Partida Rol por web

El mercenario se quedó pensativo ante la presentación de aquel hombre, sin duda debía ser un tipo importante al tener tantas propiedades, sin embargo, tras sopesar la propuesta del general se dio cuenta de que no tenían muchas opciones, y a efectos prácticos, tampoco había cambiado mucho su misión original, por ello dijo:

-Entiendo, y ahora que mencionáis vuestro objetivo, entiendo algunas cosas... -dijo para acto seguido aclararse la garganta y proceder a explicarse- nuestro jefe pretendía sacar a dicho noble para luego asesinarlo, a cambio de un collar o algo valioso que dijo que tenía, y eso fue la gota que colmó el vaso, pues en ese momento fue cuando supimos que teníamos que pararle los pies lo antes posible -dijo sinceramente- y no me extraña que ese tal Otto sabiendo la avaricia de Alfred, lo contratara por lo mismo, para que luego éste lo asesinara y así ese noble que nos contrató tendría las manos limpias -dijo un tanto meditativo a la vez que se daba cuenta del malvado complot en el que se veían envueltos e informando a Nikómedes por si esa información le era de utilidad- en cuanto a la propuesta que nos hacéis, como bien decís, no tenemos muchas opciones y a fin de cuentas nuestra misión no cambia mucho -dijo a la vez que miraba a sus compañeros por si alguno tenía otra preferencia- así que creo que hablo en nombre de todos nosotros cuando os digo que aceptaremos -dijo de forma bastante decidida- sin embargo me gustaría pediros un par de cosas antes, algunas de carácter personal y otra necesaria para conseguir el objetivo propuesto; en primer lugar me gustaría que acabaseis con la vida del perro de Alfred y me gustaría tener dicho honor -dijo con la esperanza de que ese tema no le importara a aquel hombre y por tanto se lo concediera- por otro lugar, me gustaría que se garantizara que mientras cumplimos con lo encomendado, daréis a mi compañero herido el mejor trato médico posible, pues es como un hermano para mi, y su pérdida me afectaría más de lo que me gustaría admitir -dijo un tanto cabizbajo y visiblemente apesadumbrado- y por último -dijo recobrándose un poco- para asegurarnos que conseguimos infiltrarnos, se me ha ocurrido un plan -expuso dándose cuenta de que la falta de su compañero Varen hacía que se viera obligado a explotar su ingenio- organizaremos un gran revuelo en vuestro campamento (sin hacer ningún daño realmente) -dijo para que Nikómedes no se preocupara- simplemente para que el enemigo, desde sus murallas vea que hemos sido nosotros quienes han hecho tal tarea, sólo haría falta organizar un par de incendios, tirar algunos carromatos y barriles y salir a caballo hacia las murallas enemigas, una vez en ellas gritaré a los defensores quien nos manda y les pediré que nos abran pues tenemos un importantísimo mensaje de Otto; y en ese momento la fortuna decidirá... -dijo finalmente esperando que el plan le pareciera adecuado- además, quiero registrar a Alfred y ver si tiene algún salvoconducto de ese noble que nos identifique y que podamos usar; y también creo que lo mejor sería hacerlo a plena luz del día, para que pueda verse claramente nuestra acción -expuso dejando claro que no sería efectivo hacerlo de noche y por lo tanto deberían descansar ahora mismo- en mi opinión lo mejor sería que pareciéramos que nos habéis capturado, nos hemos liberado y nos escapamos; y para ello hay que recrearlo todo ante los ojos de los hombres sitiados -dijo finalmente aportando todos los datos que se le ocurrían a su plan; luego miró a sus compañeros y les dijo- ¿a alguno se le ocurre alguna idea más? decid lo que penséis, si vamos a morir, poco importan los protocolos ahora no creéis -concluyó con una de sus medias sonrisas intentando ser un tanto jocoso incluso en aquellos momentos de dificultad.

Oktael se mantuvo tenso mientras Polux seguía negociando su libertad. Un leve suspiro dejó escapar el africano cuando el General les ofreció el mismo trabajo pero con diferente jefe. 

- Creo que la idea de infiltrarnos es buena. Ojalá Alfred tenga algún sello que nos permita darle veracidad a nuestra historia. Porque no creo que nos inviten a la mesa principal. De hecho, yo en su lugar, ni las puertas nos abro.- dijo con cierta preocupación.

- Respecto a Alfred, es un alma en pena. No vale el aire que respira, pero aún así merece una muerte rápida y sin dolor. Si es posible, me gustaría a mi también llevar a cabo esa tarea. Tengo una ofensa que saldar aún...

Nikomedes empezó a reirse un poco con las declaraciones llenas de ira y furia de Polux y Oktael. 

Van por la vida concentrándose en vuestro enojo, y no teneis idea de todo lo que dejan pasar por delante suyo. No se concentren en esas cosas, o van a perderse la vida por una venganza.

En fin... hagan el trabajo, y luego voy a considerarlo. En cuanto a tu amigo, recibirá el mismo tratamiento que puede recibir cualquiera de mis hombres.

Y tu plan... sí... suena bien. Cualquier cosa que me permita irme de aquí lo más pronto posible. Tengo que acudir a Illiandor y solo estoy perdiendo el tiempo aquí.

Así que descansen... Nikomedes se levantó, preparado para dejar la tienda. Mañana tienen mucho para hacer.

Pólux asintió al general y le dijo a modo de respuesta:

-Con eso bastará, a fin de cuentas, tenemos que dar gracias de seguir vivos -dijo encogiéndose de brazos y aceptando las condiciones que le proponía el tal Nikómedes.

Tras ello procedió a retirarse y descansar lo que quedara de noche, pues falta le haría, sin embargo, antes de abandonar la tienda le dijo a aquel hombre:

-Hoy en día mi señor, sólo es cuestión de tiempo que alguien intente arruinarte la vida, por lo que la venganza a menudo es el único camino... -dijo explicando su odio a Alfred y advirtiéndole que le podría pasar a cualquiera.

Derrotado... Nuevamente. Tal vez no estaba entrenando lo suficiente. Durante toda aquella charla, opté por quedarme callado. Casi moría el día de hoy, dos veces. Aún queda mucho por hacer, y realmente necesito cumplir mi objetivo principal. Había perdido el tiempo en esta campaña. Tal vez debería haberme quedado en Banderlei...

Busqué con la mirada a Lord Ahrem y a Lord Bertram. tendría que hablar con ellos acerca de nuestra misión.

Oktael decidió que aquello no era suficiente. Sin pensárselo dos veces, se escurrió fuera de la tienda, y dio un pequeño paseo. Claro está, sus intenciones no eran otras que las de encontrar esclavos en el campamento y juntar información. Quizá encontrase a alguien que pudiera ayudarlo a encontrar a su familia.

Ahora la tensión de ser capturado se había esfumado, y la efímera sed de guerra se apoderaba de mí una vez más. Una charla con el tal Nikomedes había sido suficiente para enarcar mi poderío con el arma, de querer ejecutar aquel baile siniestro del que tan orgulloso me sentía, pero la pena era que debía esperar hasta la mañana para ejecutarlo, no sin antes hacer una actuación de la talla de un falso actor de teatro ambulante. Antes de poder preguntar algo más sobre aquel curioso hombre de mis tierras y responder con tajantes palabras sobre la “falta de disciplina” de los vikingos, Nikomedes se había largado a lo cual pensé que fue un escape para evadir mis palabras. ¡Mira que cobarde que estas hecho!. Pensé reservándome el habla y guardando el insulto en mis pensamientos.

-¡Vaya fortuna la mía! Al menos, tras todo este embrollo del que hemos de estar de acuerdo fue una total desventura, seguiré teniendo mi digna posibilidad de reclamar cabezas como trofeos de guerra.

Tras esto, salí de la tienda sin gracia para buscar algún muñeco de paja para practicar, o bien podría ser un pobre desgraciado que quisiera servirme como diana de practica latente.

-¿Alguien por aquí tiene las agallas de ser mi entrenamiento, en esta maravillosa noche? Han de ser cobardes si se niegan, tengo la valerosidad de afirmar.

Charles no tardó demasiado en toparse con un guardia que estaba entrenando. Este se hallaba haciendo flexiones de brazo en el suelo, cuando escuchó la oferta del intrépido vikingo.

Se levantó inmediatamente para acercarse a él.

Yo aceptaré pelear contigo. Será justo lo que necesito para irme a dormir tranquilo.

Este tomó una espada y observó con atención a su adversario.

Ehmm... no lo sé. ¿Estás seguro que deseas continuar? Te veo mal preparado para esto.

Oktael comenzó a caminar por el campamento. Tenía intenciones de encontrar esclavos para reunir información. Este se hallaba desanimado por el giro de los acontecimientos, y decidió enfocar su mente únicamente en hallar a su familia.

Caminando de un sitio para el otro, no llegó a ver nada parecido a esclavos.

Era de noche, después de todo, la mayoría de los guardias dormían. Los demás, le miraban con desprecio por haberse colado y matado a sus colegas.

Cuando llegase a una fogata, podría escuchar una conversación entre varios soldados, pero para ello, debería acercarse aún más y exponerse a ser descubierto.

William comenzó a buscar a los hermanos. Ahrem estaba allí con ellos. Su rostro, lleno de moretones y algo de sangre, por haber sido golpeado cuando fue capturado.

Este se acercaría a Ahrem para hablarle.

Polux salió finalmente de la tienda. Este comenzó a buscar un sitio donde pasar la noche.

Había pocos guardias aún despiertos, y le miraban con desprecio por haberse colado. Seguramente varios amigos fueron asesinados por culpa de él.

El mercenario caminaba cabizbajo entre aquellos hombres, sabían lo que esperaban de él, pero cualquiera de ellos habría hecho lo mismo en su lugar. Por lo que al contrario del joven Charles, decidió no llamar más la atención de aquellos hombres y se fue en dirección a la tienda a la que se habían llevado a Varen.

Sabía que tenía que dormir, y que probablemente no le dejaran pasar, pero tenía que intentar volver a ver a su amigo una vez más, pues podía ser la última...

Oktael sabía que tenía la mirada indiscreta de varios soldados. Sabía que su plan había fallado y que la improvisada resolución de Polux lo mantenía aún con vida. Estaba atrapado en un lugar que no le gustaba, en una tierra que no le interesaba y su rumbo parecía tenerlo a mal traer.

Esta titánica tarea de encontrar a su familia se le hacía más difícil día a día. Quizás encontrar la muerte resolvería todos sus problemas. Quizás ya era hora de olvidar su búsqueda y dejar todo en manos de los dioses.

El pesimismo se colaba hondo en sus huesos por cada fallido paso que daba. Quizás si se acercara con disimulo a aquel fuego rodeado de soldados, quizás encontraba lo que estaba buscando...

Observe con un desprecio digno del rey de la arrogancia al desdichado soldado. ¿Se atrevía a retarme tan deliberadamente? ¡Que insensato! Había que tener un mínimo de autoestima para enfrentarme, pero esta se volvía locura al hacerlo de tan errónea manera.

-¿Y tú quien te crees para decir lo preparado que pueda yo llegar a estar? Si lo quieres comprobar, lo justo será medirnos en un combate que a lo sumo me servirá como calentamiento. ¿Aceptáis mi oferta? Dejare en tu libre albedrio la opción de elegir armas reales o imitaciones de madera.

No me gustaría matarte. Mi general jamás me lo perdonaría.

Usaremos espadas de madera.

Este tomaba una y se la arrojaba a este.

Ponte en guardia. Quizás aprendas uno o dos trucos, novato.

-¿Tu general no te lo perdonaría? ¡Vaya excusa! Te tragaras tus palabras. 

Tras esto agarre la espada de práctica con agilidad felina, digna de mis reflejos y me dispuse a la contienda. Una postura de ataque me acompañaba, una embestida en carrera frenética y la intencion de golpear con un abaniqueo en amague y rematar con un golpe en punta hacia el estómago. 

El soldado se vio temporalmente reñido por la fortaleza de Charles. Era notable que, el vikingo, poseía más fuerza que el entrenador marcial.

Aun así, no demoró mucho en encajar precisos golpes que desestabilizaron a Charles, dejandolo, con prisa, en el suelo.

Eso supuse... no tienes ningún tipo de reparo al atacar, hombre. Necesitas cuidar tu postura defensiva. No todo consiste en atacar. El arte de la pelea, se trata de reconocer el momento oportuno entre dar un golpe, o estar listo para recibirlo.

Tienes fuerza, se nota. Pero necesitas aprender a controlarlo a favor tuyo. De lo contrario, solo será más ventaja para mi.

Este buscaba explicarle. Sin dudas, prestarle atención significaría aprender mucho. ¿Charles estaría dispuesto a seguir escuchándolo? 

Oktael buscó acercarse a la fogata, para así oír a los soldados, mientras intercambiaban historias.

No demoraron mucho en sentirse observados.

Así descubrieron a Oktael. Pero lejos de reaccionar mala forma, estos creyeron que era un soldado del campamento. Puesto que Oktael aún tenía sus ropajes.

Lo instaron de acercarse, y siguieron charlando como si nada. Estos compartieron bebida con Oktael.

Menuda mierda lo de los intrusos. No sé que hará el general en relación a ellos.

Debería matarlos a todos, en mi opinión.

El soldado compartía su vino con Oktael.

¿Y usted, recluta? ¿Qué cree?

Polux buscó adentrarse en la tienda médica. Custodiado por varios guardias, estos saludaron a Polux, confundiendole con otro soldado más, puesto que aún llevaba los ropajes.

Le dejaron entrar y allí pudo notar decena de heridos.

Entre ellos, se hallaba Varen. Quien dormía, totalmente inconsciente.