cuando estuvo cerca de besar sus labios, simplemente alejó su cabeza. Volvió a incorporarse normalmente y exclamó:

Quiero que asesines al ganador del torneo de Banderlei. Si consigues matar al ganador del torneo, sabré que vas en serio.

Lejos de sentirse intimidada por las acciones de Birmighan, está esbozó una sonrisa bastante macabra dentro de su máscara, lo único que Birmighan pudo observar fueron aquellos ojos de colores distintos, que se exhaltaban en un regocijo bastante turbio, como si de una persona poseída se tratase. Finalmente cuando este le propuso aquél reto, ella se viró y se acercó a un ventanal por el cual había entrado.

—Delo por hecho, el campeón morirá hoy. —fueron las últimas palabras que esta pronunció seguido de una pequeña risa siniestra.

Se subió al ventanal y saltó de este, realizando un par de acrobacias sobre pilares y estructuras de piedra que se encontraban en los costados del palacio, con lo que fue descendiendo hasta tocar el suelo.

¿Su rumbo? El torneo de Banderlei.

Cuando veo cómo la cosa se desmadra intento colocarme en una esquina, buscando tener la espalda cubierta y prevenir ataques traicioneros, así solo tengo que preocuparme por los que vengan de frente.

Quizás me sobrepasé al humillar al noble, aunque ha sido divertido.  Estoy acorralada y ampliamente superada, pero no me arrepiento, si ha llegado mi hora lo acepto con gusto.

¡Vamos! - Grito golpeando escudo y hacha en actitud desafiante, no porque espere ganar contra tantos adversarios sino porque estoy lista para morir en combate. Me reuniré con Thor y Odín en el Valhalla, beberé con ellos y cuando llegue el Ragnarok lucharemos juntos en la batalla del Fin del mundo contra los gigantes de fuego y los jotun. Pero antes de eso enviaré a algunos de estos bufones con su dios cristiano -¿A qué esperas?- Pregunto al que pide mi cabeza. -Ven a por ella.

Espero a que alguien se decida a atacar aunque sin saber bien cómo ni de donde repentinamente salen dos hermanos en mi defensa, aunque parece que el verdadero motivo que les impulsa a actuar son las rencillas con mis atacantes. -¿Eh?- Miro confundida a los recién llegados, no estoy habituada a que intercedan por mi y no se como puede acabar esto de modo que permanezco en guardia a la espera de ver que pasa.

¿barón? Estaba claro que se equivocaba pero debía ser verdad que Dios premiaba las buenas obras.

Es imposible no perderse en esta ciudad. Entré en una taberna a preguntar y tres bellacos estaban intentan trinchar al posadero de modo que tuve que detenerme. Por cierto me pidió que avisar a un guardia, un tal Travis ¿Podéis mandar a alguien a buscarlo? Tendría que mejorar su forma de tratar a los guardias si quería ser noble mas no iba a deserperdiciar aquella oportunidad. Escudero, daos prisa o llegaré tarde al torneo.

En las cercanías oyó ruido y se acercó dejando que el mozo le siguiera.

Se acercó al tumulto y lo que vio le desagradó. ¿Todo aquella por una mujer? Meditó volver y dirigirse hacia el torneo aunque ahora que parecía que tenía la gracia de dios de su parte no quería estropearlo. Evaluó la situación una turba enfurecida contra tres hombres, bueno dos hombres y una mujer jugando a ser un hombre. Dios, hoy os estáis divirtiendo conmigo.

Se colocó ante al noble que parecía responsable del valor de la turba sin darle demasiada importancia al hecho de que eran muchos. La mayoría de aquella gente huiría en cuanto se desvainase una espada.

Veo que sois tan hombre que necesitáis un ejercito para vencer a una salvaje. El rey estará orgulloso de saber que sus nobles resuelven los problemas como animales en lugar que como caballeros. Atacar el orgullo de un noble no era una buena idea y en realidad tampoco sabía por qué lo estaba haciendo para defender a gente que igual era culpable. Si váis a matarlos procurad que no os hieran o no podré retaros en el duelo.

No se movió del sitio ni para apartarse ni para unirse a los que en principio iban a ser linchados. Si tenéis honor resolver esto en un duelo como haría un hombre. Posó su mano en el pomo de su espada.