Partida Rol por web

Al ver a lo lejos el humo que asciende hacia los cielos, leo la preocupación en los ojos de Keiji-sama. Es obvio que el lugar al que nos dirigimos se encuentra bajo esas oscuras volutas de humo.

Cuando alcanzamos los pies de la colina, y vemos la destrucción reinante, el corazón me da un vuelco, pues no entiendo quien podria ser la bestia que atacaria así un templo de shinsei.

Al ver como Shitsuro-san y Keiji-sama se adentran en el templo semi-derruido, observo como Ryu-san se dirige hacia un lateral de la edificación.

- ¡Ryu-san espera! Tomemos antes algo con que iluminar los alrededores, podrian haber aun enemigos escondidos. Lo mas seguro seria no separarnos e ir al menos de dos en dos. Yo iré contigo.

Sin pensarlo mas, saco de mis pertenencias la linterna de metal que llevo para el viaje, y busco alguna antorcha o otra linterna para alcanzarsela a Ryu-san

En vista del mensaje de advertencia de kaeshi-san, considero necesario sacar una lámpara para ver mejor, yo tengo, la pregunta, es si mi persoanje lo considera necesario, por que la oscuridad entorpece realmente, si se ve "bien" no la saco. Si es así, saco la lámpara para alumbrar.

¿Correcto?

Yugure ha volado tras Keiji, a quien ha visto sufrir en silencio desde que divisaron las columnas de humo sobre el Monasterio. Cuando han llegado a lo que queda del Templo, a los arcos torii ennegrecidos por las llamas, caído el último con lo que de mal presagio significa, un estremecimiento ha recorrido a la joven Grulla, mientras corría en pos del monje, junto a Shitsuro.

-No hay cuerpos... sólo sangre. Es extraño... Deseaba decirle al Ise-Zumi que tuviera cuidado, que podía encontrarse con un enemigo, humano o animal, en cualquiér recodo, pero se mordió el labio, y no lo hizo. Lo que sí hizo fue prepararse para la lucha, rozando la empuñadura de su espada con la yema de los dedos. Sus pupilas danzaban de un lado a otro, los sentidos aguzados, consciente del peligro.

¿Donde están los monjes...? ¿qué ha ocurrido aquí...?

Natsuki no duda que si monta su caballo adelantará a los demás y no es esa su intención, por lo que sale tras de sus compañeros tirando de las riendas de su animal. Corre cuanto puede para no perder al joven dragón de vista; tan sólo si cree que el chico va demasiado rápido y corren el riesgo de perderlo montará su caballo para darle alcance. Procura, de momento, quedar cerca de Yugure para, caso de que se lleve a cabo el plan de separarse por parejas sugerido por Kaeshi, quedar emparejado con ella.

Mientras Kaeshi y Shitsuro sacan sus lámparas y las encienden, el resto no espera, entrando atropelladamente en las ruinas humeantes del templo.

A excepción de sus pasos, todo es silencio. Ni siquiera se oyen animales en las ceranías. La respiración acelerada de Keiji se va conviertiendo en un ronco suspiro cuando recorre el derruido edificio y encentra... nada. El manto estrellado de la noche permite ver poco, pero un bulto, un cuerpo que aún mantuviese su aliento algo que se moviese os hubiese dado esperanza, pero allí no hay nada, tan sólo madera quemada.

Cuando el resto entra sosteniendo sus lámparas comprobais que no hay nada que salvar.

Buscas en los alrededores pero a parte de los charcos de sangre seca no encuentras nada más, en el empedrado del patio es imposible dejar huellas y por los alrededores no encuentras nada relevante. Tal vez haya llovido o nevado y se todo ha quedado borrado.

Nada hay en el interior que puedas tomar como pista sobre lo que allí ha pasado. El fuego ha sido minucioso en su destrucción.

Lentamente, Kaeshi-san pasa su mirada por toda la construcción. La destrucción es total. intenta buscar cuerpos en el interior del edificio, pero no hay por ninguna parte, si antes habian aquí monjes, o han conseguido escapar a algun lugar seguro (aunque abandonar el templo, cosa que duda) o han sido secuestrados por los atacantes.

Aunque querria dar prisa a sus compañeros para no quedarse parados en ese lugar, sabe que es un momento muy duro para Keiji-sama, así que Kaeshi guarda silencio e intenta encontrar alguna pista de las personas o seres que puedan haber provocado esta destrucción.

Tras inspeccionar con cuidado la escena, el hábil investigador no encuentra ni una sola pista, el fuego lo ha consumido todo. La falta de cadáveres resulta frustante. Si no están ahí, probablemente habrán sido secuestrados.

La gravedad es sumamente alta, y hay que actuar cuanto más rápido mejor.

Sin mediar palabra, pues parece evidente que todos se dan cuenta de lo mismo que él, sale con su lámpara de aceite por alrededores, con cuidado pues es posible que el peligro no haya pasado, para buscar pistas sobre hacia donde y en que condiciones han huido los asaltantes, si hay huellas de los monjes y demás.

Espera poder encontrar algo por donde empezar, y avisar a todo el grupo.

Silencioso volví sobre mis pasos hasta donde se encontraba Kenji-sama. - No hay cuerpos, es probable que los secuestraran. - le pongo una mano en el hombro al joven monje. - Mientras hay vida, hay esperanza.

No he encontrado ni rastro de huellas ni ninguna otra pista, pero alguien del grupo puede que haya tenido más suerte, asi que aun no digo nada al respecto.

-Keiji-sama, aquí sólo la ausencia es cuanto resta. Pero no hagamos conjeturas, como bien dice Ryu-san, no debemos desesperar. Ahora... no sé qué preferís, si seguir adelante hasta hallar respuestas, o si descansar al abrigo ni que sea de estos muros heridos tras las llamas. 

Yugure mira a su alrededor, haciendo un gesto breve con la mano. Al caballo, a ellos mismos.

-Hay tristeza y hay fatiga en nuestros rostros. La noche es cerrada, quizá sea prudente acabarla aquí, y reponer fuerzas. Pero si el ansia de vuestro corazón os impide buscar unas horas de descanso, lo entiendo, y no me opondré a seguir adelante...

-Honorable Seppun, no os alejéis solo. Permitidme acompañaros.-

Natsuki ha observado la escena hasta el momento con tristeza. Quienquiera que haya hecho esto está perdiendo el norte y el honor. No merece siquiera ser escuchado en una corte. Él sabe bien de motivo extraños, pero los motivos no siempre justifican los medios y este es el caso. Sin esperar el asentimiento del Seppun, pero no moviéndose cerca suyo si no lo diese, Natsuki hace su propia inspección también de los alrededores en busca de la dirección en que pueden haber huido los asaltantes.

 Honorable Natsuki-san, sin ningún problema, hagamóslo juntos, aprovechémonos de mi luz, pues ahora está oscuro. Cuatro ojos ven siempre más que dos.

Tras esto, sigue inspeccionando por los alrededores, y ahora con Natsuki a su lado, se siente más cómodo y seguro, y sabe que será más fácil.

Buscáis hombro con hombro alguna pista, algún indicio de lo que allí pasó a parte de los charcos de sangre y de las humeantes ruinas. Os internáis entre los árboles identificando que por allí hubo también alguna escaramuza, seguramente porque algún sacerdote trataría de huir. Se ven huellas de hombres que llevaban bastante peso, seguramente armaduras, mientras que otras huellas reflejan hombre livianos con calzado de suela pobre o blanda.

Es Natsuki el que se da cuenta de que unas huellas se alejan, internándose más en el bosque, sin que nadie las siga. Parecen de unos zuecos.

Mientras Natsuki y Shitsuro se alejan en busca de pista o huellas, algún indicio de lo que ha sucedido allí, el contemplativo Keiji parece un ser de rabia enjaulado en un cuerpo inmutable. Sus ojos dejan ver el fuego que le arde por dentro, pero ni un músculo se altera ni lo refleja. Su respiración es inquietántemente tranquila. Tal vez porque su ira a pasado un umbral más allá de la simple furia.

Su voz suena alienada de la inocencia y humildad con la que ha recorrido el camino hasta sus tierras.

-Dejad que los halcones busquen algo con lo que saciar su hambre de explicaciones, depués todos habrán de acompañar a Keiji-sama al castillo de su padre, para comprobar qué ha pasado allí.

Bien Natsuki-san, excelente observación, no me había percatado, así que esas huellas de lo que parecen ser zuecos se internan en el bosque. Yo no se si sería capaz de seguirlas, supongo que alguno de nuestros compañeros, sepa moverse por el bosque con algo de destreza para poder llegar al final del rastro de huellas y ver quién las ha dejado tras de sí.

Sin embago, esto parece algo muy grande, primero, la empalizada, ahora el templo, parece que toda esta zona está prácticamente en guerra. No tengo del todo claro que implican todas estas circunstancias, con lo sucedido en la empalizada, y menos aún con nuestro cometido original.

La información empieza a ser bastante, y las variables desbordantes, la mente se Shitsuro trabaja más allá de sus posibilidades, pues aún le falta mucha información.

No se bien que deberiamos de hacer ahora...

De momento supongo que volver con nuestros compañeros, compañeros e informales.

¿O crees conveniente que las sigamos ahora para no perder tiempo?

Natsuki sacude la cabeza a la vez que se aparta algunas hojs enredadas en el obi. -Volvamos con nuestros compañeros. Sin duda los criminales mrecen un castigo, pero nosotros aún nos debemos a la voluntad de Keiji-sama, consultémosle.-

 Volvemos con nuestros compañeros tras nuestra pequeña investigación de la escena.

Con mucha calma y mostrando la tensión y seriedad del momento, y más aún con Keiji-sama tan afectado como está:

Tras lo que hemos visto, Natsuki-san y yo hemos concluido lo siguiente: el bosque, aquí cerca, también hubo una escaramuza, posiblemente contra los que trataron de huir. También se ven huellas de lo que parecían hombres cargados con posiblemente armaduras y otras sin mucho peso con y suela blanda, quizás los monjes.

A mayores, hay una huellas de alguien con zuecos, que se internan en el bosque, sin que nadie las siga, nosotros no sabemos si seremos capaces de seguirlas.

Bien, honorable Keiji-sama - agachando ligeramente la cabeza y volviendola a levantar- ¿que desea hacer?

A pesar de que dudáis de las capacidades de discernir el mejor camino de acción de Keiji-sama en esta situación tan personal y dolorosa, no os queda más remedio que acatar su mandato.

-El viento no se cansa pero las aves que los navegan resienten sus alas tras las largas jornadas. Pero es apremiante que sepamos qué ha pasado en las tierras, y para ello necesario alcanzar Kyuden Senaka cuanto antes.

Dicho esto tira de las riendas de la única bestia de carga restante y comienza a bajar las escalinatas que descienden por el promontorio del templo.

Sin duda no es una persona que busque las pistas si no que va tras la esencia de sus actos. Una actitud que se os antoja poco práctica para descubrir qué es lo que ha pasado realmente. Quien se internó en el bosque y quien lo persiguió hasta cansarse de la cacería. Pero contradecir la palabra del joven e inexperto Keiji-sama podría suponer una insubordinación y una deshonra.