Partida Rol por web

En principio no veía yo que por el simple hecho de tocar unos símbolos en piedra pudiera ocurrir algo. Sin embargo sucedió. Era como si nos hubiéramos trasladado a otra dimensión, a través de nuestros ojos se manifestaron paisajes imposibles, extraños, diferentes. Y no es que fuera algo subjetivo porque allí, en aquel lugar, también estaban las demás.

- ¿Qué, qué... cómo es posible? - la cueva o las ruinas del templo donde estábamos hace un momento habían desaparecido. También la hoguera y nuestras cosas. Ahora estábamos en otro lugar - Increíble.

Escuché la voz de Coralise a mi lado - sin duda, ésto es muy extraño.

Tulip tampoco parecía preparada para todo aquello, al igual que el resto estaba sorprendida. Vamos que, no lo había preparado ni nos había traído hasta allí porque sabía lo que ocurriría. No.

Ahora estábamos en lo alto de un acantilado contemplando el mar - ¿cómo hemos llegado hasta aquí? - estábamos en la isla, aunque tenía la duda de que fuera la misma - Tulip, tú conoces bien la isla ¿Habías visto antes ésto? - pero es que no era sólo la isla, la tormenta había desaparecido. Incluso habíamos sido desplazadas a otro lugar y nada de lo que nos rodeaba cuando colocamos las manos en aquella pared estaba allí - quizás hemos dado un salto a otra dimensión, a otro tiempo - eran posibilidades, desconocía lo que había pasado.

Tulip se introduce en aquel camino - ¿Quién nos está llamando? - no oía voces pero es verdad que antes no había visto un camino y ahora sí, había aparecido delante. La isla nos estaba llevando o quería que fuéramos a algún sitio. Miré hacia atrás, tampoco es que hubiera otra opción, así que, la seguí con cierto miedo, quizás por eso y porque Siena me daba confianza y no la quería perder tampoco solté su mano - vamos.

"Muy raro", había dicho Cora. Kate hizo varias preguntas, expresando en voz alta las dudas de las tres viajeras. Siena, admiraba y observaba, muda, ensimismada. 

-He...he visto cosas. Pero esto nunca. Creo que no estamos aquí de verdad. Físicamente, digo. 

No tenéis las mochilas, ni la cámara de fotos, ni bebida o comida, solo la ropa de antes del cambio, que no está mojada ni húmeda.

-La Isla nos llama. -Tulip sintió un escalofrío. Se aproximó a aquella columna de agua cayendo desde lo alto. Introdujo la mano en el chorro de agua. -Es tibia. 

-Tibia como la sangre de la noche. -Una voz profunda, envejecida, resuena entre la vegetación. Pertenece a un hombre delgado, no demasiado alto. -Bienvenidas a nuestro Santuario, extranjeras. Vuestros vestidos son extraños.  A ti te conozco -señaló con la lanza a la guía- Te he visto por la isla antes. 

Dio un paso hacia vosotras. -La Isla os ha elegido. Tenéis que ayudarla. Solo si queréis. 

- ¿Ayudarla? -preguntó Tulip- ¿Quién eres? 

-Los hilos del tiempo se entremezclan con los corazones de todos los seres vivos, de todos los universos y mundos. Los símbolos grabados por mis antepasados son la puerta a esta dimensión para unos pocos. Reencarnaciones. ¿Creéis en ellas? -puso un dedo en su boca.

-Shhh. El hombre de las mil lunas acecha.  

Siempre había creído que era una persona valiente, me gustaba la aventura y era muy lanzada sin pensar demasiado en lo que pasaría. Pero ahora... en aquel extraño lugar, me sentía tan aterrada como maravillada por lo que mis ojos contemplaban. Mi cabeza me decía que era imposible que existiera un sitio así pero en cambio lo estaba viendo, todas lo hacíamos, ¿cómo era posible? Como una niña asustada sujeté con fuerza la mano de Kate junto a la mía, pegándome más a ella, como si su contacto me diera algo de protección entre todo lo desconocido.

—Tú... también lo ves —dije observándola un momento, igual que a Cora y  Tulip. No tenía dudas de que todas veíamos lo mismo —. ¿Esto es una alucinación o es... real?

De nuevo, Kate tenía que decir mucho más que las demás. Se adaptaba con facilidad a las nuevas situaciones, mientras Cora y yo parecíamos absortas por todo lo que nos rodeaba.

Fue Tulip la primera que comenzó a caminar por aquel sendero. Me sentía extraña con ella, sin saber si podía confiar o no, si todo lo que había ocurrido lo había provocado ella, aunque no sabía como. Pero cuando Coralise comenzó a seguirla y Kate me dijo que fuéramos, no tenía intención de quedarme allí sola. Juntas comenzamos a caminar, mientras yo seguía maravillada por todo lo que nos rodeaba, incapaz de asimilarlo.

—¿Tú escuchas algo? —pregunté a Kate en un susurro cuando Tulip dijo que la isla nos llamaba. 

Y de pronto aquella extraña figura. Sin duda no podíamos estar allí, algo nos había hecho flipar, alguna droga en el templo o en la madera que habíamos quemado. 

Todo parecía sacado de un libro, o de una película, no tenía ningún sentido en nuestro mundo.

—¿E-estamos muertas? ¿Es eso? —pregunté de nuevo, alzando un poco más la voz, para que el grupo alrededor nos escuchase.

Me sentía demasiado confusa y no parecía que eso fuera a cambiar pronto.

- Un portal, quizás el templo en ruinas fuera un portal a otra dimensión - y los símbolos de la pared serían los mecanismos a través del cual se activaba. Había visto películas mucho más logradas pero dentro de lo sorprendente que había sido aquella posibilidad podía darse o acercarse. Buscaba alguna forma de hacerlo inteligible a pesar que muy racional no era, no tenía ninguna lógica. O, sí?

Tulip iba delante, había dejado de ser la guía para simplemente ser una turista más en aquellas circunstancias - Nos llama, ya - no había escuchado nada, ni un susurro ni a los monos chillar desde que empezó la tormenta y aunque ahora habían desaparecido los nubarrones me costaba creer que "algo" nos estuviera llamando - pues si nos llama es por alguna razón - sin duda tendríamos que recorrer aquel camino hasta ver a dónde nos llevaba.

Pronto lo vimos. Una voz se manifestó y tras la foresta apareció una especie de indio, un habitante de la isla con un atuendo típicamente tribal. Llevaba hasta una lanza. Escuché la conversación que se produjo entre la guía y aquel hombre - qué os dije, eh? Un portal a otra dimensión. Toma ya! - había acertado con mi suposición.

Siena estaba bastante asustada, traté de darle confianza abrazándola y sientiéndome cercana - no estamos muertas, quizás nuestra conciencia esté en otro lugar pero tranquila, no te va a pasar nada - realmente lo desconocía. Igual pasaba algo pero esperaba que no, quizás no lo contemplaba.

- Reencarnaciones... - traté de pensar en qué era eso. Una siempre lo escuchaba pero nunca había visto algo parecido. Parecía que la isla nos había escogido por creer que éramos reencarnaciones de vete a saber quiénes - puede ser.

- ¿El hombre de las mil lunas, quién es ése? - si aquel guerrero le tenía miedo, procuré no ser lo suficiente temeraria para poner a los demás en riesgo - ¿es peligroso?

Se mantiene en silencio al escuchar la advertencia del hombre tribal enmascarado. No sabe quien es el "hombre de las mil lunas", pero si ese hombre les advierte es que puede que no sea demasiado bueno, sobre todo si está acechando. Acechar no es algo que se atribuya a gente de bien, ¿no? Hay gente a la que detienen por acechar.

De todas formas, tampoco saben si el enmascarado tribal es alguien bueno. Dice que la isla pide su ayuda, pero ¿cómo saben que eso es verdad? Básicamente, no saben si la isla, en caso de poder mandar mensajes, quiere que se pongan del lado del enmascarado o del acechador. 

Vamos, que todo eso parece estar saliendo de un sueño inducido por los humos de la hoguera. De todas formas, intenta mantener la mente abierta, pero con los pies en el suelo. Solo espera a que el enmascarado les diga que el acechador se ha ido o que les guíe a un lugar en el que el hombre de las mil lunas no pueda escucharles para poder hablar.

-¿Eres Zama? -pregunta Tulip, con cierto temblor en los labios. El misterioso hombre asiente con la cabeza. -Esto no puede ser, ¿no? ¿O sí? Dios mío.

Antes de que el sujeto responda a las preguntas planteadas, la guía, en el interior de aquel templo bajo la lluvia, separa la mano de los grabados. Zama, apresuradamente, alarga la mano y pone algo sobre la palma de Kate. -Una para cada una-. Se trata de, lo que parece, cuatro huesos, vértebras de algún animal. Tulip os aparta del muro.

El hechizo desaparece. De nuevo estáis en las ruinas. La tormenta y el viento han cesado, en la hoguera solo quedan ascuas. Afuera luce el sol. No hay rastros del aguacero, nada, todo seco, normal. Incluso la ropa que se estaba secando. La chica llama por un walkie talkie.

-¿Jeffrey? Jeffrey. Carla. -estática - Sebastián...Sebas...Que alguien responda -pero solo más estática, chirridos, o silencio. Los otros guías no responden. Os mira, perpleja e inquieta. -Yo...Recoged.

No quiere explicar nada más aunque le insistáis -Iremos al refugio más cercano.

Aprisa, con una renqueante Kate ayudada alternativamente por una u otra de vosotras, os marcháis. Todo parece muy precipitado. Extraño. ¿Y las huellas de la lluvia? 

Tulip no accede a dar más información- Hay que darse prisa.  -insiste.

El entorno es igual y a la vez, no lo es. Los mismos árboles, plantas, los monos, las aves, el sol allá en lo alto. El calor y la humedad. Pero vuestra percepción o instinto os dice que algo va mal. Alguna cosa es distinta. Empezando por las mismas edificaciones de los templos. 

Están en mejor estado y sin tanta vegetación cubriéndolas o alrededor.

El sendero os conduce a una zona más densa de exuberante vegetación tropical. La temperatura es alta, un tanto sofocante, con una humedad por las nubes. Estáis empapadas en sudor. Antes, el chaparrón, ahora, la transpiración. Un trecho de subida, auxiliando a Kate, que, a pesar de todo, no va mal. Se le hinchará más el tobillo, eso casi seguro. 

-Lo siento...La Isla es muy especial...En el refugio os cuento. -se le nota asustada. 

Sin embargo...no hay refugio cuando, supuestamente, llegáis a él. 

-¿Qué? -Tulip se pasa las manos por la frente, un tanto desesperada y agobiada. Alza de pronto la cabeza, vosotras también. Un ruido. Un sonido semejante a un zumbido. Se abre camino hacia las cuatro chicas desde lo profundo de la selva. No...es más cercano, os giráis en derredor, mirando, buscando, aquí y allá.

De pronto, lo que se supone es un árbol, se mueve, se estira, se despereza. Se transforma y palpita. De sus decenas de, lo que sea eso, patas, antenas, protuberancias...surge el zumbido. La criatura, se agita, se mueve, oscila.

-Esto no es bueno...no,no,no...¡Corred! ¡Vamos, Kate! ¡Te ayudamos!

En un parpadeo, vuelven a estar en las ruinas. Parpadea un par de veces más, separándose de los grabados en la pared, y luego mira a las demás, sobre todo a Tulip. La guía parece saber quién era ese hombre enmascarado y parece bastante afectada por lo visto. Tan afectada como que quiere salir de ahí lo antes posible. Por suerte, ya no llueve y eso siempre es bueno. Recoge sus cosas y se echa la mochila a la espalda.

-¿Quién, o qué, es Zama? - pregunta mientras sale de las ruinas del templo.

Y al salir, hay algo raro. Mira alrededor y parece que las ruinas no son tan ruinosas ya. Los edificios parece mejor conservado. Vuelve a parpadear un par de veces, sorprendida. Primero piensa que es su imaginación, pero cuanto más mira, más se convence de que el templo parece más entero.

-Vale. Eso es raro. 

Pero no tienen tiempo de discutir sobre lo que está pasado porque tienen que llegar a un lugar seguro. Tras unas pendientes subidas con penuria, consiguen llegar al camino que dejaron atrás con la tormenta y la caída de Kate. Tulip las guía hasta donde se supone que está el refugio, pero no hay nada.

-Preguntaría si te has perdido, pero me parece que te conoces la isla lo suficientemente bien como para no perderte. ¿Qué está pasando, Tulip?

Pero poco tiempo para respuestas tienen porque nada más preguntar eso, lo que se supone que es un árbol se transforma en una cosa muy rara y que, seguramente, sea peligrosa. Y la guía no tarda en gritar que corran. Y eso intenta hacer ella.

Al parecer Tulip conocía al guerrero o al menos lo llamó por un nombre: Zama. Esperé a ver qué sucedía, si nos explicaba lo que estaba pasando pero a diferencia de contárnoslo, el aborigen nos entregó una serie de huesos - serán souvenirs - y acto seguido la magia desapareció. Es decir, volvimos a la realidad de aquel templo en ruinas, fue quitar la mano de aquella figura esculpida en piedra y como por arte de magia, volvimos a donde nos encontrábamos antes de viajar a la otra dimensión. Aunque igual habíamos esnifado algo. De todas maneras, resultaba todo extraño, ahora hacía sol y había desaparecido la lluvia y la tormenta. Todo lo que habíamos dejado en las ruinas allí estaban, salvo el fuego que ya se había apagado. Señal de que habíamos pasado tiempo "fuera".

- Eso, ¿Quién es Zama? ¿Conocías al tipo ése? - me vuelvo a equipar y salgo en compañía de Siena - ¿Qué tal estás, bien? - al igual que Cora me quedo mirando todo lo que nos rodea y lo noto cambiado, aunque tampoco es que hubiera llegado yo a las ruinas fijándome en todo - parece cambiado, no?

Tulip nos encomienda seguir avanzando hasta dar con el refugio - La isla ¿Muy especial en qué? ¿por qué lo dices? - vale, habíamos visto delfines rosados y el templo en ruinas tenía su aquel, sobretodo las visiones o lo que nos hubiera pasado allí dentro cuando tocamos las figuras del muro, y luego el guerrero, sin duda la isla era rarita.

Y vamos avanzando y llegamos a una especie de claro donde se suponía que tenía que estar el refugio - te habrás desorientado, tranquila Tulip, pasa en los mejores momentos - pero parece que no, que era allí. Sin embargo no hay refugio de ningún tipo - pues no sé, se lo habrá llevado la tormenta - trato de rebajar el tono - ¿no hay más refugios? Vamos a otro - sin embargo, se escucha algo, un ruido muy raro - ¿Qué ha sido eso? - en principio parece lejos aunque luego como que se acerca. 

Se desploma un árbol y resulta que no era un árbol sino un bicho enorme con tentáculo - mala pinta, ésto tiene mala pinta - Tulip nos alerta, sin duda aquello era una amenaza - lo que faltaba.

Empiezo a caminar deprisa, a correr ante los gritos de la guía. Procuro no separarme de Siena ni Cora - vamos, vamos!!!

Quizás mi espíritu de supervivencia era muy elevado porque empecé a correr sin notar apenas el dolor en el tobillo.

Se notaba que a Tulip, conversadora hasta este momento, le costaba hablar o responder a vuestras preguntas .

-Zama era, según la leyenda, un jefe brujo que navegaba con Larkin. -contestó de firma rápida y escueta. La guía intentaba avanzar deprisa hacia un refugio que no existía. Se quedó confusa al descubrir que no estaba. Miraba a un lado y otro, llamó sin resultado por el walkie, y no hizo caso de la nueva avalancha de preguntas.

-Disculpad, ahora no puedo. Intento aclararme. Tiene una explicación. Muy loca, eso sí - añadió, media sonrisa nerviosa en su cara de expresión atribulada.

El reptil o gusano o lo que fuese la criatura zumbadora, tenía pinta de ser hostil. Un par de sus protuberancias crecieron en longitud y grosor. De no ser por Siena, hubiesen atrapado a Cora. La chica rubia tiró del antebrazo de la fotógrafa, y los tentáculos rozaron la espalda de Cora. Suficiente para sentir un latigazo de dolor con el simple contacto, como si ácido o urticaria torturase su piel. 

Las cuatro mujeres treparon por la pendiente, perseguidas por ese extraño y peligroso engendro. Os apuráis con todas vuestras fuerzas, alcanzando la cima de esa pequeña colina selvática. Un desfiladero muy estrecho a izquierda y derecha se abre en la abrupta pared de roca que delimita el cauce de un río. El fragor de aguas revoltosas os recibe allá abajo, a unos veinte metros. 

Tulip, resuelta, coge y enciende una bengala para encarar al "monstruo".

- ¡Ay madre, qué viene! - lo que fuera aquel bicho iba a por nosotras. Era curioso porque la isla en principio Tulip había dicho que era mágica, que tenía algo, aunque desde luego mi imaginación no había identificado que ese "algo" se correspondiera con un bicho peligroso como el que nos estaba persiguiendo.

Aparte estaba lo de Zama, el brujo o guerrero de antes - ¿Quién coño es Larkin? - tampoco es que "Zama" me resolviera muchas dudas, no me sonaba de nada. Igual era un mito o una leyenda, vete a saber. No me sonaba nada, tampoco es que fuera un tema en el que estuviera puesta.

Los tentáculos del bicho alcanzaron a Cora y ésta empezó a sentir grandes picores - esos tentáculos se comportan como medusas - vamos que tenían veneno o algo que irritaba la piel por contacto. Avanzamos hasta una zona donde se nos presentaban diferentes alternativas - al río ni loca, a saber qué hay bajo la superficie - ahora que habíamos podido contemplar bichos hostiles, como para lanzarnos al agua como ingenuas. De eso nada.

Tulip con aquella antorcha pretendía detener al bicho, no creo que fuera suficiente. Era demasiado grande o largo.

- Tengo una idea - saqué de la mochila el saco de dormir y también la botella de whisky que me había traído para una buena fiesta nocturna. Extendí el saco y lo rocié con el whisky - se lo voy a soltar al bicho, lo más seguro es que lo agarre, lo retuerza creyendo que es alguien de nosotras - la cosa es que si cuando lo hiciera, Tulip le lanzaba la antorcha igual se quemaba el saco y el bicho - así que, a ver si con un poco de suerte lo freímos. Como el pulpo a la brasa - vaya, me había entrado el hambre.

Dicho y hecho. La cosa era detenerlo y en el peor de los casos hacerle perder tiempo mientras avanzábamos por el desfiladero.

Se le escapa el aire cuando siente el dolor en la espalda, como si le quemara tras el contacto con el tentáculo aquel. Está segura que si la hubiese atrapado, su muerte no hubiese sido rápida e indolora. Intenta darle las gracias a Siena, pero entre correr para escapar y el dolor, no le quedan muchas fuerzas. 

Además, no está siendo su mejor carrera. El dolor hace que se tropiece con todo lo que se pueda encontrar. ¿Qué mierda es esa cosa ue parece no desistir en atraparlas? Sin duda, ahora estará enfadada porque no ha conseguido su desayuno.

De pronto, llegan al río, pero no hay ni puente ni leches y encima la cosa aun les persigue y, por si fuera poco, el dolor es terrible.

-Joder... Como duele... - se queja mientras intenta reponerse.

El agua casi le parece tentadora. Casi. Lo qie no le parece tentador es el desfiladero por el que tienen que pasar. 

-Recordadme no volver a tocar grabados de un templo antiguo y potencialmente maldito. 

Tulip miraba hacia abajo, al fondo del río, lo mismo que Siena. Casi daban ambas la impresión de que iban a saltar.

-Larkin fue el pirata del que os hablé. –respondió la guía, abstraída. -¿No vas a saltar? En el río no hay nada malo. En serio.

Eso debería ser asi, pero con ese gusano o reptil o lo que fuese zumbando detrás de vosotras, la cosa no quedaba clara.

La morena Tulip intentó defender la posición con su bengala encendida. Cerró los ojos, tragó saliva. Temblaba, con el brazo alzado, enfrentando a la criatura.

-Vamos, tenéis que saltar o escapar por el desfiladero, venga, yo le retengo. Buena suerte, chicas.

Parecía la capitana de un barco que se hunde y no abandona. Por suerte, la ingeniosa Kate ideó un “arma” improvisada. Fue un reto, aprisa, aquello zumbando, vibrando el sonido angustiosamente en vuestros oídos, la pobre Cora con sus picores, que no solo quiere arrancarse la ropa sino la misma piel. Y Siena, con sus cortos y aterrados grititos, moviénose ya por el desfiladero de la mano de la fotógrafa.

-Resiste, Cora, te lo miramos y curaremos luego –la animó Siena.

El saco rociado con el alcohol, prendió en cuanto Tulip le lanzó la bengala. El bicho cayó en la trampa, su siniestro zumbido se transformó en doloroso aullido y se retiró saltando y contorsionándose ladera abajo.

Pulpo a la brasa.

Y ahora, el estrecho desfiladero. Un paso, otro pasito, otro paso. Lentamente y con cuidado, abajo el río tumultuoso, arriba, el cielo que comenzaba a teñirse de malvas, de rosados y de escarlatas entrelazados. Alguna piedra cae, cuando resbaláis ocasionalmente.

El angosto sendero no parece terminar. Los nervios a flor de piel. Los picores de Cora le hacen peligrar el equilibrio.

De pronto, la puesta de sol. Fascinante. Bellísima. Os ilumina de lleno frente a vosotras.

El dolor y el picor es extremo y no está como para intentar cruzar el desfiladero con un bicho gusano medusa pisándole los talones. Pero no le quedan muchas opciones y sigue a Siena mientras las otras dos parece que han encontrado una forma de deshacerse del bicho ese.

Cada vez que intenta pegarse contra la pared de roca para no caerse se queja y pierde el equilibrio en varias ocasiones. Pero intenta mantenerse por el estrecho filo del desfiladero. Intenta respirar profundamente porque entre la altura y el dolor, pues no quiere despeñarse.

-Mmm... - intenta también no quejarse en voz alta, no vaya a atraer a nada indeseado.

- El pirata... vale - ahora mismo no recordaba la historia ¿sería yo la de la insolación? - Zamba el guerrero y Larkin el pirata - era increíble porque se suponía que estaban muertos pero sin embargo en la isla habían vuelto a la vida ¿cómo podía ser aquello posible? Y lo del tentáculo más de lo mismo ¿Qué era aquel bicho, por qué nos perseguía? La isla había pasado de ser un lugar increíble a uno peligroso. Y para colmo el refugio no aparecía por ningún lado.

- ¿Hacia donde va el desfiladero? Hay camino por ahí, no? ¿Algún refugio de montaña? - subir era más fácil que bajar pero a ver si estábamos yendo a ninguna parte. Por contra ir al río... acabaríamos en el mar, suponiendo que las corrientes no nos llevaran a otro lugar. La verdad es que tenía muchas dudas, por el momento la excursión estaba sorprendiéndome pero no para tan bien como tenía previsto, aunque hablando de previsiones, el haber metido tantas cosas en la mochila me había traído buenos resultados. Por un lado cuando me caí me sirvió de colchón para no matarme tras las volteretas ladera abajo, y ahora había utilizado el saco de dormir como bomba incendiaria contra el pulpo o lo que fuera aquel bicho.

- Al menos las vistas son muy guapas - el atardecer nos sorprendió en el desfiladero y sí, merecía la pena contemplarlo - Tulip, tenemos que hacer noche en algún lugar - por supuesto, había que salir del desfiladero, esperaba que estuviésemos cerca del final, no quería seguir allí cuando se hiciera de noche.

-Es hermoso. -Afirmó Tulip, extasiada con aquella puesta de sol. La chica observaba la culminación del crepúsculo, como embriagada. -Creo que se hacia donde nos lleva, Kate. Pero, mirad... No es un ocaso habitual. 

Siena se apuraba por no caerse, Cora encontró un hueco algo más ancho, un angosto refugio provisional, que permitía un descanso con cierta seguridad. Lo malo es que sus picores no disminuían.

-¿Cómo lo llevas, Cora? -preguntó Siena. Tendió la mano hacia la fotógrafa y la cogió. Con la otra, se aferró a la mano de Kate, se inclinó hacia ella, y la besó, suave y a la vez, intensamente. 

-La puesta de sol en la Isla La Serena. Al borde de un desfiladero de medio metro de ancho. -Tulip le dio la mano a Kate. La guía sonreia.

-Llenad los ojos con esta maravilla. Grabadla para siempre en vuestros corazones. 

¿En serio se van a poner ahora admirar la puesta de sol? ¿En serio? Pues a ella no le apetece tener un momento de contemplación cuando tiene la espalda en carne viva y casi juraría que se le están ocurriendo ideas locas como tirarse desfiladero abajo para acabar en el río.

-No... no creo que sea... el momento.

Y es que encima se hace de noche y ellas están a la intemperie en una isla que, a todas luces, va a intentar matarlas y comérselas. ¿Es que no hay que buscar un maldito lugar seguro? Es que están en peligro y se comportan como una maldita comuna hippie de paz y amor y esas cosas.

-Tenemos que... buscar un lugar... seguro.

- Increíble - la verdad que coincido con Tulip, el paisaje que se nos presenta con el atardecer es sencillamente espectacular. Detengo mi paso para contemplar la caída del sol. La imagen de la isla a contraluz hace que deslumbre todo su paisaje con esplendor. Sin embargo, se lo que viene después, la oscuridad - se nos va hacer de noche, hay que seguir avanzando - ir a oscuras por el desfiladero podría ser un peligro de los gordos, aunque vale que yendo pasito a pasito no debería conllevar peligro alguno, siempre y cuando siguiéramos pisando firme.

- Tranquila, dudo que se me borre si salimos de ésta - por supuesto que no iba a olvidar aquel momento, no sólo por el atardecer en la isla, también por la compañía y el momento. Todo estaba siendo una auténtica aventura, debido a la tensión y seguramente también gracias a los analgésicos, no sentía ni el esguince ni problema alguno en el pie. También es verdad que había cosas más importantes en las que pensar - ¿Cómo vas Cora? - Siena iba detrás de mí, cada poco nos acaricíabamos las manos, dándonos fuerza y ánimo.