Partida Rol por web

Las sirenas comenzaron a sonar por toda la nave. El momento que todos habíamos estado esperando y temido por fin había llegado. De nuevo bajaríamos a enfrentarnos a la maldita raza arácnida, y esta vez sería el todo o nada. Muchos no regresarían, pero eso ya lo sabíamos cuando nos alistamos en la infantería móvil.

Con la práctica de los duros y múltiples combates que había experimentado, recogí mis cosas, mi maletín, mis armas, mis municiones, comprobando que todo estaba en su sitio. Una vez en la lanzadera ya no habría vuelta atrás y lo que lleváramos o dejáramos de llevar podría ser la diferencia entre la vida y la muerte, no solo de uno mismo, sino también de mis compañeros.

Mientras me dirigía a la lanzadera, me crucé con Samantha, Brocheta y Ethan, tres de los novatos a los que debía la vida. Aunque ya había tenido noticias, el verles vestir el uniforme de la infantería móvil me hizo sentir orgullo.

Bueno muchachos, allá vamos de nuevo. Me alegra veros de nuevo digo guiñándoles un ojo

Según subíamos a la lanzadera, me encontré con todos los camaradas, a los cuales fui dando palmadas en los hombros

¿Qué tal Miller? ¿preparado para estrenar rango? comento sonriendo a nuestro nuevo cabo antes de ver pasar a la sargento vaya sargento, veo que sigue siendo un placer verte caminar. Antes de que me soltara un rapapolvos, ya me estaba alejando de la peligrosa señorita Jane para escoger un sitio en la lanzadera.

El sonido de alarma sonaba a constantemente y Franz se aseguraba de que todo su equipo estuviera en orden -No me gustaría que mi arma fallara o que el casco me diera problemas, por fin otro gran día en la infantería móvil que ganas tengo de tener a punta pistola a uno esos bichos y encima me pagan por ello que mas puedo pedir 

Con los infantes de los escuadrones Eco y Gatling a bordo de la lanzadera Viking con capacidad para hasta 40 pasajeros, y con estos ya ubicados en sus asientos, el piloto tomó la palabra al tiempo que activaba los seguros en los asientos. –Esto será muy movido, los bichos han intensificado el bombardeo al ver el despliegue de tropas. Intentaré que lleguemos enteros-. Concluyó sentando un cierto nerviosismo en los infantes quienes no querían morir sin haber siquiera tocado el suelo.

No hubo tiempo de responder nada, o al menos no para que el piloto lo escuchara pues al tiempo que terminaba la transmisión, los motores iniciaban su característico sonido acompañado de una fuerte vibración.

A los pocos segundos de que la lanzadera se alejara de la nave Sirius Beta en la habían estado albergados durante los últimos días, las maniobras evasivas se hicieron llegar causando que una poderosa fuerza G jalara a los infantes de un lado a otro con severa brusquedad.

Y por si esto fuera poco, las transmisiones de radio entre las lanzaderas que alcanzaban a escucharse de forma confusa por el sonido de los motores, dejaban en claro la mal que la estaban pasando todos. Varias veces se escucharon gritos y llamados de auxilio; varias veces esas llamadas fueron respondidas para luego quedar en silencio; varias veces el estruendo de explosiones se hizo sentir y el desaliento y miedo de los pilotos empezaba a infectar a todos.

Aquellos momentos fueron eternos para los infantes, y aun cuando en realidad no hubieran pasado mas de 10 minutos antes de que dejaran lo peor atrás, para muchos el tiempo había sido tan largo que sentían que habían envejecido un año por lo menos en aquel trayecto debido a la tensión acumulada.

Para un infante era fácil combatir el miedo en batalla a través de la ira respondiendo el ataque. Pero cuando el infante se encontraba impotente y no tenía modo de responder, era muy sencillo que ese miedo lo envolviera y lo llevara incluso a la locura.

La paz llego de forma súbita, los infantes se encontraban tan concentrados en agarrarse con fuerza a los seguros que no se percataron de esto hasta que los pilotos retomaron la comunicación.

-Estamos entrando en órbita, tocaremos tierra en casi un minuto. Tal parece que aquí casi todos lo han logrado-. La trasmisión finalizo sin mas detalles. Para los infantes lo importante era que pronto podrían salir de allí para hacer lo que sabían hacer, matar bichos.

Mierda, mierda, mierdaaaaa!!!!... el descenso sacaba lo peor de J sus miedos y traumas - que asco odio estas atracciones son de lo peor y no prometen nada bueno... - sudando, Josh cierra los ojos y aprieta los dientes... - vamos tio intenta pensar... ¿que hay que hacer? joder como si no lo supuieras, tu arma, tu equipo... revisa, revisa... fusil? entero, cojonudo no me apetece tirar las balas a puñados, municion? vale estatoda y no parece haber menguado, resto de equipo? este todo... pues no a sido para tanto... caguen... eso es que lo peor esta por llegar...

Las vibraciones hacían que el casco de Ethan golpeara de vez en cuando la pared produciendo un sonido contundente..."Clonc....cloncclonc...."

"Joder....espero que lleguemos enteros, al menos para poder matar unos cuantos antes de diñarla......coño...." pensó mientras apretaba los dientes y cerraba los ojos.....

Sus manos se aferraban con fuerza a los arneses de seguridad, intentando contrarrestar la fuerza G de la nave. "Que no fallen los arneses...que no llego...."

Tras unos minutos de ansiedad creciente, donde su estómago se fue endureciendo cada vez con un sentimiento de miedo y un dolor difícil de controlar, la voz del piloto lo sacó de sus pensamientos...."...un minuto...vamos...un minuto más...." 

Mia soltó un suspiro de alivio en cuanto las turbulencias cesaron y escuchó la transmisión de los pilotos. Lo que le acojonaba no eran ni los llantos y gritos de sus compañeros ni el inminente combate. No. Lo que ella no soportaba era la idea de morir en el vacío espacial. Que me despiecen y devoren los bichos... pero me niego a estallar como un globo sin poder luchar por mi vida.
En cuanto la comunicación terminó, hizo repaso mental de su equipo y del plan, buscando recuperar la concentración. En cuanto lo logró, apenas le duró unos instantes, pues no tardó en recordar la bravuconada de Stukov al entrar en el transporte.
- ¡Mijail, chulo! ¡Son tus huevos de zapador los que voy a recoger del campo de batalla! ¡Como no te centres no vas a pasar del primer bicho!
El tono de broma y camaradería quedó claro, así como la idea de que Mia no se iba a dejar pisar por ningún "hombre". 

Al terminar los infantes de abordar el Viking, Frost entró justo antes de su sargento para asegurar su propio arnés y terminar de supervisar el descenso de los novatos.
El descenso fue movido, como de costumbre; para el cabo no había costumbre que lo librara de un estómago revuelto en ese caso. Sujetándose de la férrea protección, tiempo pasó relativamente rápido, la superficie helada de Galdonia VI lo esperaba otra vez, ya solamente faltab un minuto. Podía contar los segundos con la palpitación de su corazón, que ahora lo sentía colarse entre el rechinar de los arreos, como si su armadura de combate fuese una caja de resonancia.

¡Eh Stukov, creo que te han dejado las cosas bien claras! respondió al comentario de Mía mientras se acomodaba el fúsil reglamentario Vamos, infantes, pronto estaremos abajo. Quiero las mentes despejadas y sus armas a punto.

Él estaba bien. Habiéndose puesto debajo del casco las gafas de sol, y habiéndose metido un cigarro para que el interior del casco oliera a tabaco, se sentía listo para comerse a todo bicho que se le pusiera delante. Pero fue una palabra de la frase del piloto que hizo que aquella sonrisa despreocupada se convirtiera en una clara mueca de preocupación. ¿Intentará?

Se llevó las manos a los seguros, con intención de ponerse en pie, y preguntar de una forma más directa y cara a cara que quería decir con que "lo intentará" Mijail, al igual que varias generaciones de Stukov antes que él, debía morir de cáncer de pulmón, no metido en una maldita lata de sardinas en medio de la nada. Por desgracia, sus intentos para quejarse cara a cara con el piloto no llegaron a nada, pues el sonido de los motores lo ensordeció, y la vibración le dio a tender, amablemente, que mejor se estaba quieto, y comenzaba a rezar.

Aun estaba pensando a que divinidad encomendarse, cuando sintió las Fuerzas G actuar sobre su cuerpo. Volvió a agarrarse a los arneses de seguridad, con la seguridad de que podía notar, dentro de su cuerpo, las tripas ir y venir dentro de su propio cuerpo. Apretó los dientes, cerrando los ojos, escuchando la radio, los gritos, las explosiones, el ruido. Recordó el ataque de los bichos a la estación, y no pudo evitar pensar lo mismo. Oh Fortuna, Bendita Ramera, pon esta puta nave de un solo trozo en el suelo y te juro que me tatuó tu nombre.

No fue consciente de cuánto tiempo paso, ni cuánto tiempo había pasado desde que aquellas idas y venidas habían pasado, cuando abrió los ojos, y escuchó la transmisión de radio. La tranquilidad. Tuvo que comprobar dos veces si ya estaba muerto, o no.

Tras comprobar que seguía vivo, que aquella Diosa Ramera había protegido aquella nave, comenzó a reír. A carcajadas. ¡Ja ja ja ja ja ja! ¡Me cago en la puta! Siguió riendo, aspirando con fuerza el aroma que había dentro de su casco, el de aquel cigarro que le recordaba que aun seguía vivo.

Miró a Mía, cuando lo llamó chulo. ¡Si los recoges tu ya me doy por satisfecho!  siguió la broma, liberando la tensión, el estrés y el temor del descenso con humor. Si no lo hacía, posiblemente estallaría allí mismo. Ya te tengo a ti para que te concentres por mí. Tu dime donde y yo le doy una dosis de calmantes de plomo.

¡No le de ánimos, Cabo! Se esta jugando que cuando volvamos no le invite a cigarros. Siguió bormeando, mientras con el arma apuntando al suelo, y comprobando el seguro, comprobó el estado del arma, que estuviera cargada y el estado. Hizo recuento de cargadores, de granadas, y de paquetes de tabaco.

Listo, señor. Esta vez si usó un tono más formal, más serio.

Alex estaba sentada justo al lado de su segundo al mando. Su cuerpo se movia como si de un muñeco de trapo se tratase se dejaba llevar de un lado al otro sin ofrecer resistencia. Pero en ningun momento de todo el trayecto no cerro la boca, dando directrices a sus hombres. No tenia tiempo a sentir el miedo, tenia demasiadas cosas que decir y el medio tenia que guardarselo para ella.

Eco atentos.

Equipo 1: Mc Allen, Garcia, Ramirez, white y Hutchinson. Alex como lider.

Equipo 2: Dante, cain, josh, baron y vincent. Lider Miller.

Binomios; deja unos segundos para que lo asuman los infantes.Mc Allen conmigo. Garcia y rodriguez, white y Hutchinson. Miller y dante. Cain y josh. Baron y vincent.

Alguna pregunta?

La hora había llegado y la fiesta había comenzado. El miedo era algo natural, tan solo había que controlarlo, daba igual si moría en una puta lanzadera o entre las pinzas de los malditos arácnidos. Morir era parte de lo que se pedía a la infantería móvil, aunque el miedo a morir siempre estaba presente, haciendo saber que todavía estaba vivo.

Los 10 minutos fueron eternos, aunque con la cháchara de la cabo me entretuve. Lanzando miradas hacia sus pechos estrujados por los arneses me permití fantasear durante un rato, mientras hablaba de binomios.

Cuando el piloto volvió a hablar, mi ensoñamiento se rompió y me hizo volver a la realidad. ¿Vincent? bueno, en realidad daba igual, confiaba en todos estos cabrones que eran casi como hermanos para mí. Allí abajo solo eras lo que era el conjunto, solo no durabas una mierda. Miré a Vincent con un gesto de asentimiento levantando el pulgar justo cuando comenzábamos a tomar tierra.

Miller por unos instantes tiene la certeza de que si no fuese por su armadura, su cuerpo reventaría en un montón de pequeños cachos de zapador debido a la fuerza G a la que es sometido. Sin embargo los saltos en el entrenamiento y las misiones reales le permiten sobrellevar este momento con bastante tranquilidad, pues sabe que poco puede hacer excepto tratar de no cagarse encima. De hecho podría hacerlo y nadie se enteraría, es una de las ventajas de llevar una armadura pesada de la infantería móvil.

La Sargento empezó a gritar órdenes por encima del estruendo de los motores, casi no podía entenderla pero tampoco hacía falta. Estaba cantando las formaciones que ya habían ensayado y sabía que eso daría a la Eco mucha flexibilidad para adaptarse a lo que fuese que tuvieran que enfrentar, pero iban a desplegarse junto con la Gatling y debían coordinarse bien ambas escuadras o esto sería un desastre. Pensó que tal vez debería hablar con Alex.

Por si acaso empezó a ladrar por encima del ruido, a través de las comunicaciones de los cascos todos pillarían la mayor parte de las órdenes.

¡Muy bien nenes ya habéis oído a la Sargento, cada oveja con su pareja! desplegarse rápido y no os apelotonéis, esta "lata" atraerá el fuego de artillería como la mierda a las moscas, así que evitad los embudos y poned tierra de por medio entre un binomio y otro. Hay que asegurar el perímetro. 

-Sentía la emoción recorrer por todo su cuerpo esa sensación que se tiene justo antes de una batalla con alguna que otra respiración fuerte. -Baya parece que la cosa esta bastante movidíta me temo que mas de uno va a morir antes de siquiera pisar tierra menuda mierda si hay que morir que sea allí abajo en el campo de batalla delante de esos bichos por lo menos allí tienes la oportunidad de plantar cara a la muerte y con suerte llevarse por delante alguno de esos bichos   

El vuelo iba todo lo bien que podía ir uno encerrado en una lata cuando la cosa se complico.

Pronto todo se movía a toda velocidad golpeandonos.

Entonces me parecio ver algo moverse donde García. Ella habia comentado algo sobre su camilla y si no estaba bien asegurada podía haberla golpeado.

Así que sin pensarlo solte las amarras empezando a dar pequeños botes hasta llegar a ella con un fuerte golpe en el brazo. Allí me la encontre perfectamente agarrada y con la camilla bien controlada. El sonido debio de haber sido un simple golpe.

"¿En qué pensabas, maldito idiota? ¿Querías rescatarla? García sabe cuidarse perfectamente ella sola. Y como premio por tu genial actuación reza porque no te hayas roto el maldito brazo. Y todavía tenemos que caer"

Sujetandose lo mejor que pudo intento afianzarse mientras oía las ordenes de la sargento

-Solo si la formación es en abierto o en cerrado y si tenemos que contar en ella con los de Gatling o seguimos trabajando como mejor sabemos-

Aprete los dientes porque el brazo me dolía de veras antes de seguir en tono lo más normal que podía mientras evitaba rebotar más de lo debido

-Ya oíste, White. Espalda contra espalda. Como lo habiamos hablado.

McCallen, me apunto a lo dicho por Rumsfeld y cambio los terminos de la apuesta. Al que le queden más balas cuando volvamos paga las cervezas-

el metal volaba como un ladrillo o por lo menos es como siempre había imaginado que pasaban las incursiones de esta categoría, prefería pensar en las velocidad a la que salia una bala de su morita o cuanta sangre perderían los insectos antes de morir, todo menos en su familia o en que la maldita nave explotara, ya tenia bastantes cosas en que pensar entonces.

de repente la leona comienza ha hablar, y debía prestar atención, el guerrero afirma señor si señor dice mientras haciente con la cabeza a su compañero, vamos a balear a esos malditos concluyendo con un buffido.

Jenkins rechino los dientes durante los 10 minutos que duro el descenso. La noche anterior habia sido fatal, pero habia logrado pasarla sin consolarse con la botella, aquella amante de cuello alargado que hacia que todo mejorara. A la mañana, se habia sentido tan orgulloso y confiado que se preguntaba en voz alta porque no habia abandonado antes la bebida.

Esta era la razon, recordaba ahora mientras se aferraba a su asiento, tratando de parecer tranquilo y concentrado. El sudor le corria por la frente y se le acumulaba en las cejas, y justo cuando penso que no podria resistir mas... Todo termino.

Estaban en tierra al fin.

McAllen no paraba de zarandearse, pero no era nada en comparación con el primer descenso. Ésta vez tenían equipo de verdad, de ese que recuperan tu cuerpo para que no se pierda el equipo, simplemente por eso, lo que querías decir que si había sobrevivido con una armadura de papel de fumar, ¿por qué no hacerlo ahora?, y como si un dios bromista le hubiera escuchado el aviso del piloto le cayó como un jarro de agua fría- bah, venga, que llegaremos, seguro que sí. Venga, venga, venga.

Escuchó entre zarandeos y "saltos" las instrucciones de la sargento. Tuvo que hacer gala de todo su poder de concentración para enterarse bien de lo que decía. En el equipo uno estaba con Tarta y Ahivá, eso siempre era bueno, pero no estaba en los binomios- Entendido señora -contestó al hecho de hacer de "pareja de baile de la Sargento"

-El que tenga más sangre de bicho encima -gritó a Hutchinson para hacerse oír por encima de todo el estruendo de motores y arneses sufriendo tirones. Esbozó una sonrisa y miró a Sam, que estaba a su lado- parece que esta vez me toca hacer "de compi de ligues" de la jefa. No te pongas celosa, ¿vale? -y otra vez esa risilla nerviosa surgió de su pecho. Buscó a Baron con la mirada entre todo el estruendo- Baron, no me hagas arrastrarte por media fortaleza de nuevo, ¿de acuerdo?

Entonces escuchó la voz del piloto de nuevo- bueno, ahora solo quedan los hoppers, los plasmas, los bichos y su puta madre... al menos ya tengo experiencia en saltos de emergencia -se animaba mientras intentaba pensar en todo lo que iba a ocurrir ahora.

Hans estaba nervioso, pero los controlaba con rutinas mentales. Armas y desarmar su rifle, procedimientos de caza y rastreo. Normalmente se evadía a su infancia en la que cazaba con su padre, un tiempo más sencillo y simple, pero necesitaba ser ciudadano para poder ser cazador de pleno derecho. Y ahí estaba.

Escuchaba las órdenes y las bromas de los que se conocían o eran más veteranos, y no pudo evitar una medio sonrisa. Las bromas de los que esperan morir -pensaba con cierta tranquilidad mientras volvía a sus "rutinas".

Cuando el piloto dijo que lo "Difícil" había pasado, no pudo evitar soltar un silbido de alivio y sonreír- estaba dudando que lo consiguieramos -dijo a los que tenía más cerca- ahora tendremos la posibilidad de cazar bichos.

- ¡Ja ja!

Las bromas cruzadas con Stukov y el cabo lograron relajarla. Hombres... les encanta golpearse el pecho para llamar la atención... Aunque hoy no les culpo, no es una situación fácil. A pesar de su fama de mujer dura, bien labrada, ella también precisaba de humor para evadirse de cuando en cuando.
Siguiendo las órdenes del cabo Frost, Mia revisó una vez más su equipo. Al terminar, saco una pelota de goma ajada de uno de los bolsillos de su combat belt, cerró los ojos y comenzó a apretarla rítmicamente hasta esperar nuevas órdenes. Eso siempre la relajaba.

Con un demonio. Las sacudidas y la ansiedad encienden la adrenalina de todos incluyéndome. ¿Cómo no estarlo sabiendo que podríamos morir con los cargadores repletos y los seguros puestos? Los dientes apretados y la mente dando vueltas por todos lados. ¿Quién podría culparnos por apostar o decir cualquier cosa en estos momentos? Nuestras mentes tienen que seguir limpias de cualquier duda o moriremos de frío, terror o cualquier cosa que uno pueda llegar a ocurrírsele e incluso más.

Finalmente la vos del piloto se deja escuchar nuevamente por el intercomunicador dándonos buenas noticias al parecer. Pronto llegaremos y podremos hacer lo que más nos gusta o eso decimos todos para no ocultar nuestros demonios internos.

La nave empieza a traquetear violentamente, la armadura rebota en las prtecciones y la cabeza me da vueltas. Comienzo a soltar una risa sorda imaginándome una maraca alada, justo en el momento en el que me muerdo la lengua debido a las turbulencias, justo en el momento en el que la sargento se pone a repasar la formación. Miiiieeeldda. Mejor callate la boca no sea que te la cercenes.

Cuando escucho mi nombre de boca de la sargenta le lanzo una mirada a Miller que mantengo hasta que me la devuelva, en ese momento me pongo dos dedos ante los ojos y luego los señalo. ¡CULO Y MIERDA! ¿EH CABO? Luego pego la lengua al cielo de la boca mientras me siguen traqueteando los dientes. Me tendría que haber traido algo para morder... Bueno, ya la próxima, esperemos que haya próxima...