Partida Rol por web

Ukide-san intenta no inmutarse ante la pregunta, pero su pasado se refleja en los ojos afligidos.

- Respeto... que mis actos hablen por mí, no lo que soy. Ver si en el camino mi vida encuentra un nuevo sentido.

Mira de reojo la calabaza de sake. - ¿Y vos? ¿Dinero, poder, o bien simplemente estar en el sitio correcto en el momento justo?

Su sonrisa burlona de nuevo serpentea por sus labios.

-Nada de lo que sugerís, si no, más bien, lo mismo que buscáis vos, Ukide-san. Aunque, por mi parte, sospecho que llevo más tiempo buscando el respeto que vos. Y como habéis visto, sin mucha suerte.

Se levanta y se da un paseo hasta la puerta para comprobar si hay más movimiento en la lejanía, en las almenaras del castillo.

-Decidme, ¿cuál es el precio del respeto, Ukide-san? ¿Cuánto os costará comprarlo?

- No sé cuánto me puede costar, no sé si algún día podré pagarlo, pero no tengo mucho que perder.

Frunce el ceño, parece que Sayuki-san está a punto de desvelar qué plan lleva en mente, parece que desde hace más tiempo de lo que se esperaría.

-Pues resulta que quien no tiene nada que perder, sólo puede ganar.

Se ríe sonoramente, haciendo subir y bajar su generoso pecho, en el cual reparas por primera vez debajo de las placas de metal de la armadura. Sirve de nuevo sake y te tiende de nuevo la tacita.

-¿Y si te pudiera ofrecer vivir como tú quisieras? ¿Llevar las riendas de tu vida? No tener que trabajar a sueldo nunca más. Servir a quien deseases o sólo a ti mismo. Alcanzar tus sueños...

Guiña sugerentemente un ojo dejando entender, sutilmente, que no sólo es buena en el manejo de la espada. El contraste de su fortaleza como bushi (samurai guerrero) con un gesto tan sensual te hace perder la compostura por unos segundos.

Ukide coge la tacita que ofrece Sakuyi, y cuando termina la deja bruscamente sobre la mesa. Con esa misma brusquedad, acerca su cara a la de la bushi con una separación ínfima, pudiendo sentir su respiración y su aliento.

Con una sonrisa entre irónica y picarona y, mirándola a los ojos, dice sin levantar la voz - Ahora sí me empiezas a interesar...

Te da un empujón cuando te acercas haciendo que te tambalees hacia atrás y luego se echa a reir con ganas. De pronto, la dureza de sus rasgos parecen devolverla a cuando debía ser una muchacha y la ves hermosa y despreocupada. Cuando para de reír, cláramente algo ebria, vuelve el paso de los crudos años de ronin a su rostro y piensas que no quieres acabar así. Te das cuenta de cómo era tu vida antes de las batallas y la guerra y piensas que deberías hacer algo para recuperarla, para no acabar como ella.

Ella se recompone y parece sopesar si hablar o no, pero al final parece que el sake le desata la lengua.

-Mi señor... La gente para la que trabajo... Está buscando un poderoso artefacto que les daría el poder para poder restablecer su nombre en el Imperio, o incluso conquistarlo, al parecer. Tratan de que nos enteremos de lo mínimo, pero yo me las he arreglado para enterarme de cosas.

Hace una pausa para beber algo más de sake.

-Y te podría decir que los hombres que comandan me acabarían prefiriendo a mí antes que a ellos, ya que llevamos meses entrenando juntos mientras ellos se apartan a cuchichear. No sé si me entiendes. Él caso es que más de una vez se me ha ocurrido... ¿qué pasaría si consiguiese ése artefacto para mí? Pero yo sola contra los jefes no puedo, pero tú eres un espadachín excelente, por lo que pude ver. En el momento oportuno, en el lugar oportuno, podríamos conseguirlo.

Se libera un momento un poco de escote dejando ver su sugerente canalillo del pecho para luego volver a taparse.

-Juntos podríamos conseguirlos, y tal vez, ganarnos el respto que nos robaron.

Ante la actitud claramente provocativa e interesada de Sakuyi, Ukide sonríe irónicamente mientras observa su escote y le dice - Vos no deberíais enseñar el filo de la espada si luego no se va a utilizar...

Dicho lo cual, arrebata la calabaza de sake de sus manos, llena la tacita de sake y se la bebe de forma habitual, de un trago. Dejando la calabaza en la mesa y, no sin hacer una pausa antes, habla - Lo que me ofreces es una locura y lo sabes, pareces dispuesta a arriesgar todo cueste lo que cueste. Yo sé que no puedo recuperar mi antigua vida, lo único que puedo hacer es intentar conseguir otra mejor o peor - El rostro de Ukide-san se entristece, también influenciado por el sake - Pero ahora mismo no sé qué hacer, por un lado nunca me ha gustado matar y no me siento con fuerzas para hacerlo, pero por otro lado no sé si lo que quieres hacer es justo lo que necesito para bien o para mal, para saber si tengo esperanza o nunca la debí tener.

Además, ella está juegando conmigo, realmente sus intenciones son claras y necesita mi espada? o cuando consiga el poder me tirará por el barranco? Y qué pasaría si no acepto?

Ukide se derrumba en una silla y observa a Sayuki, sin ser capaz de contestar con rotundidad a su proposición. - Sakuyi-san, realmente me respetas?

Sayuki deja de mirarte un rato. Clava su mirada en algún infinito más allá de la puerta que da a la calle. Sus labios se fruncen en una muca, y su rostro duro se suaviza un poco.

-Te he traído aquí, ¿no? No te estoy dando ninguna orden, te estoy preguntando sobre qué esperar de la vida. Creo que ya es suficiente muestra de respeto.

Ves que al igual que tú, a ella le empiezan a afectar las tacitas de sake ligeramente, pues se apoya con los brazos hacia detrás.

-Mira... Yo busco el respeto, también. Nunca tuve la oportunidad de que me lo brindasen... No la tuve, como la tuviste tú...

Una mirada que parece leerte el pensamiento te atraviesa desde sus ojos. Por unos segundos te preguntas cómo sabe que no fuiste ronin de nacimiento.

-Y no busco riqueza o poder, busco respeto... Y si es posible una patada en el culo a todos los que no me trataron bien cuando necesitaba un lugar para cobijarme.

Sonríe amargamente, con sus dientes blancos iluminando la estancia.

-Te propongo algo. Sé lo que se está cociendo. Al menos sé bastantes cosas. Cuando me contrataron no me hablaron de ir contra todo el Imperio, y cada vez tratan peor a la gente, y me he hartado. Por eso estamos aquí. Quiero que me ayudes a hacer que fracasen sus planes... y tal vez así, en alguna parte, se reconozca nuestro valor...

Ukide no puede dejar de mirarla a los ojos - Tu ímpetu me abruma, tienes la determinación que mucha gente ni podría soñar. Una determinación de cambiar lo que el destino ha querido que seas. Eso es muy valorable por mi parte.

Se inclina hacia adelante apoyando la cabeza en las manos entrelazadas - Además, creo que eres la primera que me trata como un igual, sin importar grado ni pasado - Refuerza la palabra "pasado" con la mueca irónica habitual, dando a entender que ella tenía razón.

- Creo que estamos condenados a entendernos, nos necesitamos el uno al otro. - Levanta la tacita de sake hacia ella - Acepto, hagamos que el mundo se dé cuenta del respeto que nos merecemos.

Sayuki asiente con la cabeza en señal de respeto y luego sonríe, echándose para atrás.

-Bien, entonces llegó la hora de trazar un plan.  Para ello supongo que te tendré que contar algunas cosas de lo que ha estado ocurriendo.

Sirve otra taza de sake con un pulso ya afectado por el alcohol.

-Los cabecillas de lo que está pasando son Donjai-sensei, el hombre alto e imponente de melena rubia que viste en Kyuden Senaka, y el segundo hijo del daimyo, hermano de Keiji-san, Tamori Fuhiro-sama. Juntos lo que buscan es algo que hay en una cripta en las profundidades de una red de cuevas que hay al norte del valle, más allá del lago.

-En la cuevas tenían su primera guarida, antes de tomar Kyuden Senaka. Allí tienen como prisionero a un espadero de tu clan, un Ashidaka, al que obligan a armar a sus tropas.

-Fuhiro-sama infiltró algún tipo de artefacto que envenenó con pesadillas a los shugenjas del clan para tenerlo indefensos cuando atacasemos Kyuden Senaka. Si tus compañeros son suficientemente hábiles lo descubrirán.

Hace un descanso para que asimiles toda la información y para beberse el contenido de su taza.

-Al parecer en la fortaleza de Kyuden Senaka debe haber algún tipo de llave para abrir la cripta, aunque aún no lo han encontrado. Las posibilidades que se me ocurres son o buscar en Kyuden Senaka la llave que necesitan, o ir a rescatar al espadero y a Keiji-san a las cuevas y allí intentar matar o a Donjai-sensei o a Fuhiro-sama.

Ukide esta vez no intenta coger la calabaza de sake ni tomarse otra ronda. La información que acaba de soltar Sayuki es demasiado importante como para embotar más la cabeza.

Intenta disimular, pero en los ojos de Ukide no se disimula la sorpresa. Con las manos en la nuca y echado para atrás, piensa en las opciones que hay - Ummm, por un lado veo que sin la supuesta llave no haríamos mucho en las cuevas, pero allá si conseguimos nuestros objetivos daríamos un golpe a esta rebelión. Claro que me da que va a ser una empresa más dificil que volver a Kyuden Senaka.

Aun sin decidirse, pregunta - Sayuki-san, qué opción ves más viable o más importante que debamos llevar a cabo? Dónde tenemos apoyos? o estamos solos en esto?

El alcohol vuelve a subir y sonríe - Te advierto que mis dotes como buscador son, digamos, escasas en comparación con otras de mis... habilidades.

Sayuki parece algo decepcionada al verte no ser tan resuelto como ella parecía esperar, aún así no se desanima.

-El camino de la expiación debe ser difícil y lleno de peligros, ¿no? Pues éste es nuestro mejor camino. En ambos estaremos solos, sin apoyos, y con similares y terribles enemigos.

Hace una pausa, rspira hondamente, calibrándote con una mirada a la vez felina y dura.

-Elige.

Ukide sigue sonriendo ante la expresión de Sayuke, pero se pone algo más serio - La espada al final es la que habla, y me dice que será más útil si vamos a las cuevas.

Después de esto se levanta de la silla, intentando disimular que el sake hace mella, aunque la decisión es firme y así lo quiere demostrar fijando la vista en los ojos de Sayuke. Aquí tienes tu decisión.

La samurai-ko asiente y se levanta, mostrando una resistencia, bastante impresionante, al alcohol. Coge el fardo que preparó en el castillo con provisiones y te hace una seña para que la sigas, con una sonrisa intrigante en los labios.

Salís al exterior y por un momento se detiene a contemplar Kyuden Senaka, que aún se alza imponente y proyectando una larga sombra. Descendéis por la ladera a paso ligero y os internáis en aldeas deshabitadas y bosques densos.

Sayuki habla poco pero de vez en cuando te va preguntando cosas como quién os envió, o quiénes son tus compañeros, acompañadas de peroratas filosóficas sobre la codicia del hombre y la mentira que subyace bajo la sociedad del Imperio. Parece una mujer que le da mucho a la cabeza, y supones que tal vez por eso se haya encontrado con más de un problema.

Pasa el resto del día y acampáis en una colina desde la que aún se ve, a lo lejos, las escasas luces del castillo. Sayuki prepara el campamento, de una manera bastante experta, protegidos del viento y consiguiendo que vuestra pequeña hoguera no se apague con la nieve y no se pueda ver desde lejos.

Para calentar la noche, te tiende una botella de sake, con una media sonrisa y una mirada enigmática.

Qué enigmática es esta mujer, desde luego la primera impresión fue totalmente equivocada. Aun así, necesitaría mucho tiempo me temo para descubir quién es en realidad.

Cogiendo la botella de sake, se sirve de ella sin tapujos - Gracias Sayuki-san. Veo que has hecho esto más de una vez... Me refiero al campamento, o también lo que nos proponemos? Cuántas vueltas lo habrás dado en la cabeza?

La samurai-ko remolonea un poco antes de responder, con su mirada perdida en el firmamento.

-A lo que estamos a punto de hacer, casi desde que me contrataron para la misión. O más bien, desde que me di cuenta de lo que pretendían. Aguante ya que se me pagó para hacer el trabajo y no hay nada peor visto en Rokugán que la traición. Pero el mismo trabajo me planteaba una traición al Imperio. Le tenga o no mucho cariño.

- Veo que no tuviste muchas opciones, desde que aceptaste el trabajo estás condenada de una u otra forma. - Le pasa el sake - Sabes qué? Ya que estás en esa situación, me parece respetable haber elegido la opción que ahora nos ocupa.

El alcohol hace mella en el ronin, sintiendo que la cabeza se pierde en pensamientos difusos. Agita la cabeza y pregunta - Bien, a partir de aquí cuál es el plan?

- El plan es ayudar a tus compañeros desde otro punto de vista, devolverles el golpe a mis antiguos jefes. Se cierra un poco más las ropas a causa del frío que comienza a colarse en el refugio.

-Nos acercaremos bordeando el lado y tomaremos una entrada a las cuevas que usan mis antiguos hombres. Son estrechas y sólo se puede pelear de dos en dos, si encontramos problemas. Sacamos de allí a los prisioneros, el espadero y donde tendrán al hijo del daimyo, dado que los túneles dan a una sala que usan como celdas, y nos los llevamos. Y si podemos, sacamos más información de lo que traman.

Dicho esto, se recuesta y te comenta.

-Te toca hacer la primera guardia.

Y sin más palabras, de esa manera descortés, se arropa con una manta y se duerme.

A pesar de la calidad del refugio, el frío de vez en cuando se cuela y, estando allí plantado, con aquella mujer extraña y voluble, te pregunas qué ha pasado para que tu vida se haya torcido de aquella manera.

Al rato, cuando tus ojos comienzan a cerrarse peligrosamente, oyes los aullidos de enorme manada de lobos que parecen moverse de sur a norte del valle, de una manera sospechosamente ordenada.