Partida Rol por web

El viento recorría su cuerpo, como había deseado con tanta calor, y se dejó llevar durante unos momentos antes de revisar qué les aguardaba en el camino. Le encantaba saborear esa sensación de control que le daba una visión superior del terreno - variopinto grupo, sí señor - iba pensando al ver a aquellos que habían demostrado de sobras ser sus amigos.

- ¡Vaya! una granja abandonada, ¿qué podría suceder a aquellas gentes? - recordaba, con algo de nostalgia, como ayudaba a los granjeros de la zona cuando había estado formándose y aprendiendo, pero algo le llamó la atención aún más - luego habrá tiempo para explorar - se dijo, y descendió para ver como cinco grandes trasgos se agazapaban tras unos árboles con no muy buenas intenciones, supuso, por lo que se dirigió rápidamente hacia sus amigos, reproduciendo la danza aérea que tenían acordada para que prestaran atención a lo que se les avecinaba.

Una vez advertido, y aprovechando su posición aventajada, hizo caer un enorme rayo desde el cielo contra las bestias.

El avance es relajado, de pronto el sexto sentido del enano le dice que algo va mal, un ligero picor en la nuca y el grito del águila hacen que todos sus músculos se tensen, vieslumbra unas siluetas en los lados del camino y salta como un resorte para salir de su campo visual.

El enano avanza sacando sus espadas para utilizar el arbol cercano como covertura y en completo silencio y oculto observa los trasgos del linde del camino.

 Los grandes trasgos quedan sorprendidos ante vuestra rapidez de reacción.

El ogro muerte aparece con una rapidez pasmosa y logra de un solo golpe acabar con uno de los grandes trasgos. El rayo de Necrull impacta en otro de esas bestias pero no logra acabar con su vida. Por último, porfidius, desde su posición privilegiada realiza un potente conjuro provocando que un enorme rayo alcance a tres de los grandes trasgos de la ladera derecha, logrando acabar con uno de ellos (el que se encontraba herido anteriormente por Necrull).

No obstante esto no es suficiente para hacer retroceder a los grandes trasgos, todo lo contrario.

Uno de los grandes trasgos se abalanza con su arma desenvainada sobre el ogro muerto, intentando, sin éxito, golpearle.

Shadowbeard intenta esconderse, pero para su desgracia había otro gran trasgo camuflado por su zona que ha visto todos sus movimientos. Sin más preámbulos se abalanza sobre él. Sin embargo, su espada se ve bloqueada por el arma del guerrero.

El resto de los grandes trasgos se limitan a disparar sus arcos, pero ninguna de las flechas da en su objetivo.

 Un enorme perro aparece por la espesura, corriendo hacia vosotros. Tiene un pelo de color rojo óxido; sus manchas, dientes y lengua son negro como el hollín y posee unos ojos rojizos y brillantes.

Parece que se dispone a cargar contra Henderch pero en el último instante escupe una llamarada de fuego que impacta en el guerrero y en Cloud, el compañero animal de Porfidius.

ShadowBeard avanza rápido hasta su escondite,  se encuentra de frente con un gran trasgo que ha aparecido de la espesura, con sus armas prestas para el combate descarga un aluvión de golpes contra su recién aparecido enemigo, con una gracia y un destreza poco vista en los de su raza.

Apenas me preocupo por las llamas que chamuscan mis ropajes. En mis antebrazos, aparecen algunas ampollas a causa del calor. Pero eso, tampoco es que me preocupe demasiado.

No. Lo que realmente me empieza a irritar es que ese maldito chucho de aliento llameante haya podido alcanzar mi mochila recalienta mi ya cocida cerveza. Y con la cerveza, no se juega.

Alzo mi espada por encima de mi cabeza mientras mis ojos relampaguean a traves de la cimera de mi yelmo. Entre dientes, digo.

Esto me lo vas a pagar bastardo. Y va a ser con dolor y sangre.

Mi acero describe un semicirculo perfecto y su filo acaba golpeando el hocico de la bestia. Aulla de dolor el perro mal nacido este y yo, alzo mi escudo listo para resistir su siguiente acometida.

Un nuevo rayo cayó contra los dos grandes trasgos que habían conseguido sobrevivir al primero - ¡¡¡BRUUUUN!!! - sonó cuando alcanzó el suelo.

Por su parte, el felino hizo alarde de agilidad y esquivó el aliento dañino del can, sin que éste le causara daño alguno, y se dispuso a atacar al perro aparecido en defensa del grupo.

Katan grita extasiado, al ver como el ogro le aplasta el cráneo al trasgo. Sabiendo que no pasarán más que unos pocos segundos antes de que el monstruo conjurado desaparezca para siempre, el ermitaño grita furioso.
SI! Bien hecho Pucho! -al instante, la retorcida mente del viejo del pantano bautiza con un nombre a la impía criatura del averno.
...pero no los rompas tanto maldita sea! No me sirven si les arrancas la cabeza de los hombros! ARRRJJJ!

El ogro, se gira al sentir las afiladas zarpas del trasgo, y sin comprender mucho las confusas palabras de quien lo controla, descarga su garrote hacia la frente del humanoide.

Uggg....Gurrrg....gut....gurkaaaa....magurrrkkk...rebrooo-ce
Los gruñidos guturales del muerto viviente, son incomprensibles, excepto por el trasgo, el cual percibe la amenaza en sus palabras.

 Sin dejar de cantar, la menuda muchacha se mueve entre sus compañeros, girando y medio saltando, con gran agilidad hasta ubicarse de forma que tiene el can infernal a disparo y suelta una flecha, que vuela rauda, clavándose profundamente en suflanco.

 Necrull, ante la situación opta por mantenerse a la espera.

 El rayo de Porfidius termina por matar a los dos grandes trasgos que quedaban en el bosque. Mientras, el ogro zombie aplasta con sus manos la cabeza del otro gran trasgo.

Solo queda una de estos soldados vivos, y sigue luchando con fiereza. Sin embargo, Shadobeard no tiene dificultades en bloquear su ataque.

Un fuerte arañazo y un mordisco del leopardo aturden a la criatura, algo que aprovecha Henderch para, de un solo tajo decapitarla.

Entre Evea y yo, hemos acabado por destrozar al chucho de mal aliento. Y yo, miro a mi compañera y digo.

¡Excelente!. ¡Esto es lo que pasa cuando me tocan la cerveza!.

Y quizás Evea arquerara una ceja al oír mi motivacion. Pero no tiene mucho tiempo para quedarse mirandome pues, enarbolando mi espada, salgo a la carrera hacia el trasgo que sigue en pie. Y mientras corro, entre dientes digo.

Y tu tampoco te vas a escapar. Aquí llega tu ración de acero.

El trasgo gira la cabeza en ese momento y lo que ve, quizá con algo de asombro, es a una figura recubierta de acero, con un casco lleno de pinchos por todas partes y soltando reniegos cargando a toda velocidad contra el.

Aprovecho el impulso de la carrera y lanzo una estocada sobre mi oponente con la sana intencion de atravesarle las tripas. Y es que, ya voy teniendo ganas de acabar el asunto. Pues combatir tan temprano, siempre me da sed.

 Evea, una vez las amenazas inmediatas y cercans han sido neutralizadas, aún lejos de tranquilizarse, se mantiene a la aspectativa de que cualquier criatura pueda salir de la nada.

 Se mantiene en una postura dinámica, barriendo con la mirada las cercanías, con su Lira cargada.

 Sigue cantando, aunque en estos momentos entona un ritmo menos intenso... a punto de hacer un crescendo en cualquier momento

Viendo la carga de su compañero, Shadowbeard se desplaza un poco al lado para ponerse en la retaguardia del gran trasgo, aprovechando que el pobre infeliz tiene dos enemigos por los que ocuparse el enano aprovecha para atacar en el momento que ve una brecha en las defensas.