Partida Rol por web

Los infantes iban recobrando la consciencia a mi alrededor y los que ya estaban conscientes intentaban ayudar a liberarse o liberarse ellos mismos de los arneses que les mantenían presos. De la cabina nos llegaban las voces de los pilotos y los disparos de sus carabinas.....los bichos ya venían para aquí. Ese conocimiento nos hizo ponernos en marcha.

Apago la fuerza aumentada de la armadura y recibiendo por parte de Miller su morita me pongo vigilante ante las posibles entradas que puedan aprovechar los bichos.....tenemos demasiados compañeros inconscientes o atrapados.

- Ok Miller, ni un solo bicharraco entrará aquí en mi guardia.

Ahora solo queda esperar a que los demás se despierten y que ningún bicho decida entrar.

A medida que sus compañeros se iban despertando la tensión crecía, mientras observaba a sus compañeros tratando de encontrar un modo de liberar se encontró con Rivas forcejeando con su arnés sin mucho mas éxito que el mismo, tras lo cual mientras el soldado pedía una palanca, Tarcus le respondió -Rivas, no creo que haga falta, he visto como muchos se soltaban por si solos, si tu tiras a la vez que yo empujo debería ser suficiente para quitarme esto-

Sam empezó a escuchar sonidos como si vinieran de kilómetros de distancia y por debajo del agua, graves y sombras moviéndose. Tras parpadear varias veces comenzó a percatarse de lo que pasaba a su alrededor, pero aún estaba muy atontada.

Es como una resaca, pero como un montón de chinches de por medio

Claro señor, estoy en camino. Contestó, quitando el seguro a su arma un segundo antes de colocarse en posición de tiro, esperando la entrada de los bichos. Se puso en posición, afinando no solo la vista, si no también el oido. Las noticias de Llorens, más veterano que él, no le hicieron demasiada gracia. ¿Tardar más en volver de lo esperado? Menuda putada.

Alzó el arma, apuntando a la posición señalada con el dedo sobre el gatillo, esperando que apareciera algun bicho. No se preocupe, señor, no pasarán.

Alex apaga el potenciador de fuerza del traje ahorrando su bateria, justo a tiempo cuando uno de sus compañeros le tira un rifle, alex como acto reflejo lo sujeta y apunta en direccion a la zona de los pilotos.

Baron alibera a todos los marines. Preparaos para salir y asegurar un perimetro. Brocheta! contacte con el cuertel e informa de la situacion.

Ahora, algo mas concientes de lo que sucedía tanto en la lanzadera como a su alrededor, los infantes lograron identificar que el pequeño retumbar metálico como canicas estrellándose contra el suelo, eran en realidad balas que se estrellaban de forma caótica contra la lanzadera. Si se ponían atención, incluso se podía escuchar el caos de la batalla que se escuchaba afuera, gritos, órdenes, disparos y más. Y por si esto no fuese suficiente para los infantes entendiesen que estaba sucediendo a sus alrededores, una explosión retumbo cerca de la parte trasera de la lanzadera haciendo que todos los infantes que se estaban liberando se diesen más prisa aun.

-No maldita sea no- gritó aparentemente el piloto en la cabina al tiempo que hacia resonar su peacemaker. Acompañados por las balas, una secuencia de gritos desgarradores se hizo sentir en toda la lanzadera y culmino que ver volar por el pasillo a la zona de pasajeros un brazo destrozado y cercenado del piloto, el cual curiosamente aun tenía aferrada la pistola.

Dándose prisa y conciente de la situación, el técnico Baron logró liberar a todos los infantes quienes seguían atrapados debido a los arneses, aunque en la realidad, ya la mayoría lo habían logrado por su propia cuenta. Y cuando los arneses subían de forma automática permitiendo a los infantes ya concientes, poder reaccionar ante lo que sucedía, un par de bichos obreros surgieron por el pasillo que daba a la cabina de los pilotos. Pocos infantes estaban listos para reaccionar en esos momentos, pero para su suerte, la experimentada sargento Odonell del escuadrón eco sabia que hacer y anticipándose a ello, ya estaba lista para recibirlos con una lluvia de balas que destrozó a ambos bichos.

Al tiempo que eso sucedía, uno de los fusileros ligeros que escoltaban la lanzadera, concientes de que tenían que salir cuanto antes y entrar en la batalla, se apresuró a abrir una de las compuertas mientras le indicaba a su compañero que abriese la otra. Tras activarse un simple dispositivo mecánico, la compuerta empezó a abrirse desde el suelo hacia arriba. El infante ligero, interesado en cumplir su deber se dio la vuelta para indicarle a los infantes que todo estaba listo, que ya podían salir de la lanzadera, pero entonces un bicho grande parecido a un obrero pero con un camuflaje atigrado entre blanco y negro surgió frente a ellos para capturar al fusilero y lanzarlos por los aires tras partir su cuerpo en dos.

Me intentaba soltar de estos seguros, pero no lograba siquiera moverlos - No pquiero morir aquí... maldita sea... - Miré al escuadron que quedaba - Chicos, ayúdenme aquí, esto no quiere ceder... -. Por suerte el técnico fue a nuestro auxilio y me ayudó a soltarme - gracias.

Levanté mi arma y la empecé a cargar para salir de ahí lo mas rápido posible, pero no todo estaba tranquilo; aún se podían sentir las balas estrellándose contra la lanzadera - Cuales son las órdenes, señ...- No había terminado de hablar cuando un brazo cercenado voló hacia nosotros, cayendo frente a nosotros - que caraj...?? -. No supe qué hacer, solo me congelé...

los seguros que lo mantenían pegado al asiento me liberan miro a mi compañero y le hago un gesto de agradecimiento, por un segundo creí que venía de espectador, gracias hermano dice mientras se incorpora rifle en mano, sabe que los bichos están al acecho y aun tiene el aterrador sonido de la muerte del piloto en la cabeza, sin embargo ve a su sargento que le infunde coraje, y sabe que vino a pelear, en cuanto aparece ese maldito bicho el corazón de vincent dio un salto, sin embargo el iba a cuidar de su compañero que estaba terminando de liberar a los atrapados, avanza un poco y se coloca en posición de disparo de rodilla, y en una ráfaga de fuego de supresión descarga un tanda de balas al enemigo el cual como todos los malditos bichos es agil.

los arneses ya se habían levantado y tras escuchar los sonidos del piloto ya se estaba preparando para despachar nuevas ordenes, se encontraba mirando a Phillip cuando un brazo paso volando cerca de el, sin darse cuenta el soldado se encontraba mirando a aquella criatura sin saber que hacer

Stukov se apartó de Vandel, mirando a su alrededor, y se acercó a sus cosas, recogiendolas y guardandolas rápidamente en los diversos bolsillos y espacios de la mochila. Miró al Soldado de Primera Llorens cuando este le dio las ordenes de cubrir uno de los puntos, y se encaminó hacia allí cuando escucho alguien abrir fuego.

Aquello lo puso en alerta, haciendolo girar, alzando ambas cejas sorprendido al ver a dos bichos muertos. Joder, hay que estar más atento. Se quejó mentalmente, cuando se puso junto a Llorens. Algo nuevo llamó su atención, la puerta se estaba abriendo, por fin podrían salir de esa maldita ratonera. Joder, que ganas de sacar el culo de aquí. Como me apetece un cigarro... Pensó, momento en el cual, mirando al infante que les hacía señales, un bicho apareció. Nunca había visto nada igual, y retrocedió un paso. La puta ¿Que coño es eso? Levantó el arma, apuntando al bicho, y miró durante unos segundos al Sargento, esperando ordenes.

¿Pero que cojones hace? Señor, ordenes. Pidió, y se dio cuenta que el Sargento estaba mirando al bicho ¿Se ha a acojonado? Estamos listos. Pues yo no soy una puta nenaza.  Levantó el arma, apuntando al bicho y asegurandose un buen disparo. No iban a matarme esperando ordenes.

¡Por fin!, los técnicos consiguen liberar a los infantes de los cierres de seguridad. Mucho movimiento en tan poco espacio, disparos por la cabina, seguidos de las vísceras desparramadas de los bichos sobre los cuerpos sin vida de los pilotos. La sargento de la eco no había dudado ni un segundo, eso le gustaba.  

Agarró sus pertechos, justo en ese momento abrían una de las compuertas y antes de poder pestañear, uno de esos monstruos destrozó al infante ligero que la había abierto. Nunca había visto a un bicho como ese, sus latidos se aceleraron pero mantuvo la concentración, sólo debía recordar su entrenamiento.  Sobre el arácnido empezaban a lloverle las ráfagas de los infantes que ya estaban preparados esperaba que lo despacharan , desde su posición no podía efectuar un disparo seguro esperaba que pudieran despachar a esa cosa. A pesar del peligro evidente sabía que algo más podría pasar, siempre pasaba algo más.

- Haggar operativo. -  a la par que volvió la vista y vio como el sargento estaba petrificado, sin responder, maldita sea.- Si unos de esos ha entrado por aquí, puede que también intenten entrar por la otra compuerta. - dijo a Stukov quien parecía ser el único de momento que parecía responder. 

En cuanto los arneses cedieron y se abrieron, Mia suspiró aliviada. Joder, creí que me iba a quedar atrapada a merced de cualquier bicho cabrón. El eco de las balas retumbaba en el interior de la nave así que instintivamente recogió su equipo, desconectó el incremento de fuerza del traje y empuñó su arma. ¡Preparada sargento!

En ese mismo instante se oyó un chasquido que indicaba que la compuerta del transporte había comenzado a abrirse. Mia pudo entrever a un fusilero sonriente que les instaba a salir justo antes de que fuese despiezado ¿Pero qué...? ¡Mierda! Sin dudarlo buscó la cobertura más cercana que le cubriese de cualquier ataque que llegase del exterior. Una vez en aquella posición más ventajosa, Mia se dispuso a disparar contra el bicho o lo que fuese que había matado a su compañero. Pero lo que vio, un bicho-tigre descomunal que ya se abría paso a través de la compuerta, la dejó petrificada, incapaz de reaccionar.

Todo sucedió rápidamente, antes de que Frost pudiera intentar chequear por mecanismos en la nave, ya Baron había liberado todos los arneses que importaban. Los infantes comenzaban a agitarse dentro de la lanzadera y la balas cantaban cada vez con más intensidad. No tuvo tiempo para pensar, sus instintos ganados ya en tantas batallas se dispararon cual morita en automático, junto con una sana dosis de adrenalina. Antes de poder decir algo ya tenía su rifle reglamentario en las manos y dio un paso al frente para frenar el enorme Tiger que acababa de despachar a un infante ligero. No voy a dejar que esa alimaña se acerque a mis hombres, vamos a salir de aquí.

¡No pidan órdenes soldados! cuando hay arácnidos amenazando sus vidas, ¡qué no quede nada en pie! diciendo ésto, descargó una ráfaga corta sobre el bicho. Estamos en un lugar estrecho, mucho cuidado con el fuego amigo. 

Una vez que todos los infantes estaban libres de los arneses de seguridad, asentí a las palabras de Vincent mientras iba a recoger mi equipo.

En ese momento, el ruido en la cabina hizo que girase la cabeza justo para ver el brazo del piloto salir despedido y ver entrar a uno de esos malditos bichos. Un puto tigre

Rodeado como estaba de todos los soldados de dos compañías, poco problema iba a dar, por lo que me dirigí a mi sitio. Al pasar junto al que antes fue mi compañero, Frost, le palmeé el hombro antes de llegar a mi puesto y recoger el equipo, agarrando mi morita y dándole una palmada con la otra mano

Adrenalina. No como cuando disparas por primera vez, no como cuando haces un primer salto. Adrenalina pura que hace que tiembles y que gracias al entrenamiento actúes.

Los bichos comienzan a aparecer y joder si no siento miedo, pero tenemos que cumplir, si no lo hacemos nosotros ¿quién lo hará?

-Venga Tarcus, coge tus cosas- digo cuando veo que los arneses se abren al tiempo que le alzo las cosas al medico -Los bichos no van a esperar por nosotros...

Cojo el fusil de la espalda y apunto al terrible bicho que acaba de entrar en escena -nos van a masacrar a todos sin haber salido- Tengo demasiados compañeros delante, así que no tengo un disparo seguro, pero lo que si hago es separarme de la pared al pensar en una garra atravesando el casco.

Vigilando que nadie se asome por el lugar que estamos vigilando veo que de golpe los dos fusileros ligeros sin mucho amor por su vida y la nuestra abren sin más las compuertas. El ruido de las balas contra nuestro casco, el de los bichos, la peacemaker, esto es jodidamente más duro que en el entrenamiento. Un brazo sale volando hacia donde estábamos nosotros con un arma en su mano y de golpe un grito que me deja por un momento aturdido.

Miro al arácnido tigre con sus líneas blancas y negras, quiero levantar mi morita contra esa bestia pero no logro ni siquiera a mover un brazo que ya el Cabo Frost y otros más le dan plomo por todas partes. Mi cabeza da vueltas y miro para todos lados. - Stukov, cúbreme un momento. - Cambio la visión a natural para poder ver todo y salgo disparado ahora sabiendo que más infantes estaban disponibles a buscar el resto de mis cosas. Respira con un demonio, respira.

Tras esto, vuelvo junto al resto del grupo para seguir manteniendo la posición y evitar filtraciones. - Gracias. - Digo casi susurrando tras mi breve ausencia.

Ethan, tras recoger todo su equipo, se había movido hasta el hueco que daba a la cabina de los pilotos, intentando llegar a tiempo para cubrirles, pero fue en vano...un tableteo desesperado de peacemaker, seguido de unos gritos desgarradores le dijeron todo lo que necesitaba saber. Que el brazo cercenado pasara a escasos centímetros de su cara fue un pequeño añadido a lo que estaba por venir pronto. Él ya se había preparado mentalmente para ésto. Diferente fue cuándo dos bichos aparecieron casi pasando por encima suyo, pero sus rápidos reflejos lo salvaron, se posicionó a un lado justo a tiempo, ya que la sargento descargó toda su furia sobre ellos. Tragando saliva, asintió en dirección hacia ella, agradeciéndole, una vez más, haberle salvado el culo... Sin casi tiempo ni para pensar, los marines ligeros abrieron las compuertas, pero uno de ellos fue desmembrado delante de nuestras narices...mi semblante apenas se inmutó... Apenas me tembló la comisura del labio... Ya había visto cosas peores...y lo que me faltaría por ver. Ignorando al bicho atigrado, pues varios compañeros lo estaban masacrando, miré si algún piloto estaba con vida y cubrí aquella posición para que mis compañeros pudieran hacer otras cosas...."Sar...sargento, cu...cubro el fron...fr..frontal..."

Gracias Maynard - dice Garth mientras un extraño sonido en su armadura le hace temerse lo peor.

Mierda, Mierda, Mierda ... ahora no, ahora no puedes fallar.

Pero no es tiempo para arrepentimientos tras una horrible maniobra para liberarse de la presa de los arneses, pero gracias al destino antes de que los bichos le cazaran como un mosquito en una planta carnívora, la presa se libera.

El soldado rápidamente ante la premura de la acción y la lluvia de balas en que se estaba convirtiendo la cabina, decide hacerse con sus cosas lo más rápidamente posible para disponerse a desembarcar y entrar en acción.

Salgamos de aquí, esto es una lata muy caliente. Nos mataremos los unos a los otros.

Miller observa con alivio cómo las sujeciones del asiento se levanta y le liberan.

¡Bien hecho Barón!

La Eco funciona como la máquina bien engrasada que es y su capacidad de adaptación pasándose los rifles de unos a otros impide que dos obreros entren por la cabina. Las balas suenan ensordecedoras en el habitáculo y casi no se da cuenta de que uno de los infantes está abriendo la puerta hasta que ve al Tigre.

Su puta madre, ¡que alguien mate a esa cosa! un poco más y se mete en la cocina...

Había estado a punto de dejarse llevar por el pánico, pero de alguna manera reaccionó y comenzó a pertrecharse con todo su equipo.

Caín dame a mi nena, es como si te estuvieras tirando a mi hermana, ¡puajjjj!

Una vez equipado se levantó y arrebató su rifle al artillero, sintiéndose por fin listo para el combate.