Partida Rol por web

La hora cero (DM 05/2021)

La hora cero (I)

Cargando editor
01/05/2021, 01:53
Narrador

Era una perezosa tarde de verano. Sábado.

Un pequeño gorrión voló entre las casas de Pleasentville. Se detuvo sobre el buzón de una de las propiedades y observó con curiosidad a un grupo de personas. Varios vecinos charlaban amistosamente bajo alguna de las sombrillas situadas en un lado del jardín. Junto a ellos se podía ver una mesa con diversos platos con comida, varias sillas y una barbacoa. El autoproclamado cocinero era Timothy Thomson.

Tim era un hombre enorme parco en palabras, que trabajaba en una serrería cercana. Su mujer Sally era todo lo contrario. Una mujer extrovertida y encantadora, que atendía a los invitados como la perfecta anfitriona que era.
El evento que se celebraba era el cumpleaños de Sam, su único hijo. El niño era adorable y sus padres sentían absoluta debilidad por él. La sonrisa del pequeño podía eclipsar el brillo del sol.

Cargando editor
01/05/2021, 12:02
Karl Stevenson

Karl se enjugó el sudor de la frente mientras estiraba el cuello con cierta parsimonia. Era una de esas tardes calurosas que preferiría pasar en su casa, disfrutando de una bebida fresca junto a Martha. Empero, tenían que cumplir con su obligación como padres y vecinos modélicos del barrio. Con un plato de carne churruscada que apenas había probado en la mano, observó con aire distraído al cumpleañero y a los demás niños correteando de aquí para allá; a ellos no parecía afectarles los inclementes rayos del sol. Qué envidia. La vitalidad que les confería esa tierna edad era digna de estudio, porque él estaba deseando regresar a su hogar y dejarse de esbozar sonrisas forzadas, hacer comentarios vacuos y mantener miradas fijas en gente que tampoco le aportaba demasiado a nivel intelectual. Únicamente Sally, cuyas similitudes con su esposa eran bastante notorias, despertaba un espíritu más sociable en el hombre. 

Cuánto ha crecido el pequeño Sam. Parece otro —dijo, tratando de entablar una conversación con los anfitriones, quienes no borraban esa estúpida mueca de su rostro, totalmente embobados con los movimientos de su hijo. Ni ellos perdían el norte de esa manera con los suyos—. Espero que le haya gustado el regalo. Se lo tuvo que buscar Martha, porque yo soy un poco desastre en esas lides —agregó con desazón.

Aprovechando un instante de silencio a su alrededor, se acercó a su mujer unos centímetros, para susurrarle al oído unas palabras:

¿Cómo estás? ¿Quieres irte ya? Cuando quieras les digo a los chicos que es hora de marcharse —aquello, más que un acercamiento despreocupado, era una petición expresa.

Notas de juego

Atuendo

Cargando editor
01/05/2021, 14:55
Martha Stevenson

Oh, las fiestas de cumpleaños y esas reuniones dónde los adultos son los televidentes de sus propios hijos que corretean por todos lados. Para Martha era diversión pura al ver que su hijo tenía esa sonrisa perenne en su rostro, es un pequeño Karl que jugaba entusiasmado con ese carácter tan propio de su padre. De momento ella se mantuvo hablando de tartas, cortinas y aquel vestido que le había gustado a algunas de las madres que estaban allí. 

Siempre están conversaciones muy superfluas, pero tenían que mantener una imagen y ella sabía cómo hacerlo de tal manera que sea creíble. Por esto es que a veces Martha estaba rodeada de mujeres hablando de peluquerías, zapatos y ropa, pese a que por dentro se moría de angustia por tener que "actuar" estos momentos con tal de no llevarse mal con sus vecinos. 

Pero en medio de un: ¡Hijo! ¡No corras!  Apareció su esposo que comenzaba a aburrirse y lo entendía mejor que nadie. Así que con su sonrisa tan característica lo miró a los ojos y le regaló un dulce beso en los labios. 

—Cariño, si nos vamos ahora se pierde el pastel y ya sabes cómo se pone. Un ratito más amor. 

Y con esa mirada de dulzura pura, le acomodó la corbata y se quedó al lado de su esposo. El calor estaba fastidiando toda elegancia que se podía tener, pero había que mantener la compostura. 

Notas de juego

Ropa

Cargando editor
01/05/2021, 21:28
Sally Thomson

La señora Thomson se acercó a Karl y a Martha llevando en sus manos una bandeja con un par de vasos de limonada y una cerveza.

- Gracias por venir. Es un placer veros aquí. Me encanta que nuestros hijos sean tan amigos, da gusto verles jugar. ¿Queréis beber algo? Hace mucho calor -Sally sonreía llena de felicidad.

La mujer alzó sus manos para que la bandeja les quedase más cerca.

- Si necesitáis cualquier cosa, no dudéis en pedírmelo. Iré reuniendo a los niños y sacaré la tarta enseguida.

Cargando editor
02/05/2021, 13:05
Karl Stevenson

El beso de su mujer interrumpió sus pensamientos, como no podía ser de otra manera. Martha siempre conseguía con alguno de esos gestos cariñosos que su cuerpo se relajara y olvidara cualquier idea que rondara su cabeza en ese momento. Pero claro, eso conllevaba a que ahora anhelara intercambiar otros tantos con ella y no estaban en el lugar apropiado para hacerlo, a la vista de todos. Por suerte o por desgracia para ellos, vivían en una zona residencial donde los rumores corrían como la pólvora, y no quería que les atribuyeran alguna etiqueta inapropiada delante de sus hijos. Bastante tenía con sus problemas diarios como para añadir uno más a la lista. Prefirió por lo tanto esperar, aun con sus escasas ganas de fiesta, a que el niño soplara las velas.

¿Calor? Esto parece un hervidero... —dijo mitad en broma, mitad en serio mientras tomaba un vaso de limonada, la cual le supo un poco fuerte en su primer trago. "Demasiado limón y muy poco azúcar". Gracias a ti por invitarnos, Sally. Max y Sam serán muy buenos amigos en el futuro.

"Lo que necesito es salir de aquí" —pensó, resignándose a permanecer allí plantado, aguardando a que sacaran la tarta, le cantaran el "cumpleaños feliz" al unísono al cumpleañero y tuvieran entonces alguna excusa preparada para volver a casa sin necesidad de detenerse a dar explicaciones.

Cariño, tú preparas la limonada mucho mejor —murmuró, entre dientes, solo para su esposa, acariciando su cintura en el proceso con suavidad.

Cargando editor
03/05/2021, 01:11
Martha Stevenson

Sin perder esa sonrisa tan característica de ella, se mantuvo cerca de Karl pero sin quitar la mirada de su hijo que andaba correteando por ahí. Era normal esa actitud por parte de Martha, pese a todo solía ser muy protectora de sus pequeños polluelos. No obstante con su esposo al lado, al ver que se acercó Sally no dudó en entablar conversación mientras intentaba mostrarse natural. 

—¡Claro! Nos vendría bien algo fresco, muchas gracias. 

Una vez tenían los vasos de la limonada, hizo una mueca simulada de asco al probarlo. Le faltaba de todo a esa infusión, pero había que mantener la imagen intachable y por ello es que intentó disfrutar de la bebida mientras deseaba que esa mujer no la haga más en su vida. 

—Es horrible, lo sé. Hay cosas que ni con azúcar se disimulan... 

Y a ver cuándo apagan las velas, Martha quería ver a su hijo allí junto al cumpleañero para la foto. 

Cargando editor
03/05/2021, 21:05
Narrador

La anfitriona se retiró, con una sonrisa perenne en sus labios, para atender a otros de sus invitados. No pasó mucho tiempo hasta que llamó a los niños y todos se reunieron, mientras que el orgulloso progenitor preparaba una mesa auxiliar y sacaba la tarta enorme.

Gritos de júbilo y abrazos. Una algarabía de niños rodeando al pequeño Sam antes de que soplase las velas y pidiese un deseo en silencio. Todos cantaron ilusionados el cumpleaños feliz a su amiguito y algún padre también se animó. La apertura de regalos fue lo siguiente y los juegos no tardaron en llegar.

Uno de los infantes de más corta edad se acercó a su madre, alegando que le dolía la cabeza. Ella, diligente y responsable, le llevó debajo de una de las sombrillas y le dio agua para beber. Quizás el calor le había afectado.

Los ladridos de algún perro del vecindario eran la nota discordante.

Dos sucesos de los últimos días salieron a flote en la mente de Karl y Martha: Los canes del lugar llevaban algunos días alterados y algunos niños se quejaban de dolores de cabeza. Afortunadamente no se trataba de Max ni Sally Stevenson.

Cargando editor
04/05/2021, 01:26
Karl Stevenson

Con un movimiento disimulado, Karl vertió el contenido de aquel brebaje al que Sally había osado llamar limonada detrás de una maceta cercana; cumpliría mejor la función de abono para la tierra (o tal vez sería todo lo contrario y el terreno se quedaría yermo después de eso). Por fortuna para ellos, no tardaron en sacar la tarta para el cumpleañero; el hombre se esforzó por mostrarse enérgico, sonriendo y cantando junto a los demás invitados. Parecía que se acercaba el final de la fiesta, porque Sam querría disfrutar de todos los regalos que había recibido.

Miró entonces de reojo al chico que se quejaba de los dolores de cabeza a su madre, con la ceja levemente enarcada. "Normal, lo raro es que no estemos todos igual. Este calor es infernal..." —pensó en un principio, aunque, tras escuchar los ladridos incesantes de un perro en la lejanía, ató cabos con los chismes que se contaban en el vecindario de niños que padecían cefaleas sin motivo aparente y perros que se comportaban de un modo muy nervioso, como si estuvieran presenciando espectros con esa particular visión que tenían.

El instinto paterno se le despertó en aquel instante, dirigiendo una mirada de preocupación a sus hijos, para comprobar si ellos se encontraban bien. Se giró un momento, contemplando el rostro de su esposa. "Ya hemos cumplido por hoy" —se dijo.

Cielo, llama a los niños. Creo que va siendo hora de volver a casa. No queremos que les dé una insolación a Max y a Sally por estar jugando demasiado rato bajo el sol, ¿verdad? —comentó acariciando su mejilla con delicadeza—. Voy a despedirme de los vecinos.  

Cargando editor
04/05/2021, 01:59
Martha Stevenson

Por fin ha salido el pastel y por ella a Martha se la vio muy enérgica, alegre mientras entonaba las estrofas de aquel "Feliz cumpleaños" mientras todos los niños se agolparon en torno al cumpleañero. Lo bueno de todo esto fue que duró lo justo y necesario, incluso sonrió al ver que si esposo se deshacía de la limonada, momento en el que le susurró al oído divertida. 

—Cariño. ¿Que mal te hizo la planta para que la trates así? 

Y ya una vez las velitas se soplaron, apareció en medio un niño con dolor de cabeza y el intercambio visual del matrimonio fue más que evidente. Había escuchado días atrás ciertos murmullos entre las vecinas sobre los ladridos y las cefaleas, así que no dudó en asentir a las palabras de su esposo cuando la instó a agruparse para irse de allí. 

Ya mismo—respondió y disfrutó de aquella caricia—. ¡Sally! ¡Max! Hora de irnos, que se nos hace tarde. Vamos pequeños. 

Sin más, ayudó en la tarea y una vez los cogió de las manos, se preparó para retirarse de allí mientras se despedía de los vecinos al igual que su esposo. Siempre con una sonrisa amable, llena de dulzura. 

Cargando editor
04/05/2021, 17:11
Narrador

Los hijos de Max y Sally obedecieron al instante la petición de su madre y se acercaron sonrientes con sendas bolsas de caramelos.

- ¡Hola mami! -dijo el niño cuando abrazó a su madre - Lo estamos pasando bien ¿tenemos que irnos ya?
Ambos infantes tenían cara de pena, con el labio inferior por encima del superior y con los ojos muy abiertos.

- Por favor, papi -la niña dio leves tirones al pantalón de su padre.

Cargando editor
04/05/2021, 18:26
Karl Stevenson

Estaba despidiéndose de los padres de Sam cuando aparecieron sus hijos a la carrera con esa expresión de felicidad dibujada en sus rostros, la cual habían heredado de su madre. Sabía muy bien que tendrían que lidiar con los dos pequeños haciendo pucheros. Pero esa táctica no funcionaría con él —vale, a veces les funcionaba—, por lo que trató de mantenerse firme cuando su hija se puso a darle tirones del pantalón con insistencia.

Princesa, lo hacemos por vuestro bien... Hace mucho calor y os podéis poner malos —dijo levantándola en brazos, haciéndole una divertida carantoña.

Sin embargo, por mucho que quisiera negar lo evidente, aquellas caritas de pena podían ablandar incluso el corazón de la persona más seria del mundo. "Al final se salen con la suya..." —pensó, aceptando que iba a ceder, al menos en parte, a las peticiones de sus pequeños.

De acuerdo, no me miréis más con esa cara... Podéis seguir jugando —dejó a Sally sobre el césped, con cuidado—. Pero en un rato nos vamos a casa, eh. Mamá os preparará algo rico para cenar, ¿vale? —comentó mirando a Martha con una sonrisa, mientras encogía los hombros levemente. Los acuerdos entre padres e hijos eran ley de vida y, por consiguiente, gajes del oficio.

Cargando editor
05/05/2021, 14:42
Martha Stevenson

Y allí aparecieron los niños con esas caritas que dan ganas de comerlos a besos, Martha era muy consciente de que podía ser imposible el hecho de negarse a ello. Por esto es que simplemente se encogió de hombros cuando Karl terminó cediendo y le cogió el brazo para estar muy pegadita a él mientras le susurraba en el oído. 

Me parece a mi o te han convencido muy rápido cariño. ¿No?

El gesto divertido de la mujer era muy notable, le daba muchísima risa ver aquella escena y como la pequeña Sally podía con el corazón de su esposo. No obstante más allá de aquel pequeño chantaje emocional que sus hijos le hicieron, permaneció atenta a ellos, incluso les dio algo fresco para beber por si las dudas. Tenía miedo de que sus hijos les suceda algo similar de lo que cuentan. 

Cargando editor
05/05/2021, 23:07
Narrador

Los niños se mostraron muy alegres cuando sus progenitores les permitieron seguir jugando hasta el fin de la fiesta.
Aún así llegó la hora de irse a casa.

Todos los infantes se retiraron a sus hogares, algunos caminando con sus padres y otros en el coche familiar.

En aquel momento...

Cargando editor
05/05/2021, 23:17
Narrador

Apenas fue percibido. Un sonido apenas audible, un chasquido metálico. Una cadena se rompió. Uno de los perros salió a la calle, a través de un agujero que excavó días atrás y que pasaba por debajo de la valla del jardín.
Olisqueó el aire, furioso, gruñó y se lanzó a la carrera con un propósito. Su intención no era fugarse.
Los demás perros del vecindario ladraron furiosamente, con los ojos desorbitados y las fauces llenas de espuma.

Un niño pequeño seguía a sus padres, un niño pecoso subido en un triciclo rojo. Se quejó, afirmó tener un dolor en la frente. Aún así nunca dejó de pedalear.

El can, fuera de sí, cargó contra el pequeño Jimmy derribándolo de su triciclo. El llanto del niño hizo que sus padres se diesen la vuelta para separar al "mejor amigo del hombre" de su hijo. A pesar de los golpes que recibió y de los gritos de su amo, el animal trató de morder al, cada vez más asustado, infante.

Otros perros rompieron sus cadenas. Algunos saltaron los obstáculos que les separaban de la calle, otros los pasaban por debajo. Todos tenían el mismo objetivo, como si fuesen polos opuestos que se atraen.

Los gritos de los padres del niño en peligro se mezclaron con los gruñidos de los perros y los lamentos de Jimmy. Las voces de los acalorados propietarios, de los hasta hace poco mansos animales, no surtieron ningún efecto sobre sus mascotas. Tampoco les hicieron desistir las patadas recibidas que les mantuvieron alejados de su presa.

Cargando editor
06/05/2021, 01:40
Karl Stevenson

Karl escuchó a su mujer, soltando un bufido de desacuerdo tras sus palabras.   

¿Tú crees? Creo que es la edad... —hundió los hombros, aparentemente afligido—. Me estoy ablandando con el paso de los años. ¿Es que te hace gracia? —la miró con una expresión adusta mientras le daba un leve pellizco en el costado, para chincharla—. Tú tampoco les has puesto trabas, querida. En el fondo es lo que tienen los padres modélicos, que sus hijos están contentos siempre —añadió en un tono orgulloso, con un deje de broma. 

Y allí permanecieron, juntos, hasta que llegó la hora de marcharse; discretos, sin llamar mucho la atención de la gente, a pesar de que estos estuvieran a otra cosa —resumiéndose básicamente en comer y beber hasta reventar—. De vez en cuando, intercambiaba alguna que otra caricia o beso con Martha, siempre después de un rápido vistazo hacia ambos lados. Se encontraba en ocasiones mirándola a los ojos durante unos segundos, atrapado en esos iris de color verde cuyo efecto sugestionador era inevitable. 

Estaban regresando a casa, en una bonita estampa de familia unida digna de foto, cuando se originó todo aquel revuelo. Al principio no comprendió qué demonios estaba pasando, pues de pronto la tranquilidad habitual en el vecindario se había visto sustituida por gritos, ladridos y llantos. Karl comprobó, desde su posición, el errático comportamiento de los canes; era como si se les hubiesen cruzado los cables y tuvieran la rabia. ¿Qué podía hacer? ¿Ir a intentar ayudar al pequeño Jimmy aun a riesgo de que le mordieran todos esos perros a él? Con otra idea en mente, le lanzó una mirada suspicaz a Martha, antes de coger a Sally en brazos con premura, observando el otro extremo de la calle. "No puedo permitir que les pase nada a ellos."

¡Rápido, todos a casa! ¡Ya! —exclamó, iniciando una carrera, sosteniendo a su hija con un brazo mientras su otra mano la llevaba al bolsillo del pantalón para buscar las llaves.

Cargando editor
06/05/2021, 14:19
Martha Stevenson

—Solo sé que con la edad, tu más atractivo te pones. 

Quería hacer que sonría y sabía que con ello podía lograrlo, más allá de esos gestos cariñosos, dulces, estaba la sinceridad de Martha en momentos puntuales que servían de alguna manera para reflejar que ella seguía perdidamente enamorada de aquel hombre. Sin importar nada más. Por ello, es que junto a él disfrutó de ver a sus hijos felices, comiendo, jugando y se sintió realizada porque el duro esfuerzo de Karl valió la pena para tener la familia que tenían. 

El asunto es que una vez finalizó el cumpleaños, les tocó llevarse a los pequeños para la casa. La mujer un tanto ocupada de que los chicos tengan sus cosas con ellos, tardó en darse cuenta de aquel perro y su actitud rara, por esto es que reaccionó unos segundos más tardes y al ver cómo ese animal atacaba al niño miró a su esposo horrorizada. 

¡Karl! ¡Los niños! 

Así que mientras él cogió a Sally, ella se llevó en sus brazos al pequeño, todo para comenzar a correr hacia la casa así era más rápido. Tenía el corazón en vilo, asustada, preocupada y desesperada. ¿Que diantres estaba sucediendo con esos perros?

Cargando editor
06/05/2021, 23:13
Narrador

Mientras la familia Stevenson corría para alejarse del peligro, los perros fueron golpeados hasta caer exhaustos y malheridos. Alguno de los canes quedó moribundo. Por fortuna el pequeño Jimmy apenas sufrió unos rasguños y se lamentó más por el dolor de cabeza que por todo lo ocurrido.

Una mujer, bastante asustada, consiguió reunir el valor suficiente para correr hacia su hogar y llamó por teléfono a una ambulancia que no tardó en llegar. Los enfermeros trasladaron al pequeño al hospital cercano, acompañado por sus padres.

Pasado el peligro la familia Stevenson pudo respirar aliviada. Sus hijos sonrieron al sentirse a salvo y sus prudentes y protectores progenitores pudieron caminar más tranquilos.

En la acera de enfrente por la que caminaban se podían ver a dos niños, por la parte exterior de la valla, frente a al casa donde vivían. Con ceras de colores pintaban un extraño símbolo.

Tras terminar de dibujar aquel signo desconocido, los pequeños se quedaron mirándolo. Estaban totalmente absortos, boquiabiertos y ojipláticos. Parecían ser víctimas de algún tipo de trance hipnótico.

Cargando editor
07/05/2021, 01:26
Karl Stevenson

La situación se volvió caótica y Karl en ningún momento echó la vista atrás en su particular huida, con un único objetivo entre ceja y ceja: proteger a su familia. Por fortuna para ellos, todo se fue calmando después de que lograran reducir a los perros y una aparente normalidad volvió al vecindario tras la llegada de la ambulancia. Suspiró, dejando a su hija de nuevo en el suelo, aunque sin dejar de cogerla de la mano, por pura precaución. Ahora más que nunca estaba atento a cualquier movimiento que hubiese a su alrededor, para evitar sustos o sorpresas desagradables. Hasta que presenciaron a aquellos niños dibujando algo que desconocía.

En un primer momento no le prestó mayor atención a la valla que un simple vistazo superficial, pero pronto quedó extrañado por el comportamiento de los propios infantes. "¿Qué demonios le está pasando al mundo?" —reflexionó, intercambiando una mirada inquisitiva con Martha, como queriendo decirle "¿Tú sabes qué significa?". No lograba encontrar una explicación para lo acontecido, y eso era lo que más le preocupaba. ¿Quizá se trataba de algún compuesto químico en el aire que estaba afectando a niños y animales indistintamente?

Max, Sally... —paró en seco, observando a sus hijos con gesto pensativo—. ¿Vosotros sabéis qué es ese símbolo? —se le ocurrió preguntar.

Cargando editor
08/05/2021, 01:06
Martha Stevenson

Con el corazón en vilo, Martha sintió un alivio inmenso al ver que todo finalmente había terminado. Le daba muchísima tristeza que esos animales sean golpeados con tanta crueldad, pero es que había atacado a un niño y ella se preguntó en dónde estaban sus dueños para permitir que esa tragedia suceda sin más. No obstante pese al mal trago, bajó de sus brazos a su pequeño y siguieron caminando por la acera.

La mirada de la mujer llena de preocupación era muy notable y el intercambio con su esposo de forma visual sucedió con la misma pregunta que quizás se hacía Karl. No obstante ante la reacción de su esposo, se quedó observando a los niños que parecían totalmente en su mundo mientras hacían aquel dibujo. 

—Hm, vayamos a casa. Todo esto no me gusta nada, necesito que estemos a salvo cariño. 

Cargando editor
08/05/2021, 21:58
Max

El primogénito miró a su padre cuando este le preguntó y como un buen hijo obediente contestó a la pregunta.

- Están jugando a la hora cero.

Ante la respuesta su hermana Sally y él se miraron con un cierto aire de complicidad, propio de los niños que guardan un secreto que está relacionado con sus juegos.

- Es cosa de los hermanos mayores.

Sally asintió en silencio, con tal naturalidad como si le hubiesen preguntado si le gustaban los helados.